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Joaé Uontaner, F O, Bos, nf 422, Triniiad Colorado, U. E. oí Américi MÉXICO Avatiado poMal t,i\. b. Google 7IS- b, Google s•-■<^-4'^ PROLOGO. lo g¡ii justicia el conflicto entre España y los Eala- lilos Uniíios liu atraído las míradys del inundo entero. IJLos hombres reflexivos de Europa y América cspe- rahiiii, con el corazón palpitante, el resultado de una lucha que, en realidad, no era otra fiosa que el certamen en que dos razas, esencialmente antagónicas, se disputaban la suprennacía sobre el Continente descubierto por Colón, y en los varíoa su- cesos de una gnerra que, tanto por su duración cortísima, como por descaso número de los oombalienles parecía de po- ca monta, veían no la guerra misma, sino la solución de este problema que lleva un siglo de planteado: ¿ejercerá ó no el sa- ' ionismo, lá hegemonía en esta parte del mundo? ela espectativa ansiosa de lo que la suerte de las armas liera, era mayor todavía en los pueblos latino americanos, ,iiuii, aunque obligados por el Derecho Internacional á guardar correcta actitud de neutralidad, no podían presenciar sin emo- ción profunda el dSsenlace del drama que habría de decidir de sus futuros destinos. Do todos esos pueblos, el nuestro es el que, por razón de su situación geográfica, ha manifestado mayor anciedad por los resultados de la pelea; y conocerla en todos sus detalles es una necesi''ad imperiosa, lio de curiosi- dad histórica ó de rtflexiones sociológicas, sino de interés ■vital. - Cooglc Allá muy en el fondo de nuestros corazones de mexicanos, de hijos de los vecinos de Churubusco y del Molino del Hey, palpitaba muy vivo el deseo de que las armas españolas [lusie- sen un valladar insuperable al coloso anglo-sajón. Del triunfo de ellas, del castigo de la arrogancia y de la avidez norte-ame- ricana, dependía el que México tuviese un plazo de medio si- glo de BPguridad, durante el cnal, organizándose y robuste- ciéndose á la sombra de una política juiciosa y progresista, prodria seguramente constituirse en potencia capaz de defen- der su existencia como nación. El Dios de los Ejércitos, como diría el Presidente de los Estados Unidos en sus proclamas, atribuyendo á causas me- tafísicas sucesos que la tienen natural y muy clara y eviden- te, se declaró resueltamente partidario de los norte-america- nos. A pesar del Iieroismo do ios soldados y de los marinos españoles ese Dios parece que decidió que en las altas esferas políticas de España existiese un hastío profundo y un cansan- cio invencible en cuanto á las cuestiones coloniales se refería, y ese cansancio y ese hastío, los cuales hacían considerará los políticos de la Madre Patria como una fortuna la pérdida de ías Antillas, que tantos quebraderos de cabeza ¡es producían y tantos sacrificios estériles á la Nación, determinaron la pre- mura con que, casi sin eombates, ó coinbaliendo únicamente por salvar el honor de las armas y la dignidad nacioual, el Gabinete presidido por Sagasta abandonase la partida, co- menzada cun los ojos puestos, no en ta victoria, sino en una paz que diese un pretexto honroso para e| abandono de las colonias de América. No es España ciertamente, lá cual, en realidad, gana con la pérdida de Cuba y de Puerto Bíco; es la raza latina de Europa y América la que algún día pedirá al actual Gobierno Español, y ante el tribuna! de U Historia, estrecha cunnla de su egoísta conducta. Aunque, si hemos de ser justos, tendremos que confesar que esa raza habría podido, ó por lo menos debido hacer algo en pro de su propia causa, y no dejar á España sola en la palestra, como dejó á México en 1846. Ho.tedb. Google No cabe duda, pues, que en el sentido político, la cuestión de la hegemonía sobre et continente americano se resolvió en favor del sajonismo. No bahrá ya (jiiien dispute á los Estados Unidos la supremacía sobre las naciones de origen español. ¿Pero con esto quedó deñnitivamente resuelto et caso? No encontrará ya el espíritu yanqui resistencia en su obra de sa- joniíación de !a América. En el orden político, en el de la fuerza de las armas, qui- zás en el del comercio, no cabe duda. Pero en otro orden, en el moral, en elde las costumbres, en el de la civilización pecu- liar del latinismo, todavía hay mucho que decir. Moralinente, Esjiaña no está vencida en América. Las cuestiones de conquista, de gobierno, de dominio po- lítico se resuelven en una sola batalla, no así las morales, las de civilización, que requieren un combate incesante durante si- glos enteros, y que, á las veces suelen resolverse en el senti- do de la victoria de los vencidos por la fuerza délas armas. No aconteció otra cosa con los bárbaros vencedores del imperio Romano. Los conquistadores fueron conquistados por aque- llos mismos que so doblegaron bajo el yugo; y, quizás sean buenos deseos d^ nuestro ferviente latinismo, pero no deses- peramos de la causa latina en América, á pesar de la reciente derrota de España, En ei punto verdaderamente importante, en el de la iufluen- cia moral del espíritu que la Madre Patria, semejante en Amé- rica á Roma en el mundo antiguo, supo infundir á los pue- blos de este Continente, la victoria no es aun del sajonismo. ' Bien puede España haber perdido sus últimos pedazos do tierra en esta parte del mundo que pobló con su sangre y cultivó con su genio. No por eso habrá sellado el acta de de- iniiivo divorcio de las naciones que son sus hijas. Su espíri- tu, esparcido desde México hasta ei Cabo de Hornos, con su lengua, con sus costumbres, con su religión, seguirá impe- rando á pesar de todas las victorias del sajonismo en el terre- de los hechos. Todavía habrán de transcurrir muchos si- los sin que deje de ser la América Española una prolonga- >y Google clon (le Espuña del lado de acá, del Mlánlico: innumcrabie- genepaciones de lilspano-aiiieneanos iialirán de siiocderse áns tes de que la última deje do. encaminar sus iniradns y sus sentimientos hacia la noble tierra de donde vino á este Con- -tinente la vida del iilma.udn las creencias, el idioma y las cos- tumbres, y a!go de la vida étnica, con la sangre infundida como savia en el arliol de la ¡>ohiación indígena. Una ley sociológica inelndilile, una ley C|ije no puede ser avolida |ior medio de batiillas ganadas lo exije asi. Y esta ley, ley de lie- rencia es l^.n imperiosa para España, obligándola á nn ;ipar- tar sa atención de la América ([ue civilizó, como para las na ciones {|ue de la colonización española proceden. Por lo <]UG íi ICspaña se refiero, la ley de lierencia consiste en la herencia de ella misma; es decir, la misión de In líspa- ■ ña actual y lUlcrit, continuando la tarea que en América se impuso la Kspaña de! tiempo de Isabel la Católica. El pasado de Itis naciones, lo mismo que el de los individuos, Íes forma á las unas y á los otros, obedeciendo á la l^y citada y siem- pre vista en la Historia, ciertos antecedentes peculiares, de los cuales no pueden prescindir en 6u vida subsecuetite: porqna eslos aiilcccdentes, del género intelectual y moral, imprimen í sus respectivos caracteres un sello especial, una idiosincra- cia, rjutí les dá forma propia y viene á ser parte constitutiva do su existencia psicológica, España por su pasado, está ligada á Aíoérica de tal manera, que aun contra la voluntad pasaje- ra de una ó dos generaciones de españoles, no podrá prescin- dir de sus efectos malernaies hacia los pueblos liijos de su sangre y de su espírüii. Pero más evidente é imperiosa se manifiesta esta ley de lierencia en los pueblos que España formó en el mondo des- cubierto por Colón. No obstante que el medio ambiente en que se han desarrollado les ha imprimido cierta diferencia del tipo genuino español, ó á pesar de que ta diferencia existía ya desdo el principio, debido á que esos pueblos no son productos puros de ¡a familia ibérica, sino procedentes de la inserción de la savia de esta raza en srltoles indígenas, como, b. Google en sociología, la raza no se delcnulna por cnu^as cínicas, tú -■ físicas, sino pul' motivos psicológicos, es evidente (jue la he- rencia ']iie líspaiía les dejó, y que no es rnás íjue la identidad y Google tro espíritu, nuestra lengua, nuestras costumbres y nuestra civilización, latinas todas ellas, sean arrastradas por la olea- da del Norte. España vencida en el campo de los hechos, sigue siendo la dominadora de ináa de las tres cuartas parles del Conti- nente Americano, en el terreno moral. FRANCISCO G. COSMES. idbyGOO<^IC INTRODUCCIÓN. jlrdua y difícil nos parece la tarea de esciibir la histo- Hría de la guerra hispauo-americaca cuestos taomen- gtos que humea en los campos de batalla la sangre de dos pueblos amigos; cuando la suerte ha sido adversa á la na- ción tradiclonalmente noble y valiente, ligada á nuestra raza por el origen, llena de heroísmo aua en la adversidad, para la cual, hoy lo mismo que ayer, no tenemos mas que palabras de admiración y respeto; cuando los tratados de paz y la cesación de las hostilidades uo bastan aun á extinguir por completo los bríos de ios antagonistas; cuando aun llegan hasta nosotros los bélicos sones mezclados con los ayes desgarradores de las ma- dres, de las viudas y huérfanos, que üoran, maldiciendo el pa- so por la desolada tierra, de ese monstruo de las aberraciones humanas que se llama la guerra. Ante el sombrío cuadro que se desarrolla á nuestra vista en los campos de batalla, parecería mejor correr un velo obre el luctuoso pasado y relegar al mas hondo olvido estos hechos in- faustos, extravíos de la humanidad, reiterados al presente, pa- ra baldón de la cultura moderna, con la misma insensatez con que acaecieron en los pueblos antiguos. Sin embargo, el cúmulo de versiones que llegaron hasta no- sotros durante el curso de la guerra, absurdas algunas, contra- dictorias muchas é inexactas las tnas; las dificultades con que se tropieza para restablecer la verdad de los acontecimientos, apoyándose sólo en las noticias cablegráficas, ánica. fuente que basta hoy las be suministrado á la mayoría del público; y, ñ< nalmente, el deseo de presentar un resumen ordenado y bre- ve de estos acontecimientos, con la mayor claridad y exacti- tud, útil para aquellas personas cuyas ocupaciones no les per- miten dedicarse á la lectura de una obra completa sobre la ma* terla, nos han decidido á afrontar las escabrosidades de seme- b. Google jaute trabajo, eu la confianza de que uuestros esfuerzos no se- rán estériles. Por otra parte, creemos de nuestro deber dar á la pabücidad los datos relativos á la pasada guerra, que hemos adquirido, con más razón aun, cuando tuuchos de ellos vienen á contra- decir las versiones generalmente admitidas sobre algunos he- chos imporlautes, versiones por lo tanto, fals=is. En efecto, sea porque el origen de las noticias que vienen por el cable á nuestros periódicos, corresponde á uno de los paises beligerantes, que no puede ser imparcial en absoluto, como ya se comprende; bien sea por la imposibilidad material de obtener con exactitud la verdad de los hechos en el corto espacio de tiempo en que son recogidas, redactadas y trasmi- tidas estas noticias, lo cieifoes que muchas de ellas han resu!-, tado inexactas y algunas enteramente falsas. Copiamos á continuación uno de los muchos cablegramas que podríamos citar en comprobación de nuestro aserto, publi- cado por la Prensa Asociada y trasmitido á todas las naciones donde tiene corresponsales: "Washington, Marzo 26 de 189S.— Datos obtenidos en el Mi- nisterio de la Guerra, sobre el número de hombres de guardia nacional de los Estados déla Unión con que cuenta el Go- bierno en la actualidad y que estarían listos para el servicio COH cuatro horas de aviso, asciende á un niillóit doscientos mil hombres. El Ministro de Guerra tiene en su poder comunicaciones de los Gobernadores de los Estados y comandantes de las guar- dias nacionales, asegurando que con cuarenta y ocho horas de aviso pueden poner á disposición del Gobierno diez millones cien mil hombres armados y equipados para el caso de un conflicto." Eos sucesos posteriores han demostrado plenamente la fal- sedad de este despacho, puesto que á pasar de los llamamien- tos de Mr, Me Kinley, no en cuarenta y ocho horas, sino eu va- rias semanas, apenas fué posible Isvantar un ejército de . . , 125,000 hombres y gastando mucho más de cieu millones de pesos. Si á la dificultad de obtener noticias exactas, se agrega el resultado de los esfuerzos de algunos periódicos españoles ó mexicanos que prohijan noticias de agencias no conocidas, que- damos sepultados en un caos de incertidumbre. Hacemos al presente uu esfuerzo para no calificar la conduc- ta de semejantes periódicos. Además de las narraciones de varios testigos fidedignos, no liemos omitido aducir el mismo testimonio de los corresponsa- b. Google les americanos de la Preusa Asociada, y aun insistimos en el' tarlo repetidas veces, siempre que hallamos en él confesiones que tienden á favorecer la cauja de España, pues en tales ca- sos, lo creemos de una autoridad indiscutible, por raioues que saltan á la vista; de la misma manera qne si á lus periódicos españoles se les escapasen conceptos favorables á la conducta de los Kstados Unidos, eu el proceso de la gueira que acaba de terminar. No se hallarán en esta obra muchos juicios respecto de la guerra, pero sí una renriión de hechos tomados de fuentes ofi- ciales y, en una palabra, to3os los elementos necesarios para formarse uua opinión concienzuda é impareial. En realidad no somos capaces de afirmar desde luego cua- les seau las consecuencias precisas que habrán de determinar en el porvenir los cambios operados por la guerra, ni rancho menos su influencia social y política en los destinos de ambas naciones. Nuestro programa se concreta á apuntar hechos, á examinar escrupulosamente el conjunto de circunstancias, de- jando á los sabios las deducciones. Ante la mirada del observador se presentan desde luego es- tos hechos: España poseía las Antillas que había conquistado hace cuatro siglos: eran colonias suyas. ¿Tenía el derecho de conservarlas? Nosotros no trataremos de discutir sobie el llamado derecho de conquista. Sin embargo, sea ó no un derecho, lo ejerce, así como los pueblos antiguos, actualmente Inglaterra en sus posesiones europeas de Gibraltar, Islas de Malta y Heligoland; en sus posesiones asiáticas de Hong-Kong, Indostan, Indochina, La- buan, é Islas de Ceylau, y Singapore; en sus po.sesiones de Áfri- ca, de Egipto, Colonia del Cabo, Puerto Natal, Guinea, Sene- gambia, Costa de Oro, Griqualand, Gambia y las Islas Sey- chelles, Mauricio, Oil River.s Sierra Leí.na. Malacca y Santa Elena; en América el Canadá, Nueva Esencia . Nueva Hrnns- wick, Terranova, Belíce, la Guayana y las islas Bermudas, L,n- cayas, Jamaica, la Trinidad, Barbadas, Falkland, San Cristo bal, Santa IjUCÍa, la Dominica, San Vicente, Tobago, la An- tigua, Bahamas, Vaucoiiver, Granada, Leeward, Monserrat, Nevis, Príncipe Eduardo é Islas Turcas; y en sus posesiones de Oceanía: Nueva Gales del Sur, Tasraanía, Sur-Australia, Nueva Zelandia, Victoria y Queensland. , Ejerce igualmente este derecho de conservar sus posesiones Erancia, en sus dominios de Argelia, Senegal, Guinea, Bsnin, Cote d'Avoir, Diego Suárez, Gabon, Congo, Madagascar, Ho.tedby Google Nossi Bee, Obock, Sultanat D' Aojouan, Tahití, Islas de Rea- nión, Santa María y Mayotte, ea África. Ha Indostan, Co- cliinchina. Amiam, y Tanquin, en Asia; !a Gnayana, las islas Guadalupe, Martinica, San Pedro y Miqueloo, en América; las islas Marquesas y Nueva Caledonia en Ocianía. De la mis- ma manera que Holanda, Portugal, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega y casi todas las naciones europeas. Así es que sin apreciar otros fundamentos, podemos asegu- rar que España poseía sus colonias, con el mismo derecho que poseen las suyas Inglaterra, Francia, etc., etc., y por lo mis- mo, tenía de hecho que cunservarlas. España juzga vulnerados sus derechos de soberanía sobre Cuba, por los Estados IJuidos, desde que el centro de la Junta Revolucionaria Cubana se es- tablece eu Nueva York, y ¡a atencióa del Gobierno de Üspaña es atrai-ia mas fuertemente desde que el envío de numerosas expediciones filibusteras tiene lugar en la Unión Americana, Este país declina las responsabilidades asegurando constan- temente que^el Gobierno, á pesar de su vigilancia, no tiene co- nocimiento de tales expediciones. Algunas notas diplomáti- cas se cambian en este sentido, sin más resultado que la prose- cucióu de las ya dichas expedidores, y aun las colectas pú- blicas de fondos hechas en favor de la guerríide rebellón contra España. . Cou los trastornos consiguientes á las revueltas, empiezan á sufrir los intereses de los extranjeros en Cnba; ellos se que- jan á sus respectivos gobiernos; se envían algunos buques pa- ra proteger á los nacionales quejosos, y entonces surge un de- plorable incidente, diabólico, diremos mejor, que vienen á ha- cer el papel de la chispa elétrica en un depósito de algodón pólvora. Nos referimos á la destrucción del buque de guerra ameri- cano "Maiue» ocurrida en la bahía de la Habana la noche del 15 de Febrero de 1898 y á la muerte de 266 marinos, causada por una explosión á bordo. Inútiles fueron las pesquisas de ambos gabieruos para des- cubrir la verdadera causa de la catástrofe: el pueblo de los Es- tados Unidos sigue en la creencia de que el «Maine» fué des- truido por algunos fanáticos partidarios de España; mientras los españoles afirmart que la explosión obedeció á descuido ó impericia de los encargados de manejar las maquinsrias ó á una pérfida estratagema de los cubanos para precipitar la gue- rra. En vano se nombraron comisiones de ambos paises para in- vestigar el verdadero origen de la hecatombe. La comisión es- pañola, nombrada al efecto, resolvió que la causa de la des- trucción del buque, fué interior; la americana, uombrada por Hoítedby Google el Gobierno de Washingloit, decidió que la causa fué exterior, esto es, que la explosión fué motivada por un agente extraño. Haciendo una digresión sobre este punto, nos permitimos recomendar ía lectura de los documentos que en el lugar co- rrespondiente aparecen en la obra y los cuales darán materia para establecer una fundada opinión sóbrelas causas que de- terminaron esa sentida catástrofe Vienen en seguida algunos incidentes diplomáticos, que aunque de poca importancia intrínseca, son de gran signiñca- ción por su trascendencia y cuyo resultado final fné la declara- ción de la guerra entre España y ios Estados Unidos, justa- mente deplorada por todos los hombres sensatos de uno y otro país. ¿Cuál de las dos naciones representaba en esta lucha los fue- ros de la razón y de la justicia? Nosotros no lo hemos de decir. Decídanlo más bien e! con junto de hechos que relatamos, las opinoues de ios países qUt permanecieron neutrales, y las de algunos pensadores emineu' tes contemporáneos, las cuales van insertas en nuestro libro. Es ardua y difícil, repetimos, nuestra tarea, pero á ella tamos alentados por el deseo de que nuestro humilde trabajo eontribuya á la .sublime enseñanza que á ías naciones, lo mis- mo autiguas _que modernas, ha proporcionado siempre la histo- ria propiamente dicha. Enrif/ue J>fe»dozaj' y'tzcaiuo. [(o.tedb. Google ,Goog.le faSíí««&íSÍC*5««íSíC**«?s*5*S« s/toíS%Ss*«*-^=='^**^^^«S^«W CAPITULO I. Origen de las rÜfeiencias entre España y los Estados Unidos. — Agentes americ*- nos en Cuba. — Demandas á España.— La Luisiana y la Florida. — Francia ju/ga sbauí'daa las reclamacionea amerieanaa. — Pilniecos movimiontoa en favjr de !b insurreoci n — EípedieioDoi de Narciso López — Apoyo de los Kat Ldos.Unídos á loa fliibnsteroa. ; principio de las desavenencias entre EspaSa y los . Estados Unidos puede decirse que data del aBo de , 1800, cuando poco después de emancipada esta ua- " I, empezó á hacer una activa propaganda en todas las colonias americanas para instigarlas á que sacudiesen el yu- go del dominio Español, A este fin se enviaron á los agentes americanos Pilke, Lewis y Craik á que recorrieran nuestro país, así como Cuba y Puer- to Rico, predicando las doctrinas de Jacobo Monroe(i)y toman- do á la vez una multitud de datos relativos á su riqueza, co- mercio, defensa^ de sus puertos y elementos de guerra, los cua- les datos, sí se tiene eu cuenta que á la sazón dirigía Estados " Unidos reclamaciones contra el Intendente español en la Lui- siana, por motivos que se verán en seguida, no podía disima* Jarse que el móvil que guiaba á aquel gobierno á tomarlos, no era otro que el de estar prevenido para el caso de un conflicto, que desgraciadamente hemos tenido que presenciar al fin, si bien un siglo más tarde. España accedió á aquellas reclamaciones y tuvo que perder la Luisiana debido á uua cabala del coloso aventurero Napo- león Bonaparte, á quien fué cedida por el débil Carlos IV, á cambio de un reino que jamás llegó á poseer España, el de Etruria, Vinieron en seguida otras demandas de !os Estados Unidos, por el hecho de haber consentido España en sus puertos las (1) Nómbralo Miuiitro Je Rela'íionoj y más tarde Piasidonte de 1» Eepíiblica. b. Google i6 presas de guerra de los corsarios franceses, demandas de que pronto no fueron atendidas, pero tampoco se rectíazaron con energía, siendo aplazada su resolución para más tarde. Entre tanto los Estados Unidos se apoderaron de Amalíay Movila con pretexto de retenerlas en depósito, mientras se contestaba á sus reclamaciones, aunque en definitiva no voivíeron ya á poder del Gobierno de la corona. Eiiaquella época era tolerado en la Unión americana el con- trabando con las colonias españolas del continente, y todo el que quería rebelarse, encontraba en aquel país apoyo y pro teccíón deciJidos. Por el tratado de 1795 había concedido España á los Esta- dos Unidos nn depósito por tres años, en Nueva Orleans, á orí ■ lias del Missisippí, para facilitarla salida del país de sus pro- ductos, y queriendo dar una muestra de benevolencia, que no fué sino de debilidad, consintió en admitirlo otros cinco años más, stn nuevo permiso. Pero como el Intendente de la Lui- siana notase que tal depósito era causa de los continuos con- trabandos de que hemos hablado, lo suprimió repentinamen- te, lo cual fué pretexto para las reclamaciones entabladas por los Estados Unidos. España dando otra prueba de debilidad, restableció luego el depósito. En 1SS04 el mismo Jacoho Monroe fué enviado á España co- mo representante de América, con facultades para arreglar las diferencias pendientes entre ambos países, más habiendo exi- gido concesiones y franquicias imposibles, no se llegó á una solución satisfactoria y el enviado tuvo que regresar á su país sin haber terminado su misión. España solicitó entonces de Francia su opinión respecto á los puntos objeto de sus diferencias con los Estados Unidos, y aquella nación por raediode su comisionado Mr. T^iilleyland, declaró las demandas americanas cjnio absurdas pretencioues destituidas de razón. Seguían propalándose con gran calor por toda la América las doctrinas de Monroe, cuyas tendencia.s en el fondo eran des- pertar las ideas de rebelión contra el Gobierno de la Península y hacer la independencia de todcs los dominios españoles- Sin duda inspirado en ellas el Gobierno de Washington, pro- puso á España la cesión de la parte occidental de la Florida; más fué enérgicamente rechazada e.sta proposición, lo cual con- tribuyó á acabar de convertir á aquella República, en un cen- tro de maquinaciones hostiles al poder colonial, continuándose las misiones laborantes con más ahinco. A la vez que se había enviado á México al teniente ameri- cauo Pike, se mandó al caraqueuse Miranda á Venezuela, uno y otro con expediciones que, si no iban eu son de guerra, sí >y Google llevaban como único punto de mira el insurreccionar estas co- lonias españolas, provistos de toda clase' de elementos para ha- cer una vigorosa propaganda, ayudados por los periódicos de la Unión. España tuvo conocimiento de semejantes trabajos, y sus efec- tos desastrosos para la Península se dejaron sentir desde luego. Con este motivo ordenó á su representante en Washington, gestionara diplomáticamente la conservación de las colonias, así como que se impidiese por todos los medios la organización y salida de expediciones. El representante, que lo era Don Luis de Onis, trabajó empeñosamente en su delicado encargo, aun- que sin éxito alguno: las expedícioues continuaron, como se ve- rá en seguida, y las intrigantes gestiones que el Gobierno ame- ricano hacía para apropiarse la Florida, dieron por fin el resul- tado, y el :; de Julio de 1821 le fué entregado este hermoso territorio. II El primer movimiento formal en favor de la independencia de Cuba debió tener lugar el 17 de Agosto de 1823, Agentes norte y sud-aroericancs habían inmigrado á la Isla y trabajaban secretamente para atraer á sus doctrinas á todas las clases sociales. Eran en su mayoría partidarios de Bolívar, por lo cual aquel movimiento fué designado más larde con el nombre de Conspi- raci6n de los Soles de Bolívar. Contaban con algunas armas y municiones y sobre todo cou el apoyo moral de Norte América, qne sea por la prensa ó por medio de sus agentes los excitaba á seguir el ejemplo de los de* más reinos americanos ya emancipados en aquella techa. Esta conspiración fué descubierta casualmente por un escla- vo que era el prensista de la imprenta donde se hacían las ho- jas de propaganda. Este, sin calcular las consecuencias de su acción, extrajo furtivamente «na prueba de la proclama y la llevó á mostrar á su prometida; la cual prueba, pasando por distintas manos, no tardó en ir á dar á las del General Vives, actual gobernante de la Isla. Se descubrió que estaban de acuerdo en la conspiración más de setecientas personas; se les recogieron varios impresos, ar- mas, banderas, efe. y todos los promotores fueron puestos en prisión y castigados severamente. Segiin las declaraciones de los acusados, la conspiración tenía por objeto la indepeudeucia de Cuba- Con el escarmiento producido por los castigos del General Vives se calmó por entonces la excitación, y cesaron los esfuer- zos para difundir la idea de rebelión durante algunos años, no >y Google ocurriendo entre tauto sino ligeras tentativas de muy poca im- portancia. No pasaba lo mismo en Estados Unidos, donde con franque- za se formaban juntas de simpatizadores con la insurrección y se contribuía públicamente para aj'udar á aquella causa. En 1843 trajo no pocas dificultades y complicaciones al go- bierno de la Isla la difusión de las doctrinas abolicionistas de la esclavitud, que contaban muchos prosélites entre los mismos cubanos. Tres años más tarde se propuso desembozadamente la idea de anexión de Cuba á los Estados Un'tlos, cuando en 184.6 el senador Mr. Yule, de la Florida, propuso á la Cámara la com- pra de la Isla. Tan arraigada estaba en la opiuióu pública !a idea de anexión, que fué preciso que los periódicos de Cuba desvaneciesen las falsedades publicadas por la prensa america- na al afirmar que las negociaciones en este sentido, prospera- ban en E-ipsfia. Km aquella época el ex-geiieral español Don Narciso T..ópeí, acérrimo enemigo de los intereses coloniales y fiel ejecutor de sus propias ambiciones, había emprendido, de acuerdo con al- gunas sociedades secretas cubanas y americanas, extensos tra- bajos en favor de la insurrección. En 1848, siendo Gobernante de Cuba el Conde Alcoy, obser- vó que en poco tiempo desembarcaron una multitud de indivi- duos sospechosos, que no eran otros que los emisarios norte- americanos é ingleses que llevaban el encargo de sublevar los habitantes de Cuba y proclamar la anexión á los Estados Unidos. Se había puesto á la cabeza de los alborotadores el expresa- do Narciso López que intentó con mal éxito uu levantamiento en Trinidad y Cienfuegos; fué descubierto por Alcoy con mu- cha oportunidad y sofocado completamente. Huyó López al extranjero para continuar en su empresa, ayudado por la propaganda que hacían los apóstoles america- uos y por las sociedades secretas de que liemos hablado. Trató de organizar una nueva expedición en la isla del Gato (Cat island) del grupo de las Bahanias, hoy propiedad de In- glaterra, donde varios aventureros americanos y descontentos españoles íe reunieron para invadir á Cuba, de acuerdo con el partido exaltado de la Isla. Pero no fué tampoco llevada á efecto esta expedición. Los agentes del Conde Alcoy tuvieron noticias oportunas de los prepararivos, y mediante enérgicas protestas al Gobierno americano se consiguió que fuera disuelta la reunión y aun, que ofreciera el mismo Gobierno impedir la formación y salida de nuevas expediciones, del territorio. >yGooglc Sin embargo de estas promesas, poco creídas, se pidió á Es- pafia el aumento del ejército de la Isla y algunos vapores más, para resguardar las costas, temiendo que el Gobierno de Cuba fuera á necesitar muy pronto de estos refuerzos, como así sucedió. López á su vez recibía fondos de los patriotas cubanos y or- ganizaba una segunda expedición en 1849, que había de man- dar él en persona. Recinto al afecto sus partidarios entre la gente de peores costumbres de los Estados tridos y los eOvió á que le esperasen en la isla Redonda, que debía ser el punto de partida. El Gobierno americano, ante las enérgicas protestas de Es- paña, y no pudiendo pasar desapercibida aquella expedición, compuesta en su mayor parte de corsarios y piratas, la mandó disolver. No desalentado López y queriendo evitar á toda costa la des- moralización de sus prosélitos, logró colocar un empréstito ea los Estados Unidos de dos millones de pesos al 88 por nenio, garantizado con la propiedad de^Cuba, é hizo renacer «1 entu- siasmo entre aquellos aventureros, dándoles luego algunas pa- gas da marcha. Les recogió en seguida juramento de cumplir su palabra y les proveyó de cartas de naturaleza americana, cualquiera que fuese su nacionalidad, como una salvaguardia para el caso de caer en manos de los españoles. Con objeto de aumentar López el número de sus adeptos se valió del ardid de hacer creer al piiblico que la expedición se dirigía á los placeres de oro de California, con lo cual pudo llegar hasta unos seiscientos diez nombres el número de en- ganchados, Atravezó la expedición e! seno mexicano y tras una breve estancia en Cabo Catoche, Yucatán emprendió, el camino de Cuba, haciéndose á la vela los días 15 y 16 de Mayo de 1850. El vapor español «Pizarro» tenía órdenes del Capitán Gene- ral de Cuba de salir al encuentro de la expedición, de la cual ya se tenía noticias. Así lo verificó y el mismo día pudo apre- sar en Contoy á una barca y un bergantín-goleta con la co- rrespondencia, y algunos expedicionarios armados. La mayor parte de ellos no pudo ser capturada porque había salido de Yucatán un día antes, en el vapor -Creóle" donde iban López y quinientos de los suyos, que desembarcaron en Cárdenas, des- pués de varías tentativas, el rg de Mayo. El Gobernador D. Francisco Cerruti se puso inmediatamente á la cabeza de die- cisiete hombres, única fuerza de que por el momento pudo dis* Ho.tedb. Google poner y tras una corta refriega fué hecho prisionero. Los inva- sores se apoderaron de los fondos de la aduana y cometieron depredaciones en la ciudad. En la tarde fué atacado I^pez por otra pequeña fuerza espa- ñola que había llegado á Cárdenas con objeto de auxiliar á Cerruti, y la cual fué también vencida, por su pequeño núme- ro. No obstante, se reembarcó violentamente López rumbo á Cayo Hueso, por haber notado pocas simpatías del vecindario hacia su causa. Los Cónsules españoles en Estados Unidos informaron en- tonces al Gobierno de la Isla que. según ¡os datos recogidos, se sabía que si la expedición de López hubiese sido secundada por los habitantes de Cuba, habrían salido de Nueva York, Boston, Nueva Orleans y otros puertos, cerca de diez mil hom- bres á apoyar la revolución, tan luego como se hubiera recibi- do esta nueva. Las protestas y quejas que se dirigieron al Gobierno de la Unión por parte del de España con ese motivo, fueron tales y tan justificadas, que se logró por el cóiiíiul de Nueva Orleans que López fuese detenido y procesado. Mas como de las averi_- guaciones practicadas eu la institución de ese proceso, resultó que en la expedición de López estaban complicados muchos altos funcionarios americanos, tuvo que sobreseerse la causa, no sin el escándalo consiguiente. Este resultado estimuló á López, como era natural, á la con- tinuación de sus empresas. Por aquei tiempo permanecía abierto en Texas un publico alistamiento para Cuba. Figuraba como director de aquel cen- tro revolucionario Mr, Walker. el mismo Gobernador del Es- tado; con el pretexto de invadir á Haití se hacían en realidad los preparativos para una nueva expedición á la gran Antilla. Eu uno de los vapores que hacían la travesía de Nueva Yoik á Chagres navegaba á principios de Diciembre del misno año (1850) el ya famoso Garibaldl, á quien se propuso de parte de la Junta americana el mando de la proyectada expedición; más él se excusó por estar aun pendiente, según dijo, de los suce- sos de su país. Al llegar el año de 51 no había sido posible á los empresa- rios obtener dinero para la realización de sus proyectos. Poco después, que en parte fué vencido este obstáculo, uo pudo supe- rarse el que presentaba la actitud resuelta del Gobierno de Was- (11 En los periódicos de Niievn Orleans a parfcieron en eso año las listas de k» poioDRiesdelos Estados U cid o a que estabau ocmplicadoa eu los proyseto» anxionistas da Lúpci Entre pUos Mr. Qmttmac Gobernador de la Luisiana, Lo afirma asi el historiador Justo Zm.í!«7,i en su ubia "Las ¡i.«"rr»^í.inTiP Cuba." >y Google hingtorj, que por entonces amenazó á los filibusteros con privar- los de sus derechos de ciudadanos americanoR. siendo este el motivo para que los invasores escogieran como punto de reu- nión y partida, las costas de Yucatán, Esta vez el ministro me- xicano D Mariano Vañez, cumpliendo las promesas de impar- cialidad de su gobierno á España, impidió que se llevase á tér- mino la expedición. Esta serie de dificultades hizo que fueran suspendidas las tentativas de invadir á Cuba, por entonces. IV Los trabajos de los anexionistas nocesabau empero. Valiéu- dose de los operarios americanos que trabajaban en los campos, hacían grandes esfuerzor, por difundir el espíritu de iu.-urrec- ción. Desde Abril de 1851 el Capitán General, que lo era D. José de la Concha, logró interceptar una correspondencia en la cual halló el hilo de una verdadera conspiración. En ella se desig- naban como promotores de un cercano ievantamiauto á D. Joa- quín Agüero y Agüero, á Quesadas, Betancourt, y Recios; su- po también por los expresados documentos que los puntos se- ñalados para la sublevación eran Nuevitas, Trinidad y Puerto Príncipe. Con estos datos ordenó Concha la prisión inmediata de los complicados, llevándose á efecto á fines del mismo mes, coa excepción de la de Agüero, señalado como jefe del levanta- miento. Este al saber la prisión de sus compañeros trató de ocultarse al principio, pero más tarde resolvió lanzarse solo á la revolución, y al efecto, reunió todos sus soldadosque llega- ban al número de 43, Erau estos en su mayoría jóvenes cubanos pertenecientes á distinguidas familias, llenos de bríos y fanáticos por su causa. El 8 de Julio, después de haber pernoctado en Sabanilla del Pontón, lugar distante á cuatro leguas de las Tunas, entraron á esta población á las dos de la mañana. Debido á la obscuridad, á la falta de disciplina y á que habían penetrado por distintos rumbos, ya en las calles de la población se tomaron uuos á otros por enemigos y rompieron el fuego entre sí. Huyeron en seguida al campo abandonando algunos heridos, que hicie- ron recojer los vecinos. Este lamentable error hi/o que la fuerza se redujese á vein- tisiete individuos los cuales se replegaron á tos bosques para rehacerse. A fines del mismo mes, como salieron de su escondite, fue- ron perseguidos y cercados por el Capitán español Conus, lia3- >y Google ta obligar á rendirse á los jefes Castellanos, Zayas, Benavides y más tarde á Agüero y á D. Tomás Betancourt. Faeroii conducidos á Pnsrto Príucipe, > se les sometió á ua Conseju de Guerra el cual los sentenció á pena capital. A úl- tima hora sólo fuerou ejecutados Agüero iBetancourt, Zayas y Benavides; los demás aicauzaron indulto. Escucharon con gran serenidad su sentencia de muerte. Agüero invitó á sus guardianes á tomar un refresco, y brindó por que terminaran las diferencias entre americanos, españoles y cubanos, Zayas aute.s de recibir la descarga gritó con fuerza: "Viva Cuba libre." Los demás comprometidos en este tevautamiento sufrieron la misma pena en otros lugares de !a Isla. Poco influían seguramente estos sucesos en el ánimo de Ló- pez y los suj")s, que continuaban los aprestos de una expedi- ción. Esta la bizo preceder el mismo Ijópi^z de las noticias más absurdas, favorables á su causa y publicadas en los periódicos anexionistas .americanos; las cuales repercutiendo en U Isla, volvieron á López tan abultadas y desconocidas, que ellas fue- rou la causa que determinó el epilogo de su azarosa vida y la captura eomplela de aquella desgraciada expedición, según vamos á leferirlo. El examen de la correspondencia volvió á darle á Conclia el resultado que buscaba. Por este medio se puso a! tanto de los preparativos para la expedición. Se hizo ésta á la vela en los primeros días de Agosto, Eran cuatrocientos cincuenta hombres y llevaban consigo gran can- tidad de municiones de boca y de guerra. Según los rumores que se habían hecho circular, se sabía que el sentimiento de rebelión era general en la Isla, que la Haba' na se había levantado en armas y estaba en poder de los insu rrectos. Tales noticias eran creídas con fe ciega por López. Dicho esto, no parecerá extraño que el día ii fueran avista dos por el vigía del Morro dos vapores que eran los de la expe- dición de López, que intentaba desembarcar en la Haba; Mas como no viese en la costa ningún indicio de que ¡a ciudad estuviera en poder de los rebeldes, tuvo que dirigirse al Morri- llú de Manimauí, punto cercano á Bahía Honda. Tan luego como se supo en la Habana, salió el Fizarte en persecución de López, quien al saltar á tierra pudo notar su error, al ver que era recibido fríamente por los habitantes de la isla; algunos campesinos bicleron fuego sobre sus soldados y al internarse en la costa, hallaba las villas desiertas. Mientras 150 individuos verificaban el desembarque, López con lo= 300 restantes había ocupado Las Posas, donde fueron atacados inopinadamente por el General Ena, á quien se unió ryCOOglC 23 después el Coronel Morales, dispomeiido entre ambos de «na fuerza de cerca de 2000 hombres, ciento cincuen'a caballos y cuatro piezas de artillería. Hicieron abandonar sus posisiones al enemigo, que huyó al campo. El día 17 fueron sorprendidos en el Cafetal Rosales y tuvie- ron una acción muy reñida en la cuai quedó fuera de combate el General Ena. Después de otros encuentros habidos en Aguacate, San Cris- tóbal y el Rosario, fueron los insurrectos perdiendo terreno y cayendo prisioneros en manos de sus perseguidores, hasta que al fin el 24 de Agosto, en un lugar del camino de Santa Cruz de ios Pinos á Pinar del Río, fué capturado López con siete de los suyos que le acompañaban, por medio de uua emboscada que prepararon los cabos de ronda españoles Zea y Castañeda, y se les trasladó á la prisión del castillo del Morro. Fueron sentenciados á la última pena y ejecutados el 19 de Septiembre de 1B51. así como cincuenta filibuteros americanos más, frente al castillo de Atares. Castañeda el apreosorde López fué alevosamente asesinado tres años más tarde por los partidarios de éste. (O La ejecución de filibusteros americanos trajo algunas dificul- tades al Gobierno de España en sus reí aciones con el de los Es- tados Unidos. Estas llegaron á tal grado de liranlez, que el Coa ■ sul en Nueva Orleans tuvo que abandonar su puesto y aun fueron enviados algunos buques de guerra americanos para apo- yar las demandas de una explicación pore! hecho referido. No obstante, la claridad con que aparecía la justicia por parte de España hizo á aquella nación deponer su actitud y al-año .si- guiente volvió el Cónsul español á Nueva Orleans y los buques de guerra fueron retirados. El año de 1852 fué notable por Vi actividad en los trabajos de la Sociedad secreta La Eslrella Solilaria. E-iteudía sus ra- mificaciones desde Nueva Orleans, donde estaba su matriz, á cerca de cuarenta ciudades americanas. Sus socios se obligaban á coadyuvar personal y moralmente á que todos los pueblos de la tierra gozasen de libertad. Coutiibuían cada mes con una cantidad la cual se invertía en armas, víveres, etc., para los in- surrectos. E! Capitán General D. Juan de la Pezuela, encargado en- tonces del gobieruo de la Isla, ejercía uua escrupulosa vigi- lancia. Hizo varias apreheuciones de agentes extranjeros iusu- (1) Halándose Ciatiheda en'el oifú lio "Marte y Belon" en ii Hibana, la tar- da den2 de Octubre do 1154. fué muerto por un disparo que, ¿través da U ridriera de una veutiBa, recibió en el cráneo, dejándolo mueito en el acto. b, Google rreccionistas y aun de mujeres que se ocupaban en fabricar car- tuchos para los rifles que se esperaban de los Estados Unidos. Estas aprehenciones dieron por rasultado el descubrimiento de otra conspiración llamada A& Posos Dulces, atribuida al Con- de de este nombre, cuñado de López, El 23 de Febrero del año siguiente fueron sentenciadps diez personas acusadas de ser los promotores de la conspiración. De éstas fueron ejecutadas D_ Francisco Valdéz, D. Eduardo del Cristo, D. Manuel Hernández Perdomoy D. Juan Alvarez. Los demá? estaban prófugos. E! conde de Pozos Dulces fué de- portado á la Península. Siendo entonces Presidente de los Estados Unidos Mr. Pier- ce, !e fué dirijida una petición por los anexionistas eu la que reclamaban su apoyo para apoderarse de Cuba. Es de notarse que tal petición estuviera secundada por algunos senadores americanos. A principios del año de 1854 surgió un incidente que volvió á poner en peligro la armonía entre las relaciones diplomáticas de España y Estados Unidos. Este incidente fué e! del vapor americano «Black Warrior.» Cedamos la palabra á un escritor contemporáneo que lo re- fiere de esta manera: "El 28 de F'ebrero de 1854 fondeó en la bahía de la Habana el vapor americano Black Barrior, mandado por el capitán Bullock quien ai recibir las instrucciones escritas para ajustar sus maniobras en el puerto, así como se practicaba en todos los puertos españoles, se negó á enterarse del documento, sin de- volver por consignieute el duplicado cual se le exigía, cou la firma de quedar impuesto de cuanto en la Instrucción se deter- minaba; así como se negó á presentar el manifiesto de la carga del buque y á manifestar si iba ó no de tráncito, diciendo sólo que estaba en lastre. Excitados con tal proceder la curiosidad y el amor propio de los empleados fiscales y comunicando el he- cho por el resguardo á la aduana, ordenó el administrador de ésta, D. Mariano Adriansens, en vista de la resistencia de Bu- llok, que se verificase la visita de fondeo, y apercibido en el Ínterin el capitán del vapor, pidió, algunas horas después de fondear, permiso para salir del puerto. Pero las órdenes de la Hacienda siguieron adelante, y verificado el reconocimiento Ó visita de fondeo, resultó que estaba el buque cargado de pacas de algodón y no de armas como se había corrido ia voz. En vista de'ésto y con arreglo ala instrucción de aduanas, se le hizo presente a] consignatario la multa en que el capitán había Incurrido y se le propuso, para evitar conflictos, que adicionara á la relación de rancho la carga del buque, á lo que contestó >y Google 2$ descortesmeute aquél, entablando protestas con verdadero ca- rácter de amenazas « "He dicho que el capitán del Black Warrior había pedido permiso para salir del puerto, á lo que se le contestó que pro- cediendo con arreglo á la ley la descarga del buque, se le haría la gracia de permitirle seguir su viaje, siempre que prestara la correspondiente fianza; el Consignatario Tyng se negó y el ca- pitán Bullock abandonó el buque al ver á lo que se le obligaba, no queriendo presenciar la descarga ni él ni el cónsul de los Es- tados Unidos, resuelta por los funcionarios de Hacienda vein- tiséis horas después del fondeo, en lugar de esperar á las cua- renta y ocho prescritas en la citada instrucción de aduanas,» Estos son los hechos, motivo después de complicaciones in- ternacionales, que llegaron á tomar un carácter grave. El Presidente de los Estados Unidos Mr. Pierce, en sumen- saje de 1854, llamó á la cuestión del' Warfior un casus belli. España con su reconocida falta de energía en sus gobernan- tes, admitió pagar la indemnización exljida por el dueño ó ar- mador del buque y que ascendió á $ 53,000, >y Google bjCooglc CAPITULO II. Guerra sepaiatista amer¡caD&. — Causas de eata guerra é iaflnjo sobre la iiisurrec- ciún. da las Antillas espaiioUs.— Sioto Domingo y PuetW Rico. — Grito do Yara.— Cointidencia con los sucesos raTolucloaaríos de la Peníoeula, — Caudillos cubanos insurrectos. I i. guerra intestina que asoló en los afios siguientes á la gran República, influyó de una manera especial en la insurrección de Santo Domingo, Puerto Rico y Cu- í ba, porque se quiso tomar como causa de ella la abo- licióiTde la esclavitud, tan debatida ya por entonces en aque- llas islas, cuyos habitantes eran muchos esclavos. No fué esta en realidad la causa eficiente de la guerra de se- cesión. Se habfa venido creando una división profunda entre los habitantes de los Estados del Sur de la Unión y los del Nor- te, nacida de la diversidad de razas, de carácter, ocupaciones, etc. Eran aquellos en su mayoría ricos agricultores que por los abundantes frutos que les prodigaban sus campos, vivían con gran desahogo, con opulencia si se quiere; guardaban una po- sición comercial preponderante sobre los del Norte y muy su- perior á la de éstos, que eran industriales y comerciantes casi todos. Además, los unos eran de origen latino y franco-latino, en tanto que los otros eran sajones y aiiglo -sajones. La religión de éstos era la protestante, los del Mediodía eran católicos. La diferencia de origen, la índole, de aspiraciones y de reli- gión hizo pues robustecer cada día aquel inveterado antago- nismo, hasta que el incidente de la abolición de la esclavitud, io transformó en odio mortal, surgiendo entonces la gnerra. Para contrartestSr el dominio de los surianos acogieron coii gran empe&o sus competidores del Norte el proyecto de abolir la esclavitud, que á la tez que les atraería el aplauso del mun- do civilt2ado, conquistándoles el título de filántropos, era en realidad un rudo golpe á su poderío, porque millares de los jyGooglc trabajadores del Sur erau esclavos, quienes por su actitud para las faenas agrícolas y por lo exiguo de los salarios con que se les retribuía, formabau el eleiuedto principal de la riqueza de aquellas comarcas. Inicióse una activa lucha por los habitantes de Jos Estados septentrionales contra la esclavitud. Se enviaron agentes ex- pensados por ellos á los campos del Sur con la misión de suble- var y libertar á los esclavos, (i) originándose no pocos desór- denes. Llegaron las elecciones de 1860 y en ellas designaron sus res- pectivas candidaturas los partidos republicano y demócrata: éste á Douglas y Jhouson para la presidencia y vice-presiden- cia de la República y aquel á Breackinridge y Lañe, para los mismos cargos, respectivamente. Pero ui unas ni otras preva- lecieron porque un tercer partido medio, llamado de la Unión constitucional que propuso á Mr. Bell, les disputó el triunfo, sin obtenerlo tampoco: éste fué eu favor de Abrahara Lincoln, candidato de los republicanos de Chicago, que tuvo una ma- yoría de 1,866,157 votos, contia 1. 375, 157 que favorecieron á Douglas. Derrotados los demócratas del Sur con la elección de Lin- coln, á quien se conocía en todo el país como furibundo aboli- cionista, no trataron ya de ocultar su hostilidad al resto de aquella nación y quisieron llevarla luego á las vías de hecho, cumpliendo sus antiguos deseos de emanciparse. La Caroliua deí Sur fué el primer Estado que enarboló el estandarte de la rebelión, proclamando su independencia el 20 de Diciembre de aquel año. Le siguieron los Estados de Geor- gia, Alabama, Missisippi, Florida, Texas y Luisiana. El resto de la República trató de impedir se llevase á cabo la escisión. Es notable que esta vez no se inspirase la nación ame- ricana en el mismo criterio con que intervino en nuestra cues- tión de Texas, ni en la de Cuba, últimamente pues en lugar de concederles la libertad que reclamaban estos Estados, empren- dió contra ellos una sangrienta lucha para subyugarlos. Tal fué el principio de aquella guerra formidable que asoló á ese país durante cuatro afios, siendo á la postre derrotados y sometidos los surianos. El objeto de este libro y sus dimensiones nos impiden seguir paso á paso la relación de aquellos hechos sangrientos á cuyo epílogo precedió el asesinato del mismo Lincoln por el actor C. Wilkes Bottb, la noche del 15 de Abril de 1865, mientras ce- lebraba los triunfos de las armas federales en el teatro Ford. (1) Uno de eatoe agantes, acmado de sediciún, fué juzgado el 2 de Diciembrí de 1859 y ahorcado en Charlostoii por aantencia de la Corte del Estado de Vlr- ginia, apiobada por el gobernador Mr. Wiso. b. Google Los Kstados del Sur, segúu hemos dicho estaban pablados por descendientes de Ja raza latina, con identidad de intereses y costumbres á los pueblos I atino -americanos del contiuente. I,a derrota de los confederados significó el exterminio de la pri- mitiva raza colonizadora; la supresión del elemento hispano la- tino en la coiiformacíón política de aquella República. O en otros términos, se dio un paso más hacia el cumplimiento de ese vie- jo fenómeno observado en la historia, lo mismo en los países ci- vilizados que salvajes; las razas septentrionales irrupcionan ó invaden de tiempo en tiempo el resto del mundo y lo dominan. II Efectiva fué la influencia de la guerra norte-americana so- bre las Antillas españolas, El año de 1863 estallóla insurrección en Santo Domingo, en la parte de la Isla reconquistada cuatro años antes por España. Un año más tarde se había extendido la guerra á todas las provincias, siendo imposible por entonces para el gobierno peninsular sofocarla debido á la situactóa anormal porque atravesaba. En Enero de 1865 el Capitán Gsneraldel ejército D. Ramón María Narvaez presentó á las Cortes el proyecto de abandonar la Isla (sin ruborizarse, dice con intención un historiador ibe- ro) que fué aprobado y sancionado el ig de Mayo de aquel año. Don Francisco Serrano, antecesor del entonces Capitán Ge- neral de la Isla de Cuba, D. Domingo Dulce, se declaró en Es- paña partidario de las reformas antillanas. Tomó dos veces la palabra en el Senado con objeto de defender los intereses cuba- nos. EstJ contribuyó á alentar al partido descontento, que tra- bajaba por la insurrección, Dulce empleó en Cuba una política tolerante y conciliadora á la cual es atribuido el desarrollo de las conspiraciones. Enca- reció en ese año al ministro D. Leopoldo O'Donel! la ingente necesidad de que se plantearan cuanto antes las reformas pedi- das por los nativos; la cual demanda dió por resultado que el 25 de Noviembre autorizara el Gobierno al expresado ministro, pa- ra abrir una información sobre las bases en que deberían fuá. darse leyes especiales para el gobierno de Cuba y Puerto Ricos constituyendo una junta, compuesta de personas nombradas por el gobierno y veintidós diputados, dieciséis cubanos y seis portorriqueños, elegidos por los habitantes de cada isla. Estas reformas, que se pretende sólo hayan sido un pretexto de los deseosos de la independencia, para conseguirla después, no se llegaron á implantar como se verá adelante. >y Google 30 Et haber estallado en Etiero de 1866 la sedición militar en- cabezada en la Península pore! General Prim, ofrscic iiua co- yuntnra á los libertadores cubanos, que, en combinación con los norteamericanos, no quisierou despreciarla. El Marqués de Lema, embajador español en París, comunicaba á su gobierno en 31 de Mayo, que tenía noticias fidedignas de existir públicos trabajos en los Estados Unidos para apoderarse de Cuba. Verificada la elección de los comisionados de las Antillas pa- ra discutir las reformas, quedó derrotado el bando conservador, y el tfinnfo, á favor de los reformistas, que pretendían la auto- nomía de la Isla con exclusión de los peninsulares en los car- gos piiblicos. Su triunfo precipitó el relevo de D. Domingo Dulce, siendo sucedido por el general D, Francisco Lersundi, quien siguió una conducta contraria á la de su predecesor. Combatió acre- mente á los reformistas, mandó clausurar sus clubs ó comités, que antes habían celebrado libremente y ordenó la prisión de todos los simpatizadores, señalados como- vagos ó viciosos y de- portó á ciento sesenta y seis deellos á la Isla de Fernando Poo, donde fueron reelegados. Uoa pasajera animación alentó en su obra los descontentos de españa al saberse los sucesos ocurridos en Madrid el 22 de Junio; para volver á abatirse con la nueva del fracaso de la re- volución y de liabersido deportado el general Prim, su pro- motor. Los Estados Unidos ejercen una vez más sn perniciosa in- fluencia eu la propagación de la idea de independencia de Cu- ba, con motivo de los escandalosos sucesos ocurridos en Nueva Orleaus recientemente. En aquella ocasión decía el Ministro de las Colonias el repre- sentante español en Washington, que «si en otro tiempo el ele- mento filibustero de los americanos era lo princip.il y la cons- piración interior de la Isla lo accesorio, esta vez sucedía esen- cialmente lo contrario, pudiendo asegurar que en Cuba existía ya el foco principal de una revolución que tenía enface con los sucesos de la pasada guerra americana; y ante la cual los tra- bajos de los continentales eran secundarios.» Lersundi fué poco tiempo después sucedido en el mando de Cuba por D. Joaquín del Manzano, y entonces precisamente se reunió en España la junta de información á la cual concurrían españoles, cubanos y portorriqueños. Al principiar sus sesiones quiso oir la opinióu de algunos funcionarios de los que habían estado en Cuba, como el duque de la Torre y D. Domingo Dul- ce. Este último dio su opinión en favor de las reformas, optau- do por la abolición inmediata de la esclavitud. >y.Googlc Trabajó la junta seis meses, y regresaron los comisionados á las Antillas sin haber obtenido un resultado práctico quede- jara satisfechos á los partidos conservador y reformista. III En 1866 ;e intentó por Goicoun'ay el general Quesadas ha- cer estallar la guerra en las Antillas, principiando por Pnerto Rico; no pato este intento de haber expedido algunas procla- mas y de activar la ciiculación del papel moneda de Cuba. El 7 de Junio del año siguiente promovieron los descontentos una sedición militar que fracasó y fué motivo de la expulsión de muchos complicados en ella. El lo de Septiembre publicó el comité revolucionario de Nue- va York una proclaca fechada en Cuba et iS de Julio, que ter- minaba con eslas Palabras: «Viva Cuba libre. Viva Puerto Ri- co libre y muera España para siempre en América.» Los jefes revolucionarios de Puerto Rico señalaron los dfas de la fiesta de San Juan en 1867 para dar el grito de rebelión, pero tuvieron que aplazarlo por haber sobrevenido contrarieda- des, 110 siendo la menor los fuertes terremotos que hubo en la Isla y que amedrentaron á los conspiradores. Por fin pudieron reunirse en San Thomas. más tarde, los días 9, 1 1 y 16 de Diciembre, con los vocales por Cuba de la junta de Nueva York. D. Manuel Macías propuso dar principio á la revolución en Puerto Rico, antes que á la de Cuba, y D. Do- mingo Goicoun'a ofreció un cargamento de anuas que iba á re- cibir de los Estados Unidos. Segáu comunicaciones que se le- yeron, D. Miguel Aldaua y Morales Lemus debían dar el grito to en Cuba en Septiembre ó en los primeros días de Octubre próximos. Debido á la complacencia de las autoridades se propalaba en público la causa de la libertad. En las reuniones, en los cafés, en los clubs y periódicos se hacía ostentación de los proyectos, se discutían los planes y hasta se celebraban los triunfos, que tenían por seguros los conspiradores. En Lares, el Bartolo, Mirasol y Pezuela (Puerto Rico) no se daban punto de descanso en los preparativos y con pretexto de las fiestas de Sau Juan, solemnizaban el principio de la revolu- ción por la independencia. Cinco días después de haber dado en Cádiz por el general Topete el grito de rebelión, ó sea el 18 de Septiembre, tuvo principio el movlmieuto separatista en el pequeño pueblo de Lares, anticipándose al señalado que fué ei 29 por haber sido descubiertos. b. Google 32 Reunidos los revoiuciouarios en el cafetal rfel anieticano Mr. Brugmaii, eu el Barrio de Farnias, jurisdicción de Mayagíiez, al frente de 250 hombres marcharon al de D, Manuel Rojas, cometiendu en e! camino actos desordenados. Allí se levantó una bandera roja con esta iDScripcióu; «Muerte ó Libertad. Vi- va Puerto Rico," y se dirigieron á Lares posesionándose del gobierno y casa del Ayuntamiento, nombrando autoridades á sus adeptos y aprisionando á muchos españoles. Como presidente de aquel improvisado gobierno se nombró á un D. Francisco Ramírez, comerciantemulato. A continuación se expidieron los miinifiestos. Al siguiente día 24 se dirigieron los insurgentes, que llega- roa ya á 7uo, al inmediato pueblo.de Pepino con objeto de to- marlo y establecer otro gobierno, pero bastó una pequeña re- sistencia que encontraron en sus habitantes para desmoralizar- los y hacer que huyeran á los bosques. Al recibirse esta noti- cia eu Lares hicieron otro tanto ¡os sublevados, abandonando la plaza. Mas tarde fueron capturados en su mayoría y otros se pre- sentaron voluntariamente acogiéndose al decreto de la amnis- tía concedida por el gobierno peninsular. En España tenía lugar á la sazón el alzamiento en Cádiz acaudillado por Prim y Topete, al cual, así como los sucesos posteriores ocurridos en aquellos días, se debe el advenimiento a! poder del partido en cuyas manos estaba el Gobierno penin- sular al sobrevenir la guerra cuya narración es el objeto de es- te libro, el mismo partido de quien tan amargamente se queja ahora aquel país, A D. Práxedes Mateo Sagasta le vemos figurar entonces al frente por primera vez, del gobierno de Sevilla, por encargo de la junta de aquella provincia; mas tarde pone en sus manos la cartera de gobernación su correligionario Prim, después de eliminado el ministerio González Bravo, Aquel partido que el pueblo español elevara triunfante en sus hombros, librada apenas la batalla de Alcolea — simulacro, más bien, de resistencia de parte del Gobierno — llevando consigo to- das las simpatías, representando las aspiraciones legítimas; aquel que destrozó la última rama de los Borbones y la relegó al olvido en el palacio de Pau, morada de Enrique IV en otro tiempo, es ahora víctima de la más acre censura, escarnecido, insultado, increpado sin miramiento alguno, llevando en sus hombros la inmensa responsabilidad del desastre reciente. Grande es por cierto el descontento del pueblo español para con su actual gobierno, tan grande, que quizas no haya es- crito todavía la liltiraa página de este libro, cuando los nombres de sus Secretarios pasen á la historia. >y Google 33 Coiflcidierou con el moviiniento de la Península las revolu- ciones de Puerto Rico y la de Cuba. I,os gobiernos de una y otra isla no tuvieron noticia de los sucesos de Septiembre ocu- rridos en España, sino hasta el día 7 de Octubre, mientras que los revolucionarios lo supieron casi inmediatamente por sus corresponsales de Estados Unidos, y gracias á la organización mazónica que tenía impuesta por los propagandistas america- nos: así es que pudieron hacer sus preparativos sin ser moles- tados por la autoridad. Había logias que trabajaban incesan* tímente en Puerto Príncipe, Tunas, Manzanillo, Bayamo y ílolguín. El día 9 de Octubre que se constituíí^ eu Madrid el gobieruo provisional, se reunieron en el ingenio deí Rosario (Cuba) Céspedes, Aguilera, Marcano, Izaguirre, Peral y los García, El jefe bayamés licenciado Carlos Manuel Céspedes, que en- cabezaba el pronunciamiento, supo que se liabía dado orden de aprebenderlos. por lo cual aceleró la ejecución de sus planes, reuniendo á sus principales caudillos de la insurrección eu su residencia el ingenio de la Demajagua, donde juraron vengar los agravios á la patria y luchar hasta triunfar ó morir. Los iniciadores de la sublebación, en numero de treinta y siete, (i) se dirigieron al pueblo de Yara. Era SU propósito apo- derarse de Manzanillo pero no !o hicieron, aunque tañían se- guridad eu el éxito, debido á que Céspedes temió que sus sol- dados, entregándose á los actos vandálicos, desprestigiaran su canas y dificultaran el reclutamiento de gente. En esa pequeña población de Yara se imprimió é hizo circu- lar la primeaa proclama que se llamó «Manifiesto de la junta revolucionaria de Cuba á sus habitantes, al gobierno y á to- das las naciones." Cambiaron pues de itinerario y al siguiente día tuvieron el primer choque con las tropas euviadas por el Gobernador de Bayamo, haciendo algunos prisioneros y retirándose al campo. El 27 se habían sublevado las jurisdicciones de Jiguaní, Holguíu, Las Tunas y Bayamo; atacaron á esta última pobla- (I) Loa paf riotaa de Yara qne el di's 10 de Octubre de 1663 proclamaron U in- d^pendeacU de Cuba fueron; Csrlofl Manuel de Céspedes, Manuel Calvar, Bartolotié MaeS, Jtaías Maa6, Ka- fiel MsBÚ. Manuel Socarras, Anoel Maestre. Juan Rnz, Emiliano García Pavón, Emilio Tamayo. Juan Hall. Luie Marcano. Manuel Ondina. Jsime Santiesteban. Rafael Torres Garda. José Rafael YiBituirre. l^ranciico Marcano, Fólnt Marca- no Ignacio Martíncí lioque, AsTistfn Valerio, Francisco Vicenic Aguilera, José rúreí Rafael Gajmau, Manuel Santísateban. Aurelio Torres, BertoloinÉ Labra. dn M¡2uel Garcfa Patón, Pedro Céspedes Castillo, Francisco Céspedes Calti II o, Enrique del Castillo, Jusn Rafael Poianco. Amador Castillo, José Rafael Cedefio y Francisco Cancino, _ . . _ (Hnja impresa en loa S, Unidos ci surrecciéadelS68). Ho.tedb. Google 34 ción el día siguiente, cerca de 5000 hombres, que tornaron la plaza. La fuerza que la defendía era de ciento veinte infantes qne encerrados en el cuartel que les servía de fuerte, resistie- ron con heroicidad cuatro días, hasta rendirse por mandato del gobernador Udeata. Alentada la revolución con la toma de Bayamo pronto se extendió desde el Oriente hasta el Camagiley. El general Lersuudí publicó un bando en el que señalaba penas severísimas á los promotores y coadjutores de la Insu- rrección, al cual contestó Céspedes expidiendo órdenes terna- nantes para que fuesen castigados con todo rigor los qu^ sir- vieran de guías ó exploradores á los soldados de España. bvGooglc CAPITULO III. Continúa la gnerra disideoto. — Intervención de los Estados Uoidoa con motivo do l»s lUiposJcionBj contra los inaurtectos. — Gfstionca en favor de la liber- tad de Cubi. — -Otro incidente interiiacáonal- — Proposiciones de paz.— -El Genoríl MartíoM Campos. — Término de la giietra. nos insurrectos hicieron de Bayamo el centro de sus "I operaciones. Lersundi fué sucedido en Enero de ese año por D. ^ EÜDoraingo Dulce, antiguo Capitán General de la Isla. Concedió un plazo de cuarenta días para que los rebeldes de- pusiesen las armas y aun envió una comisión á Céspedes para ponerle las bases de un arreglo que diera fin á la guerra, pe- ro el caudillo insurrecto nada quiso admitir que no fuese la ab- soluta independencia de Cuba, No pudo además llegarse á un arreglo durante el armisticio concedido por Dulce con este objeto, porque dos emisarios In- surrectos fueron asesinados de un modo inexplicable mientras se dirigían á Puerto Principe á acelerar las negociaciones de paz; á ese suceso deben añadirse los ocurridos en el teatío Vi- llanueva de la Habana, donde se trabó una lucha á balazos en- treel público y la guarnición española, así como las escenas sangrientas que en las calles se repitieron frecuentemente. Por tanto, lejos de ¡legar á uu avenimiento continuó la lu- cha con más fuerza. El Conde de Valmaseda, al frente de las tropas españolas, principió eu Diciembre una activa campaña. Reconquistó á Bayamo y obtuvo las primeras victorias en Río Salado y Cauto embarcadero. Los insurrectos al retirarse de la ciudad de Bayamo la incendiaron. El rigor para reprimir aquellos actos vandálicos se aumentó naturalmente de parte de los españolea sin el éxito esperado. Se levantaron en cinco villas tres mil iudividnos de color, ad* hiriéndose á Céspedes, que procEamabd la abolición de la escla- b. Google 36 vitud en el territorio donde suponía ejercer jurisdiccióu: conti- auaron los incendios y asesinatos^en Mayarí, Jiguaní y Balre mientras el Capitán Generai deportaba á la isla de Fernando Poo á doscientas cincuenta personas, acusadas ile sospechas de complicidad con los rebeldes, y determinaba la coiifiscacióu de las propiedades de los reos políticos, así como délos simpatiza- dores con la revolución, (i) El decreto de conüscación expedido entonces proporcionó á los Estados Unidos coyuntura favorable para inmiscuirse en los asuntos de Cuba. II ül cónsul de Matanzas Mr, Hall envió al Ministro de Re- laciones üxteriores Mr. Fish, una copia del decreto, lo cual dio por resultado que el Gobierno americano manifestara en una uota al representante español, que el Presidente Graut había visto con desagrado tal documento y que tenía espermisas de que fuese modificado, «n cuanto se refiriera á propisdadcs de ciuda- danos americanos en la Isla; también se reprobaba en dicha uo- ta la conducta de Valmaseda que en la última proclama había hecho pública declaración de que emplearía el rigor y el exter- minio para acabarcon la insurrección. Condenaban los Estados Unidos este proceder en nombre de la humanidad y de los in- tereses civilizadores. Los iusurrectos no quisieron perder una oca.sjóu tan beüa para conseguir el apoyo del gobierno anieiicano, y por medio de la junta de Nueva Voik, pusieron en juego toda clase de re- cursos para inclinarle en favor de la emancipación, no siu re- sultado. El Ministro americano en España, Mr. Sickles, recibió órdenes para iutentflr, cerCH de los poderes constituidos de la Penínsu- la, un cambio en el modtts vivendi de los habitantes de la gran Antilla. Esta gestión practicada con el presidente del Consejo de ministros D. Juan Prim, dio por resultado que Mr. Sickles contestara á su gobierno haciéndole saber que la Regencia es- taba dispuesta á aceptar í.u3 buenos oficios en la pacificación de Cuba y aún conceder á los cubanos la autonomía ó la inde' (1) Hechos semfjanees se ob TLoLadi* tan ompleto T con más frccueDcÍR que en Ib que desnlii parle de la gran Repú Ho,i.db, Google 37 pendencia siemí re que éstos depusíerau su actitud hostil y qne se dejase de oír aquel continuo insulto, aquel grito de ¡mueran los españoles! Que estaba autorizado para establecer las bases de una convención cuyos detalles se arreglarían oportunamen- te, siendo estas las proposiciones cardinales: / "^ /.tíj insurrectos depondrán las armas. 2 '^ España concederá simultáneamente una amnistía absolu- ta y completa. j * Él pueblo de Cuba votará por sufragio universal sobre la cuestión de sti independencia. ^ '* Si la mayorfa opta por la independencia, España la con ■ cederá previo el consentimiento de las Corles. Cuba pagará un equivalente satisfactorio garantizado pot los Estados Unidos. Refiriéndose el representante americano el 20 de Agosto de aquel año (6g) á un telegrama de su gobierno, en el que se le encarecía la urgente decisión sobre los preliminares de este convenio, manifestó á Mr Fisli, que había celebrado otra en- trevista con Prira, en la cual, después de enterarse éste de la opinión de Washington respecto de las proposiciones la y 3a, en las que se estipulaba que los cubanos depondrían las armas para declarar luego por medio del voto quienes eran adeptos á la separación, confirmó que estaba dispuesto á acordar las ba- ses de un arreglo para la independencia de Cuba, d) pero que no podía dar por sí la sanción de un tratado á aquel arreglo ni someterlo á la aprobación de las Cortes, mientras los insurrec- tos permaneciesen con las armas en la mano. La enérgica actitud del pueblo español, querecha7Ó unánime- mente tales arreglos, cuando se hubieron publicado, obligó á los Estados Unidos á suspender por entonces las negociaciones para realizar su antigüe sueño de oro. III Seguía entretanto la guerra más encarnizada cada vez. X,os batallones de voluntarios enviados de la Península continua- ban llegando, eu tanto que los insurrectos obtenían ayuda de la junta de Nueva York por algunas pequeras expediciones fi- libusteras. (1) Loa hiatariailareg eapkHoles pretenden que aatoa Krreglos as debfHti sol'. "■enM £ Prim, y que ni el Ministerio ni la Begsneift participaban de aui opjníi. nea. £1 entonela CapitÍD genera] de Coba. D. Antonia Caballero de Kodaa, ilir- niS después en Madrid en loe Halones del "Centro Hispa»" IIlti-a.M.rinn " m,.. >y Google Las protestas del Ministro español en Washington tViligarou al Gobierno á detener y á hacer, prisioneros á los qne flotaban emíiarcaciones con elementos de guerra; pero al mimo tiempo dio entonces una prueba más de su parcialidad en la cuestión . cubana. Con destino á la vigilancia de las cosías de Cuba, España había mandado construir en Nueva York treinta barcas caño- neras, que el gobierno americauo mandó secuestrar, aparentan- do creer que se destinaban á la guerra con el Peiú y eu cum- plimiento, se decía, de las leyes de neutralijlad; lo cual no fué sino resultado de las intrigas de los laborantes americanos, puesto que las barcas iban con efecto á Cuba y no al Perú, coHtia la cua! nació.i no existía guerra; además era inconcuso que no irían al Perú de.sde el momento que su construcción no les permitía á esas embarcaciones que pudiesen doblar el cabo de Hornos. La misma prensa americana condenó este proceder. Entre otros periódicos, el «World» se expresó en estos términos: «El Perú es una potencia que se halla en paz. Cuba no es una potencia en el .sentido literal de la palabra. Si el Presidente Granl tiene pruebas de que las cañoneras van á ser emplea- das contra el Perú, ha hecho bien al embargarlas; pero si no las tiene, y se ha puestoen conivencia para secuestrar los bu- ques que estaban destinados á las costas de Cuba, so pretexto de la violación de las leyes de neutralidad, su conducta es des- honrosa y viola la primera obligación de los neutrales." Atacaron los insurrectos algunas poblaciones de Manzanillo, sin éxito, entre ellas las Tunas, en cuyo asalto tomaron par- te el ifi de Agosto las Amazonas cubanas. Céspedes, contestando á las medidas de la autoridad, ordenó el incendio de todos los plantíos de caña. Fueron incendiadas, además, Banao. Guaimaro y Cascorro. D, Antonio Fernández Caballero de Rodas que desde Julio había sucedido al General Dulce en el mando de Cuba, seguía luchando contra la revolución ayudado por los batallones de voluntarios así de la l.sla como peninsulares. El número desol- dados en Octubre de 69 era de 80.OCO, los cuales á pesar de las criticas circunstancias por que atravesaba la Península, no dejaron ele aumentarse constantemente. Sólo de España habían desembarcado 26 batallones y 25 escuadrones que sumaban 34,500 plazas. Se ha-bían recibido también i4buques, 20 caño- nes Krupp, 25,000 fusiles de distintas marcas y 5,000 kilogra- mos de pólvora, á lo cual hay que añadir las treinta barcas ca- ñoueías construidas en Nueva York, que al ñn fueton devuel- tas. >y Google 39 Habiendo las autoridades prorrogíido el término para que se acogieran al decreto de amnistía los insurrectos, se presenta- bfm de cwando en cuando pequeñas partidas. No obstante, tar- dó todavía ocho años cuatro meses en pacificarse la I^la, á pe- sar de las medidas dictadas por la autoridad y de los abundan - tes refuerzos que se recibían sin interrupción. Incontables fueron en este tiempo las escenas de sangre, ho- rror y desolación que á diario tenían lugar en el campo de la guerra. Villas, ingenios y caseríos iucendiados, pacíficos ha- bitantes asesinados con crueldad, mujeres y niños atropellados y vejados, multitudes vagando por ¡os bosques, desnudas, hain- brientas, siguiendo á los rebeldes ó bien huyendo de ellos, fu- silamientos de prisioneros, siu interrupcióu por uno y otro bando y olvido de todo sentimiento humanitario. Las pasiones llegaban á su más alto grado de excitación, y tanto es así, que el historiador imparcial se halla perolejo ante las notas coutradictorias y falsas que en sus partes oficiales pu- blicaban uno y otro partido. Sumando por ejemplo el número de bajas que durante la guerra afirman los partes españoles haber hecho á los rebeldes, resulta una cifra monstruosamente inexacta, mayor á la de los habitantes de la isla, capaces de pelear; en otros términos, de ser exactos esos partes tendría que haberse terminado con la población de toda Cuba. Tenemos á la vista uu parte oficial correspondiente á la segunda quincena del mes de Diciembre de 7r, época en que se aseguraba que la revolución se había casi extinguido. E! parte á qne aludimos dice: ^resultado de las acciones habidas en la quincena: muertos al enemigo 164, — prisioneros 6052, pesentados 556. s Lo cual es absurdo. Por su parte los insurrectos eran también amigos de las ma- yores exajeraciones. En ja comunicación que Céspedes dirigió al presidente Grant, le aseguraba que su.^ejército era de 60,000 hombres bien disciplinados, que una escasa minoría no parti- cipaba de sus ideas, que estaba su gobierno establecido formal- mente ron sus Cámaras legislativas, sus ministerios, etc., lo cual no era sino empírico. Esta circunstancia, así como la de ser extraña al plan de es- te libro la narración circunstanciada de los sucesos de la gue- rra discidente, nos excusan de describirla punto por punto. Los jefes principales fueron siendo ejecutados á medida que caían en manos de sus perseguidores: Goicouria. Céspedes, Agramonte, Donato Mármol, Covadas, Castillo Mola, Betan- court. Agüeros, Salomé Hernández, Marcano, Rosas y otros, no existían ya et año de 74 al tomar poseción del Gobierno de la Isla p« tercera vez D. José de la Concha. b. Google 40 En el mensaje que el Presidente Grant dirigió al Congreso americano en 1875 se quejaba de la continuación de aque- lla guerra, la cual con las circustanciaa que la acompañaban era — decía — una ofensa á las leyes de la humanidad. También se hacía saber en dicho mensaje que España había pagado á los Estados Unidos 80,000 pesos de indemnización á las fami- lias de los tripulantes del Virginius. En los años de 76 y 77 se presentaron muchos insurrectos deponiendo las armas; algunos de ellos iban acompañados de sus familias. En los paites que rendían las tropas españolas se hacía mención de gran número de mujeres y niños; entre los presentados. Empezaba pues U pacificación. El general D. Arcecio Martínez Campos, ayudado del gene- ral Jovellar, filé quien tuvo la fortuna de llevar á cabo los arre- glos para terminar con I1 guerra de rebelión, (i) El expresado gobernante hizo proposiciones á los jefes re- beldes para que se ajustara un tratado de paz y se suspendie- ran las hostilidades. Conferenció personalmente con Máximo Gómez, jefe enton- ces de la insurrección y logró después de varias entrevistas que se firmara un tratado cuyas bases eran: Primera. — La isla de Cuba recibirá la misma organización política y administrativa que tiene Puerto Rico. Segunda. — Amplio perdón para todos lo.s delitos políticos desde [868 y libertad para los que estén sufriendo sentencia y para los prisioneros políticos y perdón general para los deser- tores de las filas españolas. ■ Tercera. — Se dará libertad á los negros y chinos que estén eo el campo insurgente. Cuarta. — Ninguna persona que reconozcaal gobierno español en virtud de este tratado, podrá ser obligada á hacer la guerra á no ser que se establezca la paz en todo el territorio. Quinta. — A todas las personas que desean salir de la isla se les darán medios para hacerlo, sin entrar en poblado, si así lo desean. Sexta. — Se hará la capitulación de cada fuerza en lugares despoblados donde se depositarán las armas. Séptima. — El general en jefe español, con objeto de facilitar la adhesión de otros departamentos á estas condiciones, dará libre paso para todas Insvías terrestres y marítimas. (1) El sícreto para haber alcanzado el éxito en la'iiacilicacióii de la I^U, iine habían p'dído obteDcr sus predecesores, fui, segiin aaegurim los histe- riadores españolea, que Hartinez Campas don^ gruesas aiiniBa á los jefes insu- rrectas porque depusieran los armas. Ho,i.db,Goo<^lc 41 Octava. — Las bases anteriores se consideran generales para todos los departamentos de esta Isla que acepten Jas proposi- ciones.» Este tratado se firmó el día ro de Febrero de 1878 y se dio orden de que las hostilidades fuesen suspendidas en toda la isla. El tratado se firmó en el punto llamado el Zanjón, por lo cual es conocido con este nombre. No todos los jefes insurrectos estuvieron conformes en las bases que Gómez aprobó, propuestas por Martínez Campos. Por las dificultades que los rebeldes teníau para reunirse, así como por la gran extensión que éstos dominaban, no fué po- sible comunicarles la noticia de la celebración de los tratados de paz, sino hasta muchos días después, Algunos de los jefes á quienes no se les había consultado su parecer para firmar el tratado, se dieron por ofendidos y no qui- sieron observar sus bases, Éstre ellos el más notable quizás fué Antonio Maceo, á quien veremos figurar en primer térmi- no durante la segunda insurrección. Este valiente jefe tuvo algunas entrevistas, si uó conferencias, con el General Martínez Campos; pero no quiso tratar del asun- to de la pacificación de la Isla. En 1878 que fué entrevistado por un repórter del World, ma- nifestó su grande entereza para seguir combatiendo, á pesar de que se hallaba, en los momentos de la entrevista, herido en veintidós distintas partes del cuerpo, á consecuencia de los com- bates empeñados últimamente con, los voluntarios. De estas lesiones dieciseis eran de bala, y las demás de machete. Las decantadas reformas, prometidas desde tantos años antes 110 se llevaron á cabo, ó mejor dicho, no se trató de ponerlas en práctica sino hasta diez y siete años después, que la guerra separatista hizo explosión de nuevo, según lo veremos en el capítulo que signe. La insurrección que terminó en 78 costó á España mucho dinero y muchas vidas. De 200,000 voluntarios envPados en el transcurso de 68 á 78 sólo quedaban al fin de la guerra 1 20,000; es decir, había desaparecido más de la tercera parte. Además de las expediciones que hemos citado ya detallada- mente, en la imposibilidad de publicar una nota completa men- cionando cada una, haremos constar sólo algunas de las prin- cipales fietadas en las costas americanas, durante la primera insurrección. >y Google Sabido es que estas expediciones eran por lo general despa- chadas furtivamente, apelando á mistificaciones y engaños pa- ra evitar fuesen estorbadas á su salida ó al -desembarcar en Cuba. A muchos de los vapores que las conducían se les cambiaba e! nombre ó la bandera, ó arabas cosas; la mayor parte eran destinadas á uu supuesto consiguatario, con la manifestacióa de dirigirse á un lugar lejano de Cuba; trasbordaban su carga- mento en alta niar á otro buque prevenido de antemano, el que lo conducía á su verdadero destino. Por tal razón no dejaban buella de su salida ni su desembar- co, porque éste se verificaba en un lugar despoblado de la cos- ta cubana. Gran parte iban en goletas ó barcas sin nombre 6 lo ocultaban cuidadosamente sus fletadores. Los escritores españoles que describen el principio de aque- lla guerra dicen, como D. Emilio Sonlére, que ndiariamenta salían expediciones," lo cual, prescindiendo del sentido biper- bólico de la frase, dá una idea de la mucha frecuencia con que se repetían. Por este y otros fundamentos no es aventurado afirmar que los datos que publicamos en seguida sólo compren- den una pequeña parte del total de expediciones habidas en los cnatro primeros años de dicha guerra. Para que se vea el valor de los servicios que á los insurrectos hacían los simpatizadores americanos, hay que notar que algu- nas de estas expediciones costaban millones de pesos, y los ar- tículos de guerra se remitían en cantidades fabulosas. La ex- pedición del «Arago,» por ejemplo, que está muy lejos de ser la más importante, llevaba 6.000,000 de cartuchos metálicos, 10,000 fusiles, doce cañones de á 6 y á 12, 2,000 arueses com- pletos y varios proyectiles sólidos y huecos para los cañones. No creemos ocioso hacer coustar estos apuntes que revelan lo que en el curso de este libro se halla patentizado: los ene- migos de España encontraron desde uu principio grande apo- yo en los Estados Unidos. b. Google a J = = =.= = i 5 » = — = = 1 1 c > ? ir s- a i c i; c i t i 1 s £•-•-. = 1 f ' i e-: Li: |£í.rss i iíi=: ¡si iiíi!il!!iWr1=! 1 1 ^ C E O , Google fe^í: iio;i.d,GoQglc CAPITULO IV. Martínez Campos, pacifioidor de li Isla. — Sagund» íusurrección cuban», — Jefea ■ revolucionarios. — Actitud da España ante el movimiento. — Segundo mando del Geníril M-.rtliie;< Campos. — rrimo de Rivera y Weylar, — El Pieei- deiits y p1 S=iiado americano dEsaprueban la conducta del General Wey le r en LuliB, — Estado de la guerra de Insurreccifin el afio de 1S97. I DN grandes muestras de alegría fué recibida la uoti- cia de la terminación de la guerra por todos los ha- bitantes de la Isla. Aquel pueblo tras nueve años de constante lucha, a exangüe, ávido de recobrar su tranquilidad y de volver al camino de la paz benéfica que le rehabilitara ea sus inmensas pérdidas, causadas por la tea Incendiaria y por la des- vastacióu que tras sí habían dejado las hordas de foragidos, mezclados, para confundirse, con los patriotas. Aquellas familiashuérfanas, aquellos hogares desiertos, aque- llas tribus acéfalas, clamaban piedad, de uno á otro confín de la Antilla. y pedían en un tono más conmovedor que el que pu- dieran haber empleado todos los oradores de! mundo, el térmi- no de tanu crueldad y desolación. El general Martínez Campos fué el afortunado gobernante á quien cupo la suerte de realizar en pocos meses lo que sus an- tecesores no habían logrado en varios años. Uniendo la severidad á los halagos fué poco á poco dome- Sando á aquellas huestes rehacías á todo lo que significara ce- jar un punto en sus propósitos, hasta conseguir que acudieran dóciles á su llamado, para firmar las bases de un convenio »niÍ8toso. Bl pueblo le aclamó entonces llamándole el héroe de Ift paz. Fué objeto de múltiples manifestaciones de gratitud por haber puesto &n á aquella guerra que amenazaba acabar con los ha- bitantes de la comarca. . Ho.tiídbvCooglc 46 Para celebrar este plausible acontecitüieuto se organizaron festejos públicos. Desgraciadamente aquella paz no fué tan duradera como ha- bría sido de desearse. Los jeftís insurgentes que no quisieron adherirse al tratado de Zanjón, emigraron de la Isla para coti- tinuar paulatinamente sus trabajos separatistas, en las juntas revolucionarias de Estados Unidos. Algunos escritores españoles así lo comprendieron y encare- cían al güiiieriio la iiece!.idad de implantar eii Cuba las soñadas reformas, ya que no la autonomía. El escritor J, Sedaño dijo: «la guerra de Cuba está aniquilada, está vencida, pero no está muerta y no lo está por culpa del gobierno, ni lo estará mien- tras DO se cambie de conducta.» (i) Desde poco tiempo después de firmada la capitulación por Máximo Gómez, se reorganizó la Junta cubana de Nueva York y se empezaron á reunir fondos para el envío de expediciones filibusteras cuando llegase la ocasión propicia para reanudar la guerra. Esta Junta tenía ya entonces delegados en uuestro país, en Colombia, Brazil, Venezuela, Perú y casi todas las repúblicas sud-americanas. No cesaron por completo las tentativas de invadir á Cuba y resucitar la revolución. Durante los diecisei'^ años que transcu- rrierou de una á otra guerra, hubo pequeños levantaiuíeutos sin importancia, excepta uno verificado en 1884, que llegó á tomar serias proporciones, pero fué extinguido al cabo. Cuando el tratado del Zanjón cumplía exactamente dieciseis años de terminado, estalló con más fuerza la revolución cu- bana. Las primeras noticias que se publicaron á este respecto afir- maban que una partida de bandoleros había aparecido en la Is- la y que su única misión eran el robo v el pillaje; poco después se supo que no una, sino varias gavillas merodeaban en los ca- minos cometiendo toda clase de depredaciones é infundiendo la alarma entre los pacíficos habitantes. Que uo era esta la verdad de lo ocurrido en Cuba lo demos- traban claramente dos hechos muy significativos. El uno era la inusitada festinación con que se discutían y aprobaban en las Cortes las reformas para la Antilla, siendo inmediatamente ¡probadas y puestas en practica, á la sazón que circulaban los rumores sobre tales desórdenes. E1 otro hecho correlativo fué el Dombraniiento del general Martínez Campos para Capitán general de Ja Isla. (i) BoiLlio Smiéra. " Histeria da lu ingurrecrioDe* de Cuba." Tomo II, pi^. b. Google 47 En efecto, se trataba de reprimir no ja Irs correrías de unos cuantos füragidos sino el renacirnieiito de la insurrección, y con este motivo, á la vez que se planteaban las reformas pedidas ha- cía tanto tiempo, que quitarían el pretexto de la revolución, se enviaba al Mariscal Martínez Campos, único que había po- dido extinguir en poca tiempo la pasada guerra, y cuyos bue- uos servieius tenia muy presentes el gobierno español. II Era en realidad el peligro más serio de lo que al priocipio se supuso: los jefes rebeldes Bartolomé Massó, Antonio López, Amador Guerra, Santos Pérez Coloua, Manrara, Mito, Rabí, Dr. Juan Gualberto Gómez, Martí y otros habían dado el gri- to insurrecto en el peqiiíño pueblo de Baire, secundados por muchos de sus partidarios. El movimiento principió cou gran fuerza. A fines del mes de Febrero había sobre las armas 6,oou rebeldes con municiones suficientes de boca y de guerra, y se afiliaban por centenares los descontentos. De la junta de Nueva York se habían reci- bido provisiones y armamento americano y continuábase ayu- dando por todos los caminos al movimiento. E! líi de Abril de aquel año llegó á la Isla el genera! Martí- nez Campos, nombrado para dirigir las operaciones, y pocos días después contaba con 40,000 voluntarios enviados de Espa- ña. También el general Primo de Rivera tomaba posesión de su mando. Máximo Gómez que había permanecido fuera de la Isla de- sembarcó el mismo mes, procedente de Santo Domingo, trayen- do algunas tropas y provisiones. Volvieron pues á desarrollarse escenas idénticas á las de la insurrección pasada. Se inició la más ruda campaíia con- tra los rebeldes á quienes se trataba como bandidos; ellos por SU parte no queriendo desmentir este dictado, se hubieron de entregar á toda clase de excesos y depredaciones, incendiando las sementeras y hostilizando á todo el que no se alistaba en sus filas. El general Martínez Campos publicó desde luego una pro- ■ clama excitando á la sumisión á la autoridad é imponiendo se- veras penas á los que contribuyeran directa ó indirectamente á la coDtiuuación de la guerra, y después de dictadas estas me- didas emprendió la campaña personalmente, con mucha acti- vidad. Sus esperanzas fueron tales al principio, que en una comu- nicación oficial aseguró al gobierno de España que la pacifica- Ho.tedb. Google "Diga a: 1 Herald pre' los Estadc .sUr (idos qu tas de rev. aliicif Duarios, dades espí iñola s, pues cióii es m uy s atisfactf 48 ci'óii era obra de pocos meses, pues había destruido los priuci- pilles focos del desorden. Casi al mismo tiempo el jefe rebelde Guerra enviaba el si- guiente mensaje á su corresponsal en Cayo Hueso: " ga á nuestros numerosos amigos eu o crean todos loscuentos sobre derro- irentados diariamente por ¡as autoii- absol uta mente falsas. Nuestra situa- y para mediados de Junio tendre- El periódico referido envió poco despnés á dos representan- tes suyos á España, con objeto de que inquirie.sen el verdadero estado de la opiuióu de los hombres prominentes, sobre la cues- tión de Cuba. Los enviados especiales del //¿xí/rf pudieron com- probar que existían en España dos sentimientos que domina- ban á todos los demáp, á saber: un deseo general de cultivar las más amistosas relaciones con los Estados Unidos y una de- cidida y unánime resolución de qne España no se deshiciera de la isla de Cuba por ningáa motivo. Tal fué el resultado de las consultas hechas á Cánovas del Castillo, Sagasta, Moret. Castelar y á los jefes de la oposición. III A fines del año de 95 el ministro español en Washington Sr. Dupuy de Lome, describiendo el carácter político de la guerra de Cuba, !a posibilidad de extinguirse y la influencia america- na, se expresaba en estos términos: "La insurrección cubana es un fracaso. Mas suponiendo que mañana triunfara y se realizase la' absoluta independencia de Cuba, e! resultado sería la división de la Isla en dos gobiernos: el de Oriente que formaría una república negra, y el de Occi- dente, con una república blanca. El alzamiento es plira y sim - plemente una insurrección negra, aunque no he de negar que haya blancos identificados con el movimiento, porque íierapre habrá visionarios, crimiuales y vagos dispuestos á tomar parte en cualquiera reyerta. «Cuanto más adelanta el movimiento, más claro se va viendo que sus jefes son crimiuales y que su obra se dirije principal- mente contra la propiídad particular. La gran mayoría de la población cubana no simpatiza con ellos. Casi todos los cabeci- llas de más importancia son negros; el único blanco de cuantía en las filas insurrectas es Máximo Gómez, y estoy persuadido de que ha recibido $ 45,000 por sus servicios. No es la primera vez que se ha vendido, y el general Martínez Campos puede probarlo. >y Google 49 "Los insurrectos se proponen ahora enviar á Cuba á Calixto García, porque comprenden la necesidad de tener más jefes blancos, por el efecto que esto lia producido en el exterior. «García debe la vida á Kspaña, su hijo fué cuidado por nues- tro Gobierno, y después de todo no na titubeado en faltar á su palabra de honor. García es un monumento viviente de la cle- mencia española. "Hay muy poco peligro de que los Estados Unidos reconoz- can como beligerantes á los rebeldes, que no son otra cosa sino merodeadores dedicados á destruir sin consideración ninguna más las propiedades de americanos y Cubanos que las de espa- ñoles. I,a razón por la cual los rebeldes quieren que este país los reconozca, es porque de este modo esperan fomentar un es- píritu de malquerencia, y, finalmente, la guerra entre España y los Estados Unidos, para que los soldados americanos vayan á pelear por ellos. «Estos conspiradores contra la paz de las dos naciones saben muy bien que las fuerzas españolas se encuentran y marchan sobre el enemigo, éste .se fracciona en pequeíías partidas que huyen. Si los Estados Unidos reconocieran el estado de beli- gerancia á la insurrección, España adquiriría el derecho de bi- sita en alta mar. En virtud del mismo, el de registrar, y regis- traríamos á los buques sospechosos que se dirigieran á Cnba. «... Las pretensiones de los insurrectos no se inspiran en la buena fé, no siendo otra cosa que esfuerzos, apenas disfraza- dos, para enredar en graves dificultades á los dos gobiernos. . . «Muchas personas preguntan: ¿en qué consiste que el Gene- ral Martínez Campos no concentra sus tropas, marcha contra las gueri.llas y acpba con la Insurrección? Tanto valdría que yo preguntara por qué el Jefe de policía de Nueva Yi-ik no se pone á la cabeza de numerosas fuerzas de policía uniformada y marcha contra los criminales que infestan la ciudad, acabando de una vez contra las trangresiones de la ley? Cada vez que las fuerzas españolas se concentran y marchan sobre el euemigo, éste se fracciona en pequeñas partidas que huyen y se ocultan en los montes. Nuestras tropas no puedeu estar á la vez en to- das partes. «Las partidas 6 guerrillas se preseutan subrepticiamente en tal ó cual lugar, robando y quemando á su paso y cuando se envía una columna á castigarlos, se desvanecen. Es cosa dificil el coger á las guerrillas y bien claro lo ha visto el Gobierno ame- ricano en sus luchas coa los indios. No quiere decir que entre los insurrectos nó haya hombres valientes, ni que no peleen de vez en cuando; pero sus operaciones no constituyen verdadera >y Google guerra. Los rebeldes y sus jefes negros no se dedican á pelear contra los soldados de Üspaña, sino más bien á perjudicar la propiedad particular. "Bspaña ha enviado á Cuba 190,000 liombre de tropa y el mes entrante se enviarán 7,000 más, en adición á un regimiento de artillería montada y á un batallón de señales. "España tiene toda clase de elementos para sofocar la insu- rrección; los rebeldes no tienen la menor probabilidad de éxito, y es cuestión de tiempo el que, agotados sus recursos, se entre- guen. La masa general de las partidas podrá hacerlo sin temor, pero los cabecillas, responsables de los crímenes cometidos, serán castigados severamente. ciComptendo muy bien los sentimientos que lian impulsado á muchos ciudadanos de este país á hablar en favor de lo que creían una lucha por la libertad, Pero el verdadero carácter de la rebelión no se puede ocultar y se va comprendiendo. El Go- bieruo de los Estados Unidos ha manifestado honrosas dispo- siciones á cumplir las obligaciones que le imponen sus tratados con España; más sin que pretenda formular censuras enemis- tosas, parece que las leyes del país son bastante elásticas para permitir que personas que un día se denominan cubanas y al dia siguiente ciudadanos americanos, tengan establecido en Nueva York un centro desde el cual llevan adelante de la manera más pública, operaciones dirigidas á perturbar el socie- go del territorio de una nación que está en paz con los Estados Unidos. "España á traído á Cuba á un estado de gran prosperidad. Recuérdese lo que era Santo Domingo bajo España y mírese el estado en que se haya hoy. "Lo mismo digo de los países de la América del Sur, hablan- do desde luego con el respeto debido á esos jóvenes gobiernos. «La mayor desgracia que podría sobrevenirle á Cuba sería perder la protección de España. Así lo comprende la mayoría del pueblo cubano, y por eso no simpatiza con los rebel- des.» A fines de Enero fué removido de su puesto el general Mar- tínez Campos, quien al ser entrevistado por nareporiér, dijo: «Ya no soy Capitán General. Ahora soy un particular, y puedo de- cir á U. que un remoción no dará los resuUados que se va?i bus- cantío. » . IV. Fué nombrado interinamente el general Marfn y á principios de Febrero de 96 se nombró al general. D. Valeriano Weyle* para que prosiguiese la campaña. Ho.tedb. Google 51 Cuando desembarcó en la Isla se expresó en estos términos á cerca de su misión: "La situación es muy grave; con el enemigo á sólo nueve millas de la capital; con el espíritu de las tropas españolas ba- jando más cada día; con ei ejército inútilmente subdividido en pequeños destacamentos, no es pcsible que haya un peor es- tado de cosas." No repetiremos aquí las proverbiales medidas extiemas á que apeló el General Weyler, sólo diremos que al ser publicado el bando en que las anunciaba, obtuvo como contestación otra proclama de Máximo Gómez, en que le hacía saber que si fu- silaba á todos los prisioneros de guerra, él, (Gómez) en justa represalia, haría fusilar también á todos los españoles que vi- nieran á sus manos. Se expidió por Weyler el memorable bando que disponía la concentración en las ciudades, de todos los campesinos y en ge- neral de cuantas personas residiesen en el campo, las cuales deberían refugiarse dentro de las líneas españolas, para ser pro- tegidas. Todos ios [pasaportes y salvoconductos fueron decla- rados nulos, y conforme á una segunda disposición, todo el que desease viajar por el interior, tendría que solicitar pasaporte, dando garantías de su persona, objeto de su viaje, papeles etc. Y por fin expidió uu tercer bando por el cual delegaba pode- res y facultades extraordinarias en el ramo judicial, á los di- versos Generales y jefes del ejército, con objeto de juzgar su- mariamente á los reos políticos. Al día iiguieute se leía en los periódicos este cablegrama de la Prensa Asociada: «Kl Presidente Cleveland está muy indignado contra los ban- dos publicados por el General Weyler en Cuba. Los considera bárbaros y contrarios á todas las reglas de un estado de hosti- lidades entre naciones civilizadas. "L& medida que todos los habitantes délos campor abando- nen sus propiedades y se pongan al abrigo de las líneas espa- ñolas, y que de no hacerlo así serán considerados como rebel- des y tratados como tales, la considera como altamente atenta- toria, sobre todo en el caso de ciudadanos americanos, que poseen valiosas propiedades eu los campos.» En 21 de Febrero comunicaba lo siguiente, ccn motivo de los debates en las Cámaras, para la adopción délas nresoluciones,» el representante de la Prensa Asociada: "Las probabilidades de una guerra con España, como resul- tado de la adopción por el Senado de la «resolución» recono- ciendo la'beligerancia de los revolucionarios cubanos, han con- movido ayer á todo el país desde Alaska hasta la Florida; y el discurso del senador Morgan ha sido el tema obligado de todas las c >y Google 5* sEn general no es una sorpresa para el país el que se llegue á reconocer la beligerancia de los revolucionarios, porque tal reconocimiento es el deseo claramente expresado hace mucho tiempo de todo el pueblo americano. "En cuanto á los temores de que sobrevenga una guerra con España, cou motivo de tí»! reconocimiento, el senador Lodge dijo ayer que es el deber de los Estados Unidos obrar firmemen- te sin vacilaciones y de una manera efectiva y agregó «las pa- sadas relaciones entre los Estados Unidos y España no presen- tan lazo alguno de gratitud, de consideración, ni mucho menos de intimidad ó de sangre, para hacernos vacilar en lo que de- bemos hacer.» «Entre los asertos del senador Morgan figura el de que Es- paña, al fio y al cabo, agradecerá á los Estados Unidos el que le ofrezca una oportunidad de declararle la guerra, oporque de esa manera se desembarazará de Cuba con cierto decoro.» "La idea de una guerra con España, dijo Mr. Morgan, no debe hacer vacilar al Congreso en adoptar la resolución, que reconoce la beligerancia de los cubanos hacia los cuales hay la obligación de parte de los Estados Unidos de ayudarlos á sa. lir de la insoportable tiranía que, justamente, quieren sacudir.» "Mr. Pratt preguntó qué efecto tendría la aprobación de la resolución sobre beligerancia, si el presidente Cleveland le nie- ga la suya. "Mr. Morgan contestó que la cuestión es muy delicada y que merece ser estudiada. «Mr, Hale dijo; "jo creo que la guerra con Espaf ser el resultado de una resolución que, mos.» "Mr. Morgan coutinuó diciendo que «es evidente que el or- gullo de España eslá en juego en la pérdida de !a Isla de Cuba; pero que también lo es que preferirá perderla en una guerra con ios Estados Unidos y no porque los cubanos se la arrebaten.» «El mismo senador cuando continuó su discurso se quejó de la condición de los cubanos en aquella guerra, llevada á cabo contra ellos por el general Weyler con toda clase de actos de exterminio, hasta convertir la isla en un océano de sangre. Los diarios de Madrid y déla Habana contestaron á las fra- ses de Morgan en un tono áspero y vehemente. El Imparcial de Madrid acusó al Sr. Cánovas del Castilla de teuer un exceso de paciencia con «esos yankees.» El mes siguiente se observaba ya en toda España un moli- miento antiamericauo. Eu San Sebastián se había abierto una suscripción para la compra de buques. [(o.tedbJGOOglC 53 Eq Toledo, Málaga, Cádiz y Salamanca, hubo manifesta- ciones an ti americanas muy vehementes. Estas demostraciones desordenadas aumentaron desde que el 5 de Abril siguiente se aprobó por la Cámara de represen- tantes americanos el reconocimiento de ta beligerancia cubana. Poco después de esa fecha se abrió en Estados Unidos una suscripción á un empréstito de 2.000.000 de pesos sobre bonos de la República Cubana, con gran éxito. Desde California á Maine hubo demanda por ellos y se pu- dieron colocar á 62j^ centavos en cada peso, por término me- dio, y en muy poco tiempo. Las alarmantes noticias propaladas por los periódicos ameri- canos en Abril de 96 contribuyeron no poco á aumeutar la ti- rantez de las relaciones diplomáticas entre España y los Esta- dos Unidos, así como también, el haber sido expulsados el mes siguiente por el General Weyler los periodistas corresponsales del World y el ¡ournal, de Nueva York. Citaremos dos despachos de la Agencia «Pananierican News Burean» fechados si 29 de Abril, que refieren dos estupendas historias, sin otro resultado que el que acabamos de indicar: "Nueva York, Abril 29. — La legación española en Washing- ton y el Cónsul General de España en este puerto acaban de descubrir un plan fraguado por cubanos para volar uit buque de guerra español y a! mismo tiempo interceptar uno de ios vapores trasatlánticos españoles y apoderarse de una fuerte su- ma de oro que el gobierno español euvía para pagar á sus tro- pas. «Tratábase además de apoderarse del puerto de Nuevitas haciendo ciertos movimientos en la parte oriental de la Isla á fin de provocar la concentración de tropas en aquel rumbo para debilitar la vigilancia de la trocha.» A la vez se cruzaba el otro mensaje, no menos alarmante, fechado en la Habana, Su conleuido era este; «Ayer á las 11 y 30 de la mañana ocurrió una explosión que se cree fué de dinamita ó de algún poderoso explosivo en el palacio del Capitán General. ' (iLas averiguaciones practicadas revelan que la explosió.i ocu- rrió en una covacha en la parte baja. Una parte del edificio que- dó convertida en un montón de escombros; las paredes que no cayeron cstáu cuarteadas. y Google 54 Reproducidos ambos telegramas por muchos periódicos de Ustados Unidos y de oíros países causaron gran sensacióo, y lilas cuáiido ocho días después, aún no se publicaba la comple- ta rectificación de tales falsedades. Olro incidente uotable fué la captura de la expedición fili- bustera que conducía el vapor americauo sCompetitor,» por las circunstancias que la acompañaron. Sus tripulantes eran casi todos americanos y al ser capturudos se hizo fuego sobre ellos, dai7(io mueite á seis. Los demás fueron puestos en la prií^ióii del Morro y juzgados por un consejo de guerra. Llamó entonces la atención que al mismo tiempo que el mi- nistro americano en 'a Habana, pedía ciertas explicaciones al gobierno de la Isla sobre el caso del oConipetitor,» recibiera orden la escuadra del Norte Atlántico para reunirse en Tomp- kinsviüe. Entre tanto hi guerra continuaba en Cuba con más eucarni- zamieuto por una y otra parte. Los siguientes datos de origen español, revelan que la acti- vidad de la campana en aquella segunda levolnción había au- mentado en 1896. Estes datos, confrontados con los de otras fuentes, resultan acordes. Del 24 de Febrero que empezó la guerra á Diciembre 31 de 1895 las bajas del ejército revolucio- Muertos: 26 jefes y oficiales y 1190 soldados. Heridos: 358. Prisioneros: 4 jefes y oficiales y 330 hombres. Hasta el día último de Abril, en ios cuatro meses transcurri- dos del año de 96, tuvierou además estas bajas: Muertos: 37 jefes y oficiales y 3085 hombres, Heiridos: 12 jefes y oficiales y 1618 hombres. Prsioneros; 12 jefes y oficiales y 350 hombres. Además de 13 jefes y oficiales y 670 hombres que se riudieron. Eu cuatro meses de 96 tuvieron pues los rebeldes 31 22 muer- tos; en tarto que en poco más de los diez meses anteriores so- lo habían tenido 1216, 6 sea siete veces menos, próximamente. El total de bajas habidas eu los catorce meses, en las filas insurrectas, es de 4338. En cuanto á las de los españoles, según los mismos datos oficiales, de fuente española, habían sido, desde el 24 de Fe- brero de 95 en que estalló la guerra, hasta el día último de Marzo de 96, las siguientes: Muertos por efectos del clima y de accidentes de la guerra: 3 £y Google 56 paite pacifica, inmediata á la Habana, llevó á término rápida- mente. ía reconcentración délos campesinos en las ciudades protegidas por la guarnición española. Estableció en la Habana el centro de sus operaciones y co- mnnicaba por telégrafo sus órdenes á los jefes españoles envia- dos á distintos rumbos para combatir á los insurrectos, Con estas medidas, así como con la deportación á Fernando Poo de algunos presos políticos y miembros déla prensa de la Habana, se creyó que la revolución estaba próxima á ter- Las expediciones filibusteras continuaban con pequeños in- tervalos. El «Three Friends," el nLaureada» y el «Bermudaw ha- bían desembarcado grandes cargamentos y dieron margeu á las reclamaciones del ministro español Sr. Dupny de Lome diriji- dasal gobierno americano, y como consecuencia de éstas, el primero de dichos vapores fué decomisado en Jacksonville por ordeu del Ministerio de Hacienda. En Noviembre del año á que venimos haciendo referencia presentaron al Ministerio de Relaciones de Estados Unidos va- rias reclamaciones los ciudadanos americanos residentes eu Pi- nar del Río, lugar en que se había localizado la guerra. Pedían se les indemnizara de ¡as pérdidas que la revolución les había ocasionado. El presidente Cleveland viéndose coliibido por numerosas peticiones de la Unión americana, pidiéndole fuese reconocida la beligerancia de los cubanos ó la intervención en la guerra de Cuba, no quiso tomar ninguna determinación. En vistí de lo manifestado por Weyler al gobierno español, en cuanto á la terminación de la guerra en la Navidad, optó por esperar el resultado de la lucha. El gobierno español ante aquella actitud de los Estados Uni- dos, recomendó al general Weyler que redoblara sus esfuerzos para acabar con la insurrección cuanto antes. Y así lo hizo en cumplimiento de las órdenes recibidas. El jefe insurrecto que mayor resistencia había hecho á las fuerzas españolas, distinguiéndose por sus actos de valor eu ios combates librados contra las huestes que mandaba, era enton- ees José Antonio Maceo, que no había querido someterse al tra- tado del Zanjón cuando terminó la guerra pasada en 78. Maceo eia hermano de otros seis jefes que por aquellos días, habían ya sucumbido todos, peleando en las filas de la insu- rrección. Iba siempre á la cabeza de sus soldados y contaba ya con 15,000 hombres que lo .seguían. Logró sorprender la vigilancia española y trasponer el cerco llamado la Trocha, y fué el primer jefe rebelde que lo hacía hasta entonces. >y Google 57 Weyler ordenó la persecución de este caudillo, personalmen- te, y en los primeros días de Diciembre pudo ser muerto en una emboscada á donde lo condujo con falsedad un Dr. Zertuche, que era su médico de confianza. Muerto este jefe, así como lo habían sido ya antes Martí, Delgado, I,ópez Coloma, Serafín Sánchez y otros, se esperó más aún en la completa pacificación de la Isla. Ül día lo de Diciembre se presentó al Senado americano la siguiente proposición, subscrita por un senador de apellido CuUon: «Resuelto;» Por el Senado y la Cámara de Diputados que la extinción del derecho español y la terminación de la dominación españo- la en las islas que formau la entrada al golfo de México son ne- cesarias para el bienestar de aquellas islas y el bienestar de los Estados Unidos. "En la guerra actual que ha durado 2 r meses, España ha des- perdiciado 100,000,000 de pesos, y llevado al campo de batalla á 200,000 hombres'y niños, y como he dicho antes, yo creo que es deber de los Estados Unidos hacer uso de su gran poder pa- ra declarar y sostener como una prerrogativa de derecho que pertenece al republicanismo en general y á esta República en particular, que no debe continuar esa masa de ruinas en las aguas de las Indias Occidentales, (cuyas olas tocan en nuestros puertos) por más tiempo que el necesario para acabar la guerra, kY si eso no da resultado podríamos considerar la convenien- cia de comprar la Isla pagándola bien. Ya de eso se trató du- rante la administración pasada. Y no es que queramos el terri- torio, lo que queremos es que el mal tenga un justo arreglo y termine. Hagamos que esto tenga fio pronto. Que cese el de- rramamiento de sangre y que se glorifiquen la libertad y la hu- manidad." VI Al principiar el año de 97 las probabilidades de pacificar la isla de Cuba se multiplicaban ajuicio del Gabinete Español, A raíz de los triunfos obtenidos por el ejército sobre los re- beldes, se preparaba el envío de nuevos refuerzos para el ejér- cito voluntario, que aumentaría en diez ó quince mil hombres más, con lo cual, dada la situación de las tropas revoluciona- rias que iban perdiendo terreno cada día y agotándose sus re- cursos, no era un simple deseo alentado por el optimismo patrió- tico de España el suponer que antes de llegar la estación de las lluvias se habría logrado la terminación de la guerra sin duda. >y Google 58 No contaba Espsña para obtener estos resultados, con la in- gerencia de loa Estados Unidos, que, aunque era solamente moral entonces, hacía en la práctica muy embarazosa la con- ducta que debiera seguir con los insurrectos. Por nna parte la creencia arraigada con firmeza así en el go- bierno como en el pueblo, de que el abandono de la Isla im- plicaba la deshonra de la nación, no le permitía ceder un punto en el ejercicio de sus derechos sobre la colonia. Por otra, la per- sistencia en sn manera de obrar respecto á los asuntos de Cu- ba le traería irremisiblemente un conflicto con los Estados Uni- dos, que habían manifestado por medio de su presidente y mu- chos diputados y senadores, que si el fia de la campaña contra la insurrección no estaba próximo, intervendrían francamen- te, lo cual era imposible que lo tolerase España sin declararles la guerra. . En este estado, continuaba la gestación laborante no ya en Nueva York, Cayo Hueso, Nueva Orleans, Boston y las ciu- dades donde tenía juntas el partido revolucionario, sino hasta en los lugares más apartados. Hombres políticos de todas clases discutían públicamente los asuntos de la isla de Cuba, se adherían á la causa de los revo- lucionarios y condenaban la conducta de España, porque no había tratado en extinguir aquella guerra. Uno de los diarios americanos i'El New York Journal" tuvo ocasión de recoger, en diversas entrevistas con los gobernado- res de los Estados de la República, sus opiniones respecto de la guerra de independencia de la Isla, He aquí sus respuestas: El Gobernador Mathews, de Indiauópolis: Favorezco resuel- tamente la idea del inmediato reconocimiento de Cuba. No creo que sería necesario tomar algunas medidas en el sentido de positiva intervención, pues sí nuestro Gobierno llega á reco- nocer la independencia de la Isla, miliares de hombres y milla- res de dollars serían puestos á disposición de !a causa de esa in- dependencia. Ei gobernador Pingrie, de Michigan: Yo por mi parte favo- rezco la idea de la compra de Cuba por los Estados Unidos si no se puede terminar la guerra de otra manera; esto, probable- mente nos costará menos que emprender una guerra. El Gobernador Budd, de California: Si las atrocidades de que hemos tenido noticia son ciertas, el congreso debería proceder prontamente á reconocer los derechos de beligerancia de tos li- bertadores de Cuba. Jamás habrá paz en Cuba hasta que sean reconocidos los derechos de independencia. El Gobernador Evans, de la Carolina del Sur: Favorezco la idea del reconocimiento de los cubanos como beligerantes. >y Google 59 Cuando hagamos este reconocimiento, les prestaremos también ayuda material y no veo que cosa más pudiéramos hacer por ellos. El Gobernador Mitchel, déla Florida: Favorezco de todo corazón todo aquello que pueda ayudar á la independencia de Cuba. El Gobernador Renfren, deOklahoma: Creo que este país de- bería reconocer los derechos de la beligerancia de los cubanos. El Gobernador Altgeld, de Illinois; Favorezco la idea del reconocimiento de los insurrectos cubanos por los Estados Uoi- dos. Tengo fé ciega en toda la América y en el pueblo de Illi- nois, que con gustu luchará por la causa de la humanidad. El Gobernador Hasting.s, de Pen^ylvania. Si la noticia refe- rente á la cobarde manera como fué muerto Maceo es cierta, opino por la intervención de este país, tanto reconociendo la beligerancia, como prestando ayuda material á Cuba para que logre su iudependencia. El Gobernador Holcomb, de Nebraska: Nuestro G!)bierno debería reconocer los derechos de beligerania de los revolucio- narios cubanos. Su valiente Utcha, por tanto tiempo sostenida para libertarse del yugo de la opresión europea, les concede el derechoá las simpatías de todo americano. Gobernador de Missouri: Favorezco la idea de ayudar mate- rialmente á la beligerancia délos cubanos, para ayudarles á la guerra de su independencia. Gobernador Franklin, de Arizona; Favorezco la idea de la indepeudencia de Cuba, pero no favorezco la de la intervención del Gobierno de los Estados Unidos. Gobernador Richards, de Montana: Según mi opinión, los cubanos deberían ser reconocidos como beligerantes, abrigo la esperanza de que obtengan su independencia. Gobernador Morrill, de Kansas: Mis simpatías es'áu ente- ramente del lado de los cubanos en la lucha por su indepen- dencia, E"l gobierno de ¡os Estados Unidos debería prestarles cuanta ayuda pudiera y que fuera compatible con nuestros tratados con España y cpn el derecho intern-acioual. Contestaciones parecidas á las anteriores fueron enviadas por los gobernadores de Wisconsiu New. Hampshire, Wyoming, Virginia, New México, Colorado, Virginia occidental, Nevada, Virginia, Washington é Idaho.» Cuando fueron publicadas, estas opiniones por el periódico de referencia, no causaron en el pueblo español ninguna sor- presa, como era de suponerse, en razón á que ya poco antes se había dado otro paso más directamente encaminado á la usur- pación de los derechos de la soberanía de España. >y Google 6o El senador Camero n había presentado á la comisión de Re- laciones Exteriores en Washington nua proposición referente á la independencia de Cuba, que foé aprobada y se encierra en estos dos puntos: oQue los Estados Unidos de América reconocen la indepen- dencia de la República de Cnba. «Que los Estados Unidos harán cesar la guerra actual entre España y Cuba» En contraposición á estos precedentes del conflicto interna- cional aparecía la cordura de Mr. Cleveland, que no quiso echar sobre sí la responsabilidad de haber sancionado la inde- pendencia de Cuba. Todavía más, hizo comprender á los parti- darios de la cansa cubana que las negociaciones en aquel senti- do, no avanzarían un punto mientras el fuese Presidente de los Estados Unidos, y alejó por entonces los temores de guerra; conjurando el peligro hasta concluir su período en Marzo, que desgraciadamente se aproximaba. El Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo Presidente del Ga- binete español, seguía una línea de conducta no menos razona- da yjuiciosa oponiéndose por todos medios á las pretensiones délas masas populares que pedían ya desde entonces un rom- pimiento con los Estados Unidos, "Mientras yo sea primer ministro, dijo en aquella ocasión, no provocaré ningún conflicto con los Estados Unidos, para defen- der siempre ladignidad y la soberanía española. Estoy firme- mente resuelto á seguir esa línea de conducta, siendo esta mi última palabra. Pero las instituciones republicanas por una parte, y la fata- lidad por otra, ai rebataron de sus respectivos puestos en poco tiempo á aquellos dos hombre.s, cuya permanencia en el poder hubiera hayado quizás la solución al problema, que no halla- ron sus sucesores. No intentamos afirmar que Sagasta y McKiuley hayan em- pujado á la lucha á sus respectivas naciones; no abarca el plan de este libro la explosión de nuestros propios juicios y mucho menos sobre una teoría que no podrá sentarse jamás sólida- mente y con la que estaría muy enlazada tal juicio. Porque equivaldría á resolver esta cuestión! si Cleveland y Cánovas hubiesen continuado en el poder, ¿habría habido guerra? Na- die lo podría decidir con certeza. Se podrá conjeturar con más ó menos aproximación un re.sultado, pero no con exactitud, da- do el sinnúmero de circustaucias desconocidas que podrían so- brevenir después, influyendo cada una aisladamente ó en con- junto para determinar soluciones distintas al problema. Las mismas multitudes que obligaron á McKinley y áSa- gasta á declarar la guerra, habrían quizás hecho otro tanto con Ho.tedb. Google 6i Cleveland y Canoas. Según hamos visto en las anteriores pá- ginas no eran realmente ¡os gobieraos los provocadores de la guerra entre ambos países, si no la seguadad iaconscieote de las clases niimerosas, que amontonaba ofensas tras ofensas, snar- decieado las ptisíones y exaltando los ánimis. Por el contrario, ellos redoblaron susesfuer/.os para oponerse al desbordamiento del odio y el desso de venganza que sentían crecer en su derre- dor, permaneciendo impasibles, esperando tranquilos la soñada solución del conflicto, que no se presentó nunca. Uniforme ss levantava el clamor público en uuo y otro país gritando; guerra! guerra! Solamente una que otra voz, dévil, aislada, se atrevía ape- nas á indicar solucionss que evitasen la guerra. El Sr. Pí y Margall fué imo de los poquísimos españoles que madurando sus opiniones á la luz de la fría razón, aconsej aron al Gobierno no ir d la guerra. Kl diario El Liberal or el cru- cero «Wilmington» antes de desembarcar. El juez declaró que no había pruebas suficientes para con- firmar su culpabilidad. El día 8 de Agosto fué asesinado el primer ministro del Ga- binete español Sr. Cánovas del Castillo, por un anarquista lla- mado Miguel Ángel GoUi- Le sucedió en su puesto el General Azcárraga, interinamente. En Septiembre manifestaba el Cónsul general de Estados Unidos en la Habana, Mr. Fitzhug Lee, á su llegada á Nue- va York: «Nada anunciaba el fin próximo de la guerra en Cu- ba cuando abandoné la Habana. Los negocios están paraliza» dos y no hay ni la menor esperanza deque mejore la situación.» Apoyándose sin duda en los dalos comunicados por el Cón- sul, el gobierno de Wasbingtr.n decidió enviar uua nota al de España declarando que lii prolongación' de la guerra en Cuba perjudicaba notablemente el comercio y la industria de los Es- tados Unidos é insistiendo en que se debería remediar cuanto antes tan desastrosa situación. Esta nota fué presentada á fines de Septiembre pore! Minis- tro americano Woodford, al Duque deTetuán, Ministro de Re- laciones en Madrid. >y Google 63 Eo seguida se presentó de nuevo la reclamacióa de 75,000 pesos, para indemnizar á la viuda del Dr. Ruíz. La actividad de las negociaciones diplomáticas con los Esta- dos Unidos se calmó un poco á fines de Septiembre, por la re- nuncia del Gabinete español presidida por Ascárraga. El 5 de Octubre se reintegró aquel cuerpo, piesidiéodolo como primer Ministro D. Práxedes Mateo Sagasta, que inmediatamente dis- puso el relevo de! Generl Wej'ler en Cuba por el general D. Ramón Blanco. Hasta fines de ese mes pudo ser contestada la nota del go- bierno americano, por el de Madrid. En esta contestación se enumeiaban los sacrificios liechos por Eüpaña para concluir la guerra de Cuba y se describían las reformas que se iban á implantar á la llegada de Blanco; con- cluía con esta frase: «España no admite ni admitirá que una nación extranjera intervenga en sus asuntos.» Cuando aúu no habían transcurrido cuatro días de la llega- da del general Blanco, ya había enviado este militar un men- saje al Gabinete español en el que manifestaba que se había formado una favorable opinión de las facilidades para sofocar la guerra completamente. Entre tanto los periódicos españoles aseguraban que la pasificacióu de Cuba era imposible, mieu- tras los Estados Unidos ayudasen á la insurrección por medio del filibustetismo. El general Blanco exponiendo la táctica que seguiría en la campaña contra la revolución, dijo en la Habana el 3 de No- viembre en la noche, ante nlimerosos amigos suyos: «La con- ducta militar que observaré es bajo todo punto diferente á la que usó el general Weyler. Haré guerra á muerte al enemigo pero jamás verteré sangre de mujeres y niños.» Y efectivamente inició una política de conciliación, opuesta en todo á la de Weyler. Después de haber publicado un decreto de amnistía para los presos políticos, hizo suspender los efectos del bando de la con- centración; ordenó asimismo se procediese á la replantación in- mediata de los campos y abrió subscripciones públicas para so- correr al sinnúmero de necesitados que había en la Isla. A continuación se decretó la libertad de los prisioneros del iCompetitor» así como otros muchos americanos detenidos eu las prisiones de la Habana. Esos acontecimientos, así como el decreto de autonomía de Cuba, que publicó en breve ei Go- bierno peninsular, causaron muy buena impresión en los Esta- dos Unidos, La prensa madrileña atacó rudamente al Gabinete Sagasta por la aprobación del decreto de autonomía, asegurando que era autorizar la desorganización de la Patria. >y Google 64 En el primer mensaje anual, el presideate McíClnley mani- festaba á principios de Diciembre que debería el pueblo ameri- cano abandonar por entonces la idea de intervención en Cnba sote la coaducta humanitaria del general Blanco y la libertad de los americanos presos en la Isla. Tampoco aceptó el recono- cimiento de !a beligerancia, creyéndolo peligroso para el país. El mensaje concluía con estas palabras: "Si más tarde nos vemos obligados á intervenir en nombre de la civilización y de la humanidad, será preciso que esto sea sin provocaciÓQ de nuestra parte. Es necesario, en una palabra, que observemos una conducta neutra, con la seguridad de que nos aprobará el mundo entero." Los insurrectos se negaron'entretanto á aceptar la autonomía concedida por España y continuaron oponiéndose á la domina- ción. La noticia de haber sido aprobado por el Gobierno español el decreto concediendo la autonomía, no produjo pues el efecto deseado. Al principiar el año de 1898 la guerra de insurrección, que unos dos meses antes parecía haberse extinguido, volvió á ha- cerse sentir en algunas provincias. Los trastornos consiguientes, ocasionados así á los nativos como á los extranjeros que residían en Cuba, dieron lugar á nuevas quejas de los ciudadanos americanos, las cuales obraron de tal suerte en el ánimo del Gobierno, que se resolvió adoptar de nuevo la política de intervención, s¡ los atentados conti- nuaban. Esta actitud del Gobierno americano fué conocida por los ha- bitantes de la AntilJa poco después, causando un desastroso efecto en el ánimo de los españoles, á la vez que alentaba á los rebeldes en la prosecución de la guerra. Por eso cuando á fines de Febrero hubo en la Habana una explosión de un buque americano, no faltó quien calumniara á los españoles llamándolos autores de tamaña desgracia. ^.tedb. Google CAPITULO V, Destrucción del acoi cidentf?-Opin •í!f:SH I las nueve y treinta y cinco minutos de la noche del 15 de Febrero de 1898, eí acorazado flMaine)> de la armada norte americana, hizo explosión en la bahía aj de la Habana, perdiéndose totalmente y causaudo numerosas víctimas. !La primeras noticias oficiales enviadas á Washington al Se- cretario Long por el comandante Sigsbee, capitán del buque, dicen: el «Maine" casi sumergido; uuse encuentran á Jhenkíns dí á Merrit; hay pocas esperanzas de encontrarlos: se sabe que veinticuatro oficiales se han salvado; de los tripulantes, diez y ocho se encuentran heridos á bordo. oEn el vapor «City of Washington» de la línea Ward, en el hospital y en los hoteles, se encuentra» cincuenta y nueve, por Jo que hasta ahora se sabe. Los restantes perecieron á bordo ó cerca del cMaíne". «Se calcula el número de los que sucumbieron en 253; los daños fueron en los compaitimientos de los tripulantes. «Pienso mandar á todos los heridos al hospital de la Haba- na. — firmado Sigbee.» A las once y cuarenta de la mañana del mismo día 16 de Fe- brero, el sub secretario de Estado, recibió en W'ashinton el siguiente despacho de la Habana: «Las autoridades lamentan el accidente. — Nadie conoce el origen de la explosión,» El mismo día 16 por la tarde y por el citado conducto de la Prensa Asociada, se recibieron en Washington lo siguientes cablegramas: "El vicecónsul Sprínger, aseguraquelos oficiales se salvaron. El capitáa Sigsbee se encontraba á bordo, cuau- >y Google 66 do ocurrió la explosión y esto aconteció en la proa del buque, Nojengo sospechas, dijo, y he hablado ion varios oficiales lo mis- mo que con marineros.» Otro despacho, fecbado el mismo día. dice: "El crucero español Alfonso XIII que se encontraba ancla- do cerca del uMaine» ecbó sus botes y salvó á treinta y siete tripulantes del buque americano. «Se cree que el origen fué la explosión del caldero del dina- mo de la rnáquiíaa. El capitán Slgsbee se niega á hacer una de- claración sobre el desastre baita que no se hagan lasinvestiga- "El gran númeio de muertos, obedece á que la mayor parte de los marineros, estaban durmiendo al estallar la explosión.» Un cablegrama de Madrid recibido en México, el mismo día 1 6, dice: «La noticia sobre el desastre <5é! «Maine» causó honda impre- sión en esta ciudad, y se ha sentido mucho este incidente. Se publicó una nota semio-ficial á este respecto y el gobierno ex- presó su pesar por la catástrofe al Ministro Woodford.» Pocos días'después, el Ministro americano eu México, Mr. Powel Clayton, interrogado por un repórter, de un diario muy poco simpático á la causa española, refiriéndose al deplorable accidente, dijo; (iNi por un momento supongo que los españoles tengan algo que ver con lo ocurrido. Los dos países conservan una paz mu- tua, y semejante acción habría sido muy impolítica. Si el puerlo de la Habana eslá defendido con torpedos, in- dudablemente el Maine fué guiado á alguna porción salvado ra. Esto [atece comprobar el hecho de que el buque de guerra español «Alfonso XIII» estaba anclado muy cerca del Maine. Solamente en tiempo de guerra los torpedos son dirigidos á los puertos y en semejante condición, no pueden ser tocados por un navio. Igualmente no es creíble que un torpedo fuera en- viado del puerto, porque esto implicaría que los españoles tenían en su poder todas las baterías de los puertos. «Algunas cabezas calenturientas, pueden haber salido en un bote y colocado un torpedo; pero esto sería muy difícil hacerlo sin ser cogidos, porque indudablemente ¿os vigilantes del Maine, estaban cumpliendo su tarea. Interrogado sobre e! mismo asunto el Sr. Marqués de Ben- daña, ministro de España en México, dijo que "de ninguna manera se inclinaba á creer en la teoría del torpedo; pues entre otras razones eapuso la de que el «Alfonso XIII» buque de guerra español, se encontraba anclado estrechamente al =Mai- ne,' y lo más probable era que también el buque español hu- biese sufrido averías á ser un torpedo la causa de la explosión.» Y para confirmar las palabras del Sr. Ministro de España, re- >y Google «7 producimos el siguiente mensaje fecha t6 de Febrero y det mis- mo origen que los anteriores, es decir, de la Prensa Asociada: "Corrió gravísimo peligro el crucero Alfonso ^///debido á lo muy cerca que estaba el Maine, sin embargo maniobró con tanta habilidad, que anclado junto al Maine, soltó sus botes, y tomó activo participio en el empeño de rescatar á los tripulan- tes ayudado por los botes de los demás vapores españoles." La prensa toda de la Península á su vez comentando el su- ceso pone de relieve los altos sentimientos de la nación espa- ñola, como se verá por las siguientes líneas de "El Liberal" fe- cha 17 de Febrero: «Una catástrofe de esa naturaleza, reclama los derechos de la humanidad, y los rencores de la política deben callar ante ella. Tales calamidades, interesa» á los dos países, aunque es- tén divididos y sean rivales, pues ellas hieren á la gran familia humana. "Nuestra noble nación haciendo un paréntesis á todo otro sentimiento, no puede menos que lamentar este accidente." Honda impresión causó en Madrid la noticia del desastre, especialmente en los círculos diplomáticos. De ello se podrá juzgar por el siguiente- cablegrama de origen americano, así como los que citaremos, fechados en aquella capital el 18 de Febrero: "Todos los miembros del Gabinete y el cuerpo diplomático dejaron sus tarjetas en la legación americana expresando su condolencia por el desastre del Maine y por las pérdidas de vi- das.» El presidente McKinley con fecha 19, envió el siguiente des- pacho á su ministro en Madrid: «Washington — D. C. Woodford Ministro, Madrid. Sírvase manifestar á Su Majestad, mis agradecimientos por los mensajes de condolencia y simpatía que manifiesta en un telegrama que se acaba de recibir.— Firmado, McKinley. k También de la Habana el Capitán Ceneral Blanco, envió un mensaje al encargado de negocios de España en Washington, en nombre del gobierno colonial solicitando que se sirviese manifestar la condolencia del Gabinete, por el desastre. El mismo Capitán General aseguró que según los informes por él obtenidos, «la causa de la primera explosión, fué origi- nada, por seiscientas libras de pólvora de algodón y la otra por las bombas y cartuchos.» En 21 de Febrero, el comandante Naval de la Habana de- claró que "existen pruebas de que niogúu pescado muerto vino á la superficie después de la explosión que hundió f:\Maine, y al ocurrir el desastre, no hubo el menor levantamiento de b. Google 68 agua, que hubiese seguido indudablemeute sí ésta hubiera si- do causada por una explosión submarina.» A mayor abundamiento, un notable marino iiorte-americano el vice-almiraute Erben, declara, según se lee en un telegrama fechado ese día en Nueva York, que el Mahíe voló por explo- sión originada eu sus propios almacenes y que esas cosas ya han sucedido antes.» Eu la misma fecha el capitán Sigsbee, comandante del Mai- ne, telegrafió al Departamento de Marina, oque diariamente recibió nuevas muestras de simpatía y ofrecimientos de ayuda de parte de las autoridades españolas.» Eu 22 de Febrero que se tuvo ya en Madrid un infurme par- cial de los buzos, el Sr Sagasta declaró, «que por el examen que han hecho del casco y del interior de! buque, el desastre re- conoce por causa algún accidente dentro del mismo buque.» El propio día 22. se publicó el siguiente despacho: idos ca- jas de diez pulgadas con municiones se encontraron, una era de las que hicieron explosión y la otra estaba llena de pólvora.» Le Tenips, periódico francés de reconocida imparcialidad, di- ce en SH número correspondiente al 22 de Febrero: "No dudamos por un solo instante qne el G:>bierno español sea inocente en esta catástrofe que tanto se ha lamentado, y no encontramos palabras para condenar á aquellos, que por inte- reses mezquinos, intentan manchar ia honra de una nación, no- ble por excelencia, arrojándole á la cara la comisión de un cri- men tan atentatorio como el que dá lugar á este artículo. De- jemos que las cosas tomen su verdadero curso, y al fin veremos qne la causa sólo fué un accidente imprevisto.» Con fiicha 23 de Febrero, el corresponsal de la Prensa /¡so- dada en Wíushington, telegrafió lo siguiente al Burean Central en Nashville: nUn diploniático que goza de la entera confianza del Minis- terio, y que interpreta la actitud del Gobierno, me dijo esta mañana que fanio el Presidevle McKinley, como todos los miem- bros de su Gabinete, tietten atnplias pruebas de qne la explosión del Maine nofné causada por un acto, en el cual haya tenido in- gerencia el Gobierno español,» II La excitación popular en Estados Unidos, obligó á ambos gobiernos á nombrar comisiones investigadoras para descubrir el verdadero origen de la catástrofe. El 24 del mismo mes de Febrero llegó á la Habana el remol- cador «Right Arm," para dar principio á los trabajos de la :y Google 69 Corte Naval Investigadora americana, que duraron hasta el i6 de Marzo. Antes de entrar en conjeturas, bueno es citar un úl- timo telegrama relativo al asunto, y fechado el 21 de Marzo en Cleveland, Ohío, dice así: «Mr. Frauk H. Morris, cuarto auditor del Ministerio de Ha- cienda y amigo íntimo del Presidente McKiuley, hablando so- bre el desastre del Mahíe dijo que: «cualquiera que haya sido la causa de la catástrofe, el Presidente y ¡os ministros están seguros de que el gobierno español no ha tenido la menor ín- gereuciü en el asunto." Prr todos los despachos citados, de origen americano, se ve- rá que no hubo absolutamente nadie que no estuviese confor- me en que, fuera del incendio antes ó después de la explosión, todo partió del propio buque; una de las conjeturas es que la explosión fué de lo,5 torpedos que llevava consigo el buque, lo que no deja de ser bastante verosímil, pues lo más probable es que el Maine no tuviera torpedos "Whiteheads ni Howell, por lo que, con les que se iba á maniobrar debían ser los fijos, que los americanos cargan con dinamita, con lo que, y más si hubo antes una explosión de calder^^, gne riic-T^ fl chi-qn.^ inicial, no hay que buscar otra causa á la cclástrcfj. Otra conjetura es la de haberse inflamado el combustible lí- quido que para pruebas tenía á bordo, lo que cabe en lo posí - ble, sobre todo si era como experimento y no tenía todavía las instalaciones que son necesarias para un huésped tan peligroso. No es tampoco despreciable la conjetura de que la explosión de la caldera fuese de una de las que haya tenido con fuegos retirados, sí el buque estaba con ciertas precauciones, fuegos retirados que son siempre del mayor peligro. Queda por último otra conjetura, que más que ninguna pue- de estar cerca de la verdad, y es que el buque se conservara en son de combate, con municiones repartidas por las cubiertas, lo que en momentos de combate es tan sólo de relatix'O peligro, porque todo el mundo está en su puesto; pero si este sistema se convierte en constante, y además se quiere aparentar que se vive vida normal, y hay forzosamente descuido de las precaucio- nes y entonces el peligro es inminente, £s indudable que la tempestad de odio que se desarrolló en los Estados Unidos al conocer el dictamen de la comisión in- vestigadora, dio ocasicn al partido bélico, para reunir en tor- no de su bandera á todo el país y obligó al Gobierno á decía* rar una guerra, que hasta para los mismos americanos es difí- cil de explicar por otras razones. Con tal motivo y después de leer detenidamente, cuanto so- bre la explosión del «Maine» se ha escrito, no hemos dudado n] un momento en reproducir aquí la parte más Interesante del >y Google 70 extenso y concienzudo artículo que sobre el asunto escribió el teniente coronel J, T, Bucknill, y que fué reproducido por ca- si todos los diarios franceses y por algunos norteamericanos, «El fallo de la Comisión investigadora, dice, es de tal irapor- tancia, que sus individuos deberán oir con paciencia el siguien- te examen ó crítica de su trabajo emprendido con un espíritu amistoso, por uoo que desea únicamente cooperar en el esclare cimiento de la verdad del desastre del Maine. Con que única- mente consigamos refutar la certeza del fallo de la Comisión americana, habremos realizado una obra meritoria, que tiende á hacer desaparecer la profunda aversión á España, que hoy prevalece en loi Estados Unidos. «El Comité de Investigación trabajó durante veintitrés días, y su informe ocupa 281 páginas de pequeños caracteres, cons- tituidas en su mayor parte po( un registro de las pruebas tes- tificales realizadas. Antes de entrar en el examen de este regis- tro, que en su perfección abraza tnult'tud de opiniones y de experiencias, y que por consiguiente, es á menudo confieso y en ocasiones coniradicturio. bueno será referir ligeramente algu- nos hechos anteriores á la catástrofe. ■■Durante algunos años, la rebelión de ios cubanos contra Espaíiri, había recibido auxilio de los agitadores americanos, auxilio que el gobierjio de Washington no había podido im- pedir. «En los comienzos del presente año existía ya cierta hostili- dad, entre las dos naciones, cuando el 24 de Eaero, recibió Mr. Lee, cónsul general de los Estados Unidos en la Habana, el si- guíente telegrama de! Departamantode Estado en Washington: «Este gobierno tiene el propósito de reanudar las amistosas vi- sitas navales á los puertos de Cuba. Con este objeto, el Maine Irá á la Habana, dentro de uno ó dos días. Ruego á V. prepa- re un amistoso cambio de cortesía con las autoridades. — Firma- do — Day.u «El cónsul Lee, contestó lo siguiente: «Aconsejo se retrase la visita, seis ó siete días para dar lugar á que la úitima exci- tación desaparezca. Veré á las autoridades y comunicaré im- presiones. El Gobernador General está fuera y no volverá has- ta dentro de dos semanas, necesito saber el día y la hora de la visita.— Firmado.— /.eí. iiE! General Lee, fué á Palacio por la noche y leyó el tele- grama á las autoridades. AI otro día. telegrafió en cifra lo si- guiente: «Habana, Enero 25, — En una entrevista entienden autorida- des que ios Estados Unidos se proponen Enes ulteriores al en- viar el buque. Dicen que entorpecerá autonomía, que produci- rá excitación y probablemente manifestaciones. Piden que 110 Ho.tedb. Google se realice liasla que puedan tener instrncciones de Madrid y afiaden que si la visita es con fines amistosos el relrazo no ten- drá importancia.— ¿(Tí. Y después añadió, el mismo día: cBarco llegó sin novedad á las once de la mañana de hoy; basta ahora no ha habido ma- nifestación.» "Estos incidentes, parecerá que no tienen nada que ver con nuestro estudio; pero demostraré á mis lectores, que tuvieron señalada influencia en el hallazgo principal del Comité ameri- cano, de que el Maine fué destruido por «la explosión de una mina submarina, situada bojo la quilla del barco, explosión que levantó ei casco 30 pies sobre suposición normal» casi al nivel dei baStidoi número 18. Esa mina ha debido ser niuy grande y esta deducción implica necesariamente: 10 Que ¡a mina fué colocada antes del 24 de Enero. 20 O que la mina fué colocada secretamente junto á la boya DO 4 en la noche del 24 de Enero. 50 O que se realizó esa operación después de anclado el bu- que. Respecto al primer punto, si el puerto estaba minado antes del 24 ^por qué se realizó esta operación y por qué razón ha- bría de practicarse? "El puerto de la Habana es pequeño. La extensión que pre- senta hasta tres brazas de profundidad, no tiene masque una milla de anchura, y además un banco de arena, que partiendo del S— E, la hace aún más pequeña. I,a embocadura del N — O uo tiene en su mayor parte, en una extensión de ocho cables, más que Una anchura de un cablt. V ahora preguntó: ¿Qué minero submarino que esté en su juicio, va á minar la parle interior de un puerto de esa naturaleza ó va á colocar una mi- na cerca de la boya no 4? Sería lo mismo que colocar una mi- na, frente al muelle no i de los docks de Portniouth, y aun- que muchos y muy hábiles ingenieros, han estudiado los me- dios de defender este puerto, estoy seguro que ninguno, ni aun en sus momentos más angustiosos, propuso minar las aguas interiores, fronterizas á los muelles. "Si las autoridades de la Habana, querían defender el puer- to, mientras pudieran resistir, era lo más fácil hacer minar la estrecha y larga entrada. Todo trabajo posterior de esta clase, se haría evidentemente minando las aguas frente á la ciudad que se extieude extrechándose en algún espacio á uno y otro lado de la entrada del puerto. «En una palabra, es casi inconcebible que el puerto de la Habaua estuviese minado con algún fin cerca de la boya núm, 4, antes de la recepción de! primer telegrama del Gcal. I^ee el 24 de ^oero último. Si fuera preciso decir algo más sobre es- >y Google 72 to, añadiría que el puerto no hubiera podido minarse de esa manera, sin que la ciudad entera tuviese conocimiento de ello; y eraevidente después del desastre que n! las personas calleje- ras, ni el mismo cónsul Lee, sabrían nada de tales trabajos. «Por consiguiente, sería completamente pretensioso suponer queel interior del puerto estuviese minado, cuando se anun- ció repentina é inesperadamente á las autoridades españolas, el envío del Maine dieciocho horas antes de su llegada. «\a misma palabra íwtfí^írarfiiOT disponer los cables, habría exigido cierto tiem- po, además de que su embarque en una laucha de vapor ú otro cualquier barco á propósito y su colocación en las cercanías de la boya no 4 hubiese necesitado el concurso de nu:nerosos ojie- rarios; la operación de emplazar habría habido que realizarla á 300 yp.rdas de los muelles á 400 del buque alemán Guisenau y á 250 del crucero español Alfonso XIII. «De seguro hubiera sido imposible conservar secreta esta operación, y sobre todo durante algún tiempo. •tRespecto al punto tercero, las anteriores deducciones condu- cen sólo á esta conclusión: que si el dictamen de la Comisíóu es exacto, la mina debió colocarse bajo el buque, después déla llegada de éste á la hoya. "Sólo con examiuar la prueba testifica!, se adquiere la con vlcción de que se observaba á bordo una extremada vigilancia especialmente de noche, habiéndose establecido dobles guar' dias y patrullas para estar prevenidos á la menor alarma y puestos en servicio todos íos botes próximos al buque. "Nada resulta en dicha prueba más claro, que la persuacióu existente en los tripulantes del Maine, desde el Comandante hasta el último grumete, de que el puesto era de peligro, to- mándose las oportunas precauciones, aun cuando ignaro si se lanzaron las redes contra torpedos. >y Google 73 " «El capitán Sigsbee, después de detallar las precauciones que habían adoptado, concJuía diciendo: •tEl sentido de todas mis ótdeíies, tenía por objeto el qae consi' derásemos el Maiae en una situación que exijía extremada vigi- lancia, » •Había centinelas en la proa y en la popa, un contramaestre y un grumete en el puente, otro grumete en la popa, un cabo encargado de vigilar especialmente el costado del buque que miraba al pnerto, un oficial en el puente, y un contramaestre con orden de vigilar el costado del buque que daba at mar; una guardia vigilaba constantemente por la noche; los centine- las tenían las armas cargadas, etc., etc.; precauciones contra los qne traían fardos, suponiendo que podrían emplear dinami- ta ú otros explosivos. «Entre los supervivientes qne prestaron declaración, algunos pensaban que el barco había .sido volado por un torpedo, otros que había sido cañoneado por una artillería gruesa, demostran- do que oficiales y soldados estaban persuadidos de los supues- tos peligros de su situación. «En estas circunstancias es muy improbable que haj-a podi- do colocarse una mina poderosa después de la llegada del Maz- ne é. 6o b 70 pies de la boya cuarta, junto á la cual estaba an- clado el buque por la cadena de estribor, listando la boya su- jeta sin duda como es costumbre, con dos anclas, con objeto de mantenerla en la misma posición, hubiera sido preciso colocar la mina bajo las uarices de los centinelas de popa y de proa, y debe recordarse que las fases de la luna fueron las siguientes; primer cuarto, 29 Enero; luna llena, 6 Febrero y último cuart- to, 14 Febrero. «Con todas estas circunstancias es muy difícil creer que pu- diera haberse colocado una mina tan cerca del barco sin que se supiese, "En un vteeiing celebrado recientemente en el «National Ci- vic Club,» de Bcookly;i, mi amigo el Capitán Zalinski, qne da- ba aquel día una conferencia, describió la mina que pudo colo- carse fácilmente y hacer explosión bajo e! Maine. La descrip- ción no acompañaba al folleto de esta conferencia y después de leerla, quise darme cuenta de la mina que pudo producir la ca- tástrofe, según la comisión, y que pudo ser colocada fácilmente, según el Capitán Zalinski. Una mina poderosa exije una car- ga de pólvora de gran fuerza, pero no ud alto explosivo; debía ser una mina de gran tamaño. Ahora bien, suponiendo que no fué colocada de ninguna manera, ya he demostrado las dificul- tades que se oponen á ello, ¿pudo ser lanzada? "Seguramente qne no. ¿a distancia entre los fondos del bu- que y el Iodo no ha podido ser mayor de 14 pies, distancia que >y Google 74 apenas parecerá bastante para ser responsable de un levanta- miento de 30 pies en la qnilla. Por lo tanto una mina, de ha- ber sido lanzada, no debió hacerse á una profundidad que la hicieran embarrancar en el Iodo. Su submersión se fijaría en algo próximo al calado del barco, y su resultado sería una gruesa ola y no una quilla doblada. La idea de una mina flo- tante es, en mi enterder, insostenible en lo referente al Maine. "Para reasumir nuestro examen diremos: 19 Que es una lo- cura suponer que pudo colocarse una mina cerca de la boya número 4, formando parte de uu sistema de defensas submari- nas, ó que este sistema pudo colocarse sin que nadie lo supie- ra, aún sin conocer sus detalles. •20 Que es inconcebible que se colocase en aquel sitio una mina en la noche del 24. de Knero. "39 Que es absurdo suponer que se colocase una mina des- pués del 24, á 60 pies de un buque cuidadosamente vigilado y "49 Que la suposición de una gran mina flotante es también intolerable." Después de leer el concienzudo artículo del teniente coronel BuckniU, ¿aún habrá insensatos que crean que el Maine fué volado por una mina submarina? III. Así es que, segán las declaraciones del Coronel Bncknill, del vice-almiraute Krbeu, del corresponsal de la Prensa Asociada, y del mismo capitán general, la explosión no pudo reconocer como causa un agente externo. Todavía más, se señala ese agente: uno de los peligrosos explosivos que llevaba á bordo el buque. Pero supongamos por un momento que la catástrofe hubiese provenido de uua causa exterior, ¿bastaría este sólo hecho pa- ra hacer responsable á España? Restaría probar que la causa exterior obedeció á un acto in- teligente, que este acto inteligente fué de un español, y que habiendo sido de un español, la responsabilidad es de toda la nación ibera. Los Estados Unidos han declarado oficialmente que la causa de la destrucción del Maine fue externa, y de una manera tá- cita han inferido quola responsabilidad toca á España, al con- siderarlo como el punto principal de las resoluciones del Sena- do Americano, que dieron lugar al ultimátum. También se in- fiere esta responsabilidad del hecho significativo de haber man- dado grabar en las galletas con que se proveyó después á los soldados que marchaban á la guerra, estas palabras: «Acordaos del Maine» remember the Maine. Cuyo sentido implícito é lo* Ho.tedb. Google 75 tencional es este: «Acordaos que s66 marinos hermanos, han sido muertos eu la destrnccióa del Maine por un agente extra- ño; y ahora, que vais d pelear contra España, es tiempo de ven- gar su muerte. Siempre que llevéis este Uiraento á vuestra boca tened pre- sente este suceso: que él sirva para aumentar vuestro valor y para no tener piedad de quienes os. han ultrajado tan cobarde- mente.» Indica, pues este hecho que había la convicción oficial de que España había sido causa de la destrucción del acorazado ó al menos que de ella era la responsabilidad. De otra manera no se explicaría e! sentido de la frac? Remcmber ¿/le Maine. cii-dudo los americanos marchaban á la guerra dos meses después. Concediendo que este agente hubiese sido un acto de un es- pañol, se obra con gran injusticia al pedirle cuentas de ello á toda la laadón. ¿Acaso ha declarado Francia la guerra á Italia al saber que Cesarlo Santo, asesinó á su inolvidable presidente Sadi Caniot, era italiano? El daño, la ofensa moral, es muy comparable. ¿Acaso declaró España la guerra á esa misma nación porque Cánovas haya sido muerto á manos de un bandido italiano? La Austria ¿declarará por ventura la guerra ala misma in- fortunada Italia, por ei alevoso y cobarde asesinato reciente- mente cometido en la persona de la emperatriz Elizabetli? Demostrado que el gobierno americano teuía la convicción de que España era responsable del sentido accidente, hay que suponer eu aquel gobierno mucha malevolencia ó falta de cri- terio para conceptuará España, es;decirá sus mandatarios, ca- paces de cometer un crimen tan cobarde y nefando. ¿Se creerá por ventura que el general Blanco, ó que Sagasta 61a Reina Regente ordenaron la destrucción del Mamef >y Google , Google CAPITULO Yl. InflucHcia. de la destrucción del "Maiiie» on li guerra liispaiio-imBiioana. — Men- sajs del Prpsideiite McKinley al Congrego americano. — Rcsohioiones drl Sñ- iiado — Excitación popular. — E! ultiíjiitiiin — Retiro df los Ministres — Nue vaa demostraciones atiti-amarwanas. os visto en los capítulos anteriores á qué grado de citación habían llegado los ánimos en las clases nu g merosas de utia y otra nación, con motivo de las de- 2] mostraciones hostiles que se habían hecho tuutuamen- te, así como por los incidentes de las dtscusioaes en las cáma- ras americanas. La nunca bastante latneotada catástrofe d=I Maine, vino pues Á comunicar jste depósito de explosivos co¡i la corriente eléc- trica, y los fatales resultados no se h¡ciery Google 81 «Las insinuaciones de! Gobierno hechas por medio de nues- tro Enviado, con el fin de mejorar inmediata y positivamente la situación de la Isla, aunque no aceptadas en todo, se admi- tió una cierta forma de mediación, y fueron contestadas alegan- do que se daría á Cuba un gobierno autonómico, sin esperar que la guerra terminase, y que la guerra sería conducida de una manera más humana. "A fines de Noviembre ya no había ningún ciudadano ame- ricano eu las prisioues españolas. "Mientras las negociaciones se llevaban á cabo aumentó el desamparo de los desgraciados reconcentrados, y el estado de estos llamó seriamente la atención. Esta medida de socorro puesta eu práctica por el Cónsul General, fué recibida con gra- titud. I,os esfuerzos hechos por el Comité Central, fueron de benéficos resultados. Se hicieron los arreglos necesarios para el transporte de las provisiones á Cuba. "El Presidente de la Crii-z Roja americana y representantes de oíraK sociedades, v'sítaron generosamente la Isla y obraron de conformidad con los cón.sules, «l,^ guerra en Cuba es de tal naturaleza, que parece imprac- ticable la subyugación y el abatimiento de uno de los dos par- tidos contendientes, por medio de lui triunfo militar. Alterna- tivamente prevalece el agotamiento físico de una ó de otra par- te, ó quizas de las dos. Tan espantosos resultados de la pre- sente lucha tienen que ser debidamente considerados con equi- dad por todo el mundo civilizado, y más que todo, por los Es- tados Unidos afectados y lastimados, romo lo están hondamen- te en su íntima existencia." Con tales ideas, dijo el Presidente, que había sometido «1 27 de Marzo, proposiciones finales al gobierno español relativas á uu armisticio, basta el 10 de Octubre, para las negociaciones de paz, niedianre sus buenos oficios. «I,a respuesta del Gabinete español, recibida el 31 del pasa- do— continuó— ofrece como medios de paz en Cuba, confiar su establecimiento al departamento del Gobierno insular en cuan- to fuera neceíaria la concurrencia de este cuerpo para alcanzar los resultados finales, aparte de las facultades reservadas por la Constitución a! Gobierno Central, no menguadas ni disminuidas. «Como el Parlamento Cubano no se reúne basta ei día 4 de Mayo próximo, el Gobierno español no quisiera oponerse por su parte á la aceptación definitiva de la suspensión de hostili- dades, si fuera pedida por los iueurrectoa ó por el General en jefe á quienes obedecen, y á quien tocaría, en tal caso, determi- nar la duración y condiciones de! armisticio. >y Google 83 "Con esta última resolución en el camino directo de la paz V su acuerdo recibido por el Ejecntlvo espafiol, se pensó haber terminado todo esfuerzo, «En mi mensaje anual de Diciembre último, liije: «De las ex- presadas medidas emana eí reconocimiento de los insurrectos como beligerantes, la recomendació" de la iadepeudencia de Cub^, 3a iutervención neutral para terminar la guerra, impo- niendo racionales compromisos entre los contendientes, ó la in- tervención en favor de uno ó de otro partido. «No hablo de anexión forzosa, porque eso no puede tomarse en cuenta. Según nuestro código de moralidad, sería una cri- minal agresión. «Bn tal vitud, considero estas proposiciones á la luz da las palabras correctas del Presidente Grant, pronunciadas en 1875, cuando después de varios años de sanguinaria destrucción y bárbaras crueldades en Cuba, llegó á la conclusión de que el reconocimiento de la independencia de la Isla era irapracllca- ble é indefendible, y que el reconocimiento de la beligerancia no estaba garantizado por los hechos, conforme á los textos de lasl-eyes internacionales, «Comenté especialmente el último aspecto de la cuestión, se- ñalando la inconveniencia y los peligros positivos del recono- cimiento de la beligerancia, que al añadir á los ya pesados car- gos de !a nentralidad en nuestra propia jurisdicción, no podía de ningún modo exterderse nuestra influencia á oficios efecti- vos en el campo de las hostilidades. "Desde entonces nada ha ocurrido que haya heclio variar mis opiniones á este respecto. Reconozco ahora plenamente que la promulgación de una proclama de neutralidad que podría titu- larse el reconocimiento de la beligerancia, no conduciría á nin- gún fin, pues nosotros trabajamos para la pacificación de Cu- ba, y para que la miseria que aflige á los habitantes de la Is- la, cese.» Volviendo sobre el reconocimiento de la ¡dependencia del presente gobierno insurrecto, el Presidente tomó como prece- dente el mensaje de Jackson, dirigido al Congreso el 2 1 de Di- ciembre en 1836 sobre el reconocimiento de la independencia de Texas. Cüntinuó Mr. McKinley; «En la contenida entre España y las colonias sublevadas nos mantuvimos alejados, y no sola- mente esperamos hasta que los nuevos Estados estuviesen eu la posibilidad deprotejerse ellos mismos, sino que basta que el peligro pasó, «Entonces fneron reconocidos. Este fué también el curso de nuestra política para México. Si es cierto que con respecto á 'i'cjtas la autoridad civil de México fué expulsada, el í-jércÍto >y Google 83 invasor derrotado, el jefe de la República capturado y todo su poder aniquilado por el gobierno organizado en Texas, por otra parte, existía en apariencia una inmensa desigualdad en las fuerzas físicas contra Texas. «La República Mexicana, bajo un nuevo jefe, trató de inva- dir nuevamente para recuperar su antiguo dominio. «Una nueva invasión de Texas fué organizada, y nuestro re- conocimiento de independencia en una criáis semejante, pudo apenas considerarse como concordante con aquella prudente re- serva con la que nosotros hemos tratado siempre semejantes cuestiones. «El decreto de España para la suspensión de hostilidades: fué sometido al Congreso para que lo tomase en consideración, anotando que si esta medida es de benéficos resultados, se ha- brían logrado las aspiraciones de paz que quiere nuestro pue- blo. Si fracasa, habrá otra justificación para afianzar aún más" nuestra acción manifiesta.» El incidente del «Maine» figura notablemente en el mensaje. Argulle el Presidente que la destrucción del buque en el puerto de la Habana, muestra á España incapaz de garantizar !a seguridad de los barcos extranjeros. «España ha negado toda relación con aquel desastre, y ha ofrecido someter á arbitraje todas las diferencias que pudieran surgir de aquel asunto. El Presidente dijo que bajo ningún concepto piensa que fue- se sabio ó prudente reconocer la independencia de la llamada república cubana. Tal reconocimiento era innecesario y no incapacitaba á los Estados Unidos para intervenir y pacificar la isla. Sobre este particular, el Presidente dijo: «Sujetar hoy á este país al reconocimiento de cualquier Gobierno particular eu Cu- ba, podía comprometernos á interrumpir las condiciones interna- cionales, obligándonos con una organización casi desconocida. «En caso de intervención, nuestra conducta estaría sujeta í aprobar y desaprobar tal gobierno, quedaríamos sometidos á su dirección y á asumir su simple relación de amistosa alianza. «Cuando aparezca, sin embargo, que hay en la Isla un go- bierno será pronto y rápidamente reconocido.» El Presidente dijo que quedaban en la alternativa de la in- tervención para terminar la guerra; ó como imparcial para im- poner un compromiso racional entre los contendientes, ó como aliados activos de una ú otra parte. «La forzosa intervención de los Estados Unidos como neu- trales para contener la guerra, de acuerdo con los amplios dic- tados de la humanidad, y siguiendo muchos precedentes histó* lieos, en que muchos Estados vecinos han Intervenido para rc- >y Google •84 prímir desesperados sacriñcios de vtda, en conflictos entre sus convecinos, es justificable en el terreno internacional. «Kl campo de semejante intervención puede reasumirse como sigue: «Por ia causa de la humanidad y para poner fin á las barba' ríes, derramamientos de sangre, escaceses y horribles miserias que hoy existen allí y que las paites en eí conflicto son inca- paces ó no quieren detener ó mitigar, bEs sobre todo nuestro deber, porque la razón llama á nues- tras puertas. segundo: "Debemos á nuestros conciudadanos en Cuba auxilio y pro- tección, y la indemnización por la vida y la propiedad que nin- gún gobierno puede ahí darles ó concederles, y con este obje- ■ to acabar con las condiciones que los privan de toda protección. TERCSEO: sKl derecho de intervenir puede justificarse por los muy se- rios perjuicios al comercio, al tráfico, y á los intereses de nues- tro pueblo, y por destrucción de la propiedad y desolación de la Isla. CUARTO: cLo que es de mayor importancia: la actual condición de los asuntos en Cuba, es una constante amenaza á nuestra paz in- terior, y ocasiona á este gobierno enormes gastos. Estos elementos de peligro y de desorden ya citados y cono- cidos por trágicos acontecimientos, han movido profunda y justificadamente al pueblo americano. Ya transmití al Con- greso el informe de la Corte Naval investigadora sobre el desas- tre del «Maine» ocurrido en el puerto de la Habana, en la no- che del 15 de Febrero. «La destrucción de aquel hermoso buque causó pésima im- presión é indecible horror, y aún mayor, al dar su fallo la Co- misión investigadora de que la explosión fué externa, ocasio- nada por una mina submarina. «Ko se señalan aán las responsabilidades: éstas se fijarán más tarde. oNo cabe la menor duda que el desastre del «Maine» obede- ce á una causa exterior. Esta circunstancia demuestra que el Gobierno español no puede garantizar la seguridad de los bu- ques de la marina americana en el puerto de la Habana, que se dirijan con una misióu de paz, España ha pedido á este Go- bierno que la cuestión del «Maine" se someta al arbitraje, pero se declaró que no había tenido respuesta á este mensaje. . . , Ho.tedb. Google 85 "La larga experiencia ha probado que el objeto de España para terminar la guerra, no puede alcanzarse. La llamarada de la insurrección podrá encenderse ó apagarse con las distintas estaciones; pero no ha sido apagada y ardiendo plenamente, no puede extinguirse por los actuales sistemas. "La única esperanza de auxilio y de reposo de una condición que no puede prolongarse, es la pacificación de Cuba. En nom- bre de la humanidad, en nombre de la civilización, en nombre de los intereses americanos que peligran, tenemos el derecho y el deber de hablar y hacer que la guerra cese en Cuba. «Envista de estos hechos y de estas consideraciones, pido al Congreso autorice y faculte al Presidente, para que adopte me- didas y asegure la completa terminación de las hostilidades eu- tte el gobierno español y el pueblo cubano, así como para que se establezca un gobierno permanente, capaz de conservar el orden y observar sus obligaciones iuternacionales, asegurando la paz y la tranquilidad, dando las garantías individuales, las mismas que nosotros gozamos, y para que utilice las fuerzas uavales y militares de los Estados Unidos, si es necesario, con tal fin. Por interés humanitario, y para conservar las vidas de ios necesitados eu la Isla, recomiendo que las distribución de los socorros continúe y que se vote una resolución, para que el Tesoro público socorra á esos ciudadanos. "La resolución está ahora eu manos del Congreso. Es una solemne responsabilidad para vosotros. «He agotado todos los esfuerzos para mejorar la terible con- dición de ios asuntos que están pendientes. Preparado á cun- plir todas las obligaciones que me impone la Constitución y las leyes, espero vuestra resolución. «Ayer, y al estar preparado ya el anterior mensaje y oficial información, fué recibido por mí el ultimo decreto de la Reina Regente de España, dirigido al Gral. Blanco, para preparar y facilitar la paz, proclamando la suspensión de hostilidades; de- talles que todavía no se me han comunicado. «Está circunstancia, como otras consideraciones conducentes, estoy seguro que recibirán de vosotros escrupulosa atención en las augustas deliberaciones en que vais á entrar, «Si esta medida obtiene buenos resaltados, entonces se ha- brán realizado nuestras aspiraciones, como pueblo cristiano amante de la paz. Sí fracasan, solamente significarán otra jus- tificación para nuestra actitud futura. «Palacio del ^ecutivo, Abril ii de iftgS. (firmado) Wiliavt McKinley.» Como resultado del mensaje del Presidente de la Unión, el Senado Americano votó las resoluciones siguientes, con fecha i6 de Abril del corriente año, y por una mayoría de cincueata 7 un votos contra treinta y siete. >y Google 86 •En virtud de !as espantosas condiciones que han existido por más de tres años en !a Isla de Cuba, tan cerca de nuestras propias fronteras, que han conmovido el sentido moral del pue- blo americano y lian sido para la civilización una desgracia, evidenciada en la destrucción de un acorazado americano, con i66 de sus oficiales y tripulantes, al estar haciendo «na visita amistosa en el puerto de la Habana; en virtud de que tal esta- do i!o puede prolongarse por mas tiempo, según se ha asenta- do en el mensaje que el Presidente de los Estados Unidos en- vió al Congreso el 1 1 de Abril de i8g8, sobre el cual se ha ba- sado la actitud de las Cámaras; por lo tanto, se resuelve: Primero. — Que el pueblo de la Isla de Cuba tiene derecho y debe ser libre é independiente y que e! Gobierno de los Estados Unidos reconoce, por consiguiente, á la República de Cuba co- mo el verdadero y legal gobierno de aquella isla. Segundo. — Que es un deber de los Estados Unidos pedir, y el Gobierno de la Unión, debe, por lo tanto, pedir que el Go- bierno de España abandone de una vez su autoridad y su go- bierno en la Isla de Cuba, y retire sus fuerzas de tierra y mar, de Cuba y de las aguas cubanas. Tercero. — Que el Presidente de los Estados Unidos sea y que- de directamente facultado para usar todas las fuerzas navales y militares de los Estados Uuidos y llamar al actual servicio de la Unión americana á las milicias de algunos Estados hasta don- de sea necesario para llevar á cabo estas resoluciones. Cuarto. — Que por consiguiente, los Estados Uoidos desechan toda disposición o intención de ejercer soberauía. jurisdicción ó dirección sobre dicha Isla, excepto para la pacificación de ella y aseguran su determinación cuando ésta sea complicada, se deje el Gobierno y dirección de la isla á su propio pueblo." Las anteriores resoluciones enviadas á la Cámara de diputa- dos para su examen y sanción, fueron aprobadas por gran raa- yoríí y devueltas al senado el 19 del mismo Abril, para que firmadas, pasasen al Presidente para su promulgación. Entre tanto, en España reinaba un furioso enardecimiento contra los americanos, habiendo ocurrido graves motines en diversos puntos de la Península, entre estos el más grave fué uno que sobrevino en Málaga y que dio por resultado la muer- te de un negro servidor del Consulado Americano, á manos de los amotinados.. En la misma fecha el Cónsul General de España en Nueva York, M. D. Arturo Baldasano y Topete, anunció en el perió- dico las «Novedades» que los españoles que desearan salir para la Habana podrían hacerlo el día siguiente en el vapor Pana- má, en la inteligencia de que el Gobierno pagaría el pasaje á los que careciesen de recursos. >y Google 87 El día 20 se verificó la solemne apertura de las Cortes espa- ñolas en Madrid. I,a ceremonia revistió un brillo y una suntuo- sidad verdaderamente indescriptibles. La Reina Regente de España Doña María Cristina, y su augusto hijo el niño rey Don Alfonso XIII fueron frecuentemente vitoreados por la distinguidísima concurrencia que llenaba el recinto de la Re- presentación Nacional. La Soberana leyó su discurso desde el trono; á su derecha estaba el Rey. El Sr, Sagasta se encontraba junto al Rey. Anunció que el Gobierno ha coovo:ado á las Cortes para de- fender los derechos de España y se refirió á los esfuerzos del Papa y las potencias para lograr el so.stenimiento de la paz. Hizo una reseña del curso de ¡as relaciones entre España y los Estados Unidos, demostrando que España no ha omitido esfuerzo alguno compatible con BUS derechos, para pacificar sus colonias y mantener relaciones amistosas con los Estados Uni- dos mientras que esta nación insistió en encontrar un pretexto para intervenir ea las relaciones entre España y sus colonias, y esta insistencia se acentuó más desde el adveniminto del Pre- sidente McKinley á la presidencia americana, pues con amena- zas y notas diplomáticas procuró intervenir en el arreglo de la cuestión cubana. Tanta ha sido esta insistencia, que los Esta- dos Unidos han puesto obstácules á España, cuando ha estado próxima á lograr la pacificación de Cuba. El discurso, además, hir.o presentes todas las concesiones he- chas á los Estados Unidos, y agregó que España hubiera ¡do más adelante si los Estados Unidos hubieran respetado su so- beranía en Cuba ; asimismo hizo notar el hecho de que América ha demostrado marcada hostilidad á España, desde la promul- gación del armisticio, y concluyó exhortando á todos los par- tidos para que, unidos todos al rededor del trono hicieran fren- te al enemigo que amenazaba herir el honor de la patria. Gran entusiasmo reinó en las Cámaras después que la Reina terminó la lectura de su mensaje. Durante su lectura fué interrumpida varias veces por pro- longados vivas á España y al Rey. Promulgadas las resoluciones del Congreso Americano, se formuló el ultimátum para ser dirigido al Gobierno de Madrid. El texto del documento dado á la publicidad por la Secreta- ría de Relaciones, el día ai es como sigue: "Ayer, 20 de Abril de 1898, á las 11 a. m., el Ministerio de- Relaciones notificó los propósitos de este Gobierno entregando al Ministro de España una copia de las instrucciones enviadas al Ministro Woodford, en Madrid, y copia de las resoluciones aprobadas por el Congreso de los Estados Unidos el día 19 del corriente mes. Ho.tedb. Google Después de recibir estos documentos, el Ministro español so- licitó de este departamento sus pasaportes, de que fué provisto ayer tarde. El Ministro Woodford en Madrid recibió al mismo tiempo instrucciones para hacer idéntica notificación al Go • bierao español. He aquí el texto del mensaje dirigido al Ministro: «Abril 20 de 1898. Woodford, Ministro, Madrid — Se ha proporcionado á usted el texto de las resoluciones aprobadas por el Congreso de los Estados Unidos el rg del actual en relación con la pacifica- ción de la Isla de Cuba. Obedeciendo ese acto, el Presidente or- dena queinmediatamente comunique dichas resoluciones al Go- bierno de Madrid, acompañando un aviso de este Gobierno al Gobierno de España para que renuncie á su gobierno y autori- dad en Cuba y retire su fuerzas militares y navales. Al dar es- te paso, el Gobierno de los Estados Unidos protesta que no tie- ne intenciones ó disposición de ejercer soberanía, jurisdicción ó dominio en la Isla, excepto para pacificarla y afirmar su deter- minación; que cuando logre su objeto abandonará la Isla y ayudará á sus habitantes bajo la clase de gobierno libre é In- dependiente que deseen establecer. SÍ al dar la hora del medio día del sábabo próximo, el día 23 de Abril, no se ha comunicado á este Gobierno una respuesta satisfactoria á esta demanda y resoluciones, por las cuales se obtenga la pacificación de Cuba, el presidente procederá en eí acto y sin más aviso, haciendo uso de las facultades que le otorga el Congreso en dichas reso- luciones á llevarlas á efecto. — (Firmado) Skerman. El Embajador de Francia, Mr, Camben, y el Ministro de Austria, Mr. Henegemuller. se encontraban en la Legación de España cuando el Sr. Polo Bernabé recibió la copia del ul- timátum, inmediatamente se hicieron arreglos para conducir los muebles y enseres de la Legación de España á la de Aus- tria; estos incluían los archibos y la bandera española. El Em- bajador de Francia y el Ministro austríaco obraron juntamen- te en el manejo de los asuntos de España entretanto. El Sr. Polo Bernabé, á pesar de que había perdido toda es- peranza de evitar la guerra, mantuvo la más discreta reserva. En el exterior de )a Legación encontrábanse un teniente y uu oficial de policía, de guardia. A las diez y media, hora en que se presentaron los Ministros de Francia, Austria y Bélgica, aúa no se tenía noticia de si ya se habían ñirmado las resoluciones. Alas 11 so a. m. uu men- >y Google sajero (un negro) del Ministerio de Relaciones se presentó en la Legación y de una manera inconveniente, dijo que tenía un mensaje del Ministerio para el Ministro de España; el Sr. Polo Bernabé pídíó permiso al Embajador francés, con quién en esos momentos estaba ocupado y recibió al mensajero en el co- medor; v!ó la cubierta, y notando que era el ultimátum, dijo ' al mensajero que esperase la respuesta. Esta ya estaba prepa- rada. No fué una contestación al ultimátum, sino una solicitud de sus pasaportes. Hé aquí el texto de la solicitud; «Legación de España», Washington, Abril 20 de 189S. — Sr, Secretario: Las resoluciones adoptadas por el Congreso de los Estados Unidos de América y aprobadas hoy por el Presidente son de tal naturaleza, que mi permanencia eu Washington se hace imposible y me obliga á suplicar á usted rae extienda mis pasaportes. La protección de los intereses de España se ha encomendado al Embajador de Francia y al Ministro de Aus- tria-Ungría. Con esta ocasión, por cierto bastante penosa pa- ra mí, tengo el honor de reitsrar á usted las muestras de mi mayor consideración. — Luis Polo Beríiabé.^hX Hon John Shermau, Secretario de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos," La carta fué enviada al Ministerio de Relaciones, por el Mi- nistro, y volvió á reunirse con sus amigos, esperando recibir sus pasaportes. Inmediatamente cesó la calma en la Legacióti y se hicieron los preparativos para la partida y el envío de ex- tensos cables á Madrid. Todos los efectos oficiales y personales, ya desde tiempo empacados, fueron sellados y lacrados. Se hicieron arreglos con el ferrocarril y estabau listos para partir el Ministro Polo Bernabé, el primer Secretario, Sr Juan Duboc, los segundos secretarios Sres. Pablo Soler y Acqueroni, el tercer secretario Sr. Balarza, los attachés, los Sres. Pía y Atraeida, el attaché mititar. Capitán de la Casa, el attaché na- val, teniente de Carrasta. Después de abandonar Washington el Ministro Polo, hizo pública su partida. Estas personas se dirigían, sin pérdida de tiempo, á España. Además de la nota, solicitando sus pasapor- tes, el Ministro español acusó recibido del ultimátum. La exitación de la ciudad hizo al edificio de la legación ser el centro de curiosidad de gran número de gentes. La solicitud del Ministro español para obtener sus pasapor- tes, se proveyó á las 12.45 entregándoselos al Sr, Polo un men- sajero (un negro) del subsecretario Day. Los pasaportes iban acompañados de una nota del Secreta- tío Sherman, en que le expresaba su profundo sentimiento por haber sido conducido á dar este paso. En la misma noche el gobierno americano trasmitió á su Ministro en Madrid el General Stward L. Woodford, para que >y Google 90 lo presentase aí de España, el texto del ultimátum. Mr. Wood- ford contestó con el siguiente despacho: Momentos antes de presentar al gobierno español el ullima- tum de los Estados Unidos, fu! uotiñcado que las relaciones di- plomáticas entre las dos naciones quedaban rotas; be recibido mis pasaportes, entregado la Legación al embajador de Ingla- terra y salgo para París.» Efectivamente, el Ministro Americano se puso en camino y el siguiente día 22, llegó á la frontera. El tren que lo conducta fué atacado varias veces á pedradas, siendo necesario que lo protegiese la guardia civil con los marrazos desenvainados. La excitación aumentó considerablemente, á causa de que en Valladolid, pretendió aprehender la policía á un miembro dé la Legación americana apellidado Moreno, á lo cual se opuso resueltamente el Ganeral Woodford. En varias ftcasiones ocurrieron incidentes más ó menos gra- ves. Los estudiantes del colegio militar de Segovia subieron á la plataforma del tren gritando ¡viva España! Desde Tolosa á San Sebastián un fuerte destacamento de policía custodiaba el tren. En los momentos de entrar en territorio francés, estando el tren detenido, se agrupó numerosa multitud y empezó á pedir que hablara Mr. Woodford y á preguntarle si teaía algo que decir. Este hizo, una significativa señal de asentimiento, y ha- biéndose restablecido el silencio, salió á la plataforma se descu- brió cortesmeute y dijo: —i Adiós! b. Google CAPITULO VII, La solida tiela Habana del Cónsul LBe.—Rompiíiiento de laBlioBtilidailes. — Cap. tura de la bfirca espaüola Buenaventura.— Salida de la escuadra amerifiana- — El bloqueo de Cubi.—Deckraei nea del Gobierao español y ilel Oeneral Blanco.— Laa potenciaa se dedaran ueittrales — Nuev* preclama da Mo- ¡j|o solo los Miuistros de las dos nacioaes enemistadas a que soportar las destemplanzas de la plebe al abandonar sus respectiva-í cancillerías, según be- s visto; los Cónsules generales se encontraron en la misma penosa situación, y aun, muchos particulares que los acompañaron al retirarse, Pero ninguno de aquellos personajes se vio tan groseramente denostado como Mr, Fitzhugh Lee, Cónsul americano en la Habana, sin duda por la activa participación que había tenido en la cuestión cubana, cuyo desagradable epílogo se iba á pre- sentar. Cuando se dirigió de su residencia al vapor que debía conducirlo á los Estados Unidos, así como á sus compatriotas que se embarcaban con él, fueron todos silbados y apedreados por el camino. De la multitud salían gritos de «fuera de aquí, yankees cochinos,» y otros parecidos. liste incidente contribuyó no poco á que, cuando el Cónsul General de la Habana fué recibido en audiencia privada por el Presidente McKínley, diese muchos exagerados informes de la situación, inspirados en el deseo de concitar las iras del pueblo americano contra los españoles, por el efecto de indignación y el deseo de venganza que en su ánimo habían producido aque- llos actos. Antes que la solución pacífica del conñicto internacional' se hubiese hecho imposible, comenzaron los preparativos de gue- rra en los Estados Unidos. Desde el año anterior, y bajo la dis- culpa de que los buques eran recientemente comprados y debía >y Google 92 ensayarse la puntería de sus cañones, se practicaban verdade- ros simulacros de combate en los ejercicios de tiro al blanco. En España por el contrario, se hacían, sin precipitación, com- posturas y reparacioues, cuando la guerra estaba en vísperas de declararse y aún, muchos de sus navios concurrieron á la lucha con serias averías en sus máquinas, según tendremos oca- sión de verlo después. Esta nación compró algunos, á última hora, obligada á ha- cerlo, más bien por los donativos que liberalmente ponían á su disposición con este objeto las colonias de la América latina, que por haber premeditado la guerra naval. Debemos mencionar las fuertes sumas enviadas por las sus- cripciones de la colonia argeotíoa, y la mexicana especialmen- te, que eu distintas partidas y ocasiones llegó á remitir un mi- llón de pesos, y habría continuado la colecta para contribuir á la compra de buques de guerra, si ésta no se hubiese declarado, y la actitud neutral del gobierno de nuestro país no lo hubiese impedido. Las dimensiones de este Hfaro no nos permiten, como deseá- ramos, reproducir aquí la distribución que se hizo de tan va- liosos donativos, muchos de los cuales, no sólo fueron para com- prar buques de guerra, sino también para aliviar la horrorosa miseria que había en las clases menesterosas de Cuba. Baste decir que además de metálico, se enviaron muchas remesas de, víveres consistentes en harina, semillas de todas clases, etc. Los Estados Unidos compraron en Abril los buques nParí^," (iSt. Louis," "St. Paul" y «Nitchroy.» El día 22 se declararon las hostilidades oficialmente entre uno y otro país. El primer acontecimiento de la guerra fué la captura, verifi- cada por el cañonero americano Nashville, de la barca españo- la ciEuenaventura" que con un cargamento de duelas se dirigía á Veracru?,. Era la "Buenaventura» una embarcación de cien toneladas, y tripulada por veinte marineros. El cañonero americano comen- zó a dispararle granadas, apenas le dio vista, muy cerca de Cayo Hueso, por lo cual hubo aquella de rendirse siendo con- ducida al puerto por su aprehensor. Esta presa que se reputó injustamente consumada, por no conocerse aún la declaración de guerra, dio origen á las protes- tas de los dueños de la (iBuenaventurau sin que nada hubieran obtenido, á pesar de lo justificado de la reclamación. Por lo demás, vino á infiuír en las gentes supersticiosas, quienes no auguraron nada bueno para los españoles, de una guerra que comenzaba con la pérdida de una barca cuyo nombre era tan significativo. >y Google En el mismo día se comenzó á hacerse á la mar la escuadra americana del Norte Atlántico, zarpando á las g.45 a. m. coa rumbo al estrecho de la Florida, que es el punto por donde se cruza menor extensión de mar entre Cayo Hueso y la Habana. Estaba compuesta la escuadra del buque almirante acoraza- do «Nueva York,» el "lowa" y el "Indiana» los cruceros «Mar- blead,» «Detroit» y «Nansville," los cañoneros iPuritan,» «He- lena,» «WiUmington.» nCristine.u «Machias» y nNew-Port.» el monitor «Anphitrite,» el «Mangrove,» el «May fiover» y los tor- pederos "Cussing,» «Dupontp» nPorter» y «Footering.» Fué también firmada en igual fecha por e! Presidente Me* Kinley la proclama en que notificaba á las naciones el bloqueo del Puerto de la Habana por la escuadra americana. El documento dice á la letra. «El Presidente de los Estados Unidos de América proclama, que facultado piir las resoluciones del Congreso aprobadas el día 20 de Abril de 1898, se dirigió al Gobierno de España de- mandando á dicho Gobierno que renuncie su autoridad y go- bierno en la Isla de Cuba y retire sus fuerzas militares y nava- les de Cuba y sus a juas; y que habiendo sido facultado para hacer uso de las fuerzas navales y militares de los Estados Uni- dos, y en caso necesario, hacer uso de las guardias nacionales de los Estados, pata llevar á efecto esta proclama, el Presi- dente considera necesario iniciar y sostener el bloqueo de la costa Norte de la Isla de Cuba, incluyendo todos los puertos de dicha costa entre Cárdenas y Bahía Honda, y el puerto de Cien- fuegos en la costa sur de la Isla de Cuba, por lo tanto yo Wi- lliam McKiuIey, Presidente Constitucional de los Estados Uni- dos, con el fin de llevar á efecto las resoluciones mencionadas, por este acto declaro y proclamo que los Estados Unidos de América han instituido y mantendrán el bloqueo de la costa Norte de la Isla de Cuba, incluyendo los puertos en dicha cos- ta entre Cárdenas y Bahía Honda, y el puerto de Cienfuegos en la costa de Cuba. Cumpliendo con las leyes de los Estados Unidos y la ley de las naciones aplicable á este caso, una fuer- za suficiente se colocará para evitar la entrada y salida de bu- ques á dichos puertos. Cualquier buque neutral que se acerque Ó que intente salir de un puerto sin previo aviso ó conocimien- to del establecimiento del bloqueo, será oportunamente adver- tido por el Comandante de la escuadra bloqueadora y registra* rá en sus libros el hecho y fecha de la advertencia, y si este mismo buque intentara entrar en alguno de los puertos blo- queadores será capturado y enviado al puerto má'S cercano para instruirle causa contra el casco y cargamento como presa, si es que así se estima conveniente. Buques neutrales que se en- cuentren en dichos puertos tendrán un plazo de 30 días para salir, contados desde el establecimiento del bloqueo. Ho.tedb. Google 94 Y para su constancia y fines coasiguieutes, firmo la presen- te proclama y ordeno sea sellada con el sello del Gobierno de los Estados Unidos. Dado eu el Palacio del Poder Ejecutivo de la ciudad de Washington, este día 22 de Abril de 1898. A. D. y 122 de la Independencia de los Estados Unidos. (Firmado). ¡Vm. McICintey.y< H Por su parte, el Gobierno colonial publicó un manifiesto en Cuba, protestando contra la interveacióu de los Estados Uni- dos la cual se efectuaba precisamente en los raoinentos de inau - gurar el nuevo régimen que garantía ampliamente la libertad política de la Isla, y cuando se iba á elegir el primer parla- mento colonial que reemplazaba la soberanía de España por medio de la autonomía. El manifiesto después de agregar que los americanos no te- nían otro propósito que la anexié«i de Cuba coocluía con estas palabras: «Es deber de todos los habitantes rechazar la invasión. Re- cordad la conducta de los defensores de la Habana contra la in- vasilón inglesa de Abermasle.» El Capitán General Blanco publicó también un decreto dero- gando el que concedía perdón á los insurrectos y sujetando ^ la ley marcial á todos los culpables de traición, crímenes con- tra la paz ó contra la nación, revueltas, sedícione.'!, etc. Los aprestos para la defensa de !a Habana se hacían con gran activdad, las baterías se alistaban y los ayudantes de órdenes corrían en todas direcciones llamando al ejército á las armas. La artillería de las fortificaciones fué minuciosamente revista- da y los artilleros recibieron consignas de hacer guardia sobre los cañones toda la noche. El General Blanco salió para Santa Clara que se encontraba revuelta, y el Gobernador Militar, Ge- neral Arólas, asumió el mando de la Habana. Los insurrectos continuaban haciendo oposición al régimen autonómico implantado por España, alegando que faltaba el verdadero gobierno independiente; y que aquel sistema repre- sentaba la contiunación del dominio colonial. Así es que tan luego como fueron derogados por el general Blanco los decre- tos de amnistía y perdón por los delitos políticos, volvieron á asumir su carácter intransigente los revolucionarios y se mani- festaron abiertamente aliados de los atnericamos, proyectando por entonces nn ataque sobre la Habana, que esperaban sería secundado por la escuadra bloqueadora, para obrar en combi- nación. .ted»byGOO<^IC 95 La Gaceta Oficial del Gobierno de Madrid, publicó el siguien- te decreto, con fecha 24 de Abril: "Las relacioues diplomáticas con los Estados Unidor están ro- tas y el estado de guerra ha comenzado entre ambas naciones. Se han suscitado numerosas cuestiones sobre la ley interna- cional, las cuales tienen que ser definidas con precisión, prin- cipalmente porque la injusticia y la provocación proviene de nuestros adversarios, y ellos son los que por su conduela detes- table han originado este grave conflicto.» El mismo día la escuadra americana apostada frente á la Habana, se puso en linea de combate, encabezada por el cruce- ro almirante «Nueva York" y dió gran presión al vapor de sus máquinas á eso de las cuatro de la tarde. El motivo de aquel movimieuto fué el haberse avistado un buque entre la Habana y Matanzas que parecía caminar con rumbo al Este. Bien pronto los buques americanos se pusieron á la caza dejando atrás á todos el «Nueva Yorki que marchaba con mayor velocidad. Los artilleros de éste recibietou orden de cargar y estar alerta. Después de algunos nudos recorridos, se distinguió perfectamente la bandera española que flotaba so- bre el buque perseguido, el cual á todo vapor pretendía alcan- zar agua de poco fondo. Cuando se encontraba ya á tres millas de la costa, y á una del Nueva York, empezó á disparar sobre el barco español, que era el «Pedro de Bilbao." Este se paró y fué apresado por los americanos. Fueron también apresados íos buques «Jover» y «Remus" en las mismas aguas. El primero, español, fué conducido con el «Pedro" á Cayo Hueso. El segundo, alemán, después de haber justificado que ignoraba la declaración de guerra, fue puesto en libertad. La escuadra española apostada en Cabo Verde, esperaba ór- denes para marchar, y e! Almirante Cervera mostraba gran impaciencia por entrar en acción- Él Capitán General de Cuba, Señor Blanco, telegrafió á su gobierno que los buques españoles podían ser utilizados en cual- quiera otra parte fuera de la Habana, porque este puerto se bas- taba para su defensa. La cuestión de subsistencias se iba voiviendo difícil á con- secuencia del bloqueo. Los víveres todos encarecían notable- mente, y la carne era un artículo verdaderamente difícil para su adquisición. Con fecha 26 la Gaceta Oficial del Gobierno británico publi- có una proclama de neutralidad definiendo la actitud de las autoridades inglesas con respecto á los subditos ingleses duran- te la guerra entre España y los Estados Unidos. >y Google 96 El Gobierno español envió también á las potencias uoa cir- cular expresando su sentimiento por la dura necesidad de verse obligada á apelar á la fuerza para repeler la escandalosa agre- sióu de los Estados Unidos y defender la integridad nacional y la dignidad histórica del patrio suelo. La circular continúa así: «La historia ofrece pocos ejemplos en que la razón sea tan evidente de una parte, y el ultraje tan marcado de la otra. España tiene de su parte la razón, el proceder correcto y la prudencia, mientras que los Estados Unidos uo tienen de la suya masque deslealtadé impulsas de desmedidas ambiciones." Después de referirse á la execrable conducta del General Fitzbugli Lee, la nota reproduce el texto de las resoluciones del Congreso marcando las últimas palabras «como tratando de . libertar á los cubanos.» Se predice también que Cuba no se declarará pacificada has- ta que esté lista para manejarse por sí misma. La nota da detalles de la ruptura de las negociaciones entre España y los Estados Unidos, terminando con la siguiente de- claración: • «El pueblo español espera el ataque con tranquila serenidad decidido á vender caras sus vidas y á defender con energía sus derechos de permanecer en América. Confía que en esta obra tendrá el apoyo de los cubanos que han permanecido fieles, co- mo de los mismos españoles.» III En el Ministerio de Guerra y Marina de Estados Unidos se desplegaba la mayor actividad. A la vez que había sido publi- cada la proclama del presidente McICInley llamando á las ar- mas á los voluntarios, se había dirigido un mensaje al Comodo- ro Dewey, que se hallaba entonces en el mar de la China, para que alistase su escuadra y se dirigiese sin pérdida de tiempo á atacar á los buques españoles surtos en ia bahía de Manila del Archipiélago Filipino, y tomará posesión— si el éxito no leerá desfavorable— de la capital de aquellas islas. Al mismo tiempo se preparaba la expedición iuvasora de Cu- ba que había de desembarcar en uu puerto de la costa oriental, provista de gran cantidad de municiones de boca y de guvra, y se hacían arreglos para que las fuerzas de los insurrectos apoyasen el desembarco. El Ministerio de Relaciones había entrado también en un período de gran actividad, con motivo del avíSo á las naciones así del rompimiento de laa hostilidades, como del bloqueo de Cuba. >y Google 97 La declaración de guerra fue comunicada por la siguiente nota: «Ministerio de Relaciones. Abril 25— El Congreso aprobó el día 20 de Abril una resolución referente á la intervención para la pacificación é independencia de la Isla de Cuba. El Gobier- no español con fecha 21 de Abril informó al Ministro america- no en Madrid que consideraba esta resolución equivalente á una declaración de guerra, y que por lo t auto, retiraba á su Mi- nistro en Washington, terminando así todas las relaciones di- plomáticas. "Por esta razón el Congreso aprobó hoy una resolución de- clarando que un estado de guerra existe entre ambas uaciones, incluso el día 21 de Abril. (ilnformad al Gobierno ante el cual estáis acreditado que ase- gure la neutralidad en la presente guerra. [Firmado] Sherman.» El siguiente día se publicó en Washington una nueva pro- clama del Presidente de la Unión Mr. McKinlcy, cuyo texto damos á conocer. "Proclama del Presidente de los Estados Unidos: En virtud de un acto del Congreso aprobado el 25 de Abril de 1898, en que se declara que la guerra existe y que la guerra ha existido desde el 21 de Abril A. D. 1398 incluso el mismo día, entre los Estados Unidos y el Reino de España y en virtud de que se desea que esta guerra íea conducida basada en los principios de armonía con la presente opinión de las naciones, y sancionados por el último sistema ya anunciado de que la política de este gobierno será !a de no recurrir al corso, sino sujetarse á las condiciones de! Tratado de París, por lo tanto, yo Wm. Mc- Kinley, Presidente Constitucional de los Estados Unidos de América, en virtud de las facultades que me conceden la Cons- titución y las ieyes, por lo tanto, declaro y proclamo; «Primero. l,a bandera neutral ampara las mercancías enemi- gas, con excepción del contrabando de guerra. «Segundo. I,as mercancías neutrales que no sean contraban- do de guerra, no pueden ser confiscadas aunque estéa bajo la bandera enemiga. Tercero, I.os bloqueos para que sean obligatorios, deben ser efectivos. Cuarto. Los buques mercantes españoles, en cualquiera de los puertos ó aguíis dentro de los Estados Unidos, se les permití- rá hasta ei 21 de Mayo inclusive, descargar y zarpar de dichos puertos 6 aguas; y si estos buques son escontrados en alta mar por cualquiera de los buques de los Estados Unidos, se les per- mitirá continuar su viaje, si después de visitados aparece que sus cargamentos fueron tomados á bordo antes de la expiración del plazo indicado, siempre- que ninguna de las cláusulas ante- riores pueda aplicarse á barcos españoles, teniendo á su bordo >y Google oficiales en el servicio miiitar ó naval del enemigo, ni carbón, excepto aquel que sea necesario para el viaje á otro artículo proiiibido ó contrfibando de guerra ó que lleven algón despa- cho del ó para el gcbierno español. «Quinio. Cualquier buque mercante español que haya zarpa- do antes del 21 de Abril de 1898 de cualquier puerto extranje- ro para los puertos ó aguas americanas, se le permitirá entrar á estos puertos ó aguas, descargar y salir sin ser molestado; si algunos de estos buques son encontrados en alta mar por los buques americanos se les permitirá continuar su viaje á cual- quier puerto que no esté bloqueado. «Sexto. Se ejercitará el derecho de vista con estricta sujeción á los derechos de los neutrales y Jos viajeros de los vapores co- rreos no serán interrumpidos, salvo que existiesen sospechas de que violan las leyes con respecto al contrabando ó bloqueo. (Firmado) Wm. McKinley, «Dado en ei Palacio del Poder Ejecutivo en Washington á los veintiséis días de Abril de 1898. Las declaraciones de neutralidad en Francia, Austria, Por- tugal, Japón, México y algunos países sub-americanos se fue- ron haciendo sucesivamente en Jos días inmediatos. Alemania manifestó que reservaba sus derechos para adoptar una deci- sión, y no fué sino algún tiempo después cuando se declaró también por la completa neutralidad. Mientras estos sucesos se desarollaban en América, prepa- rábanse otros más sensacionales en las posesiones españolas de Asia. El Comodoro americano Jorge Dewey al mando de una po- derosa escuadra se acercaba á Filipinas. Kl Almirante espa- nal Montejo, cuyo heroísmo había de dar carácter á la página más épica de esta historia nefasta, se preparaba para salir á su encuentro comandando una ñotilla de barcos de madera, tri- pulados por hombres que habían hecho previamente el sacrlñ- cío de su vida en aias del amor á la patria y del honor español. [(o.ted'b. Google CAPITULO VIII. Principii U guerra. — Breva reacia histórica do U^ IhUs Filipinas. — El primer combite naval. — C mo eran 1m buques españoles y cómo ira americanos qne combatieron.— Desoripoicln da I* batalla de Cavite. — Valerosa conducta de los españolea. — Muerte del capitán Cadarso Rey, — Buques echados á pique. — Partea oficiiiles da la batalla. — Opioi'n de un e.ícritoT francés, tettigo pre- sencial. I BIl estado de guerra existía ya de hecho entre España 11 y América. En los dos coutiuentes se creía que el I primer cañonazo iba á resonar de un momento á otro. ~e supuso que los buques americanos próximos á la Isla hubiesen roto el fuego sobre uno de sus puertos y que el primer combate tendría Jugar en la costa cubana, en el gol- fo de México ó en tierra de la misma Antilla ó, en todo caso, en algún punto del Atlántico. Así es que la noticia de que la prinierii batalla se había veriñcado el lo de Mayo en Manila, se recibió con verdadera sorpresa. Los sucesos posteriores desarrollados eu el Archipiélago fili- pino le han dado gran significación en la política internacio- nal; por lo tauto creemos oportuno, antes de hacer la descrip- ción de la memorable batalla, decir dos palabras acerca de su geografía histórica y política. Las Islas Filipinas se hallan situadas eu la parte septentrio- nal del Archipiélago asiático. Las rodea por el Norte y Oeste el mar de la China; por el Este el Océano Pacífico y por el Sur el mar de Célebes. La tierra más próxima al Norte es la isla Formosa, al Este, las islas Palaos; al Sur, las islas Célebes al Oeste el Borneo y al Oeste la Cocliinchiua,— En cuanto á la distancia con España, la más corta para la navegacióu es de 16,580 kilómetros á través del Canal de Suez y de 25,000 por el cabo de Buena Esperanza. ^Las 1,400 Islas que forman el Archipiétago filipino, se dividen en cinco grupos: Luz5n, (la >yGooglc 100 más importante), Bisayas, Paragua, Joló y Mindanao, Alguna vez se han visto obligadas las autoridades militares de estas dos últimas provincias, á reprimir eoérgicameute los desmanes y fechorías cometidas por ciertas hordas levantiscas y rapaces, pertenecientes casi en su totalidad á la raza musulmana, por- que la gran mayoría de la población isleña se compone de ma- layos, cuyo carácter dócil y sumiso se ha hecho siempre nota- ble, daudo por lo tanto muy poco que hacer á las autoridades de la Colonia. En estos ultimes años ha habido algunas rebe- liones de los naturales, instigados por las tenebrosas maquina* cioues de las sociedades secretas que tanto abundan eu la Isla, Kl gobierno peninsular recuerda ahora el pérfido proceder del Dr. Rizo, así como el del célebre revolucionario Emilio Aguinaldo. Este, habiéndose obligado á no hacer armas contra España, recibió, según convenio, gruesas sumas de manos del ex Capitán general Primo de Rivíra, juró y dio su palabra de honor entonces, de que no volvería i tomar parte en la revolu- ción, para acaudillar después á los insurrectos en el movimíen- ■ to sedicioso que estalló no hace mucho. No es este el único caso de perfidia que se registra en la historia de las revolucio- nes coloniales. El ex-CapÍtán general Martínez Campos pagó también bastante cara la conducta traidora de los jefes insu- rrectos cubanos en 78, (i) sin obtener mejores resultados, I^as Islas Filipinas fueron descubiertas eu 1521 por los In- signes navegantes Magallanes y Elcano, durante el reiuado de Felipe II cuyo nombre llevan en honor de este monarca, D. Luis Velasco, segundo virrey de la Nueva España, fué quien organizó la expedición que había de conquistarlas, y nombró jefe de ella á D. Miguel López de Legazpi. El día 21 de Noviembre de 1563 salió dicha expedición del puerto de Navidad y después de tres meses de navegación llegó á ■Fili- pinas el 13 de Febrero del siguiente año, procediendo desde luego á la conquista, que debido á su habilidad, pudo llevarse á cabo sin tropiezos y el día 15 de Marzo de 1871 tomó pose- sión de ellas á nombre del Rey de España, Las Filipinas tienen uua extensión territorial de 398,772 ki- lómetros cuadrados; eu la actualidad su población es aproxi- madamente, de unos 7.000,000 de habitantes, los que pertene- cen en su gran mayoría, como antes dijimos, á la raza malaya. El elemento peninsular, no predomina aquí como sucede en Cuba. El país es sumamente fértil y rico; la agricultura es la fuente principal de esta riqueza; las producciones de café, ca- cao, tabaco, vainilla, etc. y muy particularmente sus maderas bul*. Aparece iuKTtkdo en 1> página 4S de e«te libro. , Google iOl preciosas, Tratas tropicales y plantas textiles, sod exportadas en grandes cantidades á los mercados de Europa y Norte Amé- rica. A raíz del levantamiento iniciado en Baire(islade Cuba) ha- ce tres años, llevóse á cabo otro semejante en esta apartada re- gión de Oriente, siendo en poco tiempo sofocado por las ague- rridas huestes del General D, Camilo Polavieja. Después han vuelto los belicosos isleños, capitaneados siempre por el cabe- cilla Aguinaldo, á hacer armas contra España. Últimamente tomóla insurrección mayores proporciones debido á la inter- vención armada de los Estados Unidos, No es esta tampoco la primera vez que las islas Filipinas se vea atacadas por invasores extranjeros. El año de 1762 arribó al Archipiélago una escuadra inglesa, al mando del almirante Jorge Cornish y del brigadier Drapíer, quienes intimaron la rendición de Manila, bombardeándola al ver su resistencia. Iy Google 102 Cumplidas estas órdenes, se avistaron poco tiempo después en aguas filipinas los buques de guerra americanos, al mando del Comodoro Dewey, y cuyas fuerzas navales eran las siguien- tes: el "Olympiaw buque almirante, crucero protegido de prime- ra, de 5.8S0 toneladas, 2: nudos de velocidad; 4 cañones 8 pul- gadas; ro cañones de tiro rápido de 5 pulgadas; 4 cañones de 6 libras, 6 de una libra y 4 ametralladoras, «Baltimore." cruce- ro de segunda clase, con 4,600 toneladas, 20, 6 nudos de v^-lo- cidad, 4 cañones de 8 pulgadas, 6 id, de 6 pulgadas, 4 caño- nes de 6 libras de tiro rápido; 3 cañones de 3 libras. 2 cañones de I libra, 8 pulgadas y 2 ametralladoras. «Boston,» crucero de segunda, con 3. 189 toneladas; velocidad 55 nudos; 2 ca- ñones de á 8 pulgadas, 6 cañones de 1 6, 4 cañones de 6 libras de tiro rápido, 2 de á 3 Hbras, 2 de á una libra, i de á 8, 3 de á una pulgada, y dos ametralladoras. nRaleigli," de segunda clase, velocidad, 19 nudos, un cañón de seis pulgadas, 10 ca- ñones de 5 pulgadas de tiro rápido, S cañones de 6 libras, 4 de litira y 4 ametralladoras. «Cuncord,» de tercera clase, coa I. 700 toneladas, 17 nudos de velocidad, 6 cañones de 6 pulga- das, 2 cañones de 6 libras de tiro rápido, 3 de 3 libras, un ca- ñón de I libra y 6 ametralladoras. «Petrel," de cuarta clase con 890 toneiedas; 13 nudos de velocidad, 4 caíiones de 6 pulgadas, 2 cañones de 6 libras de tiro rápido y 4 ametralladoras. Acom- pañaban á estos buques de combate los transportes armados, oHelene,» oZapliim y «Nashaui, «el guarda costanMcCullonghu el carbonero «Sabou y el buque de provisiones nSeafarer.n Es- tos dos últimos, así como el «Zaphir» y «Nashani» no tomaron participación en la contienda, permaneciendo á alguna distan- cia fuera de la linea de combate. A fin de que se pueda juzgar con toda conciencia é impar- cialidad del sangriento drama desarrollado en Cavite en las primeras horas de la mañana del día 10 de Mayo damos á con- tinuación un pormenor de! número y calidad de buques espa- ñoles que hicieron frente al poderoso enemigo. Fueron estos barcos: el «Reina María Cristina,» buque almirante, de 3 450 toneladas, bolado al agua en i88i; con una velocidad de 12 nu- dos; 6 cañones Houtoria de 6. 2 pulgadas, 2 cañones de 2, 7 pul- gadas, 3 de 2. 3 pulgadas de tiro rápido, 6 cañones de 1.4 pul- gadas y dos ametralladoras. «Castilla,» Crucero de segunda cla- se, construido en el año de 1881, de3.34z toneladas, 3 cañones Krtipp de 5. 9 pulgadas, 2 cañones de 4. 7 pulgadas, 3 cañones de 3. 3 pulgadas, 2 cañones de tiro rápido y 2 ametralladoras. «Velasco,» cañonero que se hallaba en la ensenada de Bacoor, reparándose, de 1.512 toneladas, 3 cañones Hontoria de 5.9 pulgadas, 2 cañones Armstrong de 7 pulgadas y 2 ametra- lladoras. «Don Antonio de UUoa;» de 1,130 toneladas, 10 nudos >y Google de velocidüd, con 4 cañones Hontoria, de 7 pulgadas, 3 c nes de 2 pulgadas y dos amettalladoras. «Don Jitan de Austria, o de 1 130 toneladas, 11 nudos de ve^ locidad, 4 cañones Hontoda, de 7 pulgadas, 2 cañones de tiro rápido de 2 pulgadas, i cañón de 15 pulgadas y 2 ametrallado ras. «General Lazo,» cañonero iJe 524 toneladas, ro.5 nudos dí velocidad, 2 cañones Hontoria de 4 7 pulgadas, i de 3 5 pul gadas, 2 cañones pequeños de tiro rápido y i ametralladora. «El' cano.» de 520 toneladas y 10 nudos de velocidad, 3 cañones de 4.7 pulgadas, i de 3.5 pulgadas, 2 cañones pequeños de tiro rápido y r ametralladora. «Marqués det Duero," aviso de 400 toneladas, g.6 nudos de veiocidad, con 1 cañón de 6,2 pulgadas, 2 cañones de 4 7 pulgadas y i ametralladora. nIsSa de Cuba,» crucero de 3a clase, de 1,400 toneladas, 10.5 nudos de velocidad, 4 cañones Hontoria de 4.7 pulgadas, 3 cañones pequeños y 2 ametralladoras. «Isla de Luzón," de 1030 to- neladas, 9.6 nudos de velocidad, 3 cañones Hontoria de 4.7 pulgadas, 2 cañones de 3 5 pulgadas y 2 ametralladoras, «Isla de Mindatiao,!- vapor-correo de ta Compañía Trasatlántica, que no tomó ningún participio en el combate, lo mismo que el trasporte "Manila,» los cuales permanecieron fondeados en la ensenada de Bacoor durante la contienda. Todos estos barcos, excepción hecha de tos cruceros «Reina Maiía Cristina,» «D, Antonio de UUoa» y «D. Juan de Austria»eran de madera y ca- recían del blindaje de protección. Algunos de ellos se encontra- ban en muy mal estado, resultando casi inútiles para el ser- vicio. Kn cuanto á su armamento, debernos hacer constar que muy pocos fueron los que llevaron cañones de tiro rápido. Sólo el buque "Reina María Cristina" poseía los cañones de 14 centí- metros, que era lo que más valia del artillado de la flota espa- ñola. Adolecía ésta también de la falta de un cuerpo práctico é idóneo de maquinistas, pues en la premura con que se procedió á su organización hubo necesidad de echar mano de hombres que nuDca habían sido marinos de guerra Los cuerpos de con- destables y artilleros también fueron muy deficientes, y algu- nos reclutados á última hora; el desastre tenía pues que resul- tar 00 solamente probable, sino ineludible para España. En resumen, cinco fueron las naves españolas, que represen- taron algún valor efectivo en esta hecatombe, las que en coa- junto sumaban ir, 290 caballos de fuerza, 13,371 toneladas, 76 cañones, 1,875 tripulantes y 12 millas de velocidad el de ma- yor andar. La escuadra norteamericana se componía en su mayor parte, de cruceros protegidos y modernos, con una velocidad media de algo más de r7 millas, y de cañoneros de primera, con un b. Google 104 total de 21,410 toneladas, 49,290 caballos de fuerza, 163 bocas de fuego (la mayor parte de tiro rápido) 1,750 plazas á bordo, montando el aOlympia" 4 formidables cañones de 20 ceutítae- tros; los í^añones fueron gobernados por artilleros ingleses con- tratados antes de zarpar del puerto de Hong Kong la escuadra norteamericana, por el Goasul de esta nación, Mr. Wildam, quien ofreció á las bine jackets británicos 500 dollars mensuales en pago de sus servicios. Debemos hacer constar también que diciios marinos ingleses eran eu su mayoría desertores de la escuadra de la Gran Bretaña. Tal es la versión de un subdito francés que se encontraba ea el lugar de los acontecimientos, y que á continuación trascribimos. El día 25 de Abril, á media noche salió el Cos. ,., almirante de la escuadra española D. Patricio Montojo de la bahía de Ma- nila para el puerto de Subic, acompañado de los cruceros «Rei- na María Cristina,» «D. Juan de Austria,» "Isla de Cuba,n «Isla de LuzÓD,» aviso «Marqués del Duero» y el oCastilla.» Este último viejo navio, se hallaba en malísimas condiciones á causa del deterioro completo del casco, que le impedía casi todo movimiento; sólo pudo ser utilizable, á medias, como una ineficaz batería flotante. E! día 36 celebró en Subió el Contralmirante una confereu-' cia con el Capitán de navio, Sr. del Río, sobre el estado en que se encontraban las obras de defensa de ese puerto, por donde se vino en conocimiento de !a deplorable situación en que se ha liaban. Se procedió inmediatamente á reparar el mal en lo que fuese posible, puesto que se acercaba la hora de presentarse la armada enemiga eu las aguas del Archipiélago. Como se com- prenderá, estas improvisadas defensas resultaron insuficientes en virtud de la violencia con que se llevaron á cabo. Era tau !am.entab¡e la situación que guardaba el crucero «Castilla," que á consecuencia de la corta travesía verificada pa- . ra llegar á Subic, hacía mucha agua cuando arribó á este puer- to, al grado de que fué necesario taparle las hendiduras que presentaba, con cemento, operación que tardó algunos días lo- grándose al fin que quedara el buque casi estanco, pero mate- rialmente imposibilitado para utilizar su máquina. En las primeras horas de la mañina del día 27 los barcos referidos se dirigieron á la parte Suroeste de! puerto precitado á fin de cubrir su boca que era donde se hacía más índispeusa- ble la resistencia. El «Castilla» se retiró sobre el extremo No- roeste de la Isla Grande para defender con sus fuegos la entra- da del Oeste. La del Este quedaba cerrada con los cascos de algunos barcos mercantes echados á pique cou tal propósito. Con profundo desagrado notó el Coa tral mira ote Montojo que BO hablan sido montados, como lo esperaba, los cañones en la b. Google 105 Isla, y mucho más aúa aumentó su disgusto al manifestársele que tardarían más de mes y medio en estar emplazados dichos cafioues. La defensa de torpederos fué nula porque se dudaba de su eficacia para proteger la rada. No defendida ésta bajo tai me- dio, ni por las baterías de tierra, tenía que resistir la escuadra con sns escasos elementos el formidable ataque de la ilota nor- teamericana, en un reducidísimo círculo. III Abrigaba aún la esperanza Montojo de que el enemigo no se dirigía al puerto de Subic, dándole de esta manera tiempo pa- ra prepararse alg,. Jiejor y poderle hacer frente en condiciones menos desfavorables; pero estas esperanzas se desvanecieron bien pronto. Al día siguiente recibió del Cónsul españolen Hong-Kong un telegrama que textualmente, decía: «Escua- dra enemiga salió á las dos de la tarde de la bahía de Mirs, y según confidencias, se dirige á Subic para destruir nuestra es- cuadra y después marchará sobre Manila." El telegrama demostraba que el enemigo conocía perfecta- mente los movimientos de la escuadra española, así como tam- bién sabía que carecía de medios de defensa el fondeadero ó puerto de Subíc. En efecto, estos pormenores le fueron comuni- cados al Comodoro Dewey, jefe de las fuerzas navales america- nas, por varios agentes y espías chinos, japoneses y británicos. El día 28 de Abril el Contralmirante Montojo convocó á jun- ta extraordinaria de comandantes, y todos, á excepción del je- Je del arsenal de Subic, Sr. del Río, opinaron que la situación era insostenible, y que debían trasladarse á la batería de Ma- nila, para aceptar-allí el combate en condiciones más favora- bles. Esta resolución contrarió muchísimo al comandante del arsenal expresado, y no comprendemos qué motivos hubo de tener por apoyar su opinión puesto que realmente la bahía de Manila ofrecía mayores ventajas á la escuadra, que las que pu- diese tener el puerto de Subic. Como se había convenido y resuelto el día 29 abandonó la Sota el puerto de Subic, y se dirigió á Manila, desechándose la idea de apostar los buques cerca de esta última ciudad, porque lejos de defenderla, provocaría el bombardeo de la plaza, que hubiera sido desastroso. Se optó pues, unánimemente, por to- mar posiciones en el fondo de Cañacao, con el menor calado posible á fin de poder combinar los fuegos de la escuadra con los de las baterías de punta Sangley y del nUlloa.» Dio luego el Contralmirante Montojo orden al comandante Sr. del Rio de que concentrara todas sus fuerzas en el punto >y Google 106 más conveniente y estratégico del arsenal de su mando, así co- mo para quemar, si era necesario, las existencias de carbón al- macenadas en el depósito, antes de que cayese éste en poder del enemigo. Fué despachado para Manila el «Don Juan de Austria» con el objeto de que se reuniera el mayor númeto de chalanas, cargadas de arena, para que sirviesen de defensa á la línea de flotación del «Castilla» que como antes dijimos carecía de movimiento, y protegerlo en lo que fuese posible contra los torpederos y granadas enemigas. En la tarde del citado día 29 fondeó !a escuadrilla hispana en el seno de Cañacao, y el siguiente, 30 de Abril, quedaron establecidos en línea de combate el «María Cristina,» «Castilla,» , cDon Juan de Austria,» «Don Antonio de Ulloa," «Isla de Lu- zón,» «Isla de Cuba» y "Marqués del Duero," mientras que el transporte nManila» iba á reunirse eu el fondo de la ensenada de Bacoor con los cañoneros «Velasco» y «Lazo,» que como ya referimos primero, se hallaban en reparaciones. A las siete de la tarde fué trasmitido de Subic un telegrama anunciando que la flota enemiga había entrado eu el puerto á ■ lastres, y no encontrando allí á Montojo y su escuadra como esperaba, había ordenado el Comandante Mr. Jorge Dewey, saliera inmediatamente para la bahía de la capital filipina. Llegaba á la bahía el trasatlántico «Isla de Míndaiiao» á cu- yo capitán aconsejó Montojo salvara su navio partiendo en el acto rumbo al puerto de Singapore; pero la falta de la autoriza- do u respectiva de la compañía Transatlántica, no decidió de pronto al capitán, y al fin se refugió con su bnque en las iume- diaciones de Bacoor. A eso de la media noche oyéronse cañonazos hacia la isla del Corregidor, y á las dos de la madrugada del día 10 de Mayo, recibió Montojo aviso telegráfico del arribo de la escuadra ame- ricana á dicha isla. Ayudada por sus potentes proyectores, di- rigió sus fuegos á las bateiías del Corregidor, Inmediatameuta dio aviso el jefe de la armada, Sr. Montojo, al comandante del arsenal, capitán Sostoa, y al gobernador de la plaza de Cavite, genera] Don Tomás García Peiía, á fin de que se procediese sin pérdida de tiempo á cargar la artillería y que todos los oficia* les, soldados y marineros estuviesen en sus puestos. Prevenida la escuadra para el combate con los fuegos avivados, sólo se esperaba ya por instantes la llegada de la flota enemiga. Los barcos comandados por el Contralmirante D. Patricio Montojo. habían sido pintados antes, de un color gris obscuro, y se les despojó de toda obra muerta, masteleros y botes, con objeto de evitar; en cuanto fuese dable, el efecto de los proyectiles y as- tillazos del invasor norteamericano. Este apareció al fin, frente á Cavite, á las tres de la madrugada. Ho.tedbyGOÓglC 107 Una hora después se hizo la señal de zafarrancho de coraba- te. Pocos momentos antes de las cinco distinguió el »Don Juan de Austria» la escuadra enemiga, y pasados alguaos instantes le avistó desde á bordo, algo confusa, pero dispuesta ya en lí- nea de batalla como á cinco mil metros distante de la española. Formaba en primer lugar el buque insignia «01yrapia,i) se^ guían el «Bal t¡ more, ji «Boston,» Concord,» «Helene,» nPetrel» y Me CuUough», permanecieron fuera de la línea los transpor- tes nZapbir» y «Nashani.» Alas cinco y cuarto de la mañana rompió el fuego la Batería de la Punta Saiigley, y cuyos pri- meros proyectiles no alcanzaron al enemigo; sus cañones eran dos de quince centímetros, sistema Ordoñez. y de los cuales nada más uno tenía su boca de fuego en dirección á la flota da Dewey. Pocos momentos después abrió también el fuego uua de las baterías de Manila, y antes de las seis, una vez ya hecha la señal, lo verificó la escuadra española, respondiendo iume- diatameule la enemiga. El combate fué mtablado. El fuego de los norte- americanos era rapidísimo; se veía la flota española materialmente evuel- ta en un diluvio de proyectiles, muy particularmente el "Cris- tina," que fué en el que concentraron sus fuegos los coutrarios. No había trauscurrido mucho tiempo cuando una granada ame- ricana hizo explosión en el castillo del "Reina Cristina," ma- tando ó hiriendo á casi todos los individuos que prestaban sus servicios en loí cuatro principales cañones del buque; hizo también grandes averías en el palo trinquete, y los fragmen- tos del maderamen destrozaron parte de los timoneles que go- bernaban el puente, por lo cual tuvo necesidad de tomar la rueda el teniente de navio D. José Nuñez que con gran sere- nidad permaneció eu su puesto, gobernando hábilmente el ti- món, hasta que terminóla sangrienta refriega. Estalló otra gra- nada en el soyado del "Cristina", y originó el encendió de los masteleros de la marinería, no causando grandes daños por ha- ber sido pronto sofocado. I,a escuadra americana avanzó hacia la contraria, y afinando su puntería, disparó sobre ésta una verdadera lluvia de me- trallas con sus magníficos cañones de tiro rápido; causó mu- chas bajas y no pocos desperfectos á los infortunados navios españoles. «El Cristina,» también recibió una granada formidable que le destrozó por completo el servo- motor quedando sin gobierno por algunos momentos, raieutras se procuraba engranar su rue- de mano, y a! llevarse á cabo esta operación explotó otra gra- nada en la popa de la nave, que dejó fuera de combate á nueve americauos, y muy mal herido á un segundo teniente. Otra más hizo astillas el pico del palo mesana, arrastrando la bandera y >y Google to8 la insignia del contra almirante Montojo, las cuales fueron re- puestas inmediatamente. Nuevas granadas reventaron en dis- tintas partes del buque y algunas de pequeño calibre atavesa- lon sus chimeneas, á la vez que eran perforados los guardaco- lores por otra de las granadas, que dejó fuera de combate á un condestable y quince hombres sirvientes de la artillería. KI cañón de proa de estribor quedó inutilizado por un grueso proyectil. Otra granada atravezó el costado reventando en el soyado y causó un espantoso incendio á bordo mientras seguía la tempestad de granadas y bombas de todos calibres, descar- gadas sobre el buque almirante. Por último, una bomba explo- siva reventó en la cámara de oficiales, couvertida en hospital de sangre provisíonalmeote. E! estrago que produjo fué horro- roso: los infelices heridos que allí se curaban fueron muertos unos y mutilados otros, sembrando el pánico y terror consi- guientes. Por todas partes se oían ayes lastimeros de dolor lan- zados por las débiles voces de los heridos que se mezclaban con las más terribles denostaciones de los que se retorcían horrible- mente mutilados, en los charcos de su propia sangre. Es impO' tente la pluma para transcribir al papel el cuadro de horror que se desarrollaba en aquellos momentos supremos. La sangre hu- mana corría aún tibia y humeante á caudales sobre la cubierta del navio-insignia español y los fragmentos de los cuerpos des- trozados de sus defensores se veían por todas partes, muchos de ellos palpitantes todavía. Un infeliz americano, ftié alcanza- do por uu casco de granada que le desgarró el vientre por com- pleto echándole fuera los intestinos; el héroe con pasmosa y aterradora serenidad se recogía éstos con una mano, mientras que con la otra apocaba su fusil en uu montón de cadáveres descargándolo furioso sobre el enemigo Episodios semejantes, llenos de valor y de entereza, abunda- ron en esta memorable jornada, mas á pesar de tanto heroísmo derrochado y de tanta sangre generosamente derramada, todo al fin resultó inútil. Hablemos de la catástrofe del «María Cristina». Decíamos que este barco había sido presa de las llamas, y para agravar más su precaria situación, el único cabo de cañón fué al fin ani- quilado por un proyectil que le originó gravísima herida, de- jándolo fuera de combate. No quedó ni un sólo hombre ileso á bordo del buque almirante español, porque hasta el Jefe de la flota pon Patricio Montojo, resultó con una seria contusión en la pierna izquierda. En semejantes circuoEtancias resolvió abandonar al ^Cristi- na,» después de recojer su insignia y bandera, que material- mente se encontraban ya acribilladas á cañonazos; sus costados, chimeneas y arboladuras, envueltos por las llamas, y fuera de >y Google I09 combate casi toda.su dutacíóu, así como la mayor parte de la. oficialidad. El contralmirante Montojo hizo señales al mismo tiempo al "Isla de Cuba» y al «I,uzón» para que acudiesen á recoger los restos de la tripulación, y una vez llevada esta maniobra á cabo por los botes del «Cuba," «Luzón» y ^Marqués del Duero,» el "María Cristina,» fue echado á pique por sus denodados de- fensores, á fin de que nada pudiese aprovechar de él el enemi- go. El Contralmirante Don Patricio Montojo arboló inmediata- mente su insignia en el crucero «Is5a de Cuba". El heroico co- mandante del «Reina Cristina» Don Luis Cadarso y Rey fué herido por una granada mientras dirigía las maniobras de sal- vamento á bordo del navío. Fué uno de los jefes de !a armada que más se distinguieron durante el combate. Cuando había perdido toda esperanza de salvarsu buque, no quiso salvarse tampoco. Aceptó voluntariamente la muerte y se hundió con él, en compañía de sus marinos muertos y heri- dos, bajo las profn"dÍdade3 del océano. El "Don Antonio de Ulloa" se defendió no menos heroica- mente: con dos únicas piezas de que pudo disponer y con quin- ce hombres para los servicios indispensables de tan escasa arti- llería, hizo frente á los gruesos proyectiles del «Olyrapia» y del fConcord,» que no tardaron en causarle rumbos en su fiuea de flotación y en echarlo á pique pocos momentos después. Fué muerto su bravo comandante, lo mismo que aquellos denoda- dos marinos. «El Castilla» luchó con tesón, pero su artillería fué pronto inutilizada por tas metrallas enemigas y sólo de! cañóu de po- pa pudo servirse hasta el fin. Corrió este buque la misma suer- te que los otros; incendiado por las granadas americanas fué echado á pique por su comandante D. Alonso Morgado, que lo abandonó á tiempo, salvando al resto de la tripulación de una manera ordenada. Sus bajas fueron de 32 muertos y 90 heridos, El "Don Juan de Austria," con bastantes averías y muchas bajas, y teniendo las carboneras incendiadas, acudió en auxi- lio del "Castilla," pero poco, mejor dicho, nada podía hacer en favor de este navio, por las condiciones lamentable, en que se encontraba. El "Isla de Luzón" tenía también tres cañones desmontados, y serias averías en su casco y arboladura, y por último el "Mar- qués del Duero" quedó eon sus máquinas inservibles, lo mismo que uno de sus reductos y el cañóu de proa. A las ocho de la mañana suspendió el fuego la escuadaa ene- miga, dando entonces orden Montojo que los buques que aun b. Google quedaban, fuesen á tomar posisiones en la ensenada de Bacoor, y resistiesen allí hasta el último extremo al enemigo. IV. Tres horas después se reanudó el combate, la escuadra ame- ricana formó uu estrecho círculo con el objeto de acabar con los restos de la flota española, lo cual consiguió después de anos cnantos disparo?, por la escasa resistencia que pudo pre- sentar con los pocos cañones que aun conservaba montados. Había llegado el fio del desastre, el epílogo del sangriento dra ' ma: no era posible sostener por más tiempo tan trist-i situación Todo se había perdido en Filipinas para España, menos su ho ñor y su dignidad. Sus bravos y nobles hijos fueron vencidos, es cierto, pero jamás por cobardía ó falta de patriotismo; te nían obligación de luchar hasta morir, pero uuuca se les po- dría exigir que alcanzasen la victoria. Heroísmo fué e! haber preferido hundirse CJn sus buques antes que dejarlos en peligro de caer en manos del enemigo. Las bajas españolas, según los datos oficiales que hemos te- nido á la vista, ascendieron á 6(8 hombres entre jefes y oficia- les, [i] La población de Cavile también sufrió no poco á causa del bombardeo de que fué víctima. De los buques españoles que tomaron parte en la refriega no pudo salvarse uno solo. Veamos ahora el parte oficial comunicado por el Comodoro Dewey al Ministro de Guerra y Marina de los Kstados Unidos. E! primer mensaje enviado á Washington, dice: "Manila, Mayo lo.— Escuadra llegó á Maulla al amanecer hoy. Inmediatamente trabó combate con enemigo y destruyó los siguientes buques españoles: "María Cristina," "Castilla" "UUoa', "Isla de Cuba" «General Lazou "Duero" "Correo," (1) En cinrío «I núiiero de bajas que hubo en la batalla da Carire los íiguic-ntPB parles oGcíalee, como ?e ré, están desaino ni es. Debumos desechar el del CtimodarD Detiey que afitm:i que estaa fueron 150 Us PspaiioUs; y debemoK despcharlo por* que 09 lógico suponer en él ig'Dorancln de lo que ocurría en los buques enemigos que no eatuvisron li»jos eua drdeneB. La cifra üjndi por el Gobernador Qeneral dn Filipinas, que hace subir el tiú- mero de bajaa á 618, nog pBrfce la más verosfmil. Segán el mismo menesje reRte- mron de Carite & MhdíU ]00U marinas de la escuadra destraída; lo cual indica que de 1676. total de plnias & bordo de loa na'fos español», debemos restar lOUO que reftrea»roa á Alanila, quedando en consecuencia 875, de los que no babla el rtsn en CatíM por otros distintos iBotiTos, y GIS íerlan las bajas en resumen. Además, los datos que b< moa adquirido posteriormente, conÜrman Ja exactitud del mensaje del Gobernador de Fíliptnag. Por lo quB bnce á las iinjns nmericanae no hemos encontrado hasta ahora nada que contradiga la versión de que eataa w redujeron & seis marinos heridos. b, Google "Velasco," «Mindano,» un transporte y bateiía flotante en Ca- vile, Escuadra americana ilesa, sólo unos cuantos niaiinos lige- ramente heridos. Único medio comunicación es telegrafiará Cón- sul americano en Hong-Kong, Comunicaréme con él (firmado) Dewey.ij El día 7 de Mayo se recibió diclio mensaje, y á contiiinación este otro; rcCavite, Mayo 4. — Long Ministro Marina. — He tomado po- sesión de estación naval de Cavite. Islas Filipinas y destruido sus fortificaciones. He destruido sus fortificaciones á la entrada de la había que la protegen. Tengo dominada la bahía, puedo tomar la ciudad en cualquier momento. La escuadra bien, ma- rinos en excelente salud y espíritu. Las pérdidas españolas son considerables, aunque do se saben todas. 150 muertos, entre éstos el Capitán del "María Cristina." Kstoy ayudando á prote- ger á los enfermos y heridos españole.'i que se encuentran en los hospitales dentro de nuestras líneas. Gran excitación reina en Manila. Protegeré á los extranjeros. — Dewey.» El Gobernador General de Filipinas telegrafió de Manila, el mismo día 7, á Madrid lo siguiente: "El enemigo ha tomado á Cavite en el arsenal estableciendo un completo bloqueo. Se dice que á pedimento de los cónsules extranjeros, los americanos no bombardearán la capital. (Ma- nila) á condición de que ya 110 baga fuego sobre los buques americanos, que se encuentran fuera de tiro. Un mil raarioos de nuestra escuadra destruida llegaron ayer. Las pérdidas de nuestra escuadra ascienden á seiscíeutos dieciocho.» La Embajada de Francia recibió en Washington otro despa- cho referente á la batalla, concebido en estos términos: "Seis cruceros y caíioneros españoles tomaron parte en el combate. El primer ataque dio principio entre 8 y 9 de la ma- ñana del 10 de Mayo. Los buques americanos avanzaron en línea de combate for- mando una Valgo abierta, encontrando á la escuadra españo- la que formaba línea de combate en figura de Y invertida, el crucero Almirante "María Cristina" del Almirante Moutojo, encontrándose en el ápice. Este buque fué el centro del fuego que quedó acribillado y se fué á pique, por los cañones del "Concord." Se dice que recibió 100 proyectiles de cañones de tiro rápido de 5 y 6 pulgadas en dos minutos, á una distancia de 1,000 yardas. De.spués de que se notó que e! buque almirante estaba fuera de combate y que el almirante Montojo lo abandonaba en un bote, el fuego se concentró sobre el crucero "Don Juan de Aus- tria," que fué destrozado; su capitán, primer oficial y más de Una tercera parte de su tripulación, perecieron. Al buque de >y Google 112 madera "Castilla" el fuego convergente del enemigo, pronto lo incendió y echó á pique. La táctica adoptada por el Comodoro Dewey, parece que fué el método que se considera como el mejor por las autoridades navales en Europa, y que consiste en elegir un buque y con- centrar todo el fuego sobre él. La formación de la línea de combate adoptada por los espa- ñoles, es la táctica antigua, mientras que la del Comodoro De- wey permite que cada buque en la línea de combate, concentre su fuego según se le ordene. Se desprende de Ja pérdida de los tres buques españoles más grandes, que Dewey escogió á éstos, uno tras otro, descargan- do sobre ellos una lluvia de metrallas, que en poco tiempo los puso fuera de combate. El primer encuentro, agrega el mensaje, duró 40 minutos después del primer disparo; parte de este tiempo se ocupó en tomar posicionps para el mejor éxito del plan de atacar á uno después de otro de los buques más impoitautes. Parece que el segundo encuentro se ocasionó por la aparición de algunos bu- ques españoles, que siu duda se eucontraban cruzando fuera de la bahía y que entraban eu el puerto eu esos momentos." Las siguientes palabras del contralmirante Montojo, después de la batalla, revelan el magnífico comportamiento de sus ma- rinos y la imposibilidad de haber siquiera resistido cou éxito: "Todos los jefes, oficiales, maquinistas contramaestres, con- destables, marinos y soldados, decía el Almirante español, han rivalizado en sostener con honor el buen nombre de la marina en esta triste jornada. I^ insuficiencia de los buques que com- ponían mi pequeña escuadra, la falta de personal de todas cla- ses, especialmente de condestables y artilleros de mar, la esca- sa idoneidad de algunos maquinistas improvisados, la casi ca- rencia de cañones de tiro rápido, las triplicadas fuerzas del ene- migo, y la ninguna protección de la mayor parte de nuestros bu- ques; todo contribuyó á hacer más cruento el sacrificio que hi- cimos en aras de la Patria y para alejar la eventualidad de los horrores de un bombardeo á la casi inerme ciudad de Manila, con el convencimiento de que al medir nuestras escasas fuerzas con las muy superiores del enemigo, íbamos á una muerte casi legura, y por de contado á perder todos nuestros buques como desgraciadamente ha i^ucedído." A fia de rendir homenaje á la justicia, y al verdadero me- lito, transcribimos en seguida un notable trabajo de que es autor el distinguido oficial de la armada francesa que se oculta b. Google "3 bajo el modesto pseudónimo de "El teniente X" y que ha presenciado los sucesos y conoció perfectamente á las personas que en ellos figuran. Dicha labor literaria fué publicada el 15 de Agosto de 98, con el título de "La Guerra eu Filipinas," y apareció en la acreditada publicación francesa "La Revue de París." El articulista no siente la menor inclinación hacía España — según él mismo afirma con entera franqueza— y no pocos de sus juicios respecto deesa nación aparecen demasiado duros. Por esto precisamente no es sospechoso su testimonio cuando reconoce que el valor y las cualidades militares de los españo- les fueron puestas á prueba en aquella memorable jornada. Es- te trabajo del referido escritor francés contiene implícitos, car- gos muy severos contra el gobierno español que nada hizo de su parte para salvar á la nación de la deshonra. He aquí algunos fragmentos: "Miércoles, Mayo 11. — Los españoles pretenden que harán una resistencia desesperada y no cederán hastí^ el último mo- mento. Manila tiene quizás, más recursos de los que se creía. La ciudad, amurallada, se tansforma en cindadela y servirá de reducto á la defensa. Los oficiales de marina salvados del desastre de Cavile, pasan á servir con las tropas de tierra. No parecen tener apego á la vida. Entretanto, basta ver las miradas que dirije á estos valientes un inglés ó un americano, para com- prender que los desprecian. Es el desprecio del rico por el po- bre, del bien vestido por el andrajoso. Verdad es que el espa- ñol devuelve el desprecio al sajón, pero no deja de comprender que éste es inconcebible y que el aspecto te favorece. El inglés produce, ciertamente, el efecto de un hombre rico, fuerte, inte- ligente y mejor apercibido para vivir, así como, al fin de cuen- tas, el que hace más honor á la vida. Pero el español, aún en el icomento en que le condeno, suscita la idea del hombre he- roico. "Nó, no permitiré que en mi presencia se calumnie á España. Nada tengo de común con este pueblo: mi razón le rechaza, mis sentimientos le tienen repugnancia, mi espíritu no le tiene piedad, y hasta estoy persuadido de que sus desdichas son un justo castigo; pero nadie se burle del aspectivo furioso que sien- ten los españoles por la muerte. Todos los pueblos tienen sus turbas que convierten en vicios ridículos las mas hermosas vir- tudes nacionales. Nosotros tenemos los patrioteros de dublé y los trágicos saltimbanquis; los ingleses tienen sus tenderos hi- pócritas y sus usureros políticos; no es, pues, extraño que los españoles tengan sus falsos caballeros. Pero sería menester no tftuer corazón de hombre para no honorarios como á nobles ven- cidos. Estos hombres aman bu patria y su espada inñnltament* >y Google 114 más que la vida. Irán á la muerte con gran júbilo y no la sen- tlián siqaiera- Espiran acribillados de heridas sin poferir una palabra, sin hacer un gesto, sin implorar esa gota de agua que hace soñar con el paraíso á los agonizantes • •Jueves 12 de Mayo. Les he visto maniobrar, y he conocido yankees de todas calañas. No hay que esperar de elfos ni justi- cia, ni reserva, ni la menor moderación, ni la menor generosi- dad. Hasta hoy respondían á todo:» ¡Tenemos el dollars! sin sos- pechar qué repugnancia produce esta contestación á los espíri- tus grandes y á las almas nobles. Ahora añadirán: ¡Tenemos cañones!' Con estos dos argumentos convertirán en derechos todas sus concupicencias. 'L.os, yankees, son alemanes nerviosos. Los alemanes lienen siempre á mano nn texto para legitimarla violencia que les convenga, Los yankees tendrán siempre una máquina: sea el pueblo, al que los Presidentes lamentarán ver- se forzados á obedecer, sea el Dios del Capitolio, que sólo cono- ce á su gente. Las RepubUcas de América, después de su anti- gua Metrópoli, serán las primeras en experimentarlo. A Euro- pa le llegará su vez, por haber abdicado, manteniéndose apar- tada de.la guerra, y sobre todo si deja á los yankees poner pié en las Filipinas. El asunto de Cavite fué un violento combate de artillería en que uno de los beligerantes tenía Codos los ca- ñones y el otro le servía de blanco. Los americanos prodigaron, según consta, los proyectiles disparando 3,000 cañonazos. Des- pués les faltaron las municiones. Esto se llama proceder más que á la ligera. Han tenido más suerte que destreza. Es cierto que un cañoneo intensísimo, como aquel, es de un efecto abru- mador cuandc el enemigo es débil y no tiene los elementos pa- ra responder, pero en cualesquiera otras circunstancias es una táctica absurda,» "Antes de zarpar de Hong-Kong los americanos, embarcaron artilleros ingleses, desertores de la armada británica. Así se ex- plica la seguridad del tiro americano en el combate de Cavite; sus piezas estaban dirigidas por blue jackets; á cada desertor se le sedujo mediante un sueldo de quinientos dollars al mes, como si fuera un almirante. Me resisto aíin á creerlo: la inso- lencia de estos procederes sajones es demasiada. Pero la histo- ria no rechaza lo inverosímil. Los ingleses y americanos, entre sí, son como los bávaros y los prusianos: se odian pero son de la misma familia y se entienden contra los demás. Los ameri- canos, el día mismo que hicieron la paz con Inglaterra, hace más de un siglo, estaban dispuestos á ayudarles para arrojar á los franceses de Canadá, si lo hubieran necesitado los ingleses. Es preciso cerciorarse de si el hecho es cierto. Inglaterra no protestará, puesto que han sido los Estados Unidos los que lle- varon esos marineros. >y Google "5 "vlcio de España, ni siquiera hubiera logrado salir del puerto de HoDg-Kong: se le hubiera ahorcado allí mismo. A mí juicio, el Cónsul Wildaní ha manejado los hilos principales de la em- presa americana en el mar de la China. El es quien la dirige, quien merece estatuas, y teniéndolas, se honrará en él á la ma- rina, pues el Cónsul Wildam es un antiguo oficial de la escua- dra norteamericana. Con tres docenas de hombres de este tem- ple distribuidos hábilmente en todos los países, la nación que los nombre se hallará por doquier en su casa. El Cónsul Wil- dam, siendo como es americano puro, es el prototipo de ese ins- trumento peligroso y admirable que se llama el Cónsul de In- glaterra, ó ai se prefiere, del republicano de Roma,» Hace notar también el entendido escritor que hubiese sido preferible para Espaila no tener escuadra en las Eilipinas, á te- nerla en tales condiciones, porque los barcos de madera sólo sirven para incendiarse. También señala el «Teniente X" como un error gravísimo é imperdonable, el envío de los buques de Cervera á Cuba, que debieron haber sido mandados al Archi- piélago raagallánico, según los más rudimentales principios de la ciencia militar. u (i) (1) Véase al fin do este libro los juicioe emitidoa por uno de nuestros compEU Seros da litboTeB, distinguido miembro de la colonia española á quien de beniaa 1& narracién del antmor capítulo, y cuya firma aparece si calce cié dichos jui- «ros, en el artículo "Conclusiiin," Por ne interrumpir el orden crunolígíco del libre, no aparece publicados en este luifar, como hubi^ianios deteado. -í«í^i;¿íVÍÍ<^ , Google ;.,^-^.V-v.. ^.^;ac;,. [(o.tedb. Google wt^ u ^ wa^ »«w»t^%f^R!e^^aww;a^a:>^ff^^ay^g» CAPITULO IX. Venidn «mericana Bobre la bmUtla d^ Ci'iu — El comandaDle del"Dan Anto- nio de Ulloa," tucuroba faerdieameDM. — Los buqa«i que tomaron parle «n • combaM. — Lo< inaurrectoa ofrecen ayudar i los atneriunot en >u ataque lo* bre Cuba.— Sueeeoí de U Habana.— Aotitud de laa oacionei enropear.— Nue- Ta« preeai de Kuern.— Disturbiu en BspaBa,— Ataque rechazado en Carde- naa.— LoB »nierieanoi aon rechazadoa en San Juan de Puerto Sico.— Diacnr aodeMr. Chambetlab. a obligación que tiene el historiador de citac í cada ¡Ipaso tas fuentes de donde toma ios datos que apoyaa 9sn narración, aparece más clara tratándose de hechdá Bmny recientes, como son los que referimos, y más aún, cuando el origen de los documentos que consultamos es espa- ñol 6 americano, generalmente. Qqulvale á decir, que por ahora es difícil establecer la verdad, absoluta hasta ea sos últiitfM detalles, de los suceso.s de la guerra hispanoamericana, cuan- do las versiones que se refieren á ellos son españolas ó ameri- canas, de cuya Imparcialidad dudamos, con fuadamento. No es tiempo todavía de que sea abogada la Influencia de las pasiones exaltadas por la lacha. Qn la imposibilidad de disponer de otro testimonio que no sea el de los mismos a&ugontstas, trannribiremos las relaclo* - nea de ano y otro, al ocupamos de tos «Uversos hechos de ar- mas qae tuvleroii lugar, Iy Google bate, y hasta ayer que llegó el bofe despaclior «McCullougli» pudieron conocerse ios detalles completos, pero debido á acu- muladóti de mensajes en la oficina del cable, no fue posible transmitir más que una breve relación de los sucesos. Al fin del combate, el Comodoro Dewey aucló su escuadra frente á Manila y envió un mensaje al Gobernador General Agustín, anunciándole el bloqueo del puerto y agregando que si se disparaba un solo cañonazo sobre sus bnques atacaría todas las baterías al rededor de Manila. Se confirma el informe de que ni un solo hombre á bordo de la esícuadra americana fné muerto, ningón buque salió averia- do de importancia y solamente se-s malinos resultaron heridos á bordo del crucero "BaUiniore». Cuando la escuadra americana salió de este puerto, el pri- mer punto que Iccó fué el cabo Bolínao. El Comodoro Dewey deseaba que los jefes insurrectos que iban á bordo desembar- caren para cerciorarse de las fuerzas de los rebeldes, de sus po- siciones y de sus ir>tenciones respecto al cambio de gobierno. El Comodoro se opuso seriamente k que los insurrectos co- metieran excesos de ninguna especie. Los jefes insurrectos se negaron á desembarcar, y los buques americanos costearon lar- go tiempo sin poder encontrar á los insurrectos en la playa. El Comodoro Dewey llegó frente á Subic, distante samüla^fl Norte de la bahía de Manila, el sábado 30 de Abril ;^ «nv^ á los cruceros "Baltimore» y "Concor'l» para reconocer .el^atipo enemigo. No encontraron buques españoles fuera delaftahta de Manila y el Comodoro resolvió arriesgar el paso sobre laS minas de la entrada y entrar á la bahía esa misma roche, pro- tegido por la obscuridad de ésta. Kl plan de combate adoptado por el Almirante Moutojo era el de mantener á sus buques más pequeños dentro de la bahía. protegidos por un rompe-olas y las fortificaciones de Cavite; los buques más grandes cruzaban frente á Manila y Cavite. La es- cuadra ameriaana entró á lo bahía el sábado por la noche. No había patruya.establecida ni tampoco había proyectadores. Una chispa que salió i>or la chimenea del "McCuUough» deuijncío la presencia de la escuadra enemiga. En las primeras horas de la mañana, descubierta la |>osicióa, de la escuadra americana.- el -crucVo íMaría Cristina» rompió et fuego y los demás bu- ques s baterías de la costa siguierou su ejemplo; Cuando la es- cuadra americana comenzó sus evoluciones, frente al curso que eeguía el crucero nOlympia» se levantó u!iaiwang¡ade agua que se supone haya sido el efecto producido pof la explpslóo de aíia mina submarina 6 un torpedo. >yGooglc 119 La entrada de la escuadra americaua á la bahía se efectuó de la manera siguieate; el crucero «Olympia» abría la marcha seguido por los cruceros «Baltímore», flRale¡gh,i «Bastón» y nConcord,» el cañonero «Petrel," el bote despacho nlíugh Me CuUough» y los transportes «ríashani» y oZaphire, que cerra- ban la marcha, Eu columna sencilla marcharon hasta ponerse frente á Manila, dando el frente á los buques españoles. La es- cuadra española rompió el fuego á 6,000 yardas de distancia, pero el Comodoro Dewey no dio orden de hacer fuego sino has- ta encontrarse á 4.000 yardas de su adversario, que fué cuando dio principio la batalla, m crucero almirante «María Cristina», acompañadode «Don Juan de Austria," "Don Antonio deUlloa,» "Isla de Luzón» y «Mindanao", se encontraban formados eu lí- nsa de combate fuera de Cavite, mientras en el interior de la bahía se encontraban cuatro cañoneros y un torpedero. Entou- ces los buques americanos hicieron varias evoluciones pasando seis veces frente á los buques españoles sobre los que descarga- ron uua verdadera lluvia de metrallas. El crucero «María Cris- tina,» quedó acribillado, una de sus chimeneas fué volada y principió el incendio á bordo. Poco después el "Castilla» co- menzó á arder quedando totalmente destruido hasta su línea df notación. "Don Antonio deUlloa» fué el buque español que dio más que hacer á los americanos y dio muestras de uu valor desesperado. Su comandante a! ver que su buque estaba de- sastrozamente despedazado por las metrallas americanas, vien- do, la imposibiüdad de mantenerlo á flote, clavó su bandera eu el palo mayor y se hundió con toda su tripalacióu, pelean- do como héroes hasta el fin. Su casco fué, acribillado por las balas americanas y su cubierta fué barrida por completo; perp sin embaigo de ésto, los españoles, auuque su buque se hun- día á sus pies, continuaron disparando sus cañones bajo cu- bierta hasta que el buque se sumergió en las aguas de la baííía arrastrando consigo á un grupo de héroes de su patria y defen- sores de su honor. Durante el combate, un torpedero español cruzaba las aguas de la playa, intentando acercarse á los buques americauos; pe- ro pronto fué descubierto y materialmente fué despedazado por los cañones americanos. El «Miudanao,» eu este ínter, se enca- minó hacia la playa, y se varó para evitar irse á pique, pues estaba haciendo agua, y los demás buques pequeños buscaron refugio tras del rompe-olas. El combate que principio á las 6.30 se suspendió á las íi.30, para continuarse al medio día. Alas dos p. m., los cruceros «Concord» y "Baltimore,» hicie- ron callar las baterías de Cavite, dejándolas convertidas en un montón de escombros cou la.bandera blanca flotaüdo sobre ellos. >y Google El arsenal ardía, y una explosión aumentó la terrible mor- tandad entre los defensores de Kspaña en tierra. Sobre las aguas veíanse los cascos de los buques españoles incendiados ó des- truidos, mientras el oBaltlmore» había recibido pocas averías. Una granada española hizo explosión á sn bordo causando la explosión de sus munlcioaes que tenía sobre la cubierta é hirió á seis de sus marinos. Varias balas españolas pasaron á una peligrosa proximidad del Comodoro Dewey, pero estas, poco ó ningún daño causaron al "Olympia". Por otra parte, cerca de 150 hombres perecieron á bordo de los buques españoles. El Almirante Montoj o trasladó su bandera al crucero "Isla de Cuba" cuando el «María Cristina» comenzó á arder, pero también el "Isla de Cuba" fué destruido. El «María Cristina» perdió á su capitán, primer oñcial, al capellán y contramaestre, debido á una metralla que derrumbó el puente. A bordo del "Castilla" se registraron cerca de cien muertos y más de sesen- ta salieron heridos. Algunos oficiales americanos estiman el número de marinos españoles heridos durante el combate, en más de mil. El "Olympia» fué tocado cinco veces en su parte superior. Aunque los cañones Krupp, situados en la esplanada de Manila, sostuvieron un fuego nutrido sobre los buques ameri- canos, el Comodoro Dewey no contestó á él y poco después esas baterías enarbolaion la bandera blanca en señal de rendi- ción. Los fuertes á la entrada de la bahía fueron desarmados el miércoles, después de capitular. Después de terminado el combate, el Comodoro Dewey en- vió un ultimátum á las baterías de tierra, diciendo que ó cesa- ban de hacer fuego ó las bombardeaba. Después propuso á las autoridades españolas que continua- ran en el poder bajo la bandera americana, mientras se termi- naba la guerra; pero las autoridades españolas retardaron su contestación y estuvieron telegrafiando á Madrid. Los ameri- canos solicitaron, hacer uso del cable y como esto se les nega- ra, lo cortaron, dejando así á Manila sin comunicación. Durante la batalla, el vapor Inglés "Esmeralda" se presentó á la entrada de la bahía y un crucero americano salió á su en- cuentro creyendo que fuera algún buque espa&ol; pero al des- cubrir la bandera Inglesa se le amonestó para que se retirase. E! "Esmeralda" se retiró 10 ó 15 millas a! Norte de la bahía.» Del mismo origen es la descripción de las escuadras, que insertamos en seguida. >y Google , Google S5'P?OU a?» H 1 ^ hm i g 33 ■S > á III w f Íl'"°'i O * ° g. 0) ^ >^„Mifc„ H 3 ° liililS 5> s 3 w B SSpppgfSaS £^ 0) j^ «, o M M H' 10. Ifl 2 -TJ e 1 « i i i i i i i» » ; í : : : : iS" 2 i'.-|"-";-;|i| g > T i' Sí^-pS w 1 s ¿.¿.«D. u> !^ : : = — G. J" -^ E5=i£o.f S ^ a« = = = = = : 1 "'..." S i ' ' " " s s siillg SlSiSiS i'l ,i,i,,Googlc II por lo que hace á los acontecimientos de Cuba podemos ase- gurar que la guerra había empezado, casi al mismo tiempo que ea Manila, aunque no hubiese teaiio lugar uu encuentro de la importancia de aquel. Desde el día 26 de Abril el General Blanco telegrafió á Ma- drid, que uu cañonero americano, que intentaba hacer un des- embarco cerca de Marlel, fué rechazado por las fuerzas espa- ñolas. El cañonero, que trataba de hacer un reconocimiento en la costa, fué bruscamente atacado por las baterías de tierra, esca- pando por milagro. Los insurrectos comunicaron al gobierno de Washington su flecisión de cooperar con el ejército americano que debía inva- dir á Cuba. I,f)s iefes Calixto García y Máximo Gómez, por medio de emisario,?, hicieron saber su resolución y enviaron ade- más mnchos informes, descripciones del terreno y m.ipas de la costa cubana, -señalando los lugares más á propósito para que las fuerzas americanas penetrasen á la Isla. Se convino en que el desembarco se verificaría en la segunda semana de Mayo y los insurrectos lo apoyarían' desde la costa, impidiendo el ataque de las fuerzas españolas que pudieran presentarse. También esperaban á la expedición algunos guías, conocedo- res del terreno; la expedición misma traía otros á bordo. En la Habana todos los habitanles sospechosos por sus opi- niones así cubanos como peninsulares, fueron obligados á uni- formarse, declarando el Capitán General que aquellos que se resistiesen á usar el uniforme militar español, serían considera- dos como partidarios del ejército invasor. Muchos cubanos ha- bían ofrecido ya, desde antes de ser publicado este bando, que prestarían sus servicios para rechazar la invasión americana, unidos á los españole.s. De esta manera el puerto de la Habana parecía estar defendido por un numeroso ejército, que alguuos emigrados hacían subir á 150,000 hombres, al hablar de las de- fensas de la capital de Cuba. El 30 de Abril un navio americano fue atacado por las ba- terías déla costa de Marlel, durante un reconocimiento que ha- cía; se !é obligó á retirarse después de haber contestado débil- mente. Otro buque de guerra fué igualmente rechazado eu la bahía; de Cienfuegos cuya entrada trató de franquear. En el mismo lugar se efectuó al día siguiente la captura del vapor español "Argonauta,» que conducía municiones de guerra. A pesar de su tesisteuda desesperada, fueron hechos prisioneros sus tripulantes y llevados al fuerte McPherson. >y Google «4 Algunos tiroteos de poca importancia se repitieron en lo días siguientes, sin que nioguno de ellos presentara el carácte de un encuentro formal. Autorizadas opiniones navales creyeron que eran probables dos capturas importantes: la del «Alfonso XIIu que se hallaba entonces en las Barbadas, de paso para Cuba, con un carga- mento de víveres, y 5oo,ocx> pesos; y la del «Oregón," que pudo haber sido apresado por la escuadra española de Cabo Verde, segán se le llamaba. Este buque en compañía del cañonero «Marletta» conducían al «Kitchroy" recientemente comprado al Brazil, hacia las cos- tas americanas. Sin embargo ni una ni otra captura fué inten- tada. Notable fué por aquellos días la actitud resueltamente hostil á España y favorable á los Estados Unidos que Inglaterra asu- mió. Los discursos pronunciados por Lord Salysbury y Mr. Chamberlaio aplaudiendo de una manera indirecta la interven- ción de los Estados Unidos en Cuba é impugnando la conduc- ta de España, causaron gran sensación en toda Europa. Mas no sólo Inglaterra volvió ¡as espaldas á España después del desastre de Manila, Fué de observarse cómo ei cambio se operó bruscamente en otras naciones que antes le habían ma- nifestado sus simpatías. En cuanto á lo demás, la actitud de la Europa puede verse en las siguientes frases tomadas de los principales periódicos. Con la única excepción de Austria, á España se le censuró por el desgraciado éxito del combate de Manila. El Viena Fremblait dijo: los americanos no han ganado glo- rias en la victoria de Manila, pues todas las ventajas estaban en su favor y nada en contra de ellos, fíl mismo diario agrega que los españoles lucharon como héroes y en realidad fué una derrota. La Freipresse: las potencias serán responsables en lo futuro si no median y evitan la matanza de un pueblo ya gastado en las guerras civiles é impotente para entrar en una contienda con una gran nación. Le Fígaro dijo: el gobierno francés no puede apoyar á una nación que por sí sola no puede defenderse. Le Soir; los americanos han juzgado á Francia con premura al creer que el pueblo francés está dispuesto á tomar la patte de España. Le Soleil: con otro combate acabarán las ilusiones de España, y las dificultades con los Estados Unidos se arreglarán enton- ces amigablemente. La Prensa de Rusia unánimemente elogió á los matiaos ame- ricanos y dijo que el resultado de la batalla de Manila fué tal >y Google como se esperaba. Favoreció la ocupación permanente de Filí pinas por los americaDos. // Popólo Romano, de Roma, dijo que la derrota de Manila fué el principio del fin de la guerra entre España y Kstados Unidos. Ha ensenado á los españoles lo que antes no sabían, y, es: que los americanos son guerreros y marinos. Además, lia demostrado á Europa y a! mundo entero que los Estados Uni- dos están mejor preparados que España, para la guerra, que ésta última ha forzado. La prensa inglesa rebozaba de alegría. Es posible que no es- tuvieran mas satisfechos, sí ellos hubieran ganado la batalla, El Manchesler Guardián dijo que esa victoria es digna de la raza anglo-sajona, y enseñará á las naciones á respetar á los americanos. Agregó que Inglaterra es la única nación europea qne comprende á los americanos, puesto que por sus venas cir- cula la misma sangre y tiene las mismas aspiraciones. El Daily Graphic publicó un extenso editorial exhortando al Gobierno para que hiciese lo posible por la formación de una alianza con los Estados Unidos. La Pall Malí Gazette preveía en la victoria americana en las Filipinas una nueva potencia alzarse en el horizonte europeo. América, dijo el Gaseiie, tendrá que contarse con ella en los movimientos europeos del porvenir. La misma prensa madrileña no se resignaba ante los sucesos de Filipinas. Algunos periódicos echaban el peso de la respon- sabilidad sobre el gobierno, otros le increpaban duramente, en tanto que los carlistas promovían algunos disturbios en las pro- vincias. El día 7 de Mayo tuvo lugar una escena violenta en la Cáma- ra de Diputados. Un diputado de apellido Mella tomó la pala- bra y echó en cara al gobierno de la Regencia el desastre sufri- do, con frases tan duras, que tocaban aun á las augustas perso- nalidades de la Reina y su hijo. El Presidente del Consejo de Ministros, Sr. Sagasta, apoya- do por la mayoría de la Cámara, protestó en medio de la ma- yor confusión. Los republicanos tomaron la parte de los carlis* tas. El Presidente de la Cámara pidió al Sr. Mella que retirara sus palabras, á lo que el Diputado se negó redondamente. El Presidente UamÓ al orden al Sr. Mella tres veces, dicien- do que su negativa á retirar las palabras que acababa de pro- ferir, era ofensiva á la actual dinastía. Entonces pidió á la Cá- mara la expulsión del miembro que ofendía á la dinastía. Se puso á votación en medio de la mayor excitación y resultó Is expulsión del Sr. Mella por 199 votos contra 19; los carlistas y republicanos votaron juntos. Al anunciarse el resultado de la votación, los carlistas y republicanos salieron de la Cámara. >y Google 126 1,03 callistas declararon qae no volverían á ta Cámara hasta que se permitiera el regreso á ella al Sr. Mella. Como 9e lepitifraen los disturbios, en algunas de lasprovla- das fué declarada la ley marcial, III La escuadra bloqueadora verificó tres capturas más: el ber- gantín «Lorenzo» apresado por el «Moutgomery.» cerca de la Habana; venía d»l Río de la Plata coa un cargamento de car- ne seca. «El Espartero^ balandra pescadora aprehendida por el «Morrifl» á tres millas de Mariel, y la tercera fué la goleta «Madre de Dios» cargada de pescado, la aprisionó el "New Port." El primer combate formal en aguas de Cuba se efectuó el día 11, en la bahía de Cárdenas y en Cienfuegos, queintenta- ton los insurrectos descargar ocho butes grandes fletados con municiones. Ayudados por los buques americanos qne disparaban sus ca- ñones de continuo sobre Cienfuegos, se acercaron á la costa con el fin de lograr su objeto, pero varios batallones de infante- ría hicieron fuego sobre los botes, los que se retiraron inme- diatamente. Al mismo tiempo las baterías de los fuertes y otras á lo largo de la costa hicieron fuego sobre los americanos, que se retiraron, pero intentaron nuevamente desembarcar á orillas del río Tremao, volviendo á ser rechazados. El despacho en que escribe el General Blanco el combate de Cienfuegos, dice: «Los americanos arrojaron como unas seiscientas granadas al intentar efectuar un desembarco con grandes botes remolcados por lanchas de vapor. «Algunos de ios botes desembarcaron á sus hombres, pero los últimos fueron enérgica y victoriosamente rechazados, todos á lo largo de la línea. «ViéroDse obligados los americanos á embarcarse de nuevo á toda prisa, y tuvieron pérdidas considerables en las cinco ho- ras que duró la pelea. Se retiraron en dirección del Oeste. "Se dÍ6 la embestida de acuerdo con las bandas de insurrec- tos á quienes se puso en fuga. «Las pérdidas españolas consistieron en dos muertos y cator- ce keridos.» Poco después penetraron al interior del puerto de Cárdenas los «floneroS «Wilmington,» «Hudsonu y el torpedero «Wlns- lew.» Entraron al puerto con el propósito de acometerá cier- tos cadóueros españoles de que se tenía- noticia que andaban por allí. >y Google 127 No los descubrieron los americanos sino cuando loa españo- lea rompieron e! fuego. Las baterías de la cosU de Cárdenas sostuvieron el tiroteo de los cañoneros. Comenzó la pelea á la una y cincuenta minutos p. m. y du« ró como por espacio de una hora. Resultaron heridos: R. E. Cox, Artillero; D. McKeon, Cuar- tel maestre, e) Mayor Patterson, el fogonero F. Gray y el teniente J. B. Bernandou Todos ellos están heridos levemente, excepto Patterson, cuyo estado es grave. Terrible fué la lucha mientras duró. El "Wiimington» y el "Hudson» rompieron el fuego sobre los barcos españoles que estaban en los diques. Se inició el tiroteo á una distancia de. . . 3.500 yardas. Algunos minutos después llegó el «Winslow" y tomó parte en la refriega. En uiiOJ iüníantes se reconcentró en él toda la aten- ción de lüj Ci*Ü!jQerüs españoles y baterías de la playa; por donde (juiera llovían sobre el torpedero balas y granadas. SosfuvleroE y.iiü el fuego el "Wiltningtou» y el nHudson,» pero liO i'iidíeron evitar los tremendo.s estragos del tiroteo, que privó de la existencia á algunos de los tripulantes del torpedero. A las 2 y 35 minutos p. m. estalló una bomba en el «Wins- low" y le hizo pedazos la caldera, á los pocos instantes empe- zó el barco á dar vueltas. Hubo algunos momentos de fatídica suspensión; se dejaron oír gritos de triunfo de los españoles que estaban en los cañoneros y en las baterías, y se desató de nuevo el huracán sobre el indefenso barco. El cañonero «Hudson" que estaba apoca distancia, voló á socorrer al «Winslow,» se le acercó á toda - prisa y probó á sal- var á ia amenazada tripulación. Hasta este momento, si se exceptúa el disparo que hizo pe- dazos la caldera del "Winslow," el fuego de los españoles ha- bía sido inútil; pero como e! "Winslowo estaba dando vueltas eri el agua, se puso más al alcance de los tiros y descargaron sobre é\ otra lluvia dé proyectiles. En los momentos en que el cañonero había arrojado un cable para salvar á la tripulación del ifWinslown cayó una granada sobre cubierta matando á W, Bagley teniente abanderado y cuatro marinos más. Is ciudad y los cañoneros españoles sufrieron pequeñasave- rías. También dice el despacho del General Blanco que á la vez que estaban atacando el puerto de Cienfuegos, atacaban Igual- mente el de Cárdenas y continúa; «Uno de sus buques mayores ancló como á una milla de los muelles, y en segaida intentó el enemigo desembarcar tropas b. Google I»rA nacstras fuerzas, compuestas de voluntarios y de dos com- pififlis de in&nterfa lo obligaron á desistir de su propósito. «Nuestros cañoneros it3utÍlizaron uno de los destructores del enemigo y forzaron á los buques restantes de la escuadra á abandonar U bahía. «La guarnición tuvo cinco heridos, y como diet lo fueron á bordo de los barcos, "Fué poco el daño causado á la ciudad, no obstante que ca- yó una granada en el consulado inglés. «El ataque se habfa proyectado en cooperación con las tro* pas insurrectas que fuerou derrotadas recientemente en San Mi- guel. "He dado la enhorabuena, tanto á las tropas como á los ha- bitantes de la ciudad, por la prueba inequívoca que han pro- porcionado de su lealtad á Gspaña. «Muchos fueron los americanos que, al intentar él desembar- que, cayeron bajo el fuego español. «Gn Cárdenas perdieron la vida dos de los habitantes, heri- dos por los proyectiles del enemigo.» Al día siguiente al en que se recibieron noticias de Manila de que el Comodoro Dewey babía tomado la plaza, los subdi- tos alemanes residentes en esta ciudad, enviaron urgente de- manda al gobierno alemán pidiendo protección contra el bom* bardeo y peligros que corrían de ser saqueados por los indígenas. I,a respuesta fué inmediata. El cónsul alemán recibió ins- trucciones para oponerse enérgicamente á toda devastación inútil que no estuviera conforme á los actos de guerra, y que se opusiera al desembarque de tropas americanas si éstas no eran suficientes para mantener el orden; que protegiese las vi* dfls ¿intereses de los alemanes y que fijase el total de los per- juicios sufridos por Alemania. En el Ínterin tres Embajadores, sin incluir á Sir. Julián Pauncefote, hicieron representaciones amistosas al Ministro de Relaciones Mr. Day, recordándole que conforme al mensaje del Presidente McKinley, la libertad de Cuba era el único objeto de la actual guerra, y que por lo tanto, el bombardeo de lot puertos cubanos solamente aumentaría las miserias del pueblo, y aerfa contrario á los sentimientos expresados por los Estados Unidos. Se le recordó que los derechos de los residentes euro- peos debían set respetados. Kl Presidente McKinley se impre- sionó con este argnntento y entonces fué cuando se dló orden de levantar parcialmente el bloqueo de Cuba y se proyectó el ataque de la escuadra española. El ejército invasor al mando del general Miles recibió las últimas órdenes para embarcarse rumbo á Cuba, y á pesar de >y Google las protestas contrs los bombardeos, se dio orden al A.lmiraate Sampson de atacar á Puerto Rico. Ksta ordea fué cumplida el día 13 en las primeras horas de A las tres se tocó llamada general á bordo del «lowa» y se dio ptiucipio á las maniobras de alistarse para el combate. I^s tripulantes estaban anciosos por entrar en él. A esa hora no se veían señales de defensa en las fortificaciones. Bl combate principió á las 5. 15 a. m. y terminó á ias 8. 15 Las baterías del enemigo no cesaron de hacer fuego ni fueron calladas. A las cinco y minutos, el «lowa» se encaminó á la costa. Sú- bitamente viró y presentando un costado á las fortificaciones, les descargó simultáneamente todos sus cañones. Durante 14 minutos no cesó de hacer fuego, entre tanto el «líew York» y el "Indiana" y otros buques dispararon sobre los fuertes, E! «lowa» se volvió hasta dónde estaba situado el «Wampatuck u Pocos momentos después regresó hacia la costa. Los fuertes concentraban sus fuegos sobre el «Terror» que se encontraba á 700 yardas de la costa. Todos los buques de lí- nea pasaron frente á las baterías sin hacer caso á los disparos de los fuertes. A los heridos se les auxilió en el acto. A las 7. 40 el Almirante Sampson hizo señal de suspender el fuego y retirarse. El «lowa» encabezó la retirada, el «Terror» fué el último en alinearse, pues no vió la señal y continuó el fuego durante me- dia hora. Los buques que tomaron parteen el combate fueron: "lowa," "Indiana," "New York," "Terror," " Amphitrite, " "Montgo- mery," "Wampatuck" y "Porter." El fuego de los españoles fué nutrido á la vez que terrible; pero casi todos sus disparos estuvieron fuera de blanco y los únicos buques tocados por las balas españolas fueron el "New York" y el "lowa." Bstos se acercaron á los fuertes hastR po- nerse bajo sus cañones. Los españoles pelearon como valientes. Una de las torres del "Amphitrite" se descompuso durante el combate, pero fué re- parada eo el acto. Las metrallas pasaban á torrentes sobre los buques. El castillo del Morro, al Este de la entrada de la bahía, fué el punto objetivo de los artilleros americanos. El Almirante Sampson y el capitán Evans se escaparon de sufrir heridas gra- ves por las astillas que volaban, pues estaban sobre el puente del "lowa." >y Google 130 El ,ra,ar estaba algo agitado, lo que hacía ua poco difícil apna- taf coii certeza. . , Nubes de polvo indicaban donde cafan ks balas americanas. Las balas silbabab sobre las cabezas de los españoles; pero és- tos continuaban al pié de sus cañones. Las bajas de los americanos consistieron en dos muertos y siete heridos. El anterior relato del bombardeo fué comunicado por el re- presentante de la Prensa Asociada á bordo del "loWa." En aquellos días fueron canocid&s las frases de! orador Cham- berlain, Ministro de las Colonias inglesas, cansando una pro- funda impresión en todos los círculos diplomáticos. He aquí algunas de ellas contenidas en el famoso discurso elogiando la política de Lord SaÜsbury: "Allende los mares existe una nación potente y cenerosa, que habla nuestra propia lengua y nació de nue-" ■ raza, que tiene intereses idénticos á los nuestros. Puedo aventurarme á decir que, terrible corno e« 'aguerra.y por terrible que sea con las modernas máquínas'dc ''íslruccióa y muerte, aún á costa de una guerra, tendría cuenta y por una grande y noble causa la bandera de las franjas y estrellas on- deará lado á lado de la bandera inglesa sobre una alianza an- glo-americana.» El discurso produjo gran entusiasmo y aplausos ensordece- dores interrumpían constantemente á Mr. Chamberlain. sLa gran Bretaña, declaró, no debe rechazar la alianza con una nación, cuyas simpatías é intereses están con ella.» Este nuevo desengaño de la tan decantada justicia de los in- gleses, impresionó hondamente al gabinete español, que empe- zó á comprender, aunque tarde, que España se hallaba sola, frente á un enemigo poderoso, sin más apoyo en toda la euro- pa, que el platonismo de la Austria, perdida la esperanza que íe hubiera inspirado la conducta amtiigua de Alemania, al des- cubrir que el motivo de su misterioso silencio era el interés co- mercial de sus fabricantes de cañones. b. Google CAPITULO X. Movimiento ds las escuadras. -yrseasí lie la primer» eípedicii'n paraiiiT»dir i Cuba -L» situación en MamU--Criais en el Gabinete espaBsl— Nuevo mi- uieterio. — Refufrio» para Dawey. — Actitud délos insarrectoa filipinos. — Jlueva proclama de McKiidej. — Llegaila de Cervera con su eicuadra i SaDtiogo de Cuba.— Tentativas de desembarcos americanos. I V luego como se tuvieron noticias en Madiid del ¡¡bombardeo de San Juan de puerto Rico, el Almirante ¡¡Bermejo. Ministro de Marina, comunicó por telégra- Hfo instrucciones al Comandante de la escuadra espa- ñola de Cabo Verde á fin de que se pusiera en camino para líis Amulas. Por su parte el secretario de Marina de tos Estados Unidos í^ajenó retardar la salida de! ejército de invasión hasta que el Almirante Cervera hubiese entrado en algún puerto de Cuba ó puerto Rico, tratando de evitar un encuentro con su escua- dra. La noticia del triunfo español en Cárdenas causó gran entu- siasmo en Madrid, asi como el rumor, que corría muy valido, de que la escuadra de Cervera no solamente iba á batir á la de Sampson, sino que también bombardearía ios puertos de Esta- dos Unidos en el Atlántico, imitando la conducta de los mari- nos americanos que atacaron inopinadamente A Puerto Rico. La falta de aviso, que precediera al ataque de San Juan, in- dignó á los habitantes pacíficos de la ciudad. En las Cortes de Madrid hubo enérgicas protestas contra aquel acto, en pugna con los usos de guerra observados entre naciones cultas. El Ministro de Guerra, General Correa, manifestó en plena sesión que »la'conducta de loS americanos era la de unos bandidos, y que el gobierno español pondría el liecho en conocimiento de las potencias.» Gran actividad se desplegó en los ministerios de Guerra y Marina de una y otra nación en los dias subsecuentes al bom- bardeo de Puerto Rico. Después de haberse comunicado órde- L,glC Res á Cervera para que se dírijiese & Cubn ó á la costa ameríca, según que íuese ó nó descubierto por las escuadras enemigas, se principió A alistar con toda diligencia la escuadra de Cadi?; al mando del Almirante Cámara qiie debía ir á Manila i desa- ■ lojar áDewey. Esta formidable escuadra se debía componer de los buques ■ Pelayo> «Carlos* V.' .Victoria- .Alfonso XII* 'Patriota- y «Rápido.» Estos dos últimos de la línea Hatnburg American et Columbia, anteriormente. Por lo que toca al Almirante Cervera cumplía fielmente el programa que se le había señalado, y era de notarse que debido á su prudente conducta las maniobras permanecieron en el más grande secreto á pesar de las noticias frecuentes de los perió- dicos. A tal punto llegó i ignorarse la ruta de la escuadra y era tal el ministerio que envolvía sus movimientos que se le lla- mó por algunos la escuadra fantasma, en razón á las contra- dictoras verdones que circulaban respecto á su paradero. El Ministerio americano pudo averiguar después de muchos días y con gran trabajo, que la mencionada escuadra se diri- gía alas costas de Terranova y que en seguida iría directa- mente & Portland, Boston, Newport ú, otro puerto de Norte América. Fué contrariada esta noticia por otros despachos que anunciaron sucesivamente el paso de la escuadra por el Oeste de la Martinica, por frente á las costas de Venezuela y luego por las del Brazil, así como que se dirigía á Cuba, Inmediatamente recibió aviso la escuadra que se llamó volan- te, al mando del Comodoro Schley, de que debería hacerse á la mar para salir al encuentro de Cervera. '" He aquí el mensaje de la Prensa Asociada que anunció la salida, con fecha 14 de Mayo: •La escuadra volante, el mando del Comodoro Schclcy, se hizo hoy i la mar á las 3 y 45 en punto, llevando órdenes se- cretas. «La escuadra se compone de los siguientes buques: de pri- mera clase: "Broklynf y 'Massacliuetts- de segunda clase; el ■ Texas,» yatch protegido, «Scorpion» «Coílier» y «Sterling.» «El Comodoro Schley recibió las órdenes de Washington es- la mañana á las diez. •Se negó i. divulgar ei destino de la escuadra, 'La combinación de los acorazados y cruceros se considera como muy formidable, y el calibre y número de los cañones se considera superior i los de cualquiera otra escuadra semejan- te del mundo. «Se cree que el New Orleans' y el «Minneapolis* partirán más tarde para incorporarse á la escuadra volante* Los americanos habían logrado cortar dos de los tres cables que llegan á Cieníuegos el día anterior. La operación les cos- >y Google 133 tó bastante cara, porque algunos soldados españoles que se ha- bían ocultado en la cosía los atacaron rudamente y i pesar del fuego de los cañones americanos no cedieron en su ataque; murieron seis americanos y más de doce resultaron gravemen- te heridos. Un mensaje de la Habana dio cuenta el mismo día 1.4 de ha- ber sido rechazados nuevamente los americanos, dice asi: tDesdeel amanecer de hoy, cinco de los buques dei enemigo han intentado protejer el desembarque de americanos, pero es- tos han sido rechazados y obligados á reembarcar. Como no tenemos buques disponibles, las tropas en las costas seguían los movimientos de los americanos y evitaron su desembar- que. Dos americanos cayeron prisioneros, un oficial espadol fué muerto y varios soldados." Este mensaje se referia evidente al fracaso de la expedición Dorst, que irn otro despacho americano hallamos relatada de esta manera: 'Cayo Hueso, Mayo 15.-— El vapor «Gttssie» que salió de Tampa el 10 del corriente con dos compañías del 1" de Infan- tería escoltando 7,000 rifles y 200,000 cartuchos para uso de los insurrectos en la provincia de Pinar del Río, se estuvo á la capa frente á las costas de Cuba, el jueves, viernes y sábado, acompañado del cañonero auxiliar •Manning> procurando efec- tuar un desembarque, pero todos sus intentos fueron vanos. «El capitán J. H. Dorst, del Estado Mayor del General Miles y ex- Atache militar de la Embajada americana en Viena, te- nía bajo Sus órdenes esta expedición, que regresó esta mafia' na. Su comandante que se encuentra en extremo mortificado por su fracaso en cumplir con la misión que se le encomenda- ra, rehusó hablar sobre el asunto y sólo admitió su fracaso; di- ciendo que el «Gussie' regresará á Tampa. •Antes de abandonar las aguas cubanas, la expedición Dorst tuvo una escaramuza con la caballoría española, cerca de Ca- banas, á 15 millas al Oesie de la Habana, donde se hizo un In- tento para desembarcar parte dei cargamento. «El viernes por la mañana, el Capitán Dorst abandonó el proyecto de desembarcar en ese punto y se hizo á la mar rum- bo al Este, para Matanzas, donde se hizo otro intento de desem- barcar la carga en Punta Maya, una milla distante de la en- trada de la bahía; pero también este intento fué en vano. • El 'Gussio y su acompañante se encaminaron hacia la cos- ta, y cuando estaban á dos millas de la playa, una terrible des- carga de fusilería les anunció que allí se encontraban las tro- pas españolas dispuestas á darles cordial bienvenida, si se atre- vían í desembarcar. •Parece que los españoles recibieron aviso del proyectado desembarque en eios puntos. b. Google 134 «Después de estos dos fracasos, el Capitán Dorst resolvió abandonar la idea, y regresó á este puerto, como ya se ha di- cho. •Difícil sería encontrar un grupo de soldados que mostraran tanta contrariedad como los que venían á bordo del «Gussie.» Tenía órJenes y no hablar una sola palabra sobre el fracaso de la expedición, y cuando el bote de la Prensa Asociada se acercó al -Gussie» los soldados contestaban con silencio á las preguntas que se les hacían. tPoco después de su llegada el capitán Dorst saltó á tierra y por telégrafo comunicó al Ministro de la Guerra, el fracaso de laespedición.í Las fuerzas españolas tenían previo conocimiento de los puntos de desembarque convenidos entre los insurrectos y los americanos, y á esto se atribuye el gran numero de hombres destinados á la defensa de los mismos- Diez dfas antes de la salida de la expedición á Cayo Hueso: el General Delgado, de las fuerzas insurrectas de la provincia de Pinar del Rfo, había convenido con los americanos que ésta debería desembarcar en la costa cerca de Matanzas, y que de ahí los insurrectos conducirían las armas y municiones al cam- pamento de Máximo Gómez, lo cual, debido á la actividad de los españoles, no se pudo llevar á cabo. Las escuadras continuaban los aprestos para entrar en ac- ción muy pronto. El 15 de Mayo zarparon de Curatpao e! -In- fanta Marfa Teresa> y el 'Vizcaya» para alcanzar á la flota de Cervera que se dirigía & Cuba. , . Al mismo tiempo e! «Oregon' habla salido de Bahía, Brazil, para acompañarse del 'Marietta' y del «Nitchroy con órde- nes de incorporarse todos á la escuadra de Sampson. II Por más que los últimos despachos del Comodoro Dewey aseguraban que él podía tomar la ciudad de Manila en un mo- mento dado, no hubo ninguna otra acción naval ó en tierra, con este objeto, más aún, los mismos mensajes concluían afir- mando qué la situación era insostenible si no se le enviaban pronto refuerzos. El General Augustin, notificó al Gobierno español que po- dría resistir, por algún tiempo á los buques americanos. Quizás este informe del Capitán General de Filipinas baya servido para escusar la negligencia del Gabinete español en el envío de refuerzos para recobrar aquella colonia; la anunciada salida del Almirante Cámara con su escuadra no llegó á rea- lizarse, por más que el gobierno americano no hacía ningún misterio del próximo envió de grandes refuerzos á Dev^ey b. Google 135 La expedición llevaría gran cantidad de 14000 hombres, 9000 voluntarios y 5000 regulares. El jefe de la expedición sería el general Merrit. El primer convoy debía hacerse á la vela el 25, en los vapores 'City of Pekin> «City of Sydney» y 'Australia.' Esta debía ser la primera de las tres proyectadas expediciones. Los frecuentes cambios que había tenido el Gabinete español ó como se les llama —las crisis— motivaron tan punible é inexplicable conducta. En cada formación de un nuevo gabine- te se resentía profundamente la marcha de los negocios públi- cos: el entrante, no quería hacerse solidario délos actos del ga- binete que salía, empezaba por desaprobar lo hecho y proyec- taba nuevas reformas para Cuba y Filipinas, etc. Sólo de esta manera se comprende la serie de torpezas cometidas por el Gobierno español en el proceso de esta guerra. El 17 de Mayo el Gabinete había sido reorganizado bajo la presidencia de Sagasía, por ios siguientes personajes: Ministro de Relaciones, Señor Romero Girón. Ministro de Guerra, General Correa. Ministro de Marina, Señor Auñón. Ministro de ias Colonias, Señor Gamazo. Ministro de Obras Públicas, Duque de Amodóvar. Ministro de Hacienda, Señor López Puigcerver. Ministro del Interior, Señor Cap depon. El nuevo gabinete desplegó una gran actividad en la defen- ,sa de los puertos españoles. Se ordenó fuesen colocadas minas en casi todos y en algunos de ellos se hicieron instalar torpe- deros. El envío de la escuadra A Filipinas seguía discutiéndose. Entretanto la expedición americana se hizo á la vela del puerto de San Francisco, como se había anunciado. El despacho referente á la salida decía asi: ■San Francisco, Mayo ^.— Hoy en la tarde salió de este puerto el primer ejército americano con rumbo á playas ex- tranjeras. A las 4 p. m. el General de Brigada Anderson hizo señales desde el puente del -Australiat al «City of Pekin» y al • City of Sydney,- para que se pusiesen en movimiento. •La señal fuá obedecida y pocos momentos después se en- contraban en camino para Manila. > El 1er. Batallón de voluntarios ds California, se embarcó en el vapor,'City of Pekin- en el «City of Sydney» el ler. Ba- tallón de voluntarios de Oregon, el 14 de Infantería regular y una compañía de artilleros. El jefe insurreto Aguinaldo expuso al Comodoro Dewey su deseo de obrar en combinación con él para atacar á Manila, desde poco tiempo después del combate de Cavite. El jefe >y Google ■36 ¡imericano no aceptó por de pronto la oferta de Aguinaldo pe- ro tampoco quiso obrar en desacuerdo con él. La actilud del Comodoro alentó á los revolucionarios, quienes creyéndose apoyados moralmente por la nación americana, redoblaron sus ataques contra las autoridades de la colonia, originándose mu chos atentados y represiilias contra ios españoles de aque- llas islas. El Capitán General Augustin comunicó al gobierno de Es- paña que los elementos de que disponía eran insuficienfes para contener á los insurrectos y demandó el pronto envío de re- fuerzos. No ha llegado á nuestras noticias qué hizo el gabine- te de Sagasta en obsequio de aquella razonada indicación de su gobernante filipino, 111 Una nueva proclama del Presidente McKinley fué expedida llamando 75,000 voluntarios más á las armas. El día 19 de Mayo recibió el Ministro de Marina en Madrid, Señor Auñón, el siguiente despacho del Almirante de la escua- dra española, fechado eti Santiago de Cuba, anunciando su arribo: lEsta mañana, sin incidente alguno, llegué á este puerto acompañado de mi escuadra,» La Reina Regente envió sus felicitaciones .1 Cervera por el término de su viaje y su entrada en Santiago. El gobierno americano continuó recibiendo de sus agentes noticias contradictorias en cuanto al paradero de la flota espa- ñola, y no fué sino hasta cinco días después, cuando se ratificó la noticia de estar en la Bahia de Santiago todos los buques de Cervera. En el tiempo que había transcurrido desde el bombardeo de San Juan no cesaron los ataques á las costas de Cuba de parte de los americanos, con el objeto de efectuar desembarcos. El punto de la costa cubana elegido para penetrar á la Isla fué ta bahía de Guantánamo, inmediata á Santiago de Cuba. Una de las más formales de estas tentativas, fué la de que tu- vo lugar el 19 de Mayo en el mismo punto de Guantánamo. Dos buques americanos trataron de apoyar otro desembarco sin éxito. Un batallón de infantería que vigilaba la playa, en combinación con el cañonero español «Bandera,, rechazó á los invasores causándoles no pocas bajas. La tentativa fué repeti- da obteniendo idéntico resultado. Por entonces se dio la orden á la escuadra de Samp.son para que bloqueara el puerto de Santiago de Cuba. La situación de Cervera, considerada como muy peligrosa por las autoridades Ho.tedb. Google t37 navales, parecía á muchds personas una prudente medida del Almirante, que replegado á los fuertes de tierra se había hecho muy difícil de ser vencido y que entre tanto obligaba á la po- derosa escuadra enemiga á vigilarlo día y noche por mucho tiempo, á lo menos mientras se pudiera haber hecho efectivo el bloqueo de Santiago, lo cual habría sido una cosa difícil. En los últimos días del mes de Mayo, llegaron á Washington procedentes de Cuba, dos oficiales del Estado Mayor del Gene- ral insurrecto Calixto García, con ciertos despachos privados de este jefe y facultades para conferenciar á nombre del ejér- cito revolucionario con el gobierno americano. La conferencia se verificó con el secretario Alger y en ella expusieron los je- tes cubanos que contaban con cerca de 25,000 hombres bien equipados los cuales cooperarían con las fuerzas americanas de invasión. También se trató de la ayuda que los cubanos da- rían á los americanos en el desembarque que iba á tener lugar en seguida, poniéndose de acuerdo en cuanto á la hora y el lu- gar de ta playa en que deberían reunirse los dos ejércitos. El teniente Coronel Cortijo, cuñado del General Weyler y el Sr. García Julien que habían sido capturados abordo del ' Argonauta> fueron canjeados por los corresponsales america- nos Thralt y Johues. después de varios días de gestionar el canje las autoridades americanas. Ho.tedby Google b, Google CAPITULO XI. Ataijuí áSantiago da Cuba por los buriles iniPiiRanos. - Riimures J« pal.— Hnn- 'üinitnto del "MeriÍimc"-:-Pmi«r ■desembii'co de tropas «nericauas en Cu- li a.— Coopera ci'n délos insurrectos — Sintiago da Cuba bomb*r •Massachustts» y «Nueva Orleans-— fueron los elegidos para el combate. Durante cincuenta y cinco minutos, esta tarde estuvieron combatiendo contra el ^Cristóbal Colón,» buque Insignia del Almirante Cervera.y las fortificaciones poderosas de la entra- da angosta de la bahía de Santiago de Cuba, Tres de las cuatro baterías fueron apagadas con cerca de cincuenta disparos. >y Google 140 yGooglc Cinco minutos dospué;, se ap;tg61a balería en la isla del cen- tro, • l^a batalla duró cincuenta j' cinco minutos. No hubieron bajas de! lado délos americanos. Los buques americanos re- sultaron sin averías.» 'A bordo del bote despacho de la Prensa Asociada -Dandy,. frente á Puerto Antonio, Junio 10, (dilatado en transmisión)— Ayer en la tarde, la escuadra mandada por Schley, atacó las baterías de Santiago, combatiendo también con la escuadra de Cervera, que se encuentra en el puerto. 'El buque almirante español 'Cristóbal Colón,' fué tocado dos veces por los proyectiles del «Massachusetcs- •Las baterías españolas fueron destrozadas por el fuego del crucero -Nueva Orleans.' • Los españoles dispararon cerca de 300 proyectiles, y los americanos como una cuarta parte menos de ese nñmero. •Durante una hora el «Massachusetts," -(owb,* 'NewOrleans- y «Vixen» buques pertenecientes á la escuadra del Comodoro Schley, midieron sus fuerzas con la escuadra del Almirante Cervera y con las b^iterfas de tierra que protejen la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, lugar donde se encuentra el Al- mirante español. Este es el primer encuentro de las fuerzas na- vales que ha ocurrido y no ha sido más que un preludio de se- rios acontecimientos para fines de la semana. «Poco antes de las diez de la mañana el Comodoro Schley se pasó del «Brooklyn' á bordo delacorazado "Massachusetts» donde permaneció durante el combate, enarbolando la bandera de almirante. "A la una de la tarde se hizo laseñal desde el «Massachusetts* para formar en línea de combate y el «rAwa,* «New Orleans» y tVixen- tomaron sus posislones. El >Massachuseits^ caminaba á media máquina hasta encontrarse á unas quince millas dis- tante de la entrada del puerto; entonces viró y se dirigió hacia la bahía. El «New Orleans* seguía muy de cerc a al abanderado y el 'lowa» venia como ámedia milla detrás. 'El abanderado aumentó su velocidad ypronto caminaba ;i razón de diez nudos por hora. •Más y más se acercaba á las baterías, y á los ansiosos vigías á bordo de los demás buques americanos les parecía que nun- ca haría fuego. De repente, y cuando se encontraba como á 500 yardas de la entrada de la bahía, se levantó una enorme nube de humo blanco y amarillo sobre la proa del abanderado y sus cañones de trece pulgadas dispararon dos metrallas, que, pa- sando por encima de las colinas, una de las metrallas tocó al crucero español •Cristóbal Colón,- que se encontraba anclado en la entrada. >y Google «En seífuida se disparáronlos cañones de las torre cíllíis de proa y Jas metrallas caían cerca del 'Colón.' •Las baterías de tierra comenzaron á hacer fnego sobre el «Massachusetts," pero el buque estaba fuera del alcance de' sus cafSones y entonces dirigieron su fue^o sobre el crucero «New- Orleans.» F.ste crucero tenía Ordenes deempeñar combate con- tra las baterías y atraerse el fuego de éstas lo más que fuera posible. Sus instrucciones se llevaron "] pié de la letra. Su pri- mer disparo descubrió á una batería situada sobre una loma más allá del castillo del Morro. "Dos disparos más hicieron volar pedazos de los muros del Morro. En seguida el "New Orleans" dirifrió sus fuegos sobre las baterías, Cada disparo que hacía causaba daño á los espa- ñoles "El "lowa" siguió á estos buques y dedicó su atención á ios buques dentro de la bahfa. Sus metrallas de doce pulgadas caían cerca de los buques españoles. El "Cristóbal Colón" no sa- lió averiado y sostuvo su fuego hasta mucho después de que los buques americanos se encontraban fuera de su alcance, ''El "lowa" al mando del Capitán Ewans, el "Massachusetts" mandado por el capitán H'gsrinson, el "Texas" dirigido por el capitán Philipns, y el "New Orleans" por el capitán W. Folger, sostuvieron terrible fuego .sobre el castillo del Morro. Socapita y Punía Gorda, durante dos horas y sus proyectiles de enorme calibre causaron terribles estragos á las defensas de la entrada del puerto. Los muros de Socapita y el Morro quedaron con- vertidos en polvo, y los artilleros y tropas de Infantería de los españoles podían verse refugiados detrás de las lomas cerca- nas. El crucero auxiliar que se unió á la escuadra del Como- doro Schley antes de que comenzara la batalla, fué tocado por tas bombas españolas, v está seriamente averiado. Fué el "St, Paul." "Los buques españoles desde el interior de la bahía, después de ajustar su linea de proyección, dispararon sobre los buques americanos sus proyectiles pasando por encima dclasloma.s." Veamos ahora los siguientes partís del combate; de fuente es- pañola: "Habana. Julio 10— El siguiente es el parte español que con relación al anunciado combate en Santiago de Cuba, se publicó en esta wudad: "La escuadra americana compuesta de los siguientes buques: 'lowa," «Massachusetts," «Texas," 'Broklyn." -New Orleans," 'Marblehead," «Mineápolis," y otros cru'teros, á demás de va- rios buques pequeños, tomaron posiciones del día 31 de Mayo al Oeste de la boca del canal de Santiago. Los cinco primeros buques mencionados rompieron el fuego. El crucero esparto! ■ Cristóbal Colón," que estaba anclado cerca de Punta Gorda, >y Google podía verse desde el mar. El fuego de los americanos fué con- testado por el castillo del Morro, la Socapita, Punta Gorda, las baterías de tierra y el crucero «Cristóbal Colón.- La escuadra americana hizo 70 disparos con proyectiles d*: calibre 32, sin causar el menor daño. El bombardeo duró noventa minutos. •La escuadra americana se retiró llebádose un trasatlántico armado de crucero auxiliar, con graves avería.s Tres bombas hicieron explosión sobre la popa del acorazado «lowa.i «Otro de los buques está incendiándose. Varios proyectiles americanos cayeron dentro de la bahía cerca de los cruceros españoles. •Gran entusiasmo reina en Santiago íHabana, Junio 1°.— La escuadra volante americana al man- do del Comodoro Schley, compuesta de acorazados y cruceros, atacó las fortificaciones de Santiago de Cuba. Nuestro acora- zado •Cristóbal Colón» guardaba la boca del canal, protegido por el fuego de las fortificaciones. El enemigo fué rechazado con graves averías, (firmado.) Majjterola,» El Almiranse Manterola era un comandante de las fuerzas vanales de España en aguas cubanas. Se vé pues por los anteriores despachos que no se trató de un simple reconocimiento según Schley aseguró en su parte oficial al Ministerio de Marina, sino de un combate formal, siendo la victoria española. El mismo parte de Schley concluía con esras palabras: 'estoy cerciorado de que la escuadra de Cervera está en Santiago,' Según hemos dicho ya en otro lugar, sólo se esperaba saber á punto fijo el paradero dé la escuadra española para movili- zar el ejército americamo de invasión. Asi fué que al recibirse esta noticia se hicieron los preparativos para el violento envío de las tropas á Cuba. , II Se empezaba á sentir la influencia de un partido deseoso de la paz en España, en vista de las inmensas probabilidades que había para la victoria por parte de losninericanos, y de la con vicción de que prolongar la guerra sería acrecer la indemniza- ción que se cobrara. A los oficios amistosos del Vaticano, Francia, Austria y casi todas las naciones auropeas correspon- dió España manifestando que ella estaba dispuesta á aceptar la paz siempre que sus condiciones no fueran incompatibles con el honor nacional. La actitud de los americanos, por el con- trario, quitaba toda esperanza de paz. En Washington se afir- maba que cualesquiera negociaciones de paz eran todavía pre nía turas. Ho.tedb. Google 144 El día 3 de Junio fué hundido el buque carbonero an «Merrimac» por el teniente constructor naval T Hobson, joven de 24 años, y seis tripulantes, á la entrada de la bahía de San- tiago en un lugar del canal donde la profundidad es de unas cuantas brazas y la anchura de 3O0 yardas, El Almirante Samp- son que ordenó la operación de echar el buque á pique, intentó impedir el paso de la escuadra de Cervera con el obstáculo que Á la navegacióu presentaría el casco sumergido. La operación fué felizmente ejecutada: Hobson por medio de una explosión de torpedo hundió el barco en el lugar escogido, salvándose milagrosamente. El y sus compafteros fueron recogidos por el Almirante Cervera y hechos prisioneros de guerra. La acción de Hobson fué muy celebrada en Estados Unidos por el arrojo grande que significaba, y no se habló de otra co- sa durante muthos días. Su celebridad ha venino á opacarse un poco desde que Cervera, sin haber removido el "Merrimao salió sin ninguna dificultad de la bahía cuando lo intentó, co- mo luego veremos. La vanguardia de la expedición á Cuba se encomendó á un cuerpo de ingenieros que debía desembarcar en Aguadores, al Este del Morro cerca de Santiago de Cuba. La expedición que se compondría de 15000 hombres más, debía desembarcar poco después Con el objeto de apoyar el desembarque se hizo un nuevo ataque sobre Santiago, más formidable que el anterior El combate principió el día 6 á las 7 y 45 de la mañana y áa- ró hasta las 11. En esas tres horas, los americanos sostuvieron nutrido y efi- caz fuego contra las fortificaciones del Morro, Socapa, Punta Gorda y Cinco Reales, además de bombardear á los buques del Almirante Cervera que se encontraban dentro de la bahía. Cerca de rail seiscientos proyectiles fueron lanzados por los caflones de la escuadra americana durante las tres horas que duró el bombardeo. El castillo del Morro y las fortificaciones de Socapa y Punta Gorda quedaron muy deterioradas. La escuadra española se acercó á la boca interior del canal que conduce á la bahía,v los americanos concentraron su fue- go sobre los buques, resultando que el crucero «Infanta María Teresa* fué tocado. Los americanos principiaron su ataque en Aguadores, lugar donde se efectuó el desembarque de las tropas. Las tropas insurectas atacaron por tierra A la ciudad, al mis- mo tiempo que la flota americana atacaba por mar. Debido al ataque simultáneo de la escuadra, se logró desem- barcar en Aguadores á ochocientos expedicionarios. Los iasú- rrectos al mando de Calixto García atacaron también á los in- >yGt>ÓglC M5 vasores. Así es que las fuerzas españolas se vei'anatacadas por tres enemigos á la vez: la escuadra, tos insurrectos y los sol- dados americanos. El combate fué encarnizado y sangriento. He aquí los par- tes oficiales, en extracto: ■Habana, Junio 6. — Decalles de fuente española recibidos hoy en esfa ciudad relativos al bombardeo de Santiago de Cu- ba por la escuadra americana ocurrido esta mañana, dicen que (os americanos dispararon cerca de 1,600 proyectiles de todas clases. El fuego fué contestado por el Castillo de! Morro y las otras baterías. Al medio día se inició otro bonmbardeo sobre Aguadores al Este de Santiago. Los españoles afirman haber recibido ambos ataques. «Admiten que el Castillo del Morro resultó algo averiado y que el crucero «Reina Mercedes* tuvo averías de poca impor- tancia. •El comandante Militar de Santiago al rendir su parte dice qne el fuego de los americanos no desmontó una sola pieza de artillería y agrega qne nueve de los buques americanos desa- parecieron á la vista antes de obscurecer. . «Según el parte oficial las pérdidas del ejército español as- cienden á un soldado muerto, un Jefe, cuatro oficiales y veinti- dós soldados heridos. Las pérdidas en las fuerzas navales as- cendieron á un Comandante, un oficial y cinco marineros muer- 'Madrid Junio 7.— El Almirante Cervera telegrafía que seis buques americanos bombardearon á Santiago y las fortificacio- nes de las costas. Tres oficiales fueron muertos. Un oficial y siete soldados salieron heridos éntrelas tropas. Las averías causadas al castillo del Morro y las fortificaciones de la Soca- pa fueron insignificantes. «Cabo Haitiano, Junio 7. — Las últimas noticias que acaban de llegar, demuestran que el Coronel Ordóñez, Capitán Sán- chez y los Tenientes Irizar, Pérez y García, resultaron heridos durante el combate de Santiago. Los españoles alegan qne únicamente nn soldado fué muerto, pero las bajas á sus fuer- zas navales son tal cual se dijo antes.» Siguiendo nuestro sistema de transcribir las narraciones de uno y otro cooibatíente, copiamos en seguida la americana; «Abordo del bote-despacho -Dandy» de !a Prensa Asociada frente á Santiago de Cuba, lunes [al medio dfaj vía Kingston, Jamaica, Junio 7 [el martes al medio día.]— La escuadra ameri- cana sostuvo hoy en la mañana un combate con las vaterías españolas qne defendían la entrada del puerto de Santiago de Cuba y después de tres horas de bombardeo acallaron casi to- dos los fuertes y destruyeron varias baterías de tierra, rindien- Ho.tedb. Google .46 dose las baterías 'Eítrella" y -Cntalina,» dos de los principales fuertes: •La escuadra formada en doble linea de combate á «na dis- tancia de seis millas frente al Morro y á las seis de la mañana, se dirigió hasta colocarse á una distancia de tres mil yardas de la costa. Al «Broklyn- lesegían el «Marblehead,» «Texas,» 'MasachussettS' dirigiéndose hacia el Oeste. La segunda línea «staba formada por el New York' seguido por el New Or- teans,»Iowa» y «Oregrtn» dirigiéndosehacia el Oeste. -EÍ'VÍxen> y 'Swance» se encontraba á alguna distancia á la izquierda. El "Dolphin" y "Poner hacían iguales movimientos en el flan ■ co derecho. "La línea encabezada por el "New York,'' atacó las nuevas balerías de tierra cerca del Castillo del Morro. "La línea formada por el "Brooklyn," se situó frente k las haterías Estrella y Catalina, y á las nuevas baterías de tierra, A lo largo de la costa. "Las baterías españolas permanecieron ca liadas. Es dudoso saber si á los españoles les fué posible determinar el carácter del movimiento debido á la densa neblina y pesada niebla que reinaba en la mañana. "Repentinamente se lanzó una bomba de doce pulgadas que cayó frente á la batería Estrella, destruyéndola, instantánea- mente comenzó el fuego de parte de ambas escuadras, la del vi ce -Almirante Sampson y Comodoro Schley y un torrente del bombas cafan sobre las baterías españolas. "Los españoles contestaron inmediatamente, pero su artille- ría era mriy débil. "El humo cubría con densas nubes á los buques, "No hubo maniobras de parte de la escuadra los buques per- manecieron en sus lugares primitivos haciendo fuego continuo. "Los buques se encontraban cerca de la costa, y por esto se es dificultaba á los artilleros americanos llegar hasta las báte- las situadas en la colina. "Antes del bombardeo se dio orden para evitar el fuego so- bre el castillo del Morro, pues el Almirante americano había sido informado de que el teniente Hobson y los otros prisione- neros del "Merrimac" se hallaban allí. "A pesar de esto, el castillo del Morro sufrió algunas averías La línea del Comodoro Schley se movía cerca de la costa y haciendo fuego á corta distancia. El "Brooklyn" "Texas" causa-- rongrandesdañosálas baterías españolas, acallándolas pronto. "Mientras los buques sostenían el fuego con las fuertes bate- rías, el "Swance" y "Vixen" sostenían combate con las peque- ñas baterías frente á ellas,Iogrando en poco tiempo silenciarlas. "El "Brooklyn" se acercó á ochocientas yardas y entonces la destrucción causada porsus cañones yjos del "Marti ehead" y Ho.tedb. Google '47 "Texas» fué verdaderamente terrible. En pooos minutos las obras de madera de la Estrella se incendiaron y la batería aca- lló sus fuegos. A\ Este del -^New York» y «New Orleans» silen- ciaron la batería Cayo Smith y en seguida las otras baterías. La puntería no resultó tan certera debido á la~elevación de tos cañones, muchas bombas cayeron y los artilleros españoles se retiraron. i^Poco después de las nueve cesó el fuego y !os buques se re- tiraron en perfecto orden, para evitar el uso de las baterías del puerto. Entonces el fuego se asemejaba á la prolongada rever- beración del trueno del rayo, y las metrallas tocaban las bate- rías españolas con terrible efecto, Et incendio estalló en los liiertes de Catalina, acallándose los cañones españoles. El fue- go de la escuadra continuó hasta las diez de la mañana, hora en que los disparos españoles cesaron por completo, y el Al- mi' ante Sampson dio la señal ^ceseel combate.^ «En general, los tiros de lá escuadra fueron muy destructores. , "Muchas de las baterías han sido reducidas á silencio y las fortificaciones -Estrellas y ^Catalinas han salido tan averiadas, que es dudoso si éstas podrán ser reparadas para que vuelvan a prestar servicios efectivos durante la guerra. • Después que la escuadra se retiró, los españoles regresa- ron A algunos de los cañones y dispararon doce bombas sobre la escuadra, sin causarle daños. Una de las bombas cayó cerca de un buque carbonero. •Durante el combate ningún buque salió a\'eriado, ni ningu- na desgracia ha habido que lamentar > El primer desembarco de tropas americanas de invasión que permaneció en la costa sin reembarcarse no se verificó sino hasta el día 12. El teniente coronel Huntington,al mando de 800 hombres de infantería de Marina que desde el día 7habi£m salido de Cayo Hueso en el vapor «Panther» hicieron algunas tentativas apoyados por la escuadra, pero no fué sino hasta aquel día cuando lograron saltar A tierra y tomar posesión de un campamento español donde encontraron tres obuses, varias armas y municiones y el pabellón español iza4o, asi cpmo una bandera del tercer regimiento del príncipe. El punto escogido, al Este de la rada de Guantánamo, es un punto estratégico seguro y A propósito para fondear, dista cua- renta millas de Santiago y estaba defendido por unos cuantos soldados españoles, que aun cuando de prento se retiraron, volvierop luego a atacar rudamente á los recien llegados. Tan luego como se recicíbió la noticia de habtr desembarca- do las tropas de avanzada, se puso en marcha el resto del ejér- cito de invasión compuesto de 15 regimientos de Infantería de línea 3 de voluntarios del Estado de New York y una del Massa- ' chusetts: total infantería 561 oficiales, y 10,700 de tropa. Ho.tedb. Google I4S Seis regimientos de Infantería de línea y un regimiento de voluntarios: tota! de caballería 168 oficiales, y 3,155 de tropa. Ingenieros, dos compañías, 9 oficiales y 250 de tropa. Cuerpo de señales: 2 oficiales y 50 hombres. Artillería, cuatro baterías de campaña con J4 oficiales y 3'¿S hombres. Dos baterías de sitio con 4 oficiales y 132 hombres. Estado Mayor Especial: 15 jefes y oficiales. Servicio de sanidad y ambulancia. Total general: 773 oficiales y 14, 610 individuos de tropa. Estas tropas fueron conducidas por treinta y cinco transpor- tes resguardados por doce buques de guerra. La expedición salió de Tampa, Florida el día 14 á las nue- ve de la mañana. En cuanto á las demás tentativas de los buques americanos para hacer penetrar soldados en la Isla, podemos asegurar que ■ en la semana que precedió al desembarco en Aguadores, dia- riamente se hacían esfuerzos infructuosos y algunos de ellos costaron caro á los buques. líl Una semana después de haber .'".alido la expedición para Fi- lipinas se hiüo á la vela ia segunda. El jefe de toda la expedi- ción, General Merrít, acompaiíó á los transportes que salieron de California. Era indudable que al recibirse estos refuerzos en Manila se intentaría luego la toma de la ciudad. Pero un incidente im- previsto dificultó las operaciones del ejército americano y em- barazó mucho la conducta del gobierno. Este incidente fué la oposición que Alemania manifestó á cualquiera medida violen- ta que se intentara en Manila por Dewey Ó las fuerzas de tie- rra que iban en camino. La intervención de Alemania fué acen- tuada por la concentración paulatina de su flota en la bahía de Manila. El día 10 de Junio se hallaban fondeados los siguien- tes cruceros de primera clase alemanes: -Augusta,* «Irene,- iGefion» y «Cormorán.- El 'Kaisser» acorazado de primera, iba en camino. Conviene recordar que Alemania hasta entonces no había hecho sino declaraciones verbales, por medio de sus represen- tantes, sobre la neutrahdad que observaría en la guerra. Esto dio origen'á serios temores de que una nueva complicación sur- giera con dicha potencia. En cuanto ala escuadra española de Cámara, desde los pri- meros días del mes se hizo á la mar llevando órdenes selladas; pero una semana más tarde se supo con sorpresa que había re- b. Google 149 gresado sin novedad, y que su programa requería ir ú practi- car una serie de maniobras, las cuales dii5 por terminadas con sus regresos. Por lo demás los movimientos de esta escuadra eran tan mÍH- teriosos como los de la de Cervera, aunque algunas autorida- des navales opinaron que en vista de los desperfectos de los buques de Cámara, no era un misterio la causa de su inmovi- lización, puesto que antes de emprender una larga travesía ne- cesitaba -repararlos. Efectivamente, la escuadra de Cámara cuj'os barcos prínci pales adolecían de descomposturas, estaba, á mediados de Ju- nio, reparándose en el puerto de Cádiz para emprender su via- je á Cuba, según las órdenes del gobierno, de las cuales pare- cía en espera. Por lo que hace á la campaña en Cuba, !a activa cooperación de los insurrectos fué descubierta por los españoles de Santia- go y Guantámano desde el dia 8. Un despacho del correspon- sal de la Prensa Asociada frente A Santiago de Cuba, fechado el ÍO de Junio dicelo siguiente; E1 Almirante Sampson está cooperando activamente con los insurrectos. Ayer estuvieron á bordo del -New York» el ca- becilla Miniet,de las fuerzas rebeldes ysu Estado Mayor, y tu- vieron una larga conferencia. Los oficiales navales han esta- do emprendiendo expediciones, sobresalientes por su audacia, para mantener la comunicación con los insurrectos y desem- barcarles armas. Han sido los barcos «Swance» y «Vixen» los que principalmente se han dedicado á esa tarea. El teniente Sharp, del'Vixen» y et sub -comandante Delhanty, del «Suwan- ce,» han tenido que desempeñar diariamente importantes co- misiones, y las han llenado todas con feliz éxito. "Ha consistido principalmente la t; rea en llevar y traer men- sajes; pero el «Swance» ha estado ocupado en asuntos de ma- yor importancia. Este barquito cañonero ha desembarcado 300 Ho.tedbyCOOglC I50 bultos de armas pequeñas y municiones, 300 rifles de. Spring- field, 100 carabinas, 2,000 machetes, con equipo y provisiones. *Fueron entregados estos objetos ayer miércoles, como á 15 millas al Oeste de Santiago á ¡^0 insurrectos que bajaron á ia playa dejando en la montaña el grueso de la fuerza. "Fué penoso eí desembarco pero se verificó sin ninguna in- terrupción. ■ «Refirieron los insurrectos que cliririfimcnte hay enenentros entre ellos y los españoles. y Google 'Sí en el campíimento. Las bombas dei Marblehead hicieron ex- plosión entre los soldados navales. "La refriega fué la primera de la guerra en que los cubanos tomaron parte en ayuda de los americanos, y su cooperaciún no fué muy brillante que digamos. En momentos en que, por la tarde estaban los marineros haciendo fuego sobre una par- tida reducida de españoles que apareció á corta distancia del campamento, los cubanos se pusieron á disparar en desorden y mandaron una descarga que precisamente iba á causar estra- gos entre los americanos. Casos hubo de gravísimo peligro, y, sin embargo, nadie resultó herido. Parte oficial español de la acción de Caimanera. "Caimanera Junio 13. "Al comandante General de la División Militar de Santiago de Cuba. "AI amanecer del sábado, siete buques apareeieron en el puerto de Caimanera y dispararon sus ametralladoras y toda clase de proyectiles sobre la playa del Este y Cayo Toro, has- ta que incendiaron el frente en la plaza del Éste y las casas de pilotos fueron ocupadas después por destacamentos de mari- nos americanos. "El cañoneo continuó con más ó menos intensidad hasta las cinco de la tarde, pues la playa del Este estaba solamente de- fendida por dos cañones antiguos y trincheras de arena, así que el destacamento nada podía hacer contra los buques, que hacían fuego sobre ellos por todas partes. Por último se reti- raron á Managua y Cuzco, sin que dejaran de hacer descargas, "Desde ese momento los soldados ocuparon Punta Caracotes, observando los movimientos de los buques que ocupan todo el Citerior del puerto, con una verdadera flota de buques, unos armados y otros auxiliares. También he tomado el paso del Enano, "Permaneceré en Caimanera y solamente abandonaré ese puerto cuando lo estime necesario. "No he podido resistir á los americanos con sólo el fuego de fusilería. "Los fuertes Sandoval y Cayo Toro han disparado sus caño- nes, pero sin efecto; pues los buques enemigos se pusieron fue- ra de su alcance tomando posiciones en el canal del centro. Tengo noticias de que los insurrectos, en Baracoa, por señales que les hacen los buques americanos, se han acercado á la ba- hía. Desde el sábado los americanos han cortado los cables y no he podido repararlos. "Los bomberos gozan de buena salud y mantienen magnífi- co espíritu. Continúo dando solamente medias raciones y de Ho.tedby Google f53 este modo tendré suficiente para un mes más. No tengo harina ni modo de conseguirla, pues como he dicho anteriormente, ha- ce mucho tiempo no hay granos. También estamos esca- sos de quinina, pero me he posesionado de una botica y tendré suficiente provisión de esta droga para un mes. La ciudad es- tá sufriendo grandes privaciones. Hoy se encuentra en el puer- to un gran buque acorazado el "Oregon" acompañado de otros siete buques y un transporte el "Sain Paul." "Me regreso á la Caimanera después de despachar al porta- dor con este parte. El mensajero es de mi entera confianza, pues siempre ha prestado buenos servicios. Encarecidamente lo recomiendo á su Excelencia en caso de que llegue sin nove- dad. (Firmado) Félix Paranjau, Comandante déla segunda Bri- gada de la divisi ón de Oriente del Ejército Español en Cuba. >y Google biGooglc CAPITULO XI I. CoBtiai\anlasi;oml,at53 en (iusEtátianio -Difjeil nitns.íWH en MauiU.— S»li.U ' (le U escuadra eaitañnla (ie refevvá — DeHtmlMroo en Cuba Ar \an fueiZa* H« invaaiiln al mando del Geiitral Shafter —Se prepara un attí|ue i'onibinsiio lí Ib ciudad de Santiago, — L«s defensas espüñnlas-- l'i-inien.s mnibates mn el jjp'HBJO del ^ici^cit!> ínierÍ"a»o. I. vex que zarp;ib;i para Manila^ la segunda expedí- n del puerto de San Francisco, se organiüaba rápi- I i imente la que había de invadir A Puerto Rico. Fl General Shafter, jefe del ejército invasor de Cu- hd, era esperado con ansia por los marinos americanos que se habían posesionado deunapequeña porción de terreno enGuan- tánamo; seguían resistiendo, con grandes pérdidas, e! incesante ataque de tas tropas españolas, y entre ellas existía el temor de que s¡ el ejército de ocupación tardaba mucho tiempo, qui- zás no encontrase vivo á uno solo, á pesar de la cooperación de los insurrectos, ó tendrían que replegarse A los buques. Hasta la tercera noche, los americanos pudieron descansar un poco tras de una refriega interumpida apenas, durante los tres días últimos. El 14 por la tarde los marinos americanos con la coopera- ción de ios insurrectos cubanos atacaron al campamento espa- ñol, situado como á cinco millas de las trincheras americanas. Las tropas españolas constaban de 400 hombres de tropas re- gulares; los americanos destruyeron el campamento y cegaron - el pozo que les surtía, de agua. Un americano y varios cutía- nos resultaron heridos. Dos cubanos fueron muertos. AI dia siguiente á las cinco de la mañana el enemigo hiío un üiaque inesperado sobre la retaguardia y flanco izquierdo de las tropas americanas, Cuando las avanzadas vinieron en su auxilio, las guerrillas españolas se deslizaron por dentro de e\los y se pusieron como íi cien yardas de distancia, A tiempo -Google ■56 cjiíe en Kis tríncherasiimericanas se disparó accidentalmente un rifle que los hizo creer que habían sido descubiertos y rom- pieron un terrible tiroteo que no causó daño aiguno. Entonces los americanos tomaron sus posiciones de defensa í hicieron frente á lasguerrillas. Además, las piezas de artillería Jigera montadas en distintos án^fulos sobre las trincheras y las ametralladoras, enviaron una verdadera lluvia de balas dentro de los chaparrales donde estaban apostados los españoles, quienes se dispersaron en to- das direcciones. Algunos de los españoles mantuvieron sus po- siciones por el flanco izquierdo. El auxiliar «Panthert hizo va- rios disparos sobre el enemigo mientras los marinos se ocupa- ban en rechazar el ataque de la retaguardia. Los cubanos que tan valientemente se batieron la noche an- terior, con dificultad fueron obligados á tomar parte en la es- caramuza de la mañana. Varios de éstos se negaban á entrar en combate y sus oficiales á puros cintarazos les forzaron á combatir. , E! numero de tropas-insurrectas, según Cali.xto García ma- nifestó en una comunicación al gfneral Miles, enviada con su representante Hernández, ascendía á 9,000, los cuales puso Ji .sus órdenes anticipadamente para atacar ;i las fuerzas espa- ñolas. Antes del viernes 17 de Junio, que era el día designado para la llegada de las tropas de Shafter, fueron reforzados los ma- rinos por 1,000 cubanos más al mando del jefe Rabí, pudiendo así resi.stir mejor al ataque de los españoles. El día 16 la escuadra del vice--AIraÍrante Sampson bombar- deó por tercera vez las baterías de Siintiago de Cuba. Diíran- te algunas horas acribilló las baterías á derecha é izquierda, y solamente dejó en paz el castillo del Morro, donde estaban pre- sos el teniente Hobson y sus compañeros. Por lo que hace á la situación en Manila empeoraba cada día. Teniendo Dewey sitiada la ciudad por agua y los insurrec- tos por tierra, se había establecido un bloqueo cuyos desas- trosos resultados se hicieron sentir primero que el de Cuba. En Filipinas, asf por la distancia tan grande de España, como por estar aislado el Archipiélago de centros importantes de comer- cio, no fué posible burlar la vigilancia de la escuadra— como en el bloqueo de Cuba sucedió tantas veces— ni proporcionarse víveres, desde principios de Mayo. No debemos omitir la pu- blicación del siguiente relato, de cuya exactitud estamos con- vencidos, y que pinta muy bien la horrorosa .situación de la ciudad. "Manila, Junio 5, Vía Hong-Kong Junio 17.— Hoy se decla- ró aquí oficialmente que la falta de provisiones ha llegado A .ser asunto serio. >y Google 157 ■Los voluntarios, protegidos por algunos cartoneros que se enviaron á la laguna en busca de alimentos para la ciudad, re- gresaron hoy, dando cuenta del fracaso de su misión. ■Se concede también oficialmente que las tropas españolas han estado sin alimento durante las últimas treinta }■ seis ho- ras. "Se admite también oficialmente que las tropas en número de 36,000 carecen en absoluto de víveres, -Los rebeldes ganan terreno continuamente. • La flotilla española no pudo efectuar el desembarque á pe- sar del prolongado fuego de los cañones. Sin embargo, ningu- no de los que resistieron el desembarque fué muerto. Esto des- vanece la última esperanza de provisionar la Capital délas Fi- lipinas. "Durante el curso de la semana pasada, todas las guarnicio nes fueron atacadas simultáneamente. "Los insurrectos se han unido en la sección al Norte de Pa- sig y en la orilla del rio de Pasig, desde donde han rechazado á los cañoneros españoles hasta Deya. "La zona de hostilidades de los insurrectos es en extremo defensiva pues está cubierta de densos bosques, teniendo innumerables emboscadas naturales, asi como trincheras. Las tropas españolas son valeros.is y heroicas hasta la desespera- , cii3n;pero se encuentran en una condición desoladora debido á la falta de alimentos. "Todas las compañías españolas no han tenido que comer durante dos días, y algunas de ellas literalmente están perecien- do. Es un cuadro desastroso. "Los campesinos asisten por caridad á los soldados qu'e pe- recen y algunos soldados ingleses convidaron ayer á los solda- dos que custodiaban A la ciudad; compraron por algunos cheli- nes todo lo que tenía un fondista y lo repartieron á los solda- dos que dijeron era el primer alimento que tomaban desde hacía algunos días. "Una persona hizo notar que hay gentes que merecen ser linchadas por permitir este estado de cosas. "Se vé á los oficiales pasear diariamente por los cafés y bou- levars, y charlar con los ingleses mientras que los hombres que tienen A su cargo están pereciendo de hambre. "Ayer los insurrectos atravesaron el rio Zapote y descendie- ran también de la laguna para atacar á los españoles por el flanco y les tomaron algunos cañones. "Los españoles hicieron una buena resistencia hasta que se ordenó retirada, probablemente por no ser suficiente sus mu- niciones. ■Es imposible comprender cúmo pueden abandonarse sin sin combate tan magnificas posiciones. >y Google I5K ~Los rebeldes comiiron hoy las Pinas, Pr.i^ue, Tulngo, Mai- day y Pineda, todas en la línea de las costas. ■ Los españoles perdieron diez y nueve hombrea eoire muer- tos y heridos y 7,0W volvieron aquí sin dañoS: "En Calocán, estancia del ferrocarril de los suburbios, hay todavía algunas tropas muy mal atrincheradas. tLa aldea está llena de rebeldes, y la línea de! ferrocarril se ha roto y desprendido por los insurectos que han prometido, volverla á colocar cuando termine la guerra. "Muchas tropas de nativos no ocultan sus intenciones de de- sertar, i- •Hay una disputa turios.i por refugiar detrás de los viejos mu ros y en la' cindadela por órdenes del Gobernador,' á toda la población déla ciudad. 'El Capitán General formó un consejo de guerra en el cual 56 propuso la rendición, porque la resistencia es enteramente, inútil; y un deplorable derramamiento de sangre y los esfuer- zos heroicos no servirían de nada por la falta de provisiones y la pequenez de la fuerza. "Los insurrectos no esperan más que la orden para avanzar ííobre Manila. "La familiii del General Aiiustin fué capturada por los re- beldes..'- Hasta entonces, que se recibieron estas noticias y otras se- mejantes en Madrid, se acordó el envío de la escuadra de re- serva A Manila, . «La tarde deJ 17 de Junio zarparon de Cádiz 4os sijruíentes buques «Carlos V,» «Pelayo,» «Rápido,» -Patriota," >Aadaz,í ■lOsado," 'Prosperina.' Giralda,» «Prelado,» que conducía á su bordo al Ministro de Marina Capit.-in Auñon, ^Alfonso XIII,> "Covadonga," Antonio López,'' Isla de Pinos," Buenos Aires-' y San Francisco." Los últimos tres transportes iban c;irgados con tropas. Los primeros pasaran frente al Peñón con rumbo A Cariayena. Es- tos buques formaban la escuadra de reserva de España, al man- do del Almirante Cámara. Los despachos que á continuación copiamos, bo.squejan el estado de la opinión pública de España. "Madrid, Junio Í7.— Gran entusiasno se manifiesta en toda la ciudad con motivo de la .salida de la escuadra de Cádiz. Un sentimiento optimista se expresa en el pórtico y corrillos del palacio de las C<3rtes. "En esta ciudad se dice que la escuadra del .'almirante Cáma- ra .se compone de más de 120 buques, incluyendo cruceros au.'ii- liares y ps agrega que lleva una inmensa cantidad de material b. Google '59 de guerra, inclusive un misterioso explosivo. También se su- surra que la escuadra se dividirá cuando se encuentre en íiU;i mar y se dirigirá á rumbos disdntos. • Un nuevo contingente de tropas se está alistando bajo las hancieras y sé demuestra mucha actividad en los Ministerios de Guerra y Marina. • Los trabajos en las fortificaciones se activan día y noche, y se afirma que se está formando una tercera escuadra, compues- ta del ciLepanlo», Cardenal Cisneros, -Alfonso X'II- y otros cruceros auxiliares. «Cádiz será el rer.dezvous de esa escuadra y corre la impre- sión general que una guerra defensiva sera la del porvenir. Se antmcia semi oficialmente que el ifobierno no cuenta ya con el apoyo de las Potencias, ni aun Alemania, á pesar de sus in mensos intereses en las Filipinas, podrá hacer algo en favor de lispaila.» A la salida de Cámara se publicó esie meiísaje en la capital americana: • Washington, Junio 7. -Tan pronto como la escuadra que se encuentra en Santiago sea destruida ó capturada, se ordenará al Comodoro Schley, que vuelva á Hampson Roads con el ob jeio de reorganizar la escuadra evolucionaría. • Se asegura que se trata de encomendar á Schley la tarea más importante referente á la guerra, la de atravesar el Atlán- tico con una grande y formidable escuadra de buques de gue rra para ir á atacar en sus propias aguas á la escuadra espa- ñola de reserva. •Semejante flota no tendría igual en la guerra moderna, y si gún tos oficiales, se pondrá al cuidado de Schley. •Ksfi medida no se pondrá en práctica si la reserva españo- la no mostrase intenciones d^ seguir á Cervera. El bloqueo de la Habana, que iba á cumplir dos meses tic establecido, no era tan absoluto como se creía. Algunas embar- caciones españolas lo hablan burlado y á eso sedcbe que des- pués de tanto tiempo no se hubieran agotado los medios de subsistir de los habitantes de la ciudad. La carne se vendía á cincuenta centavos la libra, la manteca de puerco al mismo precio, el arroz á veinte centavos, los cua- les precios indicaban que habla escacés de estos artículos, pero no carencia absoluta de ellos. Otro tanto podía decirse del bloqueo de Santiago de Cuba. En aquella fecha (IS de Junio) el vapor español -Purísima >y Google 1 6o Concepción» burlando la vigilancia de los buques amei icanos desembarcó en las Tunas un gran cargamento de provlsíjnes habiendo zarpado de Kingston.. Esta noticia que llegó A oídos del jefe de la escuadra blo- queadora, liÍ/o que la vÍK¡lancia se redoblara en todos los bu- ques. Gnin empeño manifestaban las autoridades americanas pOr t'l canje del teniente Hobson y sus arrojados compañeros pre- sos en el castillo del Morro. El Gsneral Blanco no quiso acce- der luegoálas reiteradas peticiones americanas en estes3ntido, hasta no recibir órdenes de Madrid. El extraordinario interés manifestando por su rescate, hacia á las autoridades españolas suponer que se oudiera sacaf gran partido de este canje y ma- duraban la manera de obtener de él todo el provecho posible. lista fué la razón de haberse rechazado al principio las pro- puestas de libertad para Hobson El día 21 comenzó en la playa de Baiquirí, inmediata á San- tiago, el desembarco de las tropas del General Shafter, Puestos de acuerdo los dos jefes americanos decidieron simular un vio-" lento ataque al puerto de Ciirdenas, con el objeto de atraer á ios españoles hacia aquel punto. Mientras se efectuaba esta operación los transportes esperaban, sin presentarse en San- tiago. Al fin el día 20 en la noche fueron avistados, y al día si- guiente principiaron las maniobras del desembarco conlinuan- dü el 22. El Secretario Alger recibió el siguiente mensaje: «Playa del Este, junio 2.— Al Ministro de la Guerra Was- hington. De Baiquirí, Cuba 22. Desembarco en Baíqtrii J esta mañana con éxito. Muv poca ó ninguna resistencia (firmado) -Shafter». El Ministro Long recibió un mensaje más estenso de Samp- son á las 6. 50 p. m. 'Antes de desembarcar hicieron algutios disparos sobre e' vecindario el «Nueva Orleans- el «Detroit» el , el ■ Wasp» y el «Swance.í Se hizo una demostración sobre Caba- nas para llamar la atención del enemigo. El íTexas» atacó la batería del Oeste. Tuvo un muerto. Las minas submarinas .se han sacado del canal de Guantá- namo, donde se ha establecido la comunicación telegráfica.- - iFirmado] Sampson. Otro mensaje de la prensa decía: •Baiquirí (Cuba), Junto 22. vía Kingston. — Las tropas anie- ricanas están desembarcando en Baiquirí, á 17 millas de San- tiago. 3,000 hombres han saltado ya á tierra, protegidos por el íuego de la escuadra que al mismo tiempo está bombardeando á Aguadores,' >y Google I6I Antes de principiar el desembarque se notó una numerosa íuerza de tropas españolas, cerca de la costa, en las imediacio- nes de Aguadores, Obrando de acuerdo con ¡as instrucciones del General Shafter, los cubanos atacaron á los españoles por la retaguardia. Los buques americanos bombardearon la costa al mismo tiempo. Las tropas americanas atacaron entonces á ios españoles, y desembarcaron, cogiéndolos entre dos fuegos. El Almirante Cervera obedeciendo á una disposición del ca- pitán General Blanco ordenó que una fuerza compuesta de ma- rinos de su escuadra se dirigiera A tierra para ayudar alas fuer- ;ías españolas á rechazar al enemigo. Los americanos, que no habían encontrado resistencia debido al bombardeo de l.-i escuadra sobre Siboney y Guantánamo, se vieron atacados bruscamente por una fuerza española con la cual se trabó un recio combate hasta que llegó la noche. Ha bian desembarcado ya 3,000 soldados. Cuando las tropas ame- ricanas continuaron desembarcando, los españoles se batieron en retirada, ordenadamente, teniendoi que abandonar algunos puntos estratégicos A los invasores Kmre tanto la escuadra de Cámara continuaba su ruta hacia trl Oriente. El día 20 se encontraba en Cartagena y continuó luego su marcha hacia el Canal de Suez. El 24 se publicó este mensaje; •Washington, Junio 24. —Ya no se duda aquí de que la escua- dra española de C-ldiz se dirije con rapidez al Oriente. •En las costas del MedÍtcrr;\neo, los agentes de confianza del ( lobierno están observando el movimniento de bu ^ues y apro- vechándose de toda información fidedigna, «Así es que cuando llegó hoy ta noticia por conducto de es- tos agentes, de que se avistó anteayer la escuadra en Pantela- ria, los oficiales se inclinaron A aceptar la afirmación como in- dudable. •Según las cuentas de los oficiales de marina, la escuadra se encontraría ya cerca de Candía, al .Sur de Grecia. • Avanzando la escuadra llegaría & Puerto de Said á la en- trada del cana! de Suez próximamente el lunes ó martes. «Desde este punto, no se cree que la escuadra española avan ce más, porque se expresa confidencialmente que todo movi- miento español no es más que aparente, para satisfacer las más exigentes demandas del pueblo español, y especialmente del partido clerical que algo haría por salvar A las Filipinas y á España. >y Google r62 'Hay duda de que las autoridades dd canaí permiían que bu- ques españoles se arriesguen & pasarlo, aunque Oimara esté deseando exponerse á atravesarlo." Desgraciadamente tas ideas contenidas en el último parte de i'ste despacho, relativas á ios movimientos de la escuadra de Cámara, hubieron derealizarse exactamente, según tendremos ocasión de verlo en seguida. En esa misma fecha, y debido á la sobresitacíón popular se determinó la disolución de las Cortes españolas, y firmó la Rei- na regente el decreto relativo, El discurso del diputado Cana- lejas pronunciado en la Cámara dos días antes, contribuyó á que esta medida se llevase á cabo con festinación. Manifestó en su discurso que la guerra ha sido un fracaso y una vergüenz;. para España, la que cada día se vé más humillada debido á la incompetencia del Gobierno. El lustre de las armas españolas, dijo, que por tres siglos se ha mantenido brillante, se está opa- cando, y alegó que el Gobierno procuraba ahora salvarse de la actual situación, clausurando las cortes. Canalejas exhortó apasionadamente á las Cortes á que no suspendieran las sesiones y dejaran el honor de la nación en manos de traidores. En la misma sesión del 24 de Junio, el debate de la Cámara recayó, sobre la cuestión filipina y por el apasionamiento que caracterizó & las discusiones, tuvo que acabar desordenada- mente. Romero Robledo, el orador conservador, precipitó los desór- denes atacando viciosamente al General Pola vieja, ex-Ministro de la Guerra y ex-Cupitán General de las Filipinas, por haber tratado la paz con el jefe insurrecto Aguinaldo. Alegó que ese pacto corrompido se formuló cuando España esperaba que los que entonces estab'in á su servicio sofocarían la rebelión por la fuerza de las armas. Si el General hubiera permanecido fiel A las tradiciones del ejército, Aguinaldo no viviría hoy para ayudar á la degrada- ción de Esparta, Robledo fué interrumpido en esta parte de su di.scurso con gritos de «no es cierto.» Una escena de confusión siguió á la sesión que hubo de sus' penderse temporalmente y cuando se reanudó. Robledo pre- guntó al gobierno si deseaba la paz ó la guerra. Si era la gue rra, demandó que contestara el gobierno qué garantías podia ofrecer al país de que sería capaz de continuar la guerra, que hasta la fecha no había resultado más que en pí^rdidas de vidas y agotamiento del tesoro, ruinosos compromisos y humillacío- >y Google 163 Si el gobierno desea la paz, añadió, ¿por qué no lo dice cla- ra y terminantemente? Robledo aconsejó al gobierno que si deseaba la paz sería prudente tratarla directamente con los Estados Unidos, pues las potencias le pedirían una comisióti por su mediación. El día 27 de Junio zarparon de San Francisco Caliíornia á las 2, 30 P. M. los transportes "City of Para," "Ohio," "Morgan City" é "Indiana," buque insignia, rumbo á Manila, llevando á bordo 6,000 soldados para reforzar al Almirante Dewey. El mismo día se recibió en Madrid la noticia de la llegada do la escuadra de Cámara á Puerto Said^ Egipto, Por lo que hace á las operaciones de desembarco en Cuba, continuaban con toda actividad. En Baiquirí sólo quedaron el 3° y el 9° de caballería custodiando el desembarque, mientras se dirigían violentamente hacia Santiago los dem;is regimien- tos. Tomaron el camino de Baiquirí á Jara^uay. Cuatro bate- rías de artillería y varias ametralladoras se pudieron montar sobre las lomas que dominan la bahia de Santiago, y en gene- ral fueronse ocupando poco á poco todas las eminencias que circundan la ciudad. Entretanto los buques de la escuadra volvieron á bombar- dear á Aguadores durante las primeras horas de la mañana. Entre Siboney y Baiquirí estaba acampado el General espa ftol Rubín, con fuerzas de San Fernando, X^'^^^ra, Provisio- nal de Puerto Rico y dos compañías movilizadas. Parte del ba- tallón Provisional se había situado en la arqueta de Sevilla, por donde forzosamente tenían que pasar las tropas americanas en su avance. Desde los días 23 y 24 sostuvieron el fuego de los americanos valientemente á pesar de que el segundo día per- manecieron sin tomar alimento á consecuencia del incesante ataque del enemigo, Al fin la'' tropas españolas tuvieron qui.- retirarse á Santiago de Cuba á las cinco y media de la tar- de después de un combate casi no.inlerriimpido de 48 horas. El enemigo acampó en los altos de Sevilla, extendiendp sus avanzadas hasta el po?.o. Desde allí prepararon el ataque para el Caney y Santiago. Para reconocer y estudiar el terreno y cerciorarse bien de la posición de las tropas españolas elevaron el día 31 un globo bvGoOglc 164 cautivo. Iban en él dos amerk-anos. El cable A qae estaba su- jeto el globo amarraba en el campamento. Desde allí, asestando en todas direcciones largos anteojos, lo examinaban todo á su sabor. Se hicieron ai globo algunas descargas de fusilería, pero los proyectiles no les alcanzaban. Continuaron estas operaciones hasta que comenzó el at£.que ,il Caney, y simultáneamente á las posiciones de San Juan. Ocupaba la posición de Pozo Blanco, asf como la de los Altos de Sevilla por las avanzadas de los americanos, una guerrilla de voluntarios que defendían ésta última tuvo que huir al apro- simarse el enemigo. De entre los soldados heridos y convalecientes que se haya- ban en el hospital de Pozo Blanco, fué necesario nombrar cua- tro secciones para que acudiesen á oponerse á los movimien- tos de invasión. Atrincherados lo mejor que pudieron se desplegaron ocupan- do los puntos más importantes. Fueron tan certeras las primeras descargas, que los soldados americanos se detuvieron y hasta hubieron de retroceder un tanto. Pero esto duró apenas un instante ó hicieron funcionar algunas piezas de artillería y ya no hubo defensa posible. Una granada derribó por completo el cobertizo en donde va- rios tiradores españoles estaban parapetados; cayeron confun- didos entre| los escombros y muchos quedaron allí muertos. Un guardia civil de segunda, joven decidido, se puso á la ca- beza del puñado de compañeros que allí quedaba y se encargó del mando. Se llamaba Raimundo Braña Alonzo. Pelearon aún todo lo posible, pero era tal la granizada de ba- las, que en breve quedaron deshechos. De tos 38 que formaban la primera sección sólo quedaron cinco. Al. retirarse, una descarga de los americanos dejó al bravo guardia acompañado únicamente por un soldado; ambos para no caer prisioneros corrieron al portillo de Caney. A Pozo Blanco llegó por la noche el batallón de Talavera, pero sus esfuerzos para hacer retroceder á los.americanos fue- ron inútiles. , Las fuerzas insurrectas al mando de Caixto García habían setjuido acudiendo á unirse al ejército de invación. El siguien- re despacho del corresponsal de la prensa Asociada en el cam- pamento americano describe así las operaciones de los insu- rrectos. •Jaraguay, Junio 26 vía Kingston. Junio 28. — El Genera! Calixto García al mando de 5,000 hombres que se encontraban en las montañas de tas cercanías de Santiago de Cuba fueron (.•onducidos á este punto á bordo de los transportes americanos. Ho.tedb. Google" 165 ."i.OOO rebfldes, en la totalidad de las fuerziis rovohi- eii la parte Sur ile la Isla, provincia de Santiago de Cuba, Sí; encuentran reconcentrados en ó cerca de Jaraguay. Tres cuartas partes de éstos están armados de rifles modernos pero están casi desnudos. La mayor parte de los insurrectos están familiarizados con los métodos de guerra seguidos 'por lo» españoles y conocen todos los caininos y veredas por las montañas. Con el objeta de protejer las avanzadas americanas sobre Santiago, se envió un destacamento hacia Guantánamo para dar la alarma en caso de que las tropas españolas inten-. tasen dar sorpresa i5 efectuar una unión de las tropas df San nago con las tropas del Ceníral Escario, Ho.tedb. Google 'bjCooglc CAPITULO xrii. In escuadra de Cámara ea Oriente — Difiuultíideii para continuar «ii ruta hkii FíIipÍBas, — Loa americanos en Stntiago.— Su atafioe á la dudad. — Epit» defensa de loa eapaSoles — Batallas de Caney, S&n Juan y Canosa.— Relato de 11 u testigo presindal, — Dflstruoción de 1 a escuadra de Cer vera. — Narra- i;i6n d-i] Capitán Evíiis.IbI "lovva." tbifgramas fechados en Port Said, Egipto, el 30 d*^' lunio comunicaron que la poderosa escuadra espafto- 'i tnviada para socorrer á los esíorzjidos defensores p Manila y mandada por el Almirante Cámara, se en- lontrabí antlada en aquel puerto, en espera de proveerse de i-arb.'m y obtener el permiso necesario de la Compañía del Ca- nal de Suez para atravesar este canal y navegar hacia el pun- to de su destino Asf era en efecto. El Gobierno egipcio, sujeto al protectorado inglés, notifica al Almirante Cámara que la presencia de su escuadra en Fort Said constituía una violación de las leyes sobre neutralidad, y que en consecuencia los buques deberían hacerse A la mar. Al mismo tiempo se ordenó al Gobernador de Port Said, que es- torbase su aprovisionamiento de carbón que hacía la flota, y apremiase al Cónsul español para conseguir la salida de éste. Circuló otra versión, relativa A que la flota de España no se había podido proveer de carbón en Egipto, porque entre tanto se negociaba el permiso del Gobierno para verificarlo, el Cón- sul americano en Port Said había comprado 22,000 toneladas de combustible que había en el puerto y constituían la total existencia del artículo. Se añadía que los Estados Unidos po- drían aprovechar este carbón para remitirlo al Comodoro De- wey á Filipina.s, lo mismo que para conservar una parte, en previsión de í^ue lo necesitase la escuadra de Watson ó cual- quiera buque americano. >yG0pglC , . Faese cual fuera lii causa, el Almininte esp;iftoÍ C.'íiníira lu- chaba con inmensas di ficultades en su travesía .y frente íi Port Saíd llegrt ii resolver el abandono de sus torpederos, para que regresaran á Europa j' continuar hacia Manila con su escua-, dra muy debilitada. La siguiente nota oficial trasmitida del Cairo el mismo día puede dar idea de lo crítico de la situación. Dice así- • Los buques de guerra españoles que comprenden la escua- dra del Almirante Gámara están tfaaljordando el carbón traído por los transportes; españoles. Kl Gobierno ha notificado que no puede permitir semejante operación y debe suspenderse in- mediatamente. Al mismo tiempo ha notificado al Almirante que deberá abandonar Port Said, pues el límite de 24 horas ya so ha excedido considerablemente. Por contestación á la notificación, los españoles dijeron que sus buques necesitaban repararse y comenzaron á descargar el carbón tomado á bordo con objeto de hacer las reparaciones.» Eli" de Julio los buques del Almirante Cámara se habían retirado del Puerto y entrado eii el canal de San Francisco pa- ra recibir carbón de los barcos españoles «Colón» y 'Covadon- ga,» entrados lavfspera en el Cinal de Suez. T^a operación del transborde de combustible duró todo el día si^'uiente. Entre tanto los acontecimientos en Cuba tomaban mayor ¡mi, portancja cada .día, preparándose lo primera acción que serí.'t decisiva en el éxito de 1h guerra. Desde el 2V de Junio el Ge^ neral Shafter, Comandante de la poderosa expedición ameri- cana desembarcada en Santiago, avanzó al frente de una pe- queña escolta hasta Caney, ciudad de poquísima importancia si- tuada al Noroeste de Santiago El cuartel general fué estable- cido en el campo no lejos de allí, y principiaron tas disposicio- nes para el combate haciendo adelantar los cartones de,sÍt¡o á la vanguardia; Bien pronto la línea americana quedó extendi- da desde frente á Caney hasta frente á Santiago, El 1" de Julio, avazaron sobre Santiago los americanos, alia- dos con los insurretos al mando de Calisto García. El Gene- ral Kent dirigió el ataque sobre Aguadores, en tanto que los Generales Lawton y Wheeler, secundado.s- por Calixto García y el resto de divisiones del ejército americano, se arrojaban so- bre Santiago. Rl combate fué terrible particularmente en Sevi- lla punto cercano de Aguadores, Los españoles se batían como leones sin desanimarse por la superioridad en el número, en las armas, en las posiciones y aprovisionamiento que sobre ellos tenían los americanos. La lucha comen;;ó por un ataque .vobre Caney punto de partida del camino carretero que va á Santiago El estrago causado sobre las fuerzas del General americano Kent, sobre los cuales concentraron su fuego los españoles, fué b. Google 16f) enorme, siendo preciso que los reíorzítran La wton, Wheeler y García, para que aquellos se vieran obligados á ceder el terre- no defendiéndolo paso á paso. Las fuerzas de mar entre tamo, secundaban el ataque deno- dadamente. Mientras el contra Almirante SampSon arrasaba casi, con la superiori dad de sus cañones y proyectiles colosales, ias baterías que acab aban de ser reconstruidas en el puerto, la flota del Almirante esp-iiiol Cervera lanzaba una lluvia de me- . tralla sobre las tropas americanas. Al anochecer el Gobierno de Washington era in formado de que los españoles cedían sus posiciones después de batallar el día entero reñidamente, su- friendo m-ís de mi! bajas el ejército americano. El «Vesubtus» disparando con dinamita, produjo el pAnico entre los habitan- tea de Santiago. He aquí el parte oficial del General Shafter: "He tenido recio combate hoy, el que duní desde ¡as 8 a. m. Kasta el obscurecer. ■ Hemos ocupado las trincheras exteriores del enemígo.No hay más de tres cuartos de milla de distancia entre mis Kneas y la ciudad. La división de! General Lawton y la Brigada del General Bates, ha estado combatiendo todo e! día y á las cuatro de la larde tomaron Caney. Durante la noche estarán en marcha y avanxaríSn sobre San- tiafro, Al amanecer nuestras tropas serán atrincheradas allí y con- siderablemente reforzadas. La batalla se continuará probablemente maftana al ama- necer. Las pérdidas americanas .son considerables. Algunos las cal- cutan en 1,000 entre muertos y heridos» (firmado) Shafter. Con diferencia de pormenores el Gobierno de Madrid fué in- formado de !a batalla el mismo día, confirmando la fatal no- ticia de haber sido rechazado.slo.s defensores de la Isla. En cuan- to al número de bajas sufridas por los españoles se hacía lle- Lrar á dos mil entre muertos y heridos, pero se aclaró después que esta cifra era exajerada en una tercera parte á lo menos. El l3 de Julio se reanudó el combate con mayor ardimiento, y continuó el día entero. Todavía sin que se tuviera noticia en Washington del resultado, se recibió un mensaje del General Shafter pidiendo al gobierno con toda urgencia que enviase un ííran refuerzo de médicos militares. Esta solicitud obsequiada inmediatamente con el envío del buque hospital que llevaba muchos cirujanos y aun tenia órdenes de recoger otros en Fuerte Monroe, despertó la mayor ansiedad en toda la Unión Americana, por saber el número de victimas habidas en aquc líos dos días de incesante batallar. >y Google 170 Eí ejército .Tmericano combatió con íiriñe/.a con el propósito de apoderarse de las posiciones españolas interiores. La batería del Capitán Grimes bombardeó durante una hora uno de los suburbios de la ciudad. La cahallerfa de la división del General Summer y la división del General Kent, avanza- ron sobre la batería de San Juan al medio dfa, posesionándose de ella antes de la puesta del sol. La dí\-isión del General Lawton y la batería del capitán Caprons desalojaron á los españoles de Caney. Los regimientos 6° y 16° atacaron las trincheras del lado Este y después de reñida lucha tuvieron que ceder los espa- ñoles, quienes se batieron en retirada hacia Santiago. La batería del Capitán Panckhurst situada ¡íobre una loma bombardeó la parte del Este de la ciudad de Santiago. Las lí- neas de defensa españolas por ese lado quedaron completamen- te destrozadas. Los españoles pelearon valientemente. El parte del combate dirijido al Gobierno de Madrid, fué concebido en los términos siguientes: "El ejército del General Shufter compuesto de 17.000 hom- bres de infantería y 82 cañones de sitio de varios calibres, ata- có las po.siciones españolas frente á Santiafío, ayudado por hOO rebeldes al mando de Calixto' García. 'Los espaiíoles apenas contaban 6.000 hombres, la mayor parte voluntarios. Nuestras tropas pelea» on con heroico valor. La retirada se hÍKO en perfecto orden. Nuestras pérdidas son i'onsiderables. Las del enemigo son enormes. La lista de nues- tros heridos incluye al General Linares, Coronel Ordóñez y Mayores Azaraz y Onega. y Google rr;i, preparó las cosas de otro modo, como veremos ndelantc. Por ahora reproducimos el siguiente informe del Gencni! Shaí tcrque prueba la verdad de esta aseveraciún. '«Playa del Este Junio 3.— Al Ministro de la Guerry. Was ii i ngton.— Nuestras tropas rodean la dudad de Santiago portl Norte y Este, aunque nuestra línea es débil. AI acercarnos á la ciudad hemos encontrado que las defensas son tan poderosas que me será imposible tomar la población por asalto con mis fuerzas actuales. Nuestras brjas hasta hov pueden ascender :■ mil; pero aun no lleyamos al lin. Poca enfermedad, fuera de in- solación debido al extremado calor v las fatigas do la batallü, que existe entre las tropas. El (ienera'l Wheeler estágravemen te enftrmo y hoy será conducido al hospital. El Genera! Young también se encuentra enfermo en cama. El General Hawckins está ligeramente herido en un pié. La conducta v espi'ritu de nuestras tropas son magníficos.— Firmado (Shai'Teií.)i. \'camos ahora lo que pasaba en el campanienio español, T.as trincheras americanas se habían construido durante los dias r 2y 3 de Julio en el punto llamado el Portillo de Caney, esta operación que para los españoles hubiera sido laboriosí- sima por encontrarse agotados por íalta de alimentos resultn fácil para los americanos que poseían unos aparatos, especi'' lie arados, con los cuales rápida y dímodamenie removían l.-i tierra. En los tres días se libraron combates aunque l|i' poca dura- ción. El coronel español Aldea ocupaba con algunas fuerí^as las trincheras más avanzadas. El día 2pidió el enemigo parlamento. Los parj^mentarios, dos ó tres oficiale.s, se avisaron primt- raracnie con Aldea. Pedían que fuese enviado á Santiago di- Cuba un oficial español conduciendo unos pliegos. Comenzó :■ gesiioníM-se ya entonces, por lo visto, la capitulación. Los pli^ - gos fueron enviados, pero como no obstante eso continuasen en el campamento americano los trabajos de fortificación y no cesase contra las tropas españolas un nutrido tiroteo, el tenien- te coronel de caballería Pa.scual Herrera Orzáis, que deíendi.i la segunda línea de defen.sas del Portillo, tlió '-ucnta de tan in- comprensible hecho al coronel Aldea. Le ordenó éste que fuera sin pérdida de tiempo á conferen- ciar con el jefe de Estado Mayor de las tropas americanas, .\ ■ i lo hi/o el señor Herrera. >y Google 172 —Me sorprende y extraña— le dijo— que habiendo cesado el fuego en las lineas españolas en virtud del parlamento por vos pedido, continúen vuestras tropas no solo dedicándose A tos trabajos de fortificación, lo cual es quebrantar cuanto las leyes militares ordenan, sino también haciendo fuego. El Jefe americano mandii se suspendiesen aquellos trabajos así como que cesasen los disparos. Los referidos pliegos del ejército americano los recogió un oficial espafiol y lo llevó íi su destino. Estaban dirigidos al General Toral, que ya entonces asumía el mando de general en ¡eje de la provincia. El día 3 á las cuatro y media de la mañana, rompió el enemi- go un nutrido íueyo sobre las trincheras españolas en e.xten- sión considerable; contestaron aquellas tropas con igual ener- gía. El Portillo fué valientemente defendido. La artillería de que disponían los españoles en el Portillo de Caney la forma- ban ocho cañones, dos de tiro rápido y seis antiguos de los lla- mados ele pla.:;y Google 173 — Vengo voluntario, ini general— contestó.— Hay que estar á lo bueno y a lo malo. Era Caney para el ejército yankee posición importantísima, un punto avanzado que convenia ocupar, arrasar hacer desa- parecer, á fin de poder avanzar sobre Santiago de Cuba. De ahí los desesperados esfuerzos que para defender hacían nuestras tropas y el empeño del enemigo en lanzarlas de allí. El General Vara del Rey, jefe de las fuerzas, fué herido en las dos piernas mientras practicaba un reconocimiento en per- sona en nuestras filas. Prosiguió la lucha en e! Caney encarnizadísima. Hubo rasgos de valor por parte de nuestros soldados, muy grandes. Sin embarifO, hubo que ceder ante el peso abrumador de tantos miles y tan continuo y nutrido fuego. A las 4 déla tarde cuando los -(53 hombres habían quedado tan mermados cu número, que solo una tercera parte existían, ^e dispu.so la retirada. Por el camino del Cristo se dirigieron ^unos cuantos super- vivientes con dirección íi Santiago de Cuba. Iba A su frente el coronel Puñet, El resto de las destrozadas fuerzas marchó por el camino de Cuevitas. Por allí iban también para Santiago los camilleros que con- ducían vivo aún entonces, pues sólo estaba herido en las pier- nas, al General Vara del Rey. Era una tristísima comitiva. Detrás de las camillas seguían unos 50 ó 60 soldados heridos, l'.enos de sudor y de polvo, manando sangre las heridas recién recibida.^. Unos caminaban & pie, otros á caballo, en acémi- las, etc., y muy pocos pudieron llegar á Santiago. * Los yankees, al ver desfilar á aquellos infelices no se mo- vieron á compasión, sino que lanzaron sobre ellos infinidad de proyectiles. Muchos cayeron muertos y algunos pocos, que no reeibie- ron lesión alguna en et terrible combate anterior, fueron heri- dos entonces. El comandante militar de Caney seilor Romero Villegas, se retiró el último cuando vio que ya no le quedaba que hacer allí, montó á caballo y partió A galope para Santiago. Avan- ■/.ó poco trecho; una bala de Mausser le atravesó de lado á lado penetríindole por un homóplato. Dos balas mataron A su caba- llo y éste y su ginete rodaron por el suelo. Acudieron algunos soldados norteamericanos y un oficial y el señor Romero fué reduciip á prisión; le condujeron á un vivac del campamento de los yankees y le curaron con la ma- yor .solicitud y esmero dos médicos del ejército. Sólo le hicie- ron prisionero para poder curarlo. b. Google '74 En el mismo vivac á que fué llevado halló el señor Romero á ;íO españoles heridos también en el recién terminado comba- re de Caney. Figuraba entre ellof^don Amonio Vara del Rey, hermano y ayudante del bravo general que acababa de fallecer. Pero él sobrevivió. También estaba alli herido el encargado de la estación tete- gráfica del Caney señor Manxano, que se había batido con de- nuedo. Fueron trasladados al siguiente día al Hospital de sangre que la Cruz Roja vankee tenia establecido en la iglesia del Ca- ney. En la acción de este nombre fallecieron, además del General don Joaquín Vara del Rey, los comandantes don Rodrigo Agüe- ro y don Rafael Aragón, el capitán don Antonio Vara del Rey y los tenientes don Eduardo Domínguez, también ayudante del general; don Alfredo Vara del Rey, sobrino de éste, don Hedro Fuentes, doniManuel Morales, don Antonio Rubio, don Segundo Llanes, don José Marquínez y don Enrique Casadaval. Por su heroísmo merece especia! recuerdo el factor del Ca- ney señor Garaj-, que combatió en primera línea y murió he- roicamente. Recibió tres balazos. Resultaron heridos de más ó menos «lidado los capitanes don Manuel Romero Villegas, don Isidro Arias y don Baldo- mero Vigo, y los segundos tenientes, don Inocencio Rojo, don Antonio Martínez, don Domingo Murillo, don Manuel Estévez, don Lorenzo Salinas y don Domingo Muñoz, éste último de las jfuerrillas volantes. El médico militar don Ángel Rodríguez fué también herido cuando se dedicaba á practicar la curación de un soldado en el mismo campo de batalla. El testigo presencial citado prosigue así su narración: "Los yankees también tuvieron pérdidas importantes: confe- saron ellos mismos haber tenido mils de 1.500 bajas entre muer- tos y heridos. Nuestras tropas gastaron en el combate del Caney, que como dejo dicho duró 10 horas, 80,000 cartuchos Mausser y Re- mington- En e] hospital de sangre de la Cruz Roja, permanecieron los heridos españoles hasta el día 5 de Julio. ,R1 enemigo había tenido muchas bajas en el Caney y el ata- que A Santiago de Cuba, Realizados ambos en un mismo día, y necesitaba de todos los médicos^ resolvióse por esto á enviar nuestros heridos á Santiago de Cuba, para que allí fuesen cui- dados, fué un acto de humanidad que mucho agradecieron los pobres enfermos. >y Google 175 El General yanqui envió un oficial ¡i participar al General jíobernador de Santiago si quería recogerlos, se le contestó afirmativamente y el traslado se verificó. Fueron llevados los heridos A nuestro campo en carros faci- litados por los yanquis; estos carros eran unas amplias, cómo- das y excelentes ambulancias arrastradas por poderosos caba- llos percherones. Entregados los heridos 'i Jas autondades españolas los yan- quis se retiraron. No había en el Caney ni en las inmediaciones de Santiago alambradas para facilitar el paso. Se habían en un principio colocado contra los insurrectos cubanos, pero se les hizo desa- parecer por inútiles al desembarcar los yanquis, para poder construir trincheras. Fué el combate del Canej- uno de los más sañudos en la guerra. Un aetalle: defendió aquel punto el bat;'llón de la Constitu ción, núm. 29. y fué tal ,su heroísmo que los soldados yanquis, terminando el ataque, disputaban comprar los números de metal dorado, distintivo de dicho cuerpo que los individuos del mismo llevaban en las solapas de las blusas Ó chaquetas de ra- yadillo. —¡Oh, Constitución! ]0h, Caney\ exclamaban -es-/» t^rr re- fuerdo. Allí tuvieron los norteamericanos muchas bajas: hubo bata llón que quedó reducido á 12 hombres y un oficial; las nues- tras fueron también muy dolorosas. El Caney estaba defendido por 400 hombres, la división yan- qui que atacaba el poblado se componía de mfts de 12,000 hombres. En cuanto á la muerte del General Vara del Rey nos dijeron que recorría con una pequeña columna el día 1° todas las avan- zadas, cuando en un encuetro fué herido en las dos pierna.s. Se retiraba con sus tropas é iba en una camilla después de ha- ber sido curado, cuando los yanquis recrudecieron el ataque- con ímpetu. Mataron á los camilleros que lo conducían y á un sobrino del General que era ayudante suyo é hirieron tambit'-r ■rrav emente al capitán ayudante, hermano del General y lla- mado don Antonio, El bravo Vara del Rey recibió un balado más. El proyectil le penetró por un ojo. Las fuerzas se retiraron como pudieron, y el cadáver, con otros muchos, quedó abandonado, le recogieron los yanquis y le dieron sepultura en un camino Después, cuando supieron de quien se trataba, lo desence- rraron V lo condujeron al Cementerio de Caney y le tributaron los honores de ordenanza. Tuvieron los yanquis en el ataque á Caney, muchísimas bajüs. b. Google 176 fío pueden convencerse ele que h:ibta allí defendienJo el po- iílado 400 hombres nada más; creían que eran algunos miles.' Circuló la noticia, creída todavía mucho tiempo después de la guerra, de que el GeneralPando al frente de 6,000 hombres acudía en auxilio del General Linares, á marchiis forzadas. Es- to era inexacto. Los esperados refuerzos salieron el 22 de Junio de Manzanillo en medias brigadas. Una mandada por el General Ruiz Raftoy y compuesta por los batallones de Puerto Rico y Alcántara, y la otra por Escario con el regimiento de Isabel la Católica y el batallón de Andalucía, alternando en ir á vanguardia y 1 reta- y:uardia- Al llegar á Bayamo se enteraron de que estaba ocupada por los insurrectos. El General Rañoy se ofreció á tomar la población y después de haberse nombrado veinte hombres de cada batallón con e,s- te objeto, apoyado por 400 caballos y otras fuerzas de re.serva dio el asalto con buen éxito. Los insurrectos apenas presenta- ron resistencia. Las fuerzas españolas continuaron su marcha tomando des- de Figuani hasta Palma Soríano todas las posiciones de los ínsu rectos. Sin embargo, cuando se pusieron á las órdenes de Toral es- tos refuerzos, puede decirse que ya era tarde: las negociaciones para la capitulación estaban casi terminadas. Las fuerzas que defendían á Santiago cuando el General Va- ra del Rey futí muerto, súlo eran 3,000 hombres. Posteriormente llegó el coronel Aldea con 1,000 soldados; Escario con 5,000 y Rui¿ Rañoy con 2,000, Se reconcentraron además allf otros 2,000 y pico de soldados, que guarnecían los fuertes de los alrrededores. Había un total de 11,000 hombres. El reíalo de un testigo presencial que tomó parte en la bata- lla, en el ejército español, continúa de esta manera, hablando de los combates de San Juan y Canosa: "Estos dos combates fueron verdaderamente terribles. Sólo puede compararse la defensa heroica que de las trinche- ras situadas en las lomas de San Juan y Canosa hicieron un puñado de valientes, con la que del poblado de Caney llevaron A cabo con un coraje y un denuedo que asombraron al enerai- 1^0, otros cuantos valerosos soldados. >y Google 177 Como ya lievo dicho, ambos importantes combates, los prin- cipales que en la campaña hubo, ocurrieron en un mismo dia. Divididos los norte americanos en dos numerosas divisiones, atacaron simultáneamente, en compactas masas, con tropas de refresco y abundante artillería al Caney y á las trincheras de San Juan, Estas dominaban 3 Santiago y consíituian con las del fuer- te de Canosa su principal ó mejor aún, su única defensa. Roto el (uego A las seis de la mañana en Caney se corrió ;l San Juan. A las diez de la mañana comenzó aquí el ataque. Sólo habia emplazadas en estas trincheras dos pie/as de mon- taña, de tiro rápido. Estaban allí Ordoñez y el General Linares con su ayudante señor Arraiz y defendían las trincheras la tercera compañía de Puerto Rico, segunda de Talavera y 18 caballos de este últi- mo cuerpo. Comenzó el ataque. Por una parte y por otra se hacia un fuego horroroso. Les yanquis avanzaban casi ¡i paso ligero, baja la cabeza y con e! fusil preparado, los que iban á vanguardia disparaban; los de- más adelantaban sin soltar un tiro apresuradamente, dando estentóreos jhurras! Les hacen nuestros soldados la justicia de reconocer que sr batieron entonces como unos valientes. La defensa de la trinchera fué heroica. El fuego de fusilería era nutridísimo, incesante, pero no bastaba á contener la vic- íenla é impetuosa arremetida de los norteamericanos; estuvie- ron éstos & raya sin embargo, sin poder avanzar un paso, re- volviéndose inútilmente y sufriendo no pocas bajas merced á los certeros disparos que con las dos piezas de montaña se les hacían. Dirigía personalmente el fuego en estas baterías el coronel Ordofíez. Tenían los yanquis entonces admirablemente situadas, sei.s piezas rodadas de 12 y hacían con ellas mortífero fuego, su de- seo era desmontar nuestros dos cañones, mas no lo consiguie- ron; mataron, sin embargo, ai capitán y á los dos oficiales que alli estaban, quienes cayeron al pié de los cañones sin dejar de exitar átos soldados y de repetir aún en el estertor de la agonía. — iFuegol [Fuego! ■ Desgraciadamente los cañones callaron, las dificultades que ios yanquis tenían para avanzar fueron menores. Se habían acabado las municiones de las dos bocas de fuego, que queda- ron ya inútiles. Ocurrió esto á las tres de la tarde. b. Google ■78 r-'ácíl es suponer la rabia, la desesperación de los soldados, sobre todos de los artilleros. Los yanquis cargaron furiosa- mente. Comenzaba á evacuar ta trinchera la compañía de Puerto Rico que estaba mermadisima; habían muerto el capitán y los dos oficiales que la mandaban, por lo cuaí dispuso que pasase A la seg\inda línea de fuego, ó sea á las trincheras del frente Caney, que estaban detrás de la de San Juan. De un balazo fué muerto entonces el teniente de Talayera señor Valle. Quería el enemigo apoderarse de los dos cañones, que ya no disparaban. Nuestos soldados se lanzaron sobre uno de los ca- ñones, lo desmontaron presurosos y abriéndose paso escapa- ron con él, llevándoselo sobre sus hombros, no obstante estar rendidos de fatiga. El otro cañón quedó en poder de los nor- teamericanos. Fué imposible hacer más. Los yanquis ocuparon lu trinchera medio destruida ya, y lle- na de cadáveres de uno y otro ejército, elavando sobre un mu- ro una bandera. Continuó luego el ataque en la cegunUa linea de fuego_ en las trincheras de Canosa, donde murió el Coronel Bustamante y el comandante Manso, y salieron heridos Linares, su ayu- dante Arraiz y otros. La trinchera de las lomas de Canosa era muy estensa. La defendían dos compañías de Talavera y hasta mucho tiempo después no se envió allí ningim refuerzo. A la primera descarga murió el capitán .señor Manso, de un balazo en un ojo, mandando dos oficiales y ochenta soldados, Del hospital de Santiago se enviaron entonces á la trinche- ra 185 soldados, que apenas se hallaban convalecientes de sus heridas, y una guerrilla movilizada. Cayeron heridos sucesivamente el comandante señor Busto el teniente seflor Bolivar. Linares se paseaba examinando el campo desde nna meseta dé la trinchera y de pronto se acercó á unos oficiales, á pié, y les dijo; • - Estoy herido, pero no importa; vosotros seréis los detenso- res de la plaza. Cuando estábamos quebrantados en absoluto y habíamos gastado dos cajas grandes de municiones, llegaron una compa- ñía de Puerto Rico y una sección de marina desemb ircada de la escuadra y mandada por un señor Bustamante. Anochecióy se suspendió el fuego, que se hizo al siguiente día más horroroso. La sección de mariiios se batió con verdadero coraje.- de 600 hombres de que constaba sólo quedaron unos 30 b. Google • 179 Había ordenado d jefe Bustamanti; ;il capitán Gon>;aiex que llevase la fuerza de marina en ayuda de Talayera. Cuando Gon- zález se acercrt á él poco tiempo despufe y le deifa, mi corone! está cumplida la orden, recibió Bustamante un b?!azo. El coronel del batallón de Simancas, D. José Saquero Mar- tínez, jefe de un sector de trichera, desap;trec¡i3 entre Ioí; eíi- i'omhros al estallar allí una granada. No ha í'ueUo á saberse de él. La trinchera de Canosa tío llegó á rendirse: se suspendió el fuego en virtud de órdenes del general Toral al hacerse la ca- pitulación. Sólo entonces pudieron ocuparla los yankees. , Por la.noche antes de entregarla, quisieron tomarla sorpren- dJi^ndb á sus defensores algunas fuerzas de caballería, y aunque lograron penetrar fueron rechazados á bayonetazos. Cuando tod;tlucha hubo terminado, los soldados yanlíees se ;teercaban á los nuestros, A saludarles y felicitarles dándoles al propio tiempo rom, pan y otroíi víveres.» Vamos á rc-ferir ahoivi e! acontecimiento más desastroso de ('-«ta guerra, el que fué causa de la terminación de ella, porque dir>fin se puede decir al pod,T nava! de Esiafla, y el que como más inverosímil fué recibido por todos los que ansiaban el triunfo del derecho sobre la fuerna. Desde el lunes 4 de Julio comenzó á circular rápidamente en esta ciudad la infausta no- ticia de que la escuadra española, surt:i en la Bahía de Sintia- tx'i al mando del Almirante Cervera, había sido destruida to- talmente por los americanos, que se encontraban frente ú ella, y alas órdenes del' Contralmirante Sampson y el Comodoro Sheley. Tan magna, tan inesperada, tan irreparable era aque- lla catástrofe, que nadie quería creer en ella. ;Cómo podía ser que Cervera tan hábil marino y tan valiente soldado, conocien- do fielmer.le la .situación de su flota y la superioridad del ene- migo, se hubiese lanzado en una aventura tan descabellada, como era la de abandonar la bahía custtidiada por acorazados poderosísimos y cuyos cañones lanzaban proyectiles de una potencia verd deramente irresistible? V sin embargo así fué. Violentado por superiores órdenes, que la disciplina le niohibia discutir ¡1) el bizari o Almirante esp iñol se lanzó á l,i mar en (1) He aquf U correa pon de ncín oficial cambiadi antea de U naliHs ríe Oriera. En elia s» vé que el Almirante turo que ceder antp lo ineiitahle, aunqus su con- Ticción era de que al abandonar el puerto de Santiit)!» sería nn}i]ui!acto i.'on su es- "Habana. Junio 33.— Cervera, Santiago.— El Capitán (¡fnerai me informa qae ción tan grave, puedu reSuítar que por falt* de provisiones la ciudad trndrS que t,. Google 1 8o plc-no Ji:i, con todus sus rmb;ircac!ones, sín otro anhelo que rumplir con su deber, sin oír;» espectativa que morir peleando. RI dia 4 fué conocido aquí- un boletín publicado en Washing- ton el dia anterior, conteniendo el siguiente parte oficial: • La escuadra española intentó escapar de la bahía de San - liaffo A las 9. 30 de la mañana de ayer, A las dos de la tarde el -Cri-itOhal Colón" encalló á sesenta millas al Oeste de Santia- go, arrió su ban-dera y se rindió. re ndirae 6 ner nbundoniidii por la gunrniciún, marL-banilo al Este en cayo o>bo uiin \» escisex do ptOTiflione» en Ib eacaadr», el paerlo blo(|iieado y ta ciudad en podfr del enemiBO, au Biruacifin Seria en extremo grarn; antoii que ratii sateda itpaeo qua usted me informe detalladainenie sobre la situación. H« pedido al Co- mandantn de la «itaciiin niial qtie rinda parte, j he sabido que el bloquea aón en la noch?, es tan estríelo que no hay pofibilidail de íorzarlo: ein embargo, es nece- sario baeer aJgn. Procurarla enviar fi usted tren ó cuatro buques. Piro «erfa con- vcDÍonte quou'tfld se iionunicara eonmiea pue4 no deseo hacer nada ríh codbqI' lar con usted. La nítuaeión tiene qne rer ni¿.< clara para usterl que pora mí, pues rstá en el sitio lie los aconti'cimtentns, y ai usted vi manera alguna ríe mi'jorar la ailuación, !b ruego que mi- inlorme In más pronto que le sea posible. — "Mantu- "áantinvo Junio 24.— .Mmirante Mantirola, Apostadero Habana.— Mi opi- nión es que serfi iniDn^íhlo pirH los buques en el puerto, fiTzar el bloqueo. Las [iroviaioneB que ti-nemos á bordo alcanzsrán para todo til mes de Julio; pero creo rarnante: pero hay todavía nnat-ntrada si Este del cabo Smlth. Mií feHcitacio- nes ñor el l.rillanle combate del "Isabel [ 1 . "— "Cervera " "Habana Junio 24 de 9s — General Linares.— Santiago .— Di Ka usted al Al mi ñute Ceri-era que d''H'm cunocr ku opiniAn aceroa de la sítuacidn y sns planes de CaniDana. Df^cale también, que yo creo debo d>jar ese punto tan pronto como pue- da é ir á donde |fl pareíc» mas oportuno, porque so posicián en ew puerto, i mi Im noche paaada tiabfa solo fli'te buques illí, mientras que en Cieafuegoa ha- bía tres y aquí nucTe. 4 pasar de lo cual H ' Monteiidío" y el "Santo Domingo" que salieron á tas dos d" la luaüann, pudieron forrar el bloqueo coa laciiidad, — -ItlaHco- /■Madrid Junio i4 dB9< -Oipit4n (iener») Blanoo.-Hahana -Estando redu- cida la escuadra bluqueadora á siute buques en Santiago, el gobierno piensa qui- i's una i-scflenle ocasidn para que nuestra escuadra pueda huir. — (Jorrea." '■Santiago Junio *S de 9'.— CapitSn General Blanco,— (l'or intermedio del Al- mirante Manterola. Jef,' del Apostadero) — Habana. — Desde el último despacho- de nnted, he recibido una carta del General Linares, trasmitiéndome un despacho de usted en el que m!^ pide mi parecer aci'rca de In sítuacidn En mi primera carta indicaba cual era, y en la presente oeasióa entraré en detalles. No es cierto que la escuadra bloqu^dora haya sido nuncí reducida & solo siete ba- ques; y alin cuando a'f fuera los seis ürincipales solamente, renrts.'ntan una fuer- za (rrw veae» mavor que la mía La falta He i:»ñon>>s de irran alcanee en las forti- h'caciones á la entrada del puerto, nos impide maalener los buq íes americanos í sraa distancia. Por tal razAn, sucede que e^tín siempre á la boca del puerto y coa sus poderosos tocos de Iue hacen psra mi imposible escapar sin presentar batalla y_ derrotar tus: i mi juicio cualquiera ten tatita para dejároste puerto, traería con- pulaciftn, cosa que yo nunca lomarí bajo mi repponsahilidad: pero si usted lo or. iiena, lo t>jecutarú. A mi modo de pensar, la pérdida de la escuadra era segura des-^ de que se me ordenó reñir aqiif , asi es ijiie 1» eraredad de la situación presente, no me causa eororesa. ITsted ordensrá ni debo é un, irá este sacrittcio que yo creo seríinillit.- "Cervera." "¡ímtiairn. Junio2Sdeei«.— Capitán General Blanco, Habana.- El Gobierno nerme bajo su« ordenes conforme al decreta de Noviembre 13 do a el mayor placer, pups tal f mi deber y daré á Ud. déla- rdeTse >y Google Ei'Inranta Maria Teresa" "üquendo" y "Vizc:iya" se vieron obligados á encallar, fueron incendiados, siendo después vola- dos por los cañones de nuestros buques como a veinte milias distante de Santiago, • El 'Furor» y el ■iplultin ■ fueron destruidos ;i leinüí'uatro millas del puerto . Nuestras bajas consisten en un muerto y dos berido-^, Ue trea mil profPctileB p>ra ios cnñonüs Ilonloria de catorce i^ntimdroa 'o- lo aeiacientOH veinte eetSn ütilea. Los ntrofi se encuentran absoiufmiieiire inúii- le», no hnbiendo sido reempUzados pnr ofroa buenos, i cnusa de U f»ll» de ini- del "Oquendo" no están buenos y he ordenado que sciin eambiiidos: un Bf»" nú- mero de espoletas están fuera de aervicio. Al 'Colón" le falta *u twitrl* pHori- pal. El fondo del "Vizeitya" rstá anclo y ha perdido au Telutidsd, E] "Mrrfit Teresa" tione pocos cañonee útiles j Ion óv\ 'Vizcaya " y "üquendo" casi no tie- nen parque. Además, tcnimoa muy poio carbAn ; proTÍaioDes para el mt9 df Ju- lio. La escuadra del bloqueo ea cnalro Ticta suierior Por laks niutivn)>. nuestra tentatiya para dejar eate puerto, signitii'aria nuet-lra inmediata, segara y absolu- Suarniciónde Ib ciudad. Elidía 211 consideré rnino un dtber ini» «nvínr sUi"- ierno los informes cODlonidos en el siguiente telegrama. "El enimigo eatá en el mar, ha capturado Baiquiri, Hoy cnpturará aeguramenlr Síboiiey á (.csar At la brillante defema que se sostendrá. Ayer cinco butallones asiieron de .Manzanlllu, [legarán i tiempo para prolongar la aginia porque dudo muchn que sean capa- ces de ealrar la ciudad. Como es, aliHolutnmenlií imposible para Ib CFcundra enca- par bajo talea circunslBoriís, eepero resistir ctn todas mis fuerzas, en cssii de ne- cesidad, y destruir loa buques como último recurso." I^sta es la expre«lón de mi parecer que está de acuerdo con la do los comandaotea de todus a¡h liuquf'i-. Kfpt'- "Ms-irid. Junio 26 de 98 —Capitán General Blaiieo- Flabanj, — Kl tíoliier- no creo que eo la, primera oponuiiidad iodos los buques de la escuadra ú aquellos cuyas condiciones ofrezcan U esperanza de poder salr^irap, dejen el puerto j que se d6 ni Almirarte entera libertad para sf guir la dlreo- ciÓD que le parezoa^ — dorrea." "Habana, Junio 36 de 98 — AlmiraníeCervera,— San t¡»go - Hecilil anado< telegramas. Correíptndo altamente i la satisfacción que HmÍiii> que mejor estime. Además, en cafio de que sea íorprendidu, reunerde qtie la puntería esincierla en la noche 7 aunque loa baques sufran alburas htcdh'-, éstas no terán de importancia cuando se tiene en consideíaciún lU ísli ación déla esonadra. tJstcd me dice qne la pérdida de Santiago esíi^guraeu cuyo caso usted deatruirta (i laescuadra, y esta e$ mayor ra7.on para que u^ied intente salir puestoque es siempre pretiiible para nn soMadn sucumbir en la batalla, cuando tiene mnctias probabilidades lie éxito. I'oi- otra parte. la destrucción de I08 buques noes di< ningún modo i-e^ura. pnesio qtie pudiera suceder, como pBt*6 en la fiabana el si^lo paíadc. cuando los iu); le- nes impusieron como condición para la capitalaciun, la mitreg» de la e»- cuadra que estaba eocerrüda en eae puerto. Por mi paite rspito, pienso que seria may difícil, aun adir^Uletido la auperioridad do toe tiuques enemities. que saliendo en una noche obacnia y aprovechando una buena olioitnnidad oomo la partida 6 redacción temporal de la escuadra enem)|iH. aiteatifia Im- >y Google Liis bajas ;tl enemigo se cuentan por vientos, y mil trecientos pricionfios qae se encuentran á bordo de mis buques Entre los prisioneros se encuentra el Almirante Cervera. (Firmado. ^ Sampson.í Gran parte de la colonia española deMé.xico, y los numeroso? simpatizadores con quien cuenta la causa de España, senej^a- ban á dar crédito A la noticia, con tanta más razón, cuan- qiies íafrieran 1 rrande^ iáAi lO". Un» prue ba de esto, gíi la salida de aquí . ■Ki JIontevHi í«" T del mto 1)0 m logo. ' S pesar de los nueve buq qnenilores; la i i-xlidadel "1 Piirisima Con. cepclón" 7 la llegiada del "RcÍJ Uri^tin»" á Uii íoíuegos odo habí 1 buques enemigoa. Si aai fueran capcnra'lüs de i ilgü D modo ( «Iquier puerto cubann, el i efecto i todo el mund . , Beria de «aet roso y U gaerrsse consideratia tenni oadH . Favor del coeminn. En estos momectoi todas las nHciones de la tler nen ñja la mirada en la escuadra de usted; en ella está encerrado el ho or de la níioÍ6n como estoy seguro de que usted compreade, Kl Gobieroo e*> de la misma opinión: U F^iCuici6n no me ofrece ninguna duda, porque 70 tengii gran coofiaoza pn el éxito. IJej'o citnpletamence A U liisoreai'in de usted el careo que setrnjrá,aaa caaodo varios buques teDi^an ijae Ker sacriücad^a. Ciinio niiB BeTisl favorable, debo decir á usteil que el Capitán del crucero al^nján . ' lüer," ba expresado la opinión de niie la escuadm ]>iiede -feutuar la salida dr 8inti»g) ainesonnerseágrandea p ligros,— BlanM." "Sinrixso, Junio 21 de 9< —Capitán ü^neral Blanco -Uabona-^u tnlrgrama .le iirer obr» en nii (ipiler. Muchas ímuisa por su» cariñosas l'rase». Deberla yo di'S|iu¿Bd« miiiura rff eiinn Siempre he creído que ■ii>ten otrosí marinos más TOiHp'ri'nK-B que yo, 1 muebo siento qae ninguno d^el'os piied» xenir para tomar fl mando de esla escuailra. bMciéniioine Su subordinado. Considero 'u telefirama es que viii'lFHn ñ er-iharcarse las fuerias que saltaron atierra, de conlormid^d un las órdenes de usieil. Rueno A nsM -e sirva conÜrninr la ord"n de salida dv] puerto , porquH no eflTí sentada en términos .xplicitns. V mucho me apenaría el n Sanliatro. Junio 28ds9H,— Capitán General Blaneo.-H iban Wmbarc.rUsfnerMsdelaescua.Ira del Almirante Ccr.era hasla que lleguen js r-fuerios,— ■Linares," lUhan-, Junio 38 de 9S.-Almirantc Cerrera -Sanliaeo, üdobpo.il)leUs¡r«a.'iónrfeSan[ÍaBO. Estoy haciendo todo — Deseo mejorar !ndo para donde usted crea 11 adra dt'herá partir, inmediata puerln A pesar a oportunidad n conñrmarán con sus actos la '■Blanco,-* .. „unio 23 He 93 —Capí ■a.ua. V»T: le gojan — "Blanco,-' "iKo. Junio 23 He 93 -Capitin General Blanco —Habana.-B 'ci cnniplirias i-oiun m> ji^r sea pmllilr. á pesar del hecl)< á ese punto Toilas sus órdenes í iMsíz de carh e y si permar -ndi-toB ,_._ _ trto, quemarán á razón d" quince toneladas diarias dr carbón cada uno. Iiarifo, cri^o haber interpretado la significación de sus órdenes, que es, si t( , Google 183 to que en algunos cablegramas de Europa se afirmaba que ta escuadra de Cervera habia logrado escapar de la bahia de San- tiago, después de un combate furioso con los barcos americí - nos. dirigiéndose á todo vapor hacia el Oeste. En Madrid mis- mo prevaleció con tal insistencia esta noticia que hubo públicas manifestaciones de regocijo para celebrarla. Pero el siguiente cablegrama de la Prensa Asociada no dejó lugar á ninguna duda, «Madrid, Julio 5.— El Presidente del Consejo de Ministros, Señor Sagasta, anuncia oficialmente' que la escuadra del Al- mirante Cervera ha sido derrotada; que el -Almirante Oquen- doi fué incendiado; el 'Infanta María Teresa» echado á pique, y que el almirante Cervera es hoy prisionero de guerra de les americanos.' He aquí los detalles del combate: Cuando Cervera hubo recibido el día 2 de Julio la ratifica- ción de la orden dada por el General Blanco para que saliera de la bahía, se dispuso á la fuga. Hubiera emprendido la marcha por la noche, según el creyó, más conveniente, pero el General Linares le ordenó que no- saliera sino hasta el día siguiente á las nueve de la mañana Tittthlt!.— CervetB." ,na. Julio l=dB 88.— Aliiiiranre UerTírn.— Santiajio.—He renido niitici* nee del ensmigí) á p"8tr de lúa liPrÚicoí esf'ieríoa cJe d' ri'nüH. de Ihb hroprní á aquellos de aos tripulunlea que desembarca ron, y ■prurecharse d» I& k oponúnidad pnra sulir del puerto cnn rodos sus íiuquea. Tomará uated que uaieJ crea mis comeniente, y quidü ualed aiiloriindo p«ra dejar en lo aqiit-UnB liuqufe, que por raz,. Si inoa la eaeuadra ■leí puerto, B-pt- lonea de ustf ■d.— -Cervera," ■■3«ntioBO. ueio del Gent Jul,n!=de 93- ■G.piTi-i Ge. leral illanco -H. il.Hna.-Por ooo- ital Toral tiene ust-d noli.ia del con, bate de ■hoy. m General To. marino» de l< u pun aidadeS^nii: "e.<- vTnt\]SÍ D puedo in en sapar. ' Mi". i.pin'i«n es la mia- ia que la deí General Toral, y n aí«r« aalida ^e^ía"; ña fair-. MiaCa- delamí'mamanc 'ra. Envíela» loí'n pedí. "Cervera." '■"HaCSá"j" ilioSde 93-,\lmirsDIB Cerveí -H.— S, .nti»K0 .-G, ubarqne con toda noaraslgadel pu 'rto inmediat asdra -Blanco." (Con i« pufii 1 j letM.el Gbo^ ral Blanco ag ;,eg6 „ .1 dí-na. .chÓI las siguientes pa. .¿ra.q.eW, LbiA A U vuelta d( ■1 lel.'Rrama: ■Doce horas aolan I. Julio 3,— Capitán General Blai >y Google 184 hora en que podría sorprender á los marinos americanos, quie- nes, por ser domingo, estarían entregados á los oficios divinos. Así, pues; á la hora convenida y aprovechando la ausencia del Almirante Sampson que habiu abandonado momentánea mente la escuadra bloqueadora á bordo del "New York,» para ir á inspeccionar las operaciones militares en Santiago, se hizo en el buque íusignia la señal de ponerse en marcha, y ¡I las nueve en punto la escuadra española abandonaba el puerto de Santiago donde había permanecido seis semanas. Encabezaba el desfile de la flota el «María Teresa,» buque insignia; le seguían por orden el -Viücaya,» el -Colón- y el «Oquendo» como á un cable de distancia uno de otro, y los ca- zatorpederos aPlutóns y ■iFuror.í- Pasó el 'Teresa» sin dificultad, lo mismo que el resto de la escuadra, el obstáculo que se había creído presentarla el «Me- rrimac,» hundido por el teniente Hob.son, pocos días antes. La posición de la escuadra de Sampson era un semicírculo formado por el »Brroklyn,> «Texas," «lova,» "Oregón,» 'In- dianas y i^Gloucester,» El »Ne\v York,» navio Almirante, for- maba entre el "Brooklyn» y el íTe.\as,í pero A la hora de! combate se hallaba ausente, según hemos dicho. Igualmente el 'MassachusettS' y el «Marblehead* .se hallaban en Guanta- ñamo. Cuando el Almirante Cervera se convenció de que liabiít sido descubierto por lo.í navios enemigos, que aparecían al frente, formando un cerco de ocho millas, dio orden de que su buque rompiera el fuego. Todos los demás caminaban con toda la fuerza de sus máquinas, tratando, ante todo, de escapar. Los navios bloqueadores que habían descubierto á los bu- ques enemigos desde su aparición en la boca del canal, se mo- vían también á toda máquina para ponerse en. línea de com- bate. , El Comodoro Schlev, que tripulaba el «Broklyn,» en .-[usen- cia del Almirante Sampson, asumió el mando, á la ver. que el "ResolutC" partía, con toda su velocidad, á dar parte al Almi- rante Sampson de que el enemigo pretendía alejarse. Una vez fuera de la rada los buques españoles trataron de escapar, doblando por su derecha, á la izquierda de la escua- dra bloqueadora. En razón á su velocidad, pronto cambiaron de posición: el ^Colón» y el »VÍzcaj'a,- como más veloces, se pusieron A la vanguardia dejando frente á la flota al ^Teresa" y al 'Oquen- do* que por lo mismo fueron las primeras víctimas. Empezaron á atacar al «Teresa» el "Indiana, y el Joña;- siendo éste el que acertó primeramenic un disparo en c! buqiu: insignia español. >y Google 185 LoH navios americanos [uvieron que describir una curva para ir en persecución de la escuadra fui^itiva, porque trataban de «"vitar el efecto de las baterías de tierra, especialmente de la del Morro. Hl 'Orejón- y el >Te_vas>- enviaban sus granadas contra el Vizcayat y el «Colón' si bien este último media hora después de su salida de la bahía, iba poniéndose fuera del alcance de sus perseguidores. Entretanto el «Maria Teresa- que como hemos dicho, había recibido una granada del «lowa,» fué aIcan;rado por otra me- tralla de] ^Indianas que produjo el incendio á bordo con suma rapide;;. A las Jiez y quince minutos el »Teresa» tenía la mayor par- te de sus cañones desmontados y un violento incendio había invadido todos sus departamentos; empezaba A hundirse. En- tonces el Almirante Cervera cediendo ante lo imposible, deter- minó embarrancar su buque y así lo verificó en las rocas de Nima-N'ima. A seis millas de Santiago, arriando su bandera. El Almirante abandonó el último el navio; salió á nado A la playa inmediata ayudado por un hijo suyo, oficial de su mis- mo buque; mas viendo que el «Gloucester» envió sus botes pa- ra salvar ñ los náufragos, se rindió el teniente Morton y se hi/o conducir prisionero al referido buque. Al ser recibido en el portahín le estrechó la mano el coman- dante y le dijo: -Saludóos Señor. Habíis sostenido un combate como ninfíuno se vio ^ el mar.> El «Oquendo» fué averiado también muy pronto por los pro- yectiles del 'Brooklyn,» sOreeon.» «Tovvaí é "Indiana.» Uno de ellos determinó la explosión de la santa bárbara y produjo el incendio rápidamente. Luego hicieron explosión sus propios torpedos. A las 10 y ;!0 a. m. ó sea un cuarto de hora después del "Teresa," el "Oquemlo." completamente destruido, arrió su ban- dera y enarholó la rendición, embarrancando en el lugar de la costa llamado Juan Goniíález, Fuera de combate estos dos buques, el fuego americano se concentró en el "Vizcaya" que en pos de! "Colón" amenazaba escapase de su alcance. El "Orejón" y el "Texas" lo perseguían más de cerca; el es- tallido cíe ias balerías indicaban que los proyectiles americanos hacían explosión en el interior del buque. El "Pluton" y el "Furor" pretenden entonces acercarse al "Vizcaya," á tiempo que el "lowa" reíorífaba el ataque del "Oregon" y el "Texas," V más tarde el "Gloucester." El "Vizcaya" continuaba haciendo fuefjo sobre sus enemigos con objeto de favorecer el avance de los torpederos; mas fué ■ >y Google 1 86 imposible. El "Gloucestcr," ;i la vez que recibía una descarga de toda la segunda batería del 'Vizcaya,» se puso frente á los torpederos á fin de impedirles el paso. El íOregon» yel«Io\va' y ■^I 'Texas- descargaron entonces una lluvia de metrallas y balas .sobre el «Vizcaya,» precisamente á tiempo que el Almirante Sampson, á bordo del New York llegaba al teatro de la guerra- El sVízcaya.s bastante averiado ya, tuvo aún que hacer fren- te á un enemigo más: el Indiana que llegó á reforzar el ataque. , no sin haber antes dejado fuera de combate á los torpederos, combinando sus fuegos con los de! «Gloucester.» Tanto el «Furor» como el «Pluton' fueron víctimas de explo- siones en sus propios almacenes, determinadas por los fuegos enemigos. El resto de las tripulaciones (pues la mayor parte pereció) se echó al mar para ganar la playa á nado, mas fueron recogidos los náufragos por los botes del -Gloucester.» A las 11 y 15 a. m. el Vizcaya arrió la bandera que había defendido tan heroicamente y embarrancó en Aserraderos, á quince millas de Santiago. Su tripul.ición fué recogida por el íJowñ,» el 'Ericson» y e! >Hist» que se apresuraron á socorrer :\ los náufragos. Debido á la superioridad de su maquinaria el Colón continua- b.i su marcha y ;i esa hora aventajaba seis millas de distancia al "Brooklyn." Este buque, el «Oregon.» el sTexas» y el 'Iowa> daban caza al último de la escuadra española, que por su lige- reza parecía iba á escapar; pero no fué ¡ñi. La lentitud decre- , cíente de sus disparos indicaba el terrible efecto.de los del ene- migo, hasta que al fin uno de los proyectiles del «Oregon» de- terminó una explosión que hizo asomar las llamas sobre cubier- ta El capitAn del «Colón.» don Emilio Moren se vio pues obli- !i,tdo A virar hacia la píaya, comprendiendo que todo había concluido. A la 1 y 20 p. m. se rindió encallando en Río Tor- qiiino. Sij tripulación fué conducid,! A bordo del «New York- Una narración americana dice ¡isl, apropósito del "Colón" y el heroísmo de Cerera. "El "Cristóbal Coll»'n" era el navio almirante de la escuadra i'spañola y el único que, por su velocidad í^uprema, -se esperaba que se salvarla. Por esta razón, deseando ligar al suyo el des- tino de los otros, e! almirante Cervera transfirió su bandera a! infanta "María Teresa" á cuyo bordo esperaba sobrevivir ó pe- recer más claro: asociarse á la suerte deparada á losque mrts riesgo iban corriendo en una tentativa circundada de peligros. Esta acción valerosa, esta abnegación ejemplar, parecen ser cíiractcrí.ctica,'; en el caballero.so Almirante. b. Google 187 De su presencia de espíritu y de su intrepidez en I» tentativa frustrada de su salida de la Rada de Santiago, sólo se dirá que combatió contra elementos muy superiores y que su actitud en un combate tan desigual es un hecho disiinguido en los anales de la historia naval. Las dotaciones españolas se batieron con e! heroísmo tradi- cional, con el mismo denuedo de las de Manila. De los 2,110 hombres del Almirante Cervera, algo más' de seiscientos pere- cieron al pié de las baterías, heridos unos por el fuego ameri- cano, víctimas otros de de la explosión de santaBárbaraábordo. Los puentes de los cruceros españoles quedaron cubiertos de cadáveres. Tuvieron entre muertos y heridos 1.300 bajas; de éste número óOO corresponde á los muertos y 1,400 íueron he- chos prisioneros. También sobre el mar se veían flotar nume- rosos restos humanos. La humareda que despre.idian los buques incendiados cubría un espacio de cuatro millas. He aquí el parte oficial del Almirante Cervera. "Playa del Este, Julio 4 de 98.— Capitán General Blanco. Habana.— Salí de Santiago de Cuba ayer por la mañana con to- da la escuadra y después de combate desigual y contra fuerzas rres veces mayores que la mia, toda mi escuadra quedó des- truida, habiéndoles dado orden de que encayaran sobre las ro- cas. El «María Teresa^ el ^Oquendoi- y el -Vizcaya» hicieron cxplcslón y el "Colón" segú i me informan los americanos, em- barrancó y se volcó; los destOyers hicieron explosión. Aun no .■ié el número de los que hayan perecido, pero á no dudarlo pa- sarán de seiscientos los muertos y los heridos son muchos, aun- que no en tan gran proporción. Nosotros los supervivientes somos prisioneros de lo's americanos. Mi gente se portó con gran valor y ,se han conquistado las alabanzas del enemigo. Al comandante del "Vizcaya" se le permitid retener su espada. Kstoy altamente satisfecho de la generosidad con que nos tra- ta el enemigo. Villamil se cuenta entre los muertos y creo La- zaga también pereció. Entre los heridos se encuentra Eulatc, Hemos perdido todo y necesito fondos. -Cerrera. He aquí la descripción que hace de la memorable batalla e! capitán Evans, del «lowa,' la cual es, sin duda,~la más deta- llada: •Cuando el primer buque del Almirante Cervera enseñó su proa á la entrada de la bahía de Santiago, un marino que en esos momentos se encontraba sentado en el puente del buque Ho.tedb. Google di' ¿'uerra «lowa- gritó; ¿quií fs aquei punto negro que se des- tíica en la boca de la barra? En un momento la tripulación del «lowa» estaba en sus pues- tos respectivos, y la aproximación del buque enemigo era señal lada á la vez por una espesa nube de humo que anunciaba e- primer cañonazo de alarma, á las nueve y treinta minutos de la mañana. A la sazón yo me encontraba en mi camarote, y al oir el dis- paro precipíteme á la cubierta, y en el acto comenzó la manio- bra de guerra; él timbre de señales ordenó al maquinista mar- char á plena velocidad; cargué el timón á estribor y en breves instantes el «lowa» cruzaba los límites de proa del «Infanta María Teresa,» el primer buque de la escuadra enemiga, que majestuosamente salía de la bahía de Santiago de Cuba. Luego que los movimientos del 'lowa» fueron conocidos de! enemigo, el 'María Teresa» rápidamente se escabuyó hacia el Oeste, mas un tanto fuera de tiempo, pues una metralla de doce pulgadas, hábilmente laniíada del cañón frontero hacía su terrible explo- sión en la proa del elegante buque español. [Entablóse la lucha! y esta constituyó un verdadero espec- táculo. La salida de la hermosa, pero infortunada escuadra enemiga, en perfecta columna, equidistante, aumentaudo su velocidad ;í trece nudos, era soberbia. El "lowa," desde ese momento no cesó de hacer fuego con sus cañones de grueso caübre; siempre adelante del «María Teresa,» obligándole á mantener su proa ft estribor y procu- rando con mis cañones de proa, echar á pique uno de los bu- ques que tomaban la descubierta, el" «Oregón,» el "Indiana,' el 'Brooklyn> y el «Texas,» por su parte hacían excelente trabajo con sus cañones de grueso calibre. En un corto espacio de tiempo, relativamente, todos los bu- ques enemigos habían salido de la barra, y se hizo casi impo- sible para el «lowa. poder destruir e¡ primero ó segundo buque enemigo, dada la inferioridad de locomoción á los cruceros es- pañoles. A esa hora, después de la salida de la escuadra del Almiran- te Cervera, la columna enemiga se encontraba á diez mil yar das de nosotros, casi poniéndose fuera de tiro certero. No ha bía tiempo que perder, y cargué el timón á estribor, virando rápidamente, para descargar sobre el «María Teresa^ una com- pleta andanada de los cañones de ese lado del «lowa,» quien, volviendo á tomar su posición con suma presteza, dirigió su proa al segundo crucero que pasaba el «Oquendo,» y descar- gó sobre éste sus gruesos cañones del frente. >y Google i89 Las máquinas, durante estas raíiniobms, movían sus i¿sc¿n- Iricíis con uníi velocidad vertiginosa, imprimiendo á nuestros buques un avance de proa tan fuerte, que las turbulentas olas eran hendidas hasta Uevar su espuma sobre el puente; en tan- to que el «Oquendo- y el 'María Teresa* disparaban sobre mí buque "lowa" una verdadera granizada de bombas, cuyos es- tragos sólo fueron sentidos en las chimeneas y el palo mayor. El "Cristóbal Colón," siendo de más rápido andar que el res- to de la flota española, presto dejó á sus compañeros A reta- guardia, haciendo poderosos esfuerzos para escaparse. Este crucero al pasar frente al "lowa" colocó dos metrallas de á seis pulgadas con magnífica puntería en nuestra proa por el lado del estribor; una de éstas atravesó de parte A parte nuestra caja impermeable, derribó la defensa y fué á reventar en el interior de los camarotes de proa, causando estragos de consideración; la otra pasó el casco á la altura de la línea de flotación y se fué á alojar cerca de la caja impermeable, donde aún permanece. Una vez que era imposible para el 'lowa» la destrucción de alguno de los cruceros españoles, que habían avarzído mu- cho adelante del "Oquendo,» determiné cortar el paso á éste y. para el efecto, cargué el timón á estribor y gané la paralela del buque enemigo; colocándose el í^Iowa» á mil cien yardas de distancia y disparando toda la batería, inclusive los cañones de tiro rápido, hice .iuspcnder un tanto !a marcha del «Oquendo. - El resultado de esta descargi fué aterradorl Muchas bombas de ;'i doce y de á ocho pulgadas vitnos que hicieron explosión dentro del casco del buque, y pronto la,*; Ha mas y el humo comenzaron á envolverle. Pasado que hubo el pánico las máquinas del «Oqucntlo» volvieron A funcionar, y lisu alejóse del 'lowu' ^-ara en mala hora pasar frente al *Oregon- -/ el «Texas,» que -Ana turno des- cargaron sus baterías sobre el enemigo. En esos momentos el grito de alarma de nuestro vigía anun- ciaba la aparición de dos torpederos destructores, un cuarto á estribor y á cuatro mil yardas de distancia. Inmediatamente fué abierto el fuego sobre ellos, y una me tralla de doce pulgadas destrozó completamente la popa de uñó. ... Al mismo tiempo que hacia explosión nuestra bomba en el bote enemigo, una, lanzada por ellos, pasaba A muy po- cos pies sobre mi cabeza. ¡Bravo! exclamé . . . ese parece saber mucho de ariilleríal . . . En la horrible revuelta de los cruceros que en desorden avan- izaban, se movfa de uno á otro lado el pequeño «Gloucester» ora diparimdo sobre un crucero, ora sobre un torpedero, y cau- sando estragos por todas partes donde había blanco sobre que >y Google 190 hacer tiro. Fué una verdadera maravilla que no hubiese n^ie- dado destruido por el chaparrón de metrallas que en su derre- dor hacía explosión. La sangrienta lucha tomaba incremento por instantes. El 'Vizcaya* se defendía con desesperación y logró colocar algu- nos proyectiles en la cubierta del "lowa»; durante quince minu- tos el cafioneo, por ambas partes, llegó á su má.xiraun de ac- El «Vizcaya» con asombrosa rapidez disparaba sobre .el "lowa" más sus proyectiles no causaban efecto alguno debido á su mala dirección; en cambio las bombas del buque america- no visitaban con suma frecuencia los flancos del crucero espa- flol que al pasar frente al «Orcgon» recibió de éste una com pleta granizada de bombas. Los estragos del combate empezaron á ser palpables: el "In- fanta María Teresa» y el «Almirante Oquendo^ alejándose de la columna del enemigo, ponía su proa con rumbo á la playa, envuelto en espesos nubarrones de humo producido por el in- cendio. El «TesaS' el -Oregoní y el «lovva* atacaban sin tregua á los buques españoles, los cuales en pocos momentos quedaron- convertidos en informes masas de humo y fuego, arriando su handerli. Presto el «María Teresa' desplegó su bandera blanca, A la vcx que su tripulación en completo desorden, se precipitaba ¡i la mar. Pocos minutos después la "Santa Bárbara" de este her- moso buque producía una formidable explosión. Esto pasaba veinte minutos después que fué disparado el primer cañonazo de esa memorable acción naval. En segundo término, y á una aparente larga distancia, el "Brookiyn" y el "Cristóbal Colón" ocupábanse con matemática precisión en cambiar metrallas mutuamente. Cincuenta minutos después de haber disparado nuestro pri- mer proyectil, había otro crucero fuera de combate: el "Vizca- va" lamido por las llamas dii igfa su proa hacia la playa de Ase- rraderos, donde al fin encontró su último lecho de descanso. Sabiendo que yo no podía dar alcance al "Cristóbal Colón," V que el «Oregon» y el "Brookiyn" indudablemente podían, en compañía del "New York," siendo éste el que más se acercaba i él, resolví acudir al llamamiento de la humanidad, y me alle- gué á aquel brillante y bravo cuerpo de marinos que habían rendido su bandera á la escuadra americana, al mando del Al- mirante Sampson. Así fué como la proa del "lowa" se dirigió hacia el "Vizcaya" cuyo casco estaba envuelto en largas llamas. Mi buque avanzó hasta donde la profundidad lo permitía y en seguida se largaron todos los boles para socorrer á los venci- >y Google dos que se estaban ahogando pnr doi-eiins. Los que por sus ho- rribles heridas, no habííin podido echarse al mar. se retorcían desesperadamente sobre la cubierta del crucero español, predas del fuego que los asara, vivos afín. El número de valientes ren- didos era grande. Al mismo tiempo que me acercabít á impatir auxilios á los marinos españoles, descubrí que una partida de cubanos desde los arreciíes hacía fuego sobre aquellos desafortunados náufra- gos que luchaban cuerpo á cuerpo cin la muerte, arrollados por las enormes olas que con furia reventaban en las rocas abruptas de la playa. Esto no duró mucho tiempo, pues tres (5 cuatro bombas de grueso calibre se encargaron de calmarla furia de los que bien pudiéramos, por la barbarie que cabe en el acto, llamar sal- vajes. Lo que á mi pesar no pude remediar, fué la mutilación de tanto fiombre cometida por la tremenda cantidad de enormes tiburones. Estos seres inhumanos se encontraban en un aito grado de esitación producida por el espectáculo que ofrecía el mar tinto ensangre y los ayes supremos de dolor salidos de los moribun- dos valientes. Mi tripulación activa, bien pronto había recogido algunos centenares de náufragos, y pude á la vez socorrer á los que se quemaban en la cubierta del crucero "Vizcaya" cnyos pequeños almacenes hacían explosión á cortos intervalos causando ho- rrorosos estragos en el buque. Mis botes regresando con su carga humana formaban un largo cordón y presto se llenó la cu- bierta del ílowa» con la fuerza española, siendo de notar que todos desde oficiales á marineros, estaban completamente de.s- nudos. Las piernas de algunos de ellos estaban enteramente destrozadas por el contacto de las metrallas, y otros estaban mutilados de una manera inconcebible. En el fondo de los botes habla tres ó cuatro pulgadas de san- gre; en muchos viajes llegaban algunos cadáveres sumergidos en aquel rojo imponente líquido. Estos bravos luchadores muer- tos por la querida patria, fueron después sepultados con los honores militares debidos, por los tripulantes del «lowa» ■ Ejem- plos de heroísmo, ó mejor dicho de fanatismo por la disiplina, jamás habían sido llevados al terreno de la práctica tal cual se llevaron por los v.;lientes marinos españoles. Uno de e^tos, con el brazo izquierdo completamente arrancado de su sitio, el hue- so descarnado pendiendo solamente de pequeños fragmentos de piel, enteramente desnudo, bañado en sangre, con serenidad estoica, subió la escala y al pisar la cubierta del "lowa", se cua- dró y saludó á mi tripulación con tan hondo respeto que todos nos sentimos altamente conmovidos. Otro de estos valientes lle- >y Google 193 gó, metido en una charca de sangre, con la pierna derecha úni- camente; fué atado con un cable é izado á bordo sin proferir uaa sola queja. Gradualmente se fué llenando la cubierta de españoles; el maderamen siempre blanco y limpio, se veía entonces, total- mente rojo de sangre, y ya plenamente ocupado por los rendi- dos, era ca^i difici! reconocer en el «Iowa> un buque de guerra americano. La sanare imperaba por doquiera, y después de algunas ho- ras de fatigas nobles, docientos setenta y dos hombres desnu ■ dos recibían agua y alimentos, de aquellos que pocos minutos antes, les habían enviado verdadera lluvia de metrallas que sembraban desolación y ruina. Para terminar aquella faena llegó al último bote conduciendo al capitán del ■"Vizcaya," señor Enlate, para quien se llevó una silla, pues evidentemente estaba herido. Todos sus oficiales y marineros al verlo üegar se apresuraron á darle la bienvenida, cuadrándose y presentaron armas luego que se desató la silla de la carrucha. El capitán Enlate, pocoá poco sepusoenpii? me saludó con grave dignidad, desprendió su espada del cinto llevó su guarnición á la altura de sus labios, la besó reveren- temente y con los ojos brotando lágrimas me la entregó^ Aquel hermoso acto quedará indeleble para siempre en mi- memoria. Saludé al valiente español y no acepté su espada. ün sonoro y prolongado Ihurra] salió de la tripulación del "lo- wa" Luego tomaron mis oficiales al capitán Eulate en silla de manos y lo condujeron á un camarote ya dispuesto, para que el médico le reconociera las heridas; ya que íbamos á bajar de la cubierta una formidable explosión, que hizo vibrar las capas del aire á varias millas en rededor, anunciaba e! fin del "Vix caya." El capitán Eulate volvió la cara y extendiendo los bra- zos hacia el lugar donde se produjera la detonación grito; "A- dios "Vizcaya" ya "y los sollozos ahogaron sus pa- labras. La guerra había entonces asumido otro aspecto: el pagador del "lowa'' ordenaba la distribución de uniformes entre aque- lla multitud de hombres desnudos y presto las proviciones re- paraban los cuerpos fatigados del combate. Como viera yo que la tripulación de los dos primeros buques echados á pique no había sido visitada por los nuestros, puse la proa hacia donde se hallaban. A poco andar encontré al ■'Gloucester" que regresaba trayendo al Almirante Cervera A sus oficiales yun gran número de heridos, muchos de estos en- teramente mutilados. Varios prisioneros que ganáronla playa fueron muertos por las balas cubanas. Ho.tedb. Google 193 En seguida el "Haward" rcí-ogiO la tripulación del "Almiran- te Oquendo" y del "Infanta María Teresa" y cerca ya de me- dia noche, e! primero de estos buques tenía á su bordo nove- tientos setenta y seis prisioneros de guerra estaijdo lieridosun considerable número de ellos. Con respecto á valor y energía nada hay registrado en las páginas de la historia que pueda ser un símil con !a acción del Almirante Cervera. Salió, como él perfectamente lo sabía, con la plena convic- ción de que su flota quedaría destrnida por la escuadra ameri- cana; mas tenía la esperanza de poder salvar al ■Cristóbal Co- lón» debido .i su gfran velocidad. El espectáculo que ofrecían los dos torpederos destiuctores, meras cascaras de papel, mar- chando á todo vapor bajo la granizada de bombas enemigas en pleno día, .';ólo se puede describir de esta manera: un acto es- pañol y ordenado por el General Blanco; la misma frase encají perfectamente con respecto á todo movimiento de la escuadra española: heroísmo en su más alto grado. En contraste con los candentes arranques de los españoles estaba el efecto del frío y deliberado trabajo yankee. La escuadra americana permanecía sorda á todo sentimiento humanitario; al parecer estaba allí para combatir y destruir, y así fué que al entrar en zafarrancho de combate, atacó sin pie- dad al enemigo; mas esta crueldad trocóse en generosa corte- sía cuan presto arriaron su pabellón los españoles, y sin apa sionamiento diré, que si en alguna memorable jornada cupo el sentimienio de humanidad, éste fué demostrado por los ame- ricanos. El Almirante Cervera fué trasbordado á mi buque del "Glou cester» que lo había salvado de una muerte segura. Al saltar sobre cubierta fué recibido militarmente por un completo esta- do mayor del Comandante y los artilleros del .lowa,- Con los rostros ennegrecidos por la pólvora, salieron casi desnudos á dar la bienvenida al valiente marino, que en traje interior úni- camente y con la cabeza descubierta tjravemente pisaba el puen- te del buque vencedor. La numerosa tripulación del «Iowa> en unión de la del «Glou cester» prorrumpía en un grito de júbilo cuando el Almirante español respetuosainenle saludó & ¡os marinos amer.canos. Aunque el valiente vencido sin insignia ninguna, ponía su desnudo pie en la cubierta del ilowa todo el mundo hubiera reconocido que cada molécula del cuerpo d? Cervera, constituía por sí sola, un almirante. Su rendición á los rudos golpes de la guerra la efectuó con tan herói eos y nobles detalles, que por siempre lo colocarán A una altura envidiable. b. Google '94 Eí «lowa dispan; treinta y una metrallas de doce pulgadas, cuarenta y ocho, de & ocho, doscientas setenta de A cuatro, mil sesenta proyectiles de á seis libras y ciento veinte de á una libra. Los oficiales del 'Vizcaya» me dijeron que les había sido imposible sujetar A sus artilleros ante sus cañones respectivos, debido al nutridísimo fuego de los buques americanos. El agua que arrojaban las mangueras, mezclada con la san gre que abundantemente manaba de las heridas de los españo- les, daba A la cubierta de sus cruceros un aspecto imponente y desolador. Fragmentos de seres humanos yacían en confu- sión entre los cañones enemigos, y A cortos intervalo.s las me- trallas sembraban e! pánico. Por las cavidades de uno de los costados del "Vi/.caya» se escapaban enormes lenguas de fuego que enroscándose en la cubierta, tostaban los cuerpos de los moribundos que desespe- radamente pedían socorro con lastimeros gritos. Las explosiones de los buques encallados se sucedían sin tre- gua y cada conmoción de estas era scsruida de inmensos ayes de martirio. De los cañones de seis libras fueron disparados cuatrocientos cuarenta proyectiles. En la parte superior de la torrecilla los artilleros no descansaban un instante disparando sin cesar con los cañones de A libra. Las bombas enemigas cruzaban silban- do por encima de los artilleros sin que estos siquiera se aga- chasen para esquivar sus golpes. Uno de estos aguerridos hombres, cegado completamente' por la pólvora, permanecía sobre la manivela de .sus cañones de á doce, maniobrando al acaso, sin que humanos esfuerzos bas- taran á desprenderlo de su puesto. Otros, carbonizados casi, con un pañuelo mojado sobre la cara, con dos agujeros para los ojos, disparaban metralla con una presteza increíble. Como los cañones de A seis estaban tan cerca de los de A ocho, no se podía permanecer entre ellos con seguridad, y así, cada vez que eran disparados los de grueso calibre se ordenaba á ¡05 artilleros de los primeros retirarse; mas estos se negaban A obedecer aquella orden y seguían en su sitio enviando chapa- rrones de bombas. Cuando los cañones de A ocho pulgadas eran disparados, la conmoción era tan terrible, que repelía á la parada de artilleros de los cañones de menor calibre á ima dis- tancia de diez pies, cual si fuesen de papel. ¡Nada importabal Estos, sordos como un canto, debido A las tremendas vibracio- nes, regresaban furiosos á sus cañones y, á su vez. hacían fue- go sin cesar, hasta que por último, por la fuerza, eran arrastra- dos de sus puestos. Tal encarnizamiento y tal bravura eran frecuentemente ob- servados en todos los cruceros empeñados en la refriega. Ho.iedb. Google . .95 Durante la pi-rmanencia del Almirante Cervora en el 'lowa,> tle todos se hizo amar. Nos dijo que después que recibió la or- den de marcha del Gral. Blanco que efectuaría ia noche del día 2 de Julio pero que el Gral. Linares se lo impidió diciéii- dolé: 'Espere vd. hasta mañana en ía mañana, que A esa hora los sorprenderá cuando estén entregados al servicio divino, pues es domingo. Para terminar mi mal trazada descripción agregaré que, e' ^Indiana» fué tocado dos vecs, el "Oregon- tres y el «iowa» nueve veces. Con rtspento á los otros buques americanos, no podría yo fijar sus a verías, pues eso loca á sus capitanes res- pectivamente.» Hasta aquí la narración del capitán Evans, Los marinos españoles supervivientes al desastre afirman que el capitán del "'Oquendo" Don Juan de Lasaga se suicidó antes de declararse prisionero. El comandante Villamil, segundo de Cervera, y jefe de la flo- lilla torpedera, pereció á bordo del "Plutún." Villamil era re- conocido en España como el perito más eminente en materia de explosivos aplicados á la guerra naval. De la tripulación del "Oquendo" que se componía de 4H7 personas, .sólo se .salvaron cinco. He aquí los nombres de los jefes y oficiales hechos prisione- ro.s. Del " María Teresa:" Almirante, D. Pascual Cervera: Capí lán, Me Choron; Pagador, Mellado; Tenientes: Burqueías, Ir- naz. Cerón, Cervera, Carrasco; Cadete, Moreno. Del "Vizcaya:" Capitán Eulate (herido); segundo Capitán líoldán. Tenientes Capriles. Quorija, Leujo, Pasos y Sauces; Guardias Marinas: Castro, Castañeda. Ríanjón, Sobrini, Cape. Ilán, Biesa; Cirujano, Jurada; Cadete.s: Morris, Manjón, Vega, Quezada, Tossi, Obertin y BentÜz; infantería de Marina, Capi- tán Beleato. "Cristóbal Colón" Comodoro, Don José Paredes; Capitán D. Emilio Moreu; Capitán de infantería de Marina, León; Tenien- tes; Brutón, Cal y Paredes; Cirujano, Nuftez; Subtenientes: Arancíbia, Lerba; Pagador, Cobanillas, segundo Cirujano, Me- neses; Capellán, Gronero: Ingeniero, Chapelle. Caza- torpedero "Furor:" Teniente, Carlier; Ingeniero, Cur- néa. Caza torpedero "Plutón:" Teniente Yesca; Ingeniero, Bordo; Marinos, setecientos treinta y ocho. >y Google Ho,i.db, Google CAPITULO XIV. Damandsa de rendición de Santiago. — Consecuencia de la pérdida de lá española. — üificultadea ín la cotnuniuíción con Espaíia.— E endiriún de Santiago.^Baaea de la capitulación. — Cesan las boülilidades. — C opitularióp de Manila. Hos pliegos, que hemos visto en el capítulo -anterUir, jique envió al General Toral el jefe americano Shaíter ¡¡.jontenfan la demanda de la rendición y también el gaviso de que, si no se accedía A su solicitud, bombar- dearía la ciudad. Como el General Toral por sf solo no pudiese resolver nada respecto á ia rendición sin comunicarlo antes ¡x Madrid para obtener instrucciones, la -respuesta que envió al General americano no fué la que éste deseaba, esto es, no de- cidía !a capitulación, pero indicaba se debían suspender las hostilidades para dar tiempo á que las mujeres, niños, ancianos y 130 combatientes se pusiesen á salvo del bombardeo, caso de que para el plazo fijado por Shafter no hubiese decidido nada él Jefe español. Al día siguiente se intimó de nuevo al General Toral, jefe de la guarnición de Santiago, la rendición de la plaza, y como respondiese con una negativa firme y enérgica, más de quince mil personas embargadas por el pánico intentaron salir de la ciudad huyendo de los horrores del bombardeo y del hambre. Ancianos decadentes, mujeres llevando en brazos á sus crías, niños de poca edad, se dirigían A Caney, á San Luis y otros puntos en.busca de pan y de seguridad. He aqíjí las comunicaciones cambiadas con tal motivo entre los jefes de ambos ejércitos: "Cuartel General de las tropas américana.s, cerca del río de San Juan, Isla de Cuba, Julio 3 de 1898. E. a- m,-Al coman- dante en jefe de las tropas espaflolas.— Santiago de Cuba. Se- ñor: Me veré obligado, si usted no rinde la plaza, á bombar- aearla. Ruego á usted informe á los ciudadanos de naciones extranjeras v á las mujeres y niños que deben abandonar la L,glC ciudad antes c'e la una del día de mañana.— De usted respetuo- so y obediente servidor— í¿. W. Sliafter, Mayor General de! ejército de los Estados Unidos " La siguiente es la coritestación que por conducto del Coro- nel Dorst recibió á las seis y treinta p. m: "Santiago de Cuba, 2 p. m Julio 3.— A su excelencia el Gral. en jefe de las tropas de los Estados Unidos: Río de San Juan.— Tengo el honor de responder i la comunicación de usted fechada hoy á las 8. 30 p. m. y recibida á la una de la tarde, en la cual demanda Ud. la rendición de la ciudad, y, en caso contrario, me anuncia que bombardeará la ciudad y que debo avisar ;l los extranjeros, mujeres y niños, que abandonen la ciudad antes de la una de la tarde de mañana. lis mi deber decir á Ud. que esta ciudad no se rendirá, y que informaré ú los Cónsules extranjeros y habitantes, del con- tenido de ,su mensaje. — De Ud. respetuosamente. Toral, Coman- dante en jefe del cuarto cuerpo del ejército." El día 24 se reanudó, pues, el combate en, vista de la negati- va de Toral. El resultado inmediato de la irreparable pérdida de la escuar dra española fué que los americíMos pudiesen emprender sus operaciones de sitio sobre Santiago con toda calma y seguridad porque lejos de que hubiera buques que los molestasen con sus disparos desde la bahía, contaban con la cooperación de su es- cuadra que podía causar, y en efecto causó, grandísimo daño entre los combatientes españoles. El Gobierno de Washington desplegó la mayor actividad en enviar á Shafter todos los re- fuerzos posibles y desde el 6 de) mismo mes de Julio comenza- ron A zarpar transportes de Tampa conduciendo soldados, arti- llería, y provisiones de boca y guerra en gran cantidad. Por lo que hace á la rendición, el jefe de las fuerzas de San- tiago no sabía que partido tomar. El no pedia admitir la capi tulación sin recibir antes de Madrid la orden correspondiente, V como el cable que comunicaba á Santiago con la capital de España estaba en poder del enemigo, no podia valerse de él paia resolver tan difícil situación. Mientras Canto el Ganeral Shafter puso una nueva comuni- cación á Toral manifestándole que con objeto de facilitar la salida de los no combatientes, extranjeros, niujeres, niños, etc. concedería un nuevo armisticio ha.sta el dfa 10, en cuya fecha iba á continuar el bombardeo si no hubiere recibido aviso de que la capitulación era aceptada. El Cíeneral español reunió á lo,-; principales jefes y oficiales (le su ejército para consultarles sobre la determinación que se- rla prudente tomar en la imposibilidad de comunicarse con el Ho.tedb. Google 199 Gobierno de España. Todos opinaron unánimemente q\io se re- sistiera al enemigo hasta el último extremo. Mas como el plazo señalado no tartiaba en cumplirse y las probabilidades de la victoria aumentaban cada dia en íavor á'.' los invasores, decidióse el General Toral á solicitar el permiso de los americanos para comunicarse con el General Blanco 6 para usar el cable y consultar á Madrid la situación, mientras, se llegaba el término propuesto. Esta tregua fué muy favorable á los soldados americanos que se encontraban en extremo fatigados, con las rí^as que no habían podido cambiaren varios días de lluvia, completamen- te mojadas, y resintiendo ya bastantes enfermedades. Los perió- dicos alemanes que son los que con míis imparcialidad y com- petencia han tratado de todo lo relativo á la guerra hispano- americana, a.seguraron por esos días, que si la resistencia de Santiago se hubiera prolongado por algunas semanas, el ejér- cito americano, extenuado por las fatigas y diezmado por las enfermedades habría tenido que reembarcarse. Cuiinio hubie- ra mejorado la situación délos españoles con que las cosas to- masen este fíirot Por desgracia parecía decretado de ante ma- no que todo les habría de ser fatal. El día 8 los americanos proporcionaron empleados del cable para que pusieran en comunicación A los españoles con su go- bierno, á efecto de obtener instrucciones precisas sobre la con- ducta que se debía seguir. Los telegrafistas entraron en San- tiago y estuvieron funcionando, pero nada se obtuvo. El Gabi- nete español gestionó entre tanto aisladamente con Washing- ton, que el armisticio se prolongara por diez días para facilitar las negociaciones de paz. El 9, en vista de no haberse dado respuesta definitiva por parte de los españoles, determinó el General Shafter que prin- cipiara el bombardeo de Santiago el día 10, aunque no con eran actividad. En la tarde del siguiente día, el crucero "Broo- klyn" y los acorazados "Texas" é "Indiana" al mando del Co- modoro Schley, empezaron á lanzar bombas sobre la ciudad. Los buques citados se formaron en línea de combate de Este á Oeste y como á un cuarto de milla distantes de la costa, dis- parando por elevación sobre las colinas que descienden hasta la playa, y ocultan á la vístala ciudad distante cinco milla-s. El bombardeo se efectuó durante una hora, siendo suspendido para continuarlo en las primeras horas del día .siguiente. Después de haberse disparado 35 proyectiles de los cañones de 8 pulgadas el Comodoro mandó suspender el fuego conven- cido que los cañones del "Brookiyn" no alcanzaban la ciudad, y de esta suerte dejó el campo libre á los acorazados para dis- parar sus cañones de 13 pulgada?. Los disparos se hacían á in- tervalos, y con mucha deliberación. Las señales desde las colí- tlostedby'GOOglC ñas, indicaban que las metrallas catan casi mil pies fuera de tiro y á la izquierda de los españoles. Al mismo tiempo las baterías de tierra disparaban terrible carga de metralla sobre las líneas españolas. Estas contestaron desde el primer ataque, rompiendo el fuego de artillería ligera sobre las trincheras enemigas. También hubo disparos de fu- silería, si bien más escasos. La inferioridad del armamento ha- tía que el daño causado por los sitiados no estuviera en rela- ción con el que ellos recibían de los sitiadores. El día ^ fué enarbolada en Santiago la bandera parlamen- taria. El corresponsal del Times de Londres, que fué el mismo que .sirvió de intérprete ea la conferencia que tuvo lugar el día 12, refiere así la entrevista de los jefes de ambos ejércitos: «Avanzamos hasta la mitad del camino entre las trincheras españolas y americanas, y allí encontramos un oficial español y su escolta, y también el arzobispo de Santiago, acompañado de dos sacerdotes. oEl documento que el oficial nos entregó estaba dirigido al comandante general de las tropas americanas, y solicitaba una entrevista con él para ei siguiente día. «Terminado esto, se adelantó el arzobispo y manifestó quc- habia acompañado al parlamentario con objeto de solicitar auto rización para atravesar las líneas americanas, en unión de 30 curas y 2H monjas. Alegó que, tratándose de no combatientes, entendía que estaban en el mismo caso que ios que habian sa- lido de la ciudad. I>ijo también el arzobispo que en el bombardeo del día an- terior habían sido demolidas varias casas, por lo que creía lle- gado el caso de transladarse él y los suyos í\. lugar seguro. Tra- duje esta petición al oficial americano, que me rogó informara al arzobispo de que su petición sería transmitida al (ieneral Shafter, y que, segün toda probabilidad, se le concedería en el acto la autorización necesaria. El arzobispo rogó entonces que la respuesta se enviara por duplicado, mandando un ejemplar al General gobernador de la plaza y otro A él. La acción del arzobispo, ejerció, sin duda alguna, poderosa influencia en las autoridades españolas de Santiago. Aquella tarde el General Linares, aunque desde el 1" de fu- lio en que fué herido, había entregado el mando activo de las fuerzas al General Toral, envió un largo cablegrama á Madrid. Vo pude ver una copia de este documento. El General Linares manifestaba que su situación en Santiago era imposible: que tenía muy pocas provisiones, y que no le quedaban municiones b. Google más que para algunos días; que la población le había abando- nado y que también el clero amenazaba ausentarse. ^Indicaba la diferencia entre el sitio de Santiago y el sitio de Gerona, pues en esta ciudad, todo el mundo, sin exceptuar las mujeres y los niños, había cooperado á hi defensa. Final- mente, ofrecía sacrificar su reputación y sacrificarse é4 mismo "haciendo la entrega á los americanos. «A este despacho no recibió contestación de Madrid, pero al día siguiente, el General Blanco, á quien también se había di- rigido el General Linares, le autorizó á hacer la capitulación.» El cerco de la Ciudad se había completado, entretanto avan- zaron las tuerzas americanas al tjiardo del general Lawton ha- cia la parte Norte. El General Toral deliberaba sobre las pro- posiciones que se le habían hecho para obtener la rendición, y procuraba comunicarse con el Capitán General. Al terminar el día, en vista de que Shafter en cumplimiento de lo que se le ordenaba de Washington, e.xigía la rendición incondicional de la plaza y la guarnición, el jefe español decidió mantenerse fir- me hasta el último extremo y así lo comunicó. Los americanos se dispusieron para el asslto. Kl 13 tuvieron una conferencia los generales Shafter Wheeler y Toral, manifestando este último que estaba autorizado por su gobierno para proponer su retirada y la entrega de la bahía y del puerto, la posesión oriental de Cuba y las municiones de guerra. Los generales americanos en virtud de sus instruccio- nes contestaron que no podían tratar sino sobre la rendición del ejército, el cual ofrecía el Gobierno de Washington condu- cir por su cuenta á España. Toral pidió un plazo de veinticua- tro horas para consultar íl Madrid, sobre esta proposición de trasladar á la Península á los defensores de Santiago. A primera hora del día U, telegrafió el General Shafter al Gobierno americano, que el comandante de tas tropas españo- las en Santiago aceptaba la rendición de la plaza nombrando comisionados para ultimar las bases respeclivas. Éste arreglo comprendía á más de la ciudad, toda la parte oriental de la Is- la de Cuba, desde Aserraderos, punto situado en !a costa Sur. hasta Sagua en la costa Norte, vía Palma; extensión de terri- torio en la cual se encontraban operando en total del cuarto cuerpo del ejército español. Hl Ahnirante Sampson e.tigió de Shafter que no se terminara la capitulación sin estipular la completa remoción de las minas puestas. ;1 la entrada de la bahia, y la evacuación de los fuertes que habían disparado con- tra sus buques. El mismo día en que el General Toral aceptó la rendición de sus fuerzas, bajo la condición de ser traasladada.s á España, el General Shafter declaraba que una con.sÍderí'ble parte de su ejército se hallaba infestada de fiebre amariüa y que cci nece- >y Google sarío proceder sin pérdida de tiempo ;í «mbarc;ir las fuerzas hacía Estados Unidos comprendiendo que, de no hacerlo así se- rían diezmadas irremisiblemente por la epidemia. A la vez tomaba toda clase de medidas par:i impedir la pro- pagación de la fiebre amarilla. é f[ Hemos visto que los soldados del ejército que defehdiü á Santiago, y los habitantes de la ciudad, no contaban ya con medios de subsistencia para oponerse ;'i la renUicii-n mucho tiempo; hemos visto el denuedo con que fué defendida la pla;!a á costa de tanta sangre española; hemos visto la grande supe- rioridad del ejército deShafter, no sólo numérica sino también y principalmente en los elementos de guerra de foüaS clases, y hemos visto, por último, que Toral recibe "^-''Madriif'por me- dio del General Blanco la orden de rendirse.' Ño obstanVe. cuan- do fué publicada por la prensa la noticia de la capitulación de Santiago, una tempestad de iras populares se desató contra el jefe español que rindiera el territorio. Los preparativos que hacía la tercera escuadra americana, al mando del comodoro Wastson para su viaje á través del Atlántico, no eran -un misterio para nadie. Se sabía que las ór- denes expedidas por el departamento de Guerra se referían al bombardeo de puertos españoles, si era posible vencer antes 4 la flota del Almirante Cámara, lo cual era de llamar la atención cuando se arreglaban ya por conductos e.xtra oficiales les tra- tados de paz. No cesaban tampoco de alistarse las tropas de invasión para la campaña en Puerto Rico. Los arreglos de la capitulación fueron, pues, terminados el día 14. entre los comisionados de Shafter y los de Toral. El territorio rendido abarcaba 5,000 miiias cuadradas, desde Aguadores, 15 millas a! Oeste de Santiago, hasta Palma Soria- no y Sagua, al Norte, excepción hecha de Holguin. Quedaban 15,(KK) soldados españoles prisioneros, debiendo entn '/ar sus armas; este número aumentó despué^ hasta 23,000. Et general Miles, que desde al principio fué encargado efe la dirección de la campaña en Cuba y que entonces se hallaba en playa del Este, punto no lejano de Santiago, comunicó, á Was- hington la siguiente nota referente ;í la rendición, el día 14 en la noche: «Ministro de la guerra Washington.— Frente á Santiago.— El General Toral, Comandante de las tropas españolas, ha ren- dido formalmente al ejército de su mando, ;'i condición de que éstas sean enviadas A Espafía. >y Google 203 ,E1 General Shaf.r.er nombrará comisiones para llevar a cabo la entrega formal ■ Una parte del ejército está infestada de fiebre amarilla, y se liacen esfuerzps para aislar A los atacados á bordo de los buques hospitales. Se hacen ¡irreglos para llevar & cabo inmediatamente cual- quiera orden del Presidente ú de usted, (firmado) A'el.^on A. Miles Comandante en Jefe del Ejército de los Estados Unidos.» He aquf la comunicación de Toral al jefe americano; • A su Excelencia el Comandante de las tropas americanas. Excelentísimo señor: Estoy autorizüdo por e! Gohicruo para aipiíuiar, T¿na;o, pues, el honor de ponerlo en vuestro conoci- miento y.sqlicítar se sirva designar la hor.T y lugar donde mis comisionadó.s conferenciarán con los de Vuestra Excelencia. A efecto de .que formulen los puntos de la Capitulación sobre las bases cqnvenidas en esta fecha. A su debido f^*" po debo manifestar quede.seo saber la reso- lución ij^el. Gobierno americano respecto al regreso del ejercito con el .objeto de anotarla en el acta de la capitulación, Al mis- mo tien.po apelo á la galantería y gracia de vuestra excelencia liacia los soldados españoles que se les permita regresar á la Península con sus armas Tengo el honor de ofrecerme á suí; órdenes.— Josrí Torril, Ge- neral en Jefe del Cuarto Cuerpo del Ejército.— Al General Shafter, Comandante en Jefe de las fuerzas americanas.» Por es'a comunicación vemos que el gobierno de Madrid ordenó la capitulación, y por consiguiente, que se comete una gran injusticia con hacer responsable solamente al General Toral. Rs llegada la ocasión de rectificar una inexactitud afirmada por el General Shafter en un despacho que publicó el Ministe- rio de Guerra el día 16. Dice así: -i LoS; Estados Unidos convienen en conducir ;i Esp.ifia y á l.i niíiyor brevedad posible, todas las tropas españolas en los dis- tritos rendidos; las tropas se embarcarán en el puerto más cer- cano a'l punto que guarnezcan; los oficiales españoles guarda- rán suj^^rmas al cinto; los oficiales y las tropas conservarán sus efpctois personales; al Comandante español se le autoriza para sacar los archivos militares de los distritos rendidos; las tropas voluntarlas y guerrillas que deseen permanecer en la isla, po- drán hacerlo entregando sus armas; las tropas españolas sal- drán de la ciudad con honores de la guerra, entregando sus ar- mas en un punto determinado, mientras llega la resolución del gobierno de Washington, habiéndose convenido que los comi- sionados' americanos recomendarán al gobierno que se permita a los españoles llevar á España las armas que tan vaüenlemen- te han defendido. >y Google Este punto depende de la voliinUid de! Gobierno de Washing- ton. Me tomo la libertad de llamar la atención á que entre miles de ios soldados vendidos según dice el General Toral^ hay cer- ca de 12,000 que no han hecho un sólo disparo. Ascienden A cerca de 24,000 el minero de soldados que habrAn de transpor- tarse á España, según e! cálculo del General Tora!. (.Firmado) IK i?. Sha/íer, Mayor General,» En qué punto se encontraban esos doce mil hombres que no hicieron un solo disparo; y qué disculpa tendría la rendición en este caso? Entretanto había sido declarada !a ley marcial por el Go- bierno español en toda la Península, estableciendo la rigurosa censura de la prensa, mientras se terminaban los arreglos de la capitulación de Santiago. Las bases fueron sancionadas el día 16 por el Gobierno de Madrid y'eran las siguientes: • Primero. Las hostilidades cesarán mientras se llegue al ¡(.cuerdo formal de la rendición. Segundo. La rendición incluye la rendición de las tropas es- pañolas y material de guerra dentro de los límites de Ja pro- vincia. Tercero, Los Estados Unidos, transportarán á España, por MU propia cuenta, todas las tropas españolas que se rindan, em- barcándose éstas en el puerto más próximo al lugar de su ren- dición. Cuarto. Los oficiales guardarán sus armas al cinto y los sol- dados sus efectos personales. Quinto. Después de la rendición, las fueriías españolas ayu- darán á la remoción de las obstrucciones A la navegación en la entrada del puerto de Santiago. Se.xto. Después de la capitulación, el Comandante español entregará un inventario de las armas y municiones de guerra, así como el roll de las tropas en el Distrito. Séptimo. Al General español se le permitirá conservar io.s archivos militares de la Provincia. Octavo. Todas las guerrillas y voluntarios que deseen per- manecer, bajo su palabra de no volver á tomar armas contra los Estados Unidos, podrán hacerlo. Noveno. Las tropas españolas marcharán fueri de la ciudad con todos los honores de la guerra, deponiendo sus armaSj de las que dispondrá ei gobierno de los Estados Unidos. Los co- misionados americanos recomendarán á su Gobierno que esas armas sean devueltas A aquellos que tan heroicamente las han defendido,. b. Google 205 Estas bases habían sidu discutidas el día anterior por los co- misionados de ambos ejércitos v la sanción fué comunicada A Cuba el 17. Llegaban entonces á Annápolis en la costa americana A bor- do de! crucero "St. Louis" el Almirante Cervera y sus valero- sos marinus como prisioneros de íruerra. La lista entregada' al General Shafter por el General Toral, de los soldados rendidos que habrían de transportarse á Espa- fta, alcanzaba Á 22,789 el 19 de Julio. Este día .salió de San Francisco una nueva expedición para Dewey en el transporte «Pensylvania,* compuesta de 1,500 hombres al mando del coronel Kessler, A la vez hacia sus últimos preparativos para zarpar de Sibo- ney á bordo del '.-rucero "Vale" la expedición invasora de Puer- to Rico al mando del General N'elsbn A. Miles. Hf ac|ui los mensajes oficiales cambiados entre el Gabinete ■español y las autoridades militares de la Habana y Santiago sobre la rendición; 'Habana, Junio 8 de 98.— Gra!. Correa, Minitro de la Guerra. Madrid.— El ejército siempre dÍspue.sio para cualquier sacrifi- cio en. bien de la nación, permanece intacto en I9S actuales mo- mentos y está lleno de espíritu, pues todavía se sostiene cun vigor en Santiago de Cuba. Después de brillantes batallas en ¡as que aunque se ha perdido algún terreno, ha disputado con gran valor el terreno palmo ;i palmo, al enemigo se le han causado grandes bajas. Es mi opinión que la mtyoría de las clases militares, no escucharían co,! paciencia proposiciones de paz, mucho menos escucharían proposiciones para abandonar el territorio que el ejército ha defendido con tanto ahínco. Con provisiones v municiones, podríamos mantener nuestras posi ciones durante muchos meses y la victoria costaría muy cara al enemigo, aunque la absoluta posesión del mar, que gozan los americanos, haría penosa la existencia por la íalta de pro- visiones. Las batallas son en extremo difíciles por razón de la escasez de municiones, y el gobierno se vé constantemente es- torbado debido á las frecuentes perturbaciones del orden pú- blico. En resumen, permítaseme decir, que ti ejército en mayo- ría, desea la guerra por el honor de las armas así cómo por propio honor; y que seria en extremo penoso para ellos abando- nar al enemigo sin combatir, la tierra que han conservado du- rante tantos años á costa de su preciosa sangre. Esta es ta opi- nión y yo tarabié 1 sostengo que esta es la mia..~BUiNco.— >y Google so6 "Madrid, Julio 12 ae 98— Capitán General Blanro, Habana. —Recibi su telegrama N" 202: me sorprende mucho que estan- do salvado el honor de su ejército indomable, como á no du- darlo lo está, para gloria de la nación, las fuerzas de Santiago insistan en !a continuación de la guerra en la que con toda seguridad no pueden ya ganar más laureles ni llegará otro re- sultado que el de ser competidos á rendirse en poco tiempo, de- bido á la falta de provisiones y municiones. No es de creerse que el enemigo conociendo la lamentable situación de nuestras tropas de Santiago, se dé prisa para sufrir y arriesgar nuevas pérdidas, especialmente desde que estando en posición por me- dio del bloqueo, de impedir la llegada de socorros, ellos pue- den posesionarse de la isla sin más sacrificio de sangre por su parte. Tampoco puede explicarse el motivo de la tenacidad de us- ted en mantener una posesión en esa tierra ingrata que nos rechaza y hace odiosa ante nosotros por su dt-seo de separar- se de la madre Patria. Yo creo que el ejército preferiría aban- donarla, á la ruina y desolación que tanta insistencia acarrea rfa al desgraciado país que en vista del porvenir que la aguar- da, clama por paz con honor. El actual momento será el que debe asegurarse. Sea lo que fuere, y sin dejar de sentir en el fondo de mi corazón el ver dadero orgullo de un español v soldado, los excelsos sentimien- tos de nuestro ejército si mal' concibo y deduzco que se permi- tirá que sus nobles fines intervengan con la disciplina y que los soldados no olvidarán sus deberes de obediencia y sumisión á los decretos del Gohierno, dándoles aquella atención que se- guramente conservara el honor del ejército. Yo creo por lo tan- to, que cualesquiera sean los decretos del gobierno, el ejército los ejecutará y no prentenderft constituirse en una amenaza para la nación de esta suerte, acarreando sobre sí mismo la grm desgracia de tener que rendirse i or falta de provisiones y otros medios de sostén. Sin embargo, deseo tener absoluta seguridad de esto, y us- ted, sólo usted puede dármela. Tenga usted la amabilidad de comunicármelo tan pronto co- mo sea posible, pues estos son momentos críticos.— Corrc/í. Habana, Julio 13 de 98.— General Correa, Ministro de la Gue- rra, Madrid.— Los asuntos que discute en su telegrama confi- dencial niim. 107, dirigido á mí, siendo de suprema gravedad é importancia y como los generales en su mayoría se encuentran ausentes al frente de sus mandos, no me será posible responder á usted hasta mañana. Ruego á usted excuse esta corta demo- ra que confío será para bien.— B/iinco." "Madrid, Julio 12 de 98. — Blanco Capitán General, Haba- na.— Los americanos, dueños ab,solutos del sitio, sabiendo por >y Google 207 experiencia lo costoso que ha sido para ellos trabar combate con nuestros bravos soldados, se limitarán en lo de adelante de extender y estrechar el bloqueo, y A bombardear los puer- tos al mismos tiempo despachando buques para atacar Puerto Rico, Lns Canarias, las Baleares y aun las ciudades de la cos- ta de la península, esperando que ayudados por los Indios to- marán posesión de las Filipinas v seguramente perturbarán el orden publico en la nación. El inequívoco deber de cualquier Gobierno es el evitar se- mejante é irreparable mal buscando por todos 1- s medios el fin deun combate tan desigual como desastroso. La paz puede obte- nerse hoy bajo condiciones que serian aceptadas y honorables para el ejército, pero una vez que Cuba haya sido reducida por el hambre, el Puerto de Manila perdido, una parte si no toda la isla de Puerto Rico ocupada y la mayor parte de nuestras ciu- dades importantes de la costa sean bombardeadas, ya no será posible pens-->r en la paz. La descompostura y ruina sería el, re- sultado. Confío en vista de estas razones en que U. y los ijene- rales bajo sus órdenes á quienes nuestras instituciones, y sobre todo, nuestra querida patria les son tan caras, sabrán responder ii la disciplina del siempre valeroso ejército y rendir obediencia ■X las resoluciones de] Gobierno respecto á la paz. Espero con verdadera ansiedad su respuesta, que le ruego me envíe con toda prisa..— Sdffasta.' 'Santiago, Julio ¡2 de 98.— CapitAn General Blanco, lía- bana.— Y Gral. Correa Ministro de la Guerra, Madrid.— Aun- que postrado en cama por gran debilidad y atroces dolores, la situación de nuestras aguerridas tropas ocupa mi pensamiento A tal grado que creo de mi deber imponer ;l Vuestra Excelen- cia y al Ministro de la Guerra, del estado de cosas tal como en realidad son. Las líneas del enemigo se encuentran muy cerca de la ciudad por razones de la naturaleza del terreno, y los nuestros se encuentran extendidos á 14 kiftímetros de distancia de la población. Las tropas están débiles y ei fermas en con,si- derable proporción; no se les envía á los hospitales por la ne- cesidad de tenerlos en las trincheras. Durante las últimas vein- te horas ha llovido torrencial mente y las tropas en las trinche- ras están sin protección alguna contra el elemento, les es has- ta imposible secar sus ropas, se mantienen únicamente con arroz, varios de los jefes han muerto, muchos oficiales se en- cuentran heridos enfermos ó han desaparecido. Bajo estas circunstancias, es imposible querer formar el sitio, porque al intentarlo nuestras fuerzas carecerían de una tercera parte de su número que no podía salir y nos veríamos debilita- dos por las bajas que nos causara el enemigo; resultando un ver- dadero desastre sin salvar como Ud. lo desea, nuestro diezma- do batallón. Para poder salir protegidos por la división de Hol- Ho.tedb. Google 2o8 guín sería necesario que las Jíneas del enemigo s*; ronip;in, y para bacer esio en combinación con los reíuerzos del Holguln necesitarían una marcha forzada de ocho días y la conducción de gran cantidad de raciones que apenas podrían hacerse. En tal virtud, la situación ha llegado á una crisis aguda, el sacrifi- cio sería inútil. El enemigo ha comprendido nuestra situación, V estando establecido tan cerca de nosotros, puede agotar núes- iras luerza* sm exponer las suyas como se hizo ayer bombar- deándonos por tierra y á grande elevación por mar sin que pu- diéramos ver sus baterías. Parece que la escuadra enemiga ha fijado la dirección pues que bombardea la ciudad por secciones con precisión matemática. La ciudad de Santiago no es Gerona, un punto amurallado, pane del territorio de la metrópoli defendido palmo á palmo por sus propios hijos incluyendo ancianos, mujeres y niños, quienes ayudaban y exponían sus vidas impulsados por el sa- crosanto ideal de la independencia y estimulados por la espe- ranza de auxilio que al fin les llegó Este es un lugar solitario, el completo éxodo de sus habitantes tanto cubanos como es- pañoles, incluyendo aun los empleados púbhcos; solamente permanece aquí el clero y éste principió á saür ayer con el Ar- zobispo á la cabeza; estos defensores no pueden comenzar ya una campaña llena de entusiasmo y energía. Han estado luchan- do durante tres años contra el clima, privaciones y fatigas y hoy se encuentran colocados en las tristes circunstancias de no te- ner ni alimento, ni fuerza física, ni medios de recuperarla. El honor de! ejército tiene sus límites y apelo al buen senti- do del Gobierno y al de la nación entera para que diga si estas sufi-idas tropas no le han mantenido incólume tantas veces des- de el 18 de Mayo,' cuando se vieron sujetos al primer bombar- deo. Si se hace necesario que hagamos un sacrificio por razones que yo ignore, ó si se hace necesario que alguna otra persona asuma la reponsabilidad que he anticipado en mis telegramas anteriores, me ofrezco lealmente al altar de mi patria, ó si por otra parte se desea, retendré el mando con el objeto de firmar la rendición, pues r.ii modesta reputación es de poco valor com- parada con ios intereses de la nación. Linares.' líabana, Julio 14 de 98.— Sagasta, Madrid.— La opinión que prevalece entre la generalidad del ejército en Cuba y de la que nosotros, todos los generales, participamos, demanda la conti- nuación de la guerra. Creemos nosotros que el honor del ejérci- to demanda mayores sacriíicioSj pero el ejército jamás se pre- sentará como obstáculo para el cumplimiento de las órdenes del gobierno, las que obedecerá como es de su deber hacerlo. Profundamente agradecido estoy por las frases alhagadorasque se sirve dirigirme en sutelegramafecha 12 del corriente; pero al mismo tiempo me apena en extremo tener que informar á Ud. >y Google 209 que no me será posible continuar por más tiempo á la cabeza de este ejército, en caso de que el Gobierno resuelva solicitar la paz.— Blanco. •Habana, Junio 17.— General Correa, Ministro de la Guerra, Madrid. — La rendición de Santiago se efectuó esta mañana sin la menor intervención de mi autoridad, según los informes que he transmitido á Ud. A pesar de este desmembramiento de la isla, el ejército continúa Heno de espíritu y la guerra podría continuarse si usted nos enviara provisiones que sería conve- niente hacer por conducto de buques bajo la proteccóni de la bandera neutral; al mismo tiempo buscando la manera de en- viarnos municiones. La caída c'e Santiago no entrafla en sí verdadera importancia militar y puede decirse que la guerra en realidad no ha principiado todavía. Hace varios días envié . instrucciones para la concentración de las divisiones de Holguin y Puerto Principe, para maniobrar de acuerdo con los movi- mientos del enemigo. La camparía decisiva tendrá que hacerse de este lado de la trocha, y el enemigo tendrá que sufrir gra ves pérdidas para poder penetrar & esta sección. — Bhiiifo. La institución que se Uama de la Cruz Roja, cuya sublime y filantrópica misión consiste en auxiliar á los heridos en el cam- po de batalla impartiéndoles toda clase de cuidados, prestó grandes servicios no sólo A los heridos en los combates, sino también á los necesitados que por la escasez de víveres esta- ban á punto de perecer. De estos desgraciados había algunos millares en el territorio rendido y fueron de mucha importancia los servicios que aque- lla asociación les impartió. Después de la batalla nav-al fuera de la bahía de Santiago acudió á socorrer ;i los heridos un buque hospital fletado por ta misma asociación de la Cruz Roja, Según hemos dicho, Iq escuadra española al mando del Al- mirante Cámara tuvo que regresar á las costas de España des- pués de haber entrado en el Canal de Suex, El permiso para haber entrado y regresado luego por aquella posesión inglesa costó á España I60,00u pesos oro. La flota americana delComodoro Wastson recibió instruccio- nes de permanecer A la espcctativa para en caso de que la es- cuadra de Cámara intentase dirigirse á Cuba saliera á su en- cuentro para destruirla. Entre tanto la expedición que había de invadir á Puerto Ri- co se había alistado y el 21 de Julio á las tres de la tarde se h¡- >y Google 210 zo á ¡a mar en Síboney., Cuba, un convoy com;:uesto del -Mas- s;ichuaell,í el sCincinati» y el "Annápolis» y además cuatro barcos auxiliíire.s, el tíJlouccHlcr,» i-l "Giiasp,» el ^Leidi^n^ y el .■^DLiie.- -El Yaie» conducía la mayor parle de l;is tropas eiiyo núme- ro ascendía á 3,000 hombres. Al tercer din se organizó olra expedicíún llevando 4,000 hom- bres más. Las noticias de los triun'os obtenidos por el ejército america- no en Cuba, influyeron grandemente en el Animo de Devve.y para normar su conducta respecto A la toma de Manila. El 17 de Julio anunciii á las fuerzas españolas que atin 'que- daban en la ciudad que si en término de sei ; días no se rendían bombardearía la ciudad. Mas con esperanza del anunciado arribo de la escuadra de Cámara.no quisieron rendirse los espa- ñoles á pesar de las continuas molestias que íes causaban las huestes de Aguinaldo, que pedían tamoién la rendición desde muchos días ante;. Eldia 23 de Julio comunicaba el Geiici) Shafter fl s¡s;uientc- mensajü de Santiago de Cuba: "El teniente Miles llego hoy procedente de San Luis y Las Palmas, á donde fué á recibir las armas de las tropas f-spafto- I;-.s rendidas según el tratado con el General Toral, «El número de hombres rendidos pasan del anunciado por el íleneral Toral, asciende á 3,005 regulares y 300 voluntarios los qíie han rendido sus armas. • Tres mil rifles fueron entregados, los que serán conducidos á esta ciudad. 'Según parece, el número de tropas que habrá de embarcarse para España, pasará de 24,000. lí jy cerca de 12,000 en este punto, 3,000 en Sají Luis. 6,000 en Suantánamo, y más de 2,000 en Sagua y Baracoa.— (I^"irmado). — S/ífl/ícr," El dia 26 la expedición de Puerto Rico desembarcó en Gua- naca. El siguiente mensaje oficial da cuenta del desembarque: «Saint Thomas, Julio 26,— Hoy á las 9,15 a. m. llegó la expe- dición. Desembarque efectuóse sin novedad. No hay baterías en Puerto Guanaca, El «Gloucesterí entró á la bahía y desem- barcó una compañía de infantería al mando de Jos Tenientes >luss y Wood, quienes dispersaron á un destacamento de espa- ñoles. Enarbolamcs bandera americana, T-os transportes de- sembarcaron á las tropas sin oposición alguna ayudados por los botes del El día 26 fué presentado al Presidente McKinley un mensaje por el Ministro francés en Washington, Mr. Jules Cambon so- licitando á nombre de España la terminación de la guerra y en solicitud de las demandas que para restablecer la paz hiciera el gobierno americano. El Presidente contestó que consultaría b. Google con el consejo de Ministros y daría su resolución á aquel asun- to sin pérdida de tiempo. El documento que M. Cambon entrc- íf(5 á Mr. McKinley, está concebido en los siguientes términos; 'Los gobiernos de los Estados Unidos y de España, están por desgracia, empeñados en una iruerra originada ú. conse- cuencia de haber pedido el gobierno norte-americano que Es- paña abandonase su dominación en la isla de Cuba, demanda ésta á que España no quiso someterse: «lin la lucha armada, resultado de esta negativa, reconoce España haber sido vencida. • Los perjuicios que le ha causado esta guerra son grandes, y cree llegado el momento de poder pedir dignamente ü los Esta- dos Unidos su cooperación, con objeto de terminar la guerra ; por lo tanto ruegti que se te den á conocer, por medio del Em bajador de Francia en Washington, las condiciones que exigirá de España el gobierno de Estados Unidos, para concluir la paü.» Por lo que hace á la guerra en Cuba no había cesado, excep- tuando en él territorio rendido. Las tropas americanas y la es- cuadra habían conseguido la rendición de otras poblaciones in mediatas á Santiago y algunas distantes como la de Gibara. La fiebre amarilla causaba entre las tropas americanas gran- des estragos. El siguiente boletín publicado por el Genera! Shafter ei día 2 de Agosto da á conocer la terrible proporción en que la epidemia se había desarrollado entre la,s tropas en Cuba, alcanzando una cifra alarmante: «El estado sanitario de las tropas el día ií de Julio es como sigue: Total de enfermos, 4,255. Total atacados de fiebre, 3,164. Casos nuevos de fiebre, 653. Atacados de fiebre vueltos al ser- vicio, 722. Muertes ocurridas el día 30 de Julio: 6 soldados r.i sos, 4 artülerjs y un sargento de caballería. Un soldado murió de herida causada por su propia mano.» Al tener conocimiento de e,ste mensaje dispuso el Secretario de la Guerra que !as tropas avanzaran á un punto del interior de la Isla llamado San Luis, para cambiar su residencia. Pero después, y antes de recibirse la respuesta de España, se ordenó el reembarque para Estados Unido.s de las tropas americanas que habían hecho la campaña en Santiago. Las proposiciones que los Estados Unidos presentaron ;'i E'^- paña como respuesta á la demanda de paK hecha por el Mi nistro francés Cambon, fueron transmitidas A Madrid y puestas á discusión por e! Gabinete Sagasta. Sin embargo, la respuesta de España tardó en comunicarse más de una semana, lo cual hizo suponer que tales proposiciones habían sido rechazadas. Se solicitó desde luego por parte del gobierno de la Península que cesaran las hostilidades mientras se discutían las bases de la paz; el ejército americano continuaba sin embargo sus ope raciones en Puerto Rico, Cuba y Manila, >y Google En Puerto Rico aunque fué rechazado el cuerpo de vanguar- dia que intentó desembarcar en Puerto Ponce, pudo al fin lle- varse á cabo esta maniobra dos días más tarde auxiliadas las tropas por los buques de guerra que lo acompañó y por fin lii plaza dfe puerto Ponce fué tomada. En Filipinas tuvo lugar un sangriento combale el día 31 de Julio entre americanos y espufloles, A la llegada de la tercera cxpedit-ión de tropas americanas los voluntarios españoles, in- dignados, decidieron atacar las trincheras enemigas y asi lo ve- rificaron en el punto llamado Malate, cerca de Manila. Las tro- pas españolas que formaban la guamicióii de Manila atacaron el campamento americano. Las tropas españolas pasaban de 3,000. Cargaron repetidas veces.' El fuego de los americanos rompió el centro de las fuerzas españolas retirándose éstas. Más tarde hicieron un segundo ataque, retirándose después á los matorrales, desde donde sostuvieron nutrido tiroteo. Once americanos resultaron muertos y treinta y siete heridos. Las pérdidas de los españoles no fueron grandes. Durante el com- ísate los rebeldes permanecieron neutrales. El parte americano de la batalla dice lo siguiente: »Las tropas del General Green en número de 3,000 habían estado avanzando y atrincherándose. La llegada de la tercera expedición enfureció á los españoles y resulvieron dar batalla á kis tropas americanas antes de que el campamento Dewcy fuera refornado. Las trincheras americanas se extendían desde la playa en un tramo de 300 yardas al flanco izquierdo de las tropas insurrectas. El domingo, siendo día festivo para los re- beldes, el flanco izquierdo se retiró, dejando expuesto ei llanco derecho de las tropas americanas. Las compañías A y E del batallón W de Pensylvania y la Batería de Utha recibieron órdenes de reforzar ese punto. En medio de un aguacero torrencial, las tropas españolas en número de 3,000 intentaron sorprender el campamento ameri- cano. Las avanzadas viéronse obligadas á refugiarse dentro de (as trincheras, las que fueron asaltadas. Las tropas de Pensylvania no se movieron y resistieron con tenacidad al enemigo á pesar del nutrido fuego d£ íusileda que í.obre ellos caía. No se veía más que el fulgor de los disparos de los rifles Maiisser de los espnñoles. Los americanos se lanzaron sobre las tropas asaltantes. La Batería de Utha se distinguió, pues tuvo que arrastrar sus cañones por entre lodazales donde Jas piezas se hundían hasta el eje de cureña. Dos cañones hicieron un movimiento de flanco haciendo terrible fuego sobre las tro- pas españolas, las que se retiraron en desorden. La infantería americana habla agotado sus municiones, por lo que no persi guió á los que se retiraban. >y Google 213 Durante la noche los españoles recogieron sus muertos. Los americanos muertos fueron enterrados al día siguiente. Duran- te la noche del día 1° de Agosto se continuó la lucha; pero los españoles hacían fuego de cañón, la batería de Utah respondió y el fuego de la artillería duró una hora. Los muertos americanos ascienden á 13 y en los hospitales hay dien hombres gravemente heridos. Él día 4 de Agosto se verificó «n tercer desembarque de tro- pas en Puerto Rico, llegadas en los vapores -St. Loiiis» y «St. Pau!.. Todavía en esta fecha se libró un combate en Matan>:as, Cu- ba, entre espafloies C insurrectos, siendo éstos derrotados. Era de notarse por entonces el cambio operado en la opinión pública en cuanto al restablecimiento de la pa/ en España. lín la capital se discutía en todos los círculos politices y se expre- saba claramente el deseo de que terminara aquella serie de ca- lamidades que la guerra habfa traído. Ya no se impugnaba du- ramente al que se atrevía á pedir paz, como antes sucedió, y cxcepiiiando et elemento militar, que permaneció hasta el fin rehacido ú todo arreglo para obtener la paz, podía decirse que el sentimiento público estaba en favor de ella. Las sesudas reflexiones de Pi y Margall resonaron entonces de nuevo en los oídos del pueblo pero esta vez no parecieron ya una locura como antes de ir á la guerra. El Protocolo que contenía las proposiciones para el restable- cimiento de la paz y que era el objeto de !a discusión del Ga- binete de Madrid .sufrir algunas modificnciones por una y otra parte. Por fin fué aprobado y se hiío público su contenido en las dos naciones e! 11 de Agosto. He aquí et texto de Protocolo: 1 =^ España renuncia íi todo título y derecho de soberanía en (a isla de Cuba, 2=*. La Isla de Puerto Rico y las demás islas en las Antillas que hasta hoy han reconocido la soberanía de Esp.iña y una de las islas del grupo de las Ladronas, á elección de los Estados unidos, serán cedidas por España á los Estados Unidos. 3<1 Los Estados Unidos ocuparán y retendrán l.-t bahía y ciudad de Manila, mientras se concluye el tratado de paz el cual determinará el dominio, disposición y Gobierno de las i.s- las Filipinas, 4*^ Cuba, Puerto Kico y las otras An(illa,s españolas .".eran evacuadas inmediatamente por España, y los comisionados se nombrarán dentro del término de diez días y se- reunirán den- tro del término de treinta días después de firmado el Protocolo en la Habana y San Juan de Puerto Rico para arreglar y eje- cutar los detalles de la t-jecución. >y Google 214 5" Los EstíiJos Unidos y España nombrar;'in cada una no más de cinco Plenipotenciarios para nef^ociar y concluir el tra- tado de paz. Los Plenipotenciarios se reunin-ín en París antes del día 1" de Octubre pníximo. 6" Al firmarse el Protocolo, se suspenderán las hostilidades y se darán órdenes á este efecto, tan pronto como sea posible á cada gobierno comunicarse con los comandantes de sus fuerzas navales y militares. En la misma fecha se publicú una proclama de McKinley ordenando la suspensión de las hostilidades. El Protocolo fué firmado por Mr. Cambon representando á E.spafla y Mr. Alger en representación de los Estados Unidos. Si la comunicación cablegráfica con Manila no hubiese esta- do interrumpida, se habría evitado un nuevo y superfino derra- mamiento de sangre, en la toma de esa ciudad por los ameri- En efecto, el día 12 fué trasmitido un mensaje al Genera! Merrit, ordenándole la suspensión de las hostilidades en virtud de los tratados de paz con España; mas el mensaje llegó & su destino el día 16, esto es. cuando ya se había consumado la capitulación de Manila, tras un largo y sangriento combate. Desde el día 6 de Agosto el comodoro Dewcy demandó la rendición de la ciudad obteniendo del Comandante español una enérgica negativa. El General Augustín que había renunciado el puesto de Ca- pitán General, recibió órdenes de rendirse, las cuales .se excu- só de cumplir por no estar ya al frente de las tropas. Se ha ase- gurado en España que dicho General será juzgado por un Con- sejo de Guerra por haber desobedecido una orden superior. Dewey fijó un plazo de cuarenta y ocho horas para que se le resolviera acerca de la capitulación que solicitaba, y enton- ces el Comandante español pidió una tregua para hacer que se pusieran en salvo las mujeres y los niños. El asalto de la ciudad debería pues tener lugar el día 8 á me- dio día, que espiraba el plazo fijado por los americanos, pero habiendo conferenciado Dewey y Merrít, jefe de las fuerzas de tierra, acordaron diferirlo hasta el día 13. En esta fecha no habiendo obtenido respuesta afirmativa en cuanto á la rendición de la ciudad, en la mañana se formó en línea de batalla frente á Manila la escuadra americana. El «O- lympia' fué el buque que hizo el primer disparo contra el fuer- te de Malatc, Las bombas de ios americanos no alcan/,aban á >y Google a"5 llegar al blanco, y se gastó algún tiempo en ponerse á distancia conveniente para hacer tiro. En seguida el "Callao," uno de los cañoneros expresados por Dewey, avanzó hasta ponerse junto á los fuertes y les mandó nutrido fuego. El fuerte dejó de con testar, pero disparó sobre las tropas americanas que estaban embistiendo contra las trincheras españolas. Después de una hora de combate, se ordenó que suspendiesen el fuego los bu- ques americanos, en atención á que el fuerte no respondía. La escuadra continuó haciendo disparos hacia el lado Sur de la ciudad para despejar el caixino á las tropas americanas que daban el asalto, las cuales abanzaban á medida que el campo iba siendo despejado por los españoles. A la vanguardia de las tropas iban las baterías Utah y As tor, pero como la primera tenía cañones de mucho peso no pu- dieron arrastrarse por los píntanos, continuando solo la bate- ría Astor á quien tocó la parte más ruda del combate. La se- guían el 23° de línea y los voluntarios de Minnesota, á lo largo del camino de la margen derecha del rio Pasig, á donde ya la e.scuadra no pudo prestar ayuda alguna, Al llegar á la unión con el camino de Cingalon la vang'uardia sorprendió las poderosas trincheras de los españoles. Inespera- damente, los espafíoles hicieron una descarga terrible sobre ios americanos matando á los artilleros de la batería de Astor y á un soldado de los voluntarios de Minnesota La batería se vio obligada á retroL-eder debido al mortífero fuego de los es- pañoles dejando abandonados dos cañones. Pero á tiempo llega- ron las reservas al mando del Coronel Overshine y con e.stc auxilio los artilleros lograron recobrar sus piezas haciéndolas funcionarnuevamente con más vigor: Los españoles se vieron obligados á retroceder hasta reple- garse dentro de la parte amurallada de la ciudad. El combate duró hasta ía tarde. Convencidos los españoles de que sería inútil continuar por más tiempo haciendo resisten- cia á costa de tanta sangre, resolvieron rendirse después de ha- ber hecho una heroica defensa. Se enarboló pues una bandera de tregua por los espafíole.s. El Cónsul velga de Manila, M. Andree, fué á bordo del 'Olympia» y volvió con un teniente americano A donde estaba el gobernador militar español, que convino en rendirse. El General Merritt se encaminó al palacio á las 3 y 30 minu- tos y allí halló á los españoles formados en línea de batalla. Los soldados rindieron sus armas, pero los oficiales obtuvieron el permiso de conservar sus espadas. ■ La "Cruz Roja" de California prestó valio.sa ayuda á los en- fermos y heridos. >y Google 316 Perfecto orden reinó en Manila en la noche del !3 de Agosto, pues los americanos entraron á la dudad y se pusieron guar- dias en torno de.Ias casas de todos los extranjeros, con el fin de impedir que fueran saqueadas. A los insurrectos no se les permitió tomar parle en el ataque de la ciudad, sino que se les mantuvo á retaguardia de los americanos. Para evitar derra- mamiento de sangre, se les vedó que entrasen á la ciudad des- pués de la rendición, como no fuera sin armas. Antes de capitular, los españoles quemaron el transporte ^Ce- bii' en el río Pasig. El General Merritt asumió el mando como Gobernador militar. Un despacho de Manila, fechado el día 18 dice que el núme- ro total de bajas por parte de los americanos en el ataque y to- ma de la ciudad, fué 46 muertos y 100 heridos. Los españoles tuvieron 200 muertos y 400 heridos. Los ame- ricanos trataron de no causar destrozos en la población y res- petar & los no combatientes; cinco rebeldes fueron fusilados por haber saqueado una casa. El general Merritt publicó una proclama decretando que el gobierno provisional y las autoridades locales conservaran sus puestos y todo permanecería invariable. Una nueva proclama declaró que cualquier habitante que se resistiese á reconocer A las autoridades actúale,? sería tratado como infractor de la ley El General Jardeiies tuvo una entrevista con un representan- te de la Prensa Asociada en el curso de la cual dijo, que sa- bía que la lucha no ofrecía ninguna esperanza, pero que trató de resistir á los americanos en nombre del honor; pf ro que es- taba decidido á rendirse por cuidado de los no combatientes, y que aplaudía la humanidad que habían mostrado los america- nos. El General Augustfn no quiso presenciar la rendición de la dudad que hubiera soportado aquel sitio proloneado por más de tres meses. Poco antes logró que se le admitiera á bordo de un vapor alemán, en compañía de su familia y su servidumbre emprendió el viaje á Hong-Kong. Nombradas las comisiones respectivas por uno y otro ejér- i:ito para discutir las bases de la capitulación, éstas llegaron á un acuerdo el día siguiente y la rendición se llevó A cabo. He aquí el parte oficial que recibió cuatro días después el Gobierno de Washington. Parte oficial del Almirante Dewey relativo á la rendición de Manila. •Manila, Agosto 15,- Al Ministro de la Marina.— Washington.. - La ciudad de Manila se rindió hoy á las cinco de la tarde hft.tedby Google 317 A las fuerzas americanas de mar y tierra, después de un rilaqiie combinado. Una división de !a escuadra bcmhardeó los fuer- tes y trincheras de Malate á sea el lado Sur de la ciudad, re- chazando a! enemigo, mientras nuestras tropas avanzaban por ese mismo lado y al mismo tiempo. La bandera americana fué en árbol a da por el Teniente Brumby. Hicimos cerca de 7,000 prisioneros. La escuadra sufrió algunas bajas. Uno de los bu- ques salió averiado. E! dia 7 del actual el General Merrit y yo demandamos la rendición de la plaza, pero el gobernador general se negó á ca- pitular.— (Firmado), — Dewey.' — «Hong Kong, Agosto 20.— Al ayudante General Corbin.— Washington. — Las siguientes son las bases de la capitulación de Manila:— Los subscritos, nombrados para las comisiones que han de terminar las bases de la capitulación de la ciudad y defensas de Manila y sus suburvios y las tropas españolas esta- cionadas allí, de aci.erdo con el arreglo convenido el día ante- rior, entre el Mayor General Wesley Merrit, General en Jefe de las tropas de los Estados Unidos en las Filipinas, y Su Ex- celenciíi D. Fermín Jardenes, General en Jefe interino de las tropas españolas en Filipinas. 1° Todas las tropas españolas tanto europeas como nativas capitulan con la ciudad y sus defensas con todos los honores de la guerra, depositando sus' armas en los puntos designados por las autoridadus de los Estados Unidos, y permanecerán en los cuarteles y bajo las órdenes de sus oficíales y sujetos á las órdenes de las autoridades citadas hasta la conclusión de la paz entre las dos naciones beligerantes. Todas las personas inclui- das en la capitulación permanecerán en Luzón; pero los oficia- les harán uso de su casa habitación la que será respetada mientras se observen las ordenanzas prescritas por su gobier no y leyes vigentes. 2" Los oficiales retendrán sus armas al cinto, cabalgaduras y propiedades personales. Todos loa edificios públicos y pro- piedades públicas por lista detallada serán entregadas á los oficiales designados por los Estados Unidos. 3° Dentro de diez días de la fecha si: entregará á los oficia- les de los Estados Unidos, una lista completa y por duplicado de las tropas rendidas y las propiedades públicas y material de guerra que se incluyen en la capitulación. 4° Toda cuestión relativa á la repartición de las tropas es- pañolas ó sus oficiales y sus familias, deberán someterse al Go- bierno de los Estados Unidos en Washington. Las familias es- pañolas" podrán salir de la ciudad en cualquier tiempo que lo >y Google deseen. La entrega de Ins armas á las tropas españolas se efec- tuará cuando estas evacúen la isla ó lo hagan las tropas de los Estados Unidos. 5" Los oficiales y tropas del ejército español incluidos en es- ta capitulaciíjn serán provistos, según cu rango, por el gobier- no de los Estados Unidos de las raciones y toda a\-uda necesa- ria tal cual si fueren prisioneros de guerra, hasta la conclusión del tratado de paz entre España y los Estados Unidos, Todos los fondos en la Tesorería española y todos los fondos públicos serán entregados k las autoridades de los Estados Unidos. I" Esta ciudad, sus habitantes, iglssias. sus instituciones de enseñanza y las propiedades particulares de toda prescripción quedarán bajo la protección y honor del ejército de los Esta- dos Unidos.— (Firmado) F N Green, Brigadier General.^B. L. Lamberton, Capitán de Navio de la Marina de los Estados Unidos de América,— Charles A, Witter, Teniente Coronel, - A, — H. Crowder, Teniente Coronel y Asesor, — Nicolás de la Peña, Auditor General. — Carlos Reyes, Coronel de Ingenieros, —José María Oriatu, Jefe de Estado Mayor.- -(Firmado) Merritt. Mayor General." El día 21 llegaron á Manila los transportes «Puebla» y «Perú- teniendo á su bordo á las tropas de los Generales Ottis y Húges tas cuales una vez desembarcadas aumentaron la numerosa guarnición de la ciudad. La toma ^e Manila por los americanos alentó á los insurrectos de las demás islas á la rebelión contra la autoridad española. Algunas ciudades fueron tomadas des- pués por los rebeldes, los peninsulares maltratados y encarce- lados los inofensivos religiosos. A fines de Noviembre de 98 había en las prisiones de los re- beldes filipinos más de 6,000 españoles, por cuyo rescate pedían una fuerte suma. En los tratados de paz de España con Estados Unidos se es- tipuló la libertad de los prisioneros políticos así españoles como cubanos y filipinos, por lo cual lo de exigir dinero por la liber- tad de los españoles no pa.'ió de un buen deseo de los revolu- cionarios. b. Google CAPITULO XV. )n en Fads lie Us CQmÍ9Íoa<=^ española, y ameríciBa pava ultimar ioa tra- ídos de paz — Kesnltado de las coiifcreDcias. — Opinioms de la prensa sobre 1 condiwt» ds los Estados Unidos. — Firma del tratado.— Protesta de Es- I mbradas las comisiones respetivas por uiiíi y otra ! nición, dieron principio á sus labores en los prime- j ros días de Octubre. Las conferencias tuvieron lu- r en el suntuoso edificio del Ministerio de Relacío- La Comisión americana presidida por el Juez y ex-Ministro Willam R. Day la componían los senadores C. R. Davis. W, P. Tuye, Weneiew Read y G. Gray, El Secretario lo fué Mr. Moore, En cuanto á la española, cuyos nombramientos fueron acepta- dos con visible reput^nancia después de grandes instancias de parte del Gobierno, la formaban el Sr. Montero Ríos, como pre- .sidente, y los señores. General Cerezo, Arbazuza, Garnica y ■Willaurrutia. Secretario Sr. Ojeda. Las discusiones se prolongaron por más de dos meses, aun cuando el resultado se esperaba pocos dfas después de haberse reunido los comisionados. El primer punto objeto de disensión para las comisiones fué el porvenir de Filipinas. Los americanos, á nombre de su Go- bierno exigieron la sesión de! archipiélago á la cual con pal- maría justicia y alegando razones fundadas en el derecho in- ternacional, pretendieron oponerle los españoles. La misión de los representantes de España y Norte Améri- ca era fijar en un texto conciso y detallado el Protocolo que dos meses antes se había firmado en Washington. Descender á las minuciosidades que aquel documento no pudo abarcar debido ala premura con qao las circunstancias exigían se ter- L,glC 220 minara, en bien délos intereses de los beligerantes. Se tenía que desarrollar los puntos queeseiicialmente 6 en extracto cons- taban ya en el protocolo, sin añadir nada diverso, sin alterar lo esencial de él. Por esta razón, además de la grande injusticia que envolvía la demanda americana sobre las Filipinas^pareció á ios comi- sionados españoles que era apartarse de las estipulaciones con- tenidas en el Protocolo el exigir una nueva y capital concesión que cambiaba radicalmente la índole del convenio primitivo. En efecto, en el artículo 3° del Protocolo relativo á Filipinas nada se dice de su adquisición por los Estados Unidos y si se establece que será ocupada la capital del Archipiélago por las fuerzas americanas así como la bahfa de Manila «mientras se concluía el tratado de paz.» Los comisionados españoles rechazaron naturalmente la in- noble proposición americana, lo cual vino á entorpecer la mar- cha de las negociaciones al grado que, no queriendo ceder ni los americanos en su injusta demanda ni los españoles en con- cederla, se llegó á dificultar una solución pacifica, ó lo que es lo mismo, no quedaba otro camino que el de continuar la güera. En tal extremo los comisionados americanos presentaron un memorándum á sus colegas españoles retirando con exigencia la cesión del archipiélago y señalando un plazo perentorio de una semana para que se contestara á sus preteasiones, asegu- rando que en caso de no accederse A ellas, darían por termina- das sus labores y lo notificarían á su gobierno para que se con- tinuaran las hostilidades. En tal extremo, y ante la imposibilidad material de España para aceptar la prosecusión de la guerra, tuvieron que ceder los comisionados ante la fuerza bruta, tolerando, pues no puede decirse que hayan aceptado, la expoliación consumada por el vencedor. La prensa francesa fué la primera en hacer notar la aberra- ción americana. 'Le Temps» dijo con fecha 30 de Noviembre: 'Los americanos realmente intentan abandonar la doctrina fííonroe? ó ¿intentarán todavía sostener esa insostenible doctri- na? De las últimas noticias que tenemos á la mano, se deduce que los americanos están atacados de fiebre territorial. ¿Dónde acabará todo esto? •Silos americanos se proponen mezclarse en elAsia, ;qué impedimento hay que les prohiba mezclarse en el África? En ruestra opinión, las Potencias cometieron un error irreparable cuando se negaron ¡í evitar la guerra ibero-americana. s »Le Figaro" opina que hoy que la guerra se ha terminado Inglaterra y los Estados Unidos tendrán sus dificultades con motivo de la división de los despojos. Ho.tedb. Google ^Es increíble, dice, que el interés de IngUierra haya sido puramente por amor á sus hijos rebeldes. La Inglatera no está establecida bajo estos principios. Muy pronto demandará su parte de los despojos, y es de preguntarse que ios yanques en medio de su desmedida ambición están dispuestos á dar al Cí- sar lo que es del César, No tendremos mucho que esperar.» "Le Soleil» dice: No tardará mucho en sonar la hora en que los americanos recibirán el condigno castigo por su ambición. Las Filipinas serán para ellos una inversión muy cara. Las Fi- lipinas arruinaron á España y esas mismas islas serán los arre- cifes donde la nave de la nación americana va á estrellarse. Los Estados Unidos se han apartado de los gloriosos principios que la hicieron tan grande, y su expiación será segara, aunque ta! vez no tan pronto.» Allanada la dificultad que presentó la cuestión filipina para término de las negociaciones de paz, éstas avanzaron rápida- mente. A fines de Noviembre pudieron llegar á un acuerdo fi- nal y el día 30 se convino en las bases dei Tratado, que debían redactarse para ser firmadas en seguida. Los artículos que abraza el Tratado son diecisiete y se re- lacionan con los j" untos siguientes: Art. 1" España renuncia á su soberanía sobre Cuba. Art. 2" España cede á los Estados Unidos la isla de Puerto Rico, y las otras islas que están bajo el dominio de España en las Antillas, así como.la isla Guan del grupo de las Ladronas. Art. 3" Cesión del Archipiélago filipino, mediante una com- pensación de 20,000,000 de pesos. Art. 4° Contiene los detalles relativos á la cesión de Filipi- nas,la liberación de los españoles prisioneros de los tagalos, etc. Art. 5° Se refiere & la cesión de los cuarteles, del material de guerra, de los almacenes, de los edificios y de todas las propie- dades pertenecientes á la administración española en Filipinas, Art. 6" Contiene la renuncia de ambas naciones á toda re- clamación mutua. Art, 7" Concede á España durante el término de diex años, los mismos derechos que á los Estados Unidos para su comer- cio y su navegación en Filipinas, Art. 8° Se refiere á la libertad de todos los pri.siont-ros Je guerra hechos por España, así como de los individuos aprehen- didos por crímenes ó delitos políticos cometidos en las Colonias cedidas á los Estados Unidos. Art. 9" Garantiza los derechos legales de los españoles resi- dentes en Cuba. Art 10f> Establece la libertad religiosa en Filipinas y conce de los mismos derechos á todas las Iglesias. Art. 11° Se refiere á la composición de tod.t ciase de tribu nales en Puerto Rico y en Cuba b. Google Art, 12" Se refiere á la Administración de la Justicia en Cu- ba y en Puerto Rico. Art, 13° Concede A España, durante cinco años, la conserva- ción de sus derechos de reproducción y de autores, en los te rritorios cedidos, así como la admisión, libre de gastos, de li- bros españoles en dicho territorio. Art. 14' Trata del establecimiento de consulados españoles en los territorios cedidos á los Estados Unidos, Art. 15" Concede al comercio de España, t-n Cuba, en Puer- to Rico y en Filipinas, el mismo tratado que al comercio de los Estados Unidos, durante diez años. Los buques españoles serán considerados como costeros, Art 16" Estipula que las obligaciones de los Estados Uni- dos respecto á los ciudadanos españoles y de sus propiedades en Cuba, cesarán cuando los Estados Unidos abandonen la au- toridad que van A ejercer so bre la isla. Art, 17" Dice que el tratado debe ser ractificado por los dos Gobiernos durante los seis meses que seguirán á la fecha de la firma de las dos comisiones. El tratado se firmó el dia 10 de Diciembre de 1898 á las 9 y 15 minutos p. m. En el mismo documento se hizo const;ir una valiente y enér- gica protesta de España contra la conducta de los Estados Unidos, que contiene, entre otras, estas frases: «Las concesiones que nos han obligado á hacer, nos afectan menos que el insulto lanzado á nuestra patria por el Presiden- te McKinley en su mensaje al Congreso, respecto al incidente del "Maine," y nos proponemos de nuevo intentar someterla cuestión á un tribunal internacional, compuesto de Inglaterra, Francia y Alemania, para que determine quién ha de cargar con la responsabilidad de la catástrofe.» Y en otro lugar dice la protesta, sobre el mismo asunto. «España ha propuesto el arbitraje; pero los Estados Unidos se niegan- á concederle e! derecho que se otorga á los c les, á saber, el de defenderse. b. Google CONOmSTON. 1 los momniios que icnninrimos la si'ijund.i '■ion dr la Historia tie la Giivrní ilispaiio Amerii'a' apenas aciibab.'i de firmarse el tratado de París, pa- concluir ia paz, nos vimos en el caso de apelar I de lii pren&a para reunir las incompletas notas iiue pubhcamoH en el capítulo anli'rior relativas A dkho trata- do, en la imposibilidad de disponer de otras fuentes hisiúrieas. Al cerrar nuestro libro no quedamos en la oomisii^ti de que ái no pueda eontener quizás aíyi'in error, pues no t-recmos que ios libros históricos no contengan errores. Al gran historiador Cesar Cantú lo hemos visto al ju^üar á D. Benito Juárez incurrir en tales inexactitudes, que im hijo de este hombre célebre los ha hallado insultantes y aun calum- niosos A la memoria de su pai're. Nosotros hemos procurado despojarnos de toda pasión en el curso de nuestro trabajo, ahogando las propias simpatías, mu- chas veces, que el pueblo espitñol nos inspira y con el cual Ira ternizamos porque pertenece ,1 la misma raza latina, así como por la identidad de creencia, costumbres é índole. Con todo, A pesar de haber suprimido nuestro.s propios jui- cios; ú pesar de omitir los comentarios A que se presentan mu chos episodios de la guerra, la sola narración de los sucesos descritos creemos que conslituye el mejor comentario y la miis enérgica de todas las protest;is que pudieran hacerse cnnfra la cadena de injUsUcias y .atentados de que ha sido víctima l\s pafía. Nosotros hemos luchado por dejar consignada bre los hechos históricos porque, repetimos, cree protesta, aun cuando la historia que terminamos iorosu recuerdo para los buenos hijos de Espióla. /erd,-td s >y Google 224 Sólo nos resta consagrar los úliiitios renglones de nuestro li- bro al homenaje de tantos marinos como sucumbieron, márti- res del deber y el patriotismo, en las batallas de Santiago y Cavile, no menos que al de los soldados muertos en la épica defensa de Caney y Santiago. Sus nombres quedarán resplandecientes en los bronces de la historia y su patria los cubrirá agradecida con el manto de la inmortalidad. Cumple también A nuestro propósito insertar á continuación algunos documentos, de origen español, que dan á conocer el verdadero estado de la opinión publica respecto á los tristes sucesos, que acabamos de referir. En eiios damos lugar preferente al juicio critico del Señor André.s Barral Arteaga, distinguido miembro dt^ la colonia española en la ciudad de México, y á quién debemos la narra- ción de la batalla en que fué destruida la escuadra en Cavile segitn manifestamos en el lugar que corresponde. Ho.tedbyGODglC 225 Opinión Española sobre la Guerra Vamos á permitirnos h;tcer un utrero examen de los antece- dentes de la guerri hispano americ.in^t y sus resultados, procu- rando demostrar que la cau-^a del desastre sufrido por España no ha sido otra que la ineptitud de sii Gobierno, Mientras estuvo al frente del Gobierno español el malogrado é inolvidahle Cánovns del Castillola previsión y el acierto guia- ban los actos de aquel respetable cuerpo. Podíamos decir que entonces España no tenía ni provocaba la guerra y sin embar- go, tomaba las precauciones que la prudencia aconseja; en otros términos, se disponía á la guerra, conforme, á aquel apotegma antiguo; .Si vis pacem para bcllum;- es decir, estaba prevenida contra cualquiera emergencia. Ante los densos nubarrones que empezaban á obscurecer el cielo de nuestra patrin el Gabinete Cánovas gestionó la compra de buques de guerra poco antes de su trágica muerte en el es- tablecimiento balneario de Santa Águeda. /Por qué el Gabinete sucesor no dio cima á estas gestiones? No lo sabemos: pero nadie nos podrá dar una respuesta que disminnva en algo siquiera, los graves cargos hechos al Gabi- nete de Sagasta oor su falta de patriotismo. Nadie .se e.íplica, sin pensar involuntariamente en alguna traición, cómo aquellos arréelos para !a compra de buques de guerra hayan sido abandonados en víspera del conflicto con los Estados Unidos. Con la desaparición de Cánovas del Castillo principian los errores y las torpezas del Gobierno. El írabinete presidido por D. Práxedes Mateo Sagasta aban- dona la política de su predecesor y sijue una linea de conducta opuesta á los intereses de la Nación. No así el Gobierno americano que mientras ensaya la punte- ría de los cañones de sus numerosos buques de guerra, aleccio- naba al cónsul Wildam en Hong-Kong y al ministro Woodford en España para que obrando de concierto con los planes idea- dos por McKinley preparasen el resultado que la diplomacia maduraba desde mucho tiempo antes. El cónsul Wildman que estaba muy cerca de nuestro Archi- piélago Filipino, conoció á la perfección la falta de defensas en estas colonias y '.a casi nulidad de nue,stra escuadra de Manila, sostuvo constante comunicación con el Gabinete de Washing- ton, desde el puerto de Hong-Kong, teniendo á aquel muy al corriente de todo lo que se relacionara directa é indirectamen- te con la guerra. El infatigable cónsul no dió ni por un mo- mento tregua á sus labores; pues logró por medio de astucias L,glC 2i6 ó poi t:i dinero cerciorarse minuciosamente de la verdadera .si- tuación de Filipinas, ayudado por los numerosos agentes chi- nos é ingleses, pródigamente retribuidos. La atracción de los artilleros británicos para la escuadra Dewey, fué uno de sus i^olpes más audaces. Parece cosa averiguada, que por desgracia aún no se extir- pa por codipleto en nuestro país esa maldita raza de los Oppas. Los sucesos que todos los españoles hoy lamentamos, han ve- nido á revelarnos tandolorosa realidad. Rs necesario abrir un;i minuciosa averiguación y tomarles cuenta estrechísima á to- dos los individuos, sean quienes fueren, fos cuales hayan toma- do algún participio en los acontecimientos que tanto han cons- ternado y aún consternarán á Espafla. La salud nacional asi lo exige y lo reclama. ¿Qué mediaas lomó nuestro acliial Gobierno para conjurar la horrorosa tormenta que amenazara A la Nación? Ninguna, absolutamente ninguna. Se nos objetanS que fuimos estrecha- dos y compelidos á la guerra; más debemos hacer constar que nuestros políticos no agotaron todos los recursos déla diplo- macia para evitaría, puesto que no nos encontrábamos en con- diciones de poderla aceptar con alguna probabiiidad de buen resultado. Tampoco admitimos la hipótesis, de que el pueblo orilló al Gabinete de D. Práxedes á aceptarla. Lo único que hizo Sagasta fué llevar á la Nación á la contienda, no por .sa- tisfacer la voluntad del pueblo, en el caso problemático que és- te realmente la hubiese deseado, sino más bien por salvar á 1m actual dinastía irremisible y grandemente comprometida al no atender á las justas exigencias del país, hondamente indignado con las humillantes pretensiones del Gabinete de Washington. Creemos que la Patria está sobre todas las conveniencias, y ella es la que debe tener en todos tos casos y circunstancias, el lugar preferente. Y suponiendo, sin conceder, que el pueblo positivamente hubiese comprometido y obligado al Gobierno á recoger el guantf arrojado por el coloso norte americano, ¿se había pues- to ese mismo Gobierno á la altura de su misión, dadas las cir- cunstancias por que atravesaba el país desde que se inició la . revolución antillana? No; la América del Norte ya nos tenía de- clarada tácitamente la guerra desde hace mucho tiempo, de- mostrándonoslo con toda evidencia al impartirle franca pro- tección á la guerra de Cuba. Pero nuestro apático Gobierno no se preocupó ante el ^ave problema presentado á nuestra Na- ción. No solamente dejó de evitar el mal, pero ni aún siquiera ío había previsto, como era su obligación. La malhadada auto- nomía concedida sin previo y concienzudo examen á los des- contentadizos cubanos, fué el principio de nuestro calvario, por >y Google 217 más que se proclamara en enfático discurso, dicho en Zarago- za por D. Sigismundo Moret. que la autonomfa era la pas. íQué preparativos tenia hecho nuestro Gobierno ante la ine- vitable perspectiva de la guerra? ¡íolemne burlal ni Cuba ni Puerto Rico, ni mucho menos las lejanas Islas Filipinas po- seían los mas indispensables elementos de defensa, llegándose hasta ignorar ó dejar de advertir la anticipada permanencia de la escuadra americana en las aguas asiáticas, que debía causar bien pronto nuestro primer desastre. E) criminal abandono del Ministro de la Guerra almirante Bermejo, fué tan grande que permitió zarpase del puerto de Cádiz la escuadra de Cervera ilevardo tan so\o treinta cartuchos por piesa de artítler/a No menos desdichada fué la táctica que observara su sucesor, el Ministro, capitán de navio, D. Ramón Auñón. Es cosa comprobada que la escuadra carecía de carbón y mu- niciones, faltándi les á los cabos de cajlún la instrucción nece- ■ saria y la práctica indispensable para el buen manejo de la ar- tillería, y era tan notoria la carencia de esos conocimientos en dichos cabos, que tan solo habían hecho tres dispares, mucho tiempo antes con los cañones de 14 centímetros, y absolutamen- te ninguno con los de 28; esta aseveración ha sido ratificada por los mismos oficiales de nuestra Armada. ¿Querría decimos . el Sr. Ministro de Marina, para qué servirán esos barcos en se- mejantes condiciones? ¿Quién ordenó á Cervera saliese de las posesiones portuguesas de Cabo Verde, y quién, por último, dispuso entrar á !a ratonera de Santiago la escuadra de su mando, para abandonar mucho tiempo después esa bahía, y ser destrozada por la formidable flota de Sampson? Usted Se- ñor Auñón y el general Correa así como su predecesor de Ud. el almirante Bermejo, son reos convictos del feo crimen de lesa patria. Ineptitud é imbecilidad supinas se necesitan para proceder con la punible torpeza con que ustedes han procedido en todo lo relativo á la desastrosa guerra que ha llevado á nuestro in- fortunado pais á la deshonra. ;Y qué diremos de nuestros maj;- nates políticos, qué hemos de decir de esa turba infecta y dañi- na que á su debido tiempo desoyeron las incesantes indicacio- nes de nuestros cónsules, y de los marinos agregados á la lega- ción española de la República Americana, cuando estos buenos servidores de la Patria anunciaron al Gobierno los preparati- vos y planes de lucha, del Gabinete de Washington, con tres años de anticipación? Tan indigno proceder no puede calificar- se sino con los más duros y enérgicos -epítetos. La maldición que arroje sobre ellos nuestra patria sería débil y benigno cas- tigo, dada h< magnitud de sus delitos. >y Google 2í8 Hemos hablado de las pésimas condiciones y deficiencias iJe !;i escuadra de Cervera. que era, como si dijéramos, lo más florido de nuestra Armada, ,;Ser;í necesario atladir alguna sí- laba respecto á los apoliUados tablones, que manteniamos en las Filipinas- Indudablemente que es inútil hablar de ello. Inconsecuente nuestro Gobierno . no ,sólo ccn las leyes de la estrategia sino hasta con el sentido popular, que bien claro veía la inutilidad de nuestra pequeña escuadra en asnas cuba- nas, señalando, en medio de halatradora esperanza, la ruta def Cabo y el mar de las Indias, á fin de llesfar todavía á tiemoo para vengar la hazaña del comodoro Jorge Dewey. Poco hu- biera hecho en Manila el contralmirante D, Pascual Cervera. si nos atenemos, como es natural á la situación que guardaban sus navios, pero menos, muchísimo menos, llevó á cabo en su encierro de Santiago, Nos causa profunda y verdadera indig- nación tener que recordar la tan cacareada escuadra de Cárria- ra, pero el deber que nos hemos impuesto nos obliga recordar- la, aunque sea contra nuestra voIuntaJ, Mucho tiempo antes de que nuestros indefensos b;ircos de las Filipinas fuesen destrozados por los grandes cnicerof. nor- te-americanos, el contralmirante Montojo había reclamado con toda oportunidad el envío de un crucero de combate para re- forzar en lo que fuera posible, su importante escuadra. Nuestro' Gobierno no se ocupó absolutamente de la suerte i!e este bra- vo marino, abandonándolo á sus propias y escasas fuerzas con las que tuvo necesidad de hacerle frente al poderoso "nemigo. Nuestras murallas de la Oapital del Archipiélago habían sido no sabemos por qué desartilladas, cambiándose las mejores pie- zas á Subic no para montarlas como era natural y preciso, atendiendo á la defensa de e,ste puerto, sino para dejarlas tira- das y abandonadas entre la arena. Al país se le engañó misera- blemente ofreciéndole con bombo inucitado que se enviarían con toda oportunidad refuerzos á Filipinas, de mar y tierra, alentándonos legítimamente los españoles con la iniciación de la partida la escuadra de Cámara del puerto de Cádiz con rumbo al Archipiélago filipino. Pero nuestro regocijo pronto había de trocarse en profunda indignación, porque contra todo !o que nos esperábamos, y aunque, efectivamente zarpó dicha escuadra hacia el Oriente, su gira expedicionaria se concretó á visitar las aguas egipcias no pasando de Port-Said, regresando inmediatamente á la Península, después de haber realizado tan inútil viaje, costándole éste á la Nación mucho dinero, porque adornas de los gastos indispensables, hubo necesidad de pagar- .se 80,000 duros por derechos de tránsito á la Compañía del C-i- nal de Suez. >y Google 229 se vieron en la necesidad de luchar casi constantemente sin re- cibir su paga, haciendo frente, Henos de resignación, aí hambre, á la más espantosa miseria, y á todo género de enfermedades que cruelmente los diezmara. A! Infortunado y heroico general Va- ra de Rey se le abandona en Caney á la cabeza de un puñado de valientes, lo mismo que al general Linares. Otro tanto acontece con el pundonoroso general D. Basilio Agustín en las Filipinas, que nunca llegó á recibir los refuezos que el gobierno le ofreciera, viéndose al fin obligado á abando- nar el país, después de sostener desigual y heroica lucha por es- pacio de tres meses consecutivos, no autorizando de este modo con su presencia la capitulación de Manila, y evitando al mis- mo tiempo más derramamiento de sangre, con la prolongación de una resistencia inútil. Sería imposible para nosotros .señalar punto por punto, todos y cada uno délos desmanes y errores cometidos por nuestros gobernantes, pues necesitaríamos ocu- par muchas páginas, y se batía interminable este libro. Básteme decir, por última vez, que ellos esclusívaineute son los respon- sables de todas nuestras desgracias y calamidades. Tenemos además la convicción de que no está lejano el día en que la luz de la verdad se abra paso, y entonces nuestra desventurada España conocerá á sus pérfidos servidores. No nos hacíamos la ilusióu de poder vencer al enemigo, porque éste era superior en número y en elementos, pero tampoco hubimos de su- ponernos que nuestro Gobierno había de bnscar una paz tan denigrante, aceptada por el Gabinete de Washington, cuando aún teníamos fundadas probabüidades de continuar luchando, si nó para vencer, repetimos, sí al menos para conseguir mayo- res y más honrrosas ventajas, al firmar el abominable Protoco- lo. Es dolorosamente cierto que nuestro aniquilamiento en el mar había sido completo, pero todavía nos quedaban en Cuba más de cien mil hombres dispuestos á pelear hasta el último momento, el cual ejército había originado no pocos descalabros á las huestes enemigas, máxime cuando éstas comenzaban á diezmarse á causa de las numerosas enfermedades producidas por la falta de aclimatación. Aunque no nos deslumbran los galones ni las charreteras debemos hacer constar que el ejército ha estado á la altura de su elevada misión, habiendo cumplido, en lo general, con su deber luchando hasta morir cuando era preciso, y obedeciendo con toda discipliua las órdenes superio* res aunque éstas pugnaran cou sus convicciones y principios. Nuestros hombres de Estado, no teniendo armas posibles coa que defenderse, pretenden ahora lanzar sobre el ejército el sambenito de la deshonra y dsl ultraje, descargando en él siu justicia ni razón el peso abrumador de todas las responsabilida- des. Los que nos encontramos separados de las altas esferas del >y Google 230 Poder, los que vivimos alejados del círculo impuro, corrompi- do de la política, no podríamos justificadamente hacerle car- go á la digna institución que nos ocupa, principalmente cuan* do sus hechos y honrosos antecedentes históricos la ponen al abrigo de toda sospecha; los miarnos jefes y oficiales norteame- ricanos, y aun la prensa hlspanófoba é iracunda de aquel país han hecho merecidos elogios de la bizarría con que lucharon nuestros soldados y marinos, á quienes llamó el Emperador Guillermo II: «¡Valientes, pero desgraciados!" De la actual política del gobierno ni aun siquiera podemos esperar ya las atrevidas empresas y los idealismos, desorgani- zadores, pero grandes y generosos de tiempos no lejanos, por- que en medio de su decreptitud carece de ánimo y de entereza, y sólo tiende á su propia conservación antes de coaseatir ser noblemente vencida, en los rudos pero honrosos embates de la Incha. E! desenlace de los acontecimientos que hoy lamenta- mos puede sernos tal vez ventajoso. Con el pretexto colonial se imponía la necesidad de mantener constantemente sobre las armas un numeroso ejército, que originaba grandes mermas á nuestro exhausto Tesoro nacional. Por el mismo motivo nos hacíamos la ilusión de poseer una escuadra que no existía, y que sin embargo su presupuesto cuesta á la Nación muchos millones de pesetas. Ahora no deben de pesar sobre el país esas gavelas. No es necesario ya sostener tantos soldados, ni conservar tampoco esos cascarones viejos que hoy yacen en su mayor parte en las profundidades del Océano. No sufrirían más las desventuradas madres que veían con ho- rror el alistamiento de sus hijos para irle á servir al Rey en las apartadas y mortíferas regiones de sus dominios, doude tan- tos infelices perdieron su existencia sin que hubieran recibido los últimos consuelos que les impartiera una mano amante y ca- riñosa. Por el contrario, bendecirán á Dios una y mi! veces por haberlas librado de tan cruel y tremendo azote. Los que lamen- tarán profundamente la pérdida de nuestras colonias, son esa ca- terva de hambrientos individuos, que como aluvión desenfre- nado irrupcionaban constantemente los principales puestos en la administración pública debido al punible favoritismo del ca- cicazgo. Ya no habrá paradlos la facilidad que antes tenían de enrriquecerse de la noche á la mañana ni de regresar con humos de grandes señores á la Metrópoli, para disfrutar enella é^/arnienfe que les proporcionara el no despreciable producto de su insólita rapiña. Nuestras provincias de Castilla y üxtre- madura, y otras muchas, poseen extensas y fértiles ¡lanurasdon- de con el esfuerzo de la laboriosidad y la constancia, pueden alcanzar magníficos y honestos resultados. Ahí es á doude de- ben dirigirsus miradas todos aquellos sujetosque ayer esquilma- >y Google 231 ran sin escriápulos, las exhuberantes fuentes de riqueza de nues- tros tesoros ultramarinos. El Gobierno que venga á levantar á la España de esa abrumadora postración que enerva su vigor y SU grandeza, al optar por una política de sabia reconstitución económica, debe también transformar cuanto antes esas espa- das y bayonetas, hoy cesantes, en arados y demás implementos propios para nuestra abandonada agricultura. La humanidad en general ganaría no poco si se realizara el actualmente debatido proyecto de desarme universal; todos esos brazos paralizados, todas esas energías siu acción podrían tener brillante éxito si se emplearan en el desenvolvimiento y desarrollo de la industria, -las artes y la agricultura. Nuestro país debe ahora acomodar su vida á la situación de Ingente estrechez en que se encuentra, pero, por supuesto, sin renun- ciar ni un solo instante á sus elevados destinos, aviniéndose resignado á los infortunios y á la desgracia que hoy lo agobian sin clemencia. Ahora más que nunca debemos aplicar los gran- des remedios á nuestros enormes males, poniendo en armonía los medios con el fin, cosa sa que jamás hubimos pensado an- tes. Habernos vivido en un sueño profundo y constante, y hoy que nuestros delirios de grandeza se han convertido en terribles y espantosas realidades, nos asustamos con nuestras desgracias y miserias, y aún queremos desfallecer abrumados por el enorme peso de nuestros infortunios. Descalabros quizás más importan- tes y dolorosos hemos sufridos antes, sin haber dado muestras tan marcadas de abatimiento y de desesperación. Perdimos en los reinados de los Felipes, á los Países Bajos, á Portugal y Gi- braltar; más tarde hubimos de renunciar á nuestra soberanía sobre Ñapóles, Sicilia y Tánger, empezando después, durando eí reinado el Carlos III, la desmembración del entonces nuestro vasto imperio americano, perdiéndose éste, casí en su totalidad, por el imbécil y pusiláulme Fernando VII. No son, pues, nuevas nuestras desdichas y por más que és- tas nos sean profundamente sensibles, repetimos, no debemos renunciar alimperio de nuestra legendaria graudeza. Todas las principales naciones han sufrido su Waterloo; y tras de ese doloroso i'líxírwírij que pone hoya prueba nuestra entereza y abnegación, pueden ocultarse no lejanos días de bienestar, para nuestra Patria. Ks menester que todos nos decidamos á emprender la ardua, pero grandiosa tarea de nuestra reconstitución interna y de nuestra rehabilitación ante el mundo entaro. Hay que salvar los restos de nuestro patrimonio nacional proscribiendo' para siempre esa maldita política que nos ha perdido y aniquilado constantemente. No debe España, no puede resignarse nuestro país á las abyecciones de sus desastres actuales, cuando por >y Google 23» fortuna ñún no llega al completo agotamiento de sus grandes elementos de vida. Poseemos todavía las Baleares, las Cananas y las plazas del Norte de África, que es hacia donde debemos dirigir nuestras aspiracioiies predilectas, después de atender coa esmero á todas nuestras necesidades inlercas. Profunda indignación nos provoca el inicuo proceder de Nor- te América, cuyo país, atropellando á la razón y á la justicia, viene á arrebatarnos villanamente lo que hubimos de conservar por espacio de cuatro siglos, y á la fuerza de nuestra pro- pia sangre. Es una burla sangrienta el atreverse á tomar en serio, los pueriles pretextos dados por aquella Nación para sancionar ante la faz del mundo ,su pérfida conducta. Es un sarcasmo inaudito el considerar que eüe país proceda de buena fe, llevando su nobleza hasta el sacrificio, en aras sacrosantas de la humanidad. Nó, no es posible que el que conozca el espí- ritu de ese pueblo inmortal, que el que haya e.studiadosu índo- le y su historia, lo considere dotado de las grandes virtudes y lo juzgue capaz de practicar el bien, á costa de sus intereses y conveniencias. Antes que los Kstados Unidos declarasen injus- tamente la guerra á España, los hombres prominentes de aquel país llenaban de elogios á los principales jefes de ¡a insurrección cubana; hacían notar las buenas cualidades que adornaban á los Maceo, Gómez, García y demás cabecillas, considerándolos dignos de que el Gobierno de Washington les concediese la be- ligerancia. Poco después, no satisfechos los _>'flMÍí« con esa pre- rrogativa hacia los cubanos, hicieron formal promesa de que la GrRnde Antilla se haría independiente de la Metrópoli, arras- trando á nuestro país á desigual y ventajosísima contienda, se- guros ya del triunfo, dada la supeiioridad en número y en ele- mentos. Es, por último, invadido el suelo cubano y cuando apenas las huestes del general Shafler huellan con sus disformes plan- tas las vírgenes playas antillanas, y sin conocer á fondo á Io3 que fuesen poco tiempo antes motivo de su admiración y sim- patía, se desata dicho general americano en terribles imprope- rios contra los jefes cubanos, los llama un hato de bandidos. La bombástica y exagerada prensa americana viene después á corroborar las opiuiones del general Shafter, y aparecen furi- bundos artículos en los diarios más caracterizados, tales como el «Sun,» el cTribunew y el «Herald,» dicieudo que sólo se pue- de comparar á los cubanos con las pieles rojas é igorrotes y agotan contra ellos sus dicterios. Ese cambio tan intempestivo de los norteamericanos no nos sorprende. Procuraron atraérsela simpatía de los guajiros en- dulzándoles á éstos la boca con la miel de su decantada liber- tad, y una vez que ya no necesitaron de ellos, los maltratan y >y Google 233 desprecian. Dueños hoy de la situación como lo están en el Ar- chipiélago hawaino harán de la infeliz antilla lo que más cua- dre con sus planes de sórdida ambición. Pocos, muy pocos pensaban en la Unión Norteanaericana co- mo el honrado escritor Mr. Collins, que decía al principio de la guerra. «Si no fuera por este hecho (el hecho de darle á Cu- bila independencia) nuestra guerra con España sería el pilla- je de un ladrón audaz y poderoso," Esta elocuente frase dei referido escritor americano es tan terminante que no da lugar á comentarios. Baste recordar el injusto despojo de que Méxi- co fué víctima en 47 para que pueda comprenderse la verdad que en el fondo encierran las palabras de Mr. CoUias, en este arranque de cínica franqueza. Alentado hoy ese país con su nueva victoria, y no habiendo tenido, durante la guerra con España, ni siquiera una protesta por parte de la" Europa, que era la única que pudo haber puesto coto á su incalificable con- ducta, fácil es comprender el género de política que ha de ob- servar en el porvenir. La integridad y soberanía de la América española están gravemente amenazadas. Dueños los norte-americanos de la llave del Golfo mexicano y del Océano Pacífico; teniendo en consideración sus proyectos sobre el Canal de Nicaragua, su preponderancia comercial y marítima en Centro América, y contando como cuenta con una formidable escuadra, próxima á aumentarse enormemente con nuevos y poderosos cruceros v acorazados, no creemos pe- car de pesimistas al prever que en no lejanos días proseguirá el invasor Tío Samuel su marcha triunfal hacia el cabo he Hor- nos. Creemosde rigurosa justicia, antes de terminar estos ren- glones, consagrarle un merecido elogio á nuestros compatrio- tas dignameute diseminados por la hospitalaria tierra hispano americana, quienes con generoso y noble desprendimiento acu- dieron ai llamado que les hiciera la Patria, contribuyendo to- dos, ricos y desheredados, con su óbolo para los cuantiosos gas- tos que originó la guerra, movidos por el más leal y ardiente patriotismo. La distinguida y numerosa colonia de la Repú- blica Argentina se hizo notable por su esplendidez, porque además de haber enviado á nuestra corte gruesas sumas de di- nero, acaba de regalar á la Nación el magnífico crucero «Río de la Plata,» construido á sus expensas. Acciones como estas no necesitan encomios: se recomiendan ampliamente por sí mis- mas. Y sin embargo, el esfuerzo hecho por los españoles ausentes de la Patria, no alcanzó todo el esplendor que nosotros mismos hubiéramos deseado, ¿Por qué? Porque á través de la inmensa distancia que nos Umita de los patrios lares, traslucíamos la in- fame perfidia de nuestros gobernantes, y comprendíamos, lle- >y Google 234 nos de indignación, que todos nuestros sacrificios resultarían estériles, dada la actitud denigrante y desdichada asumida por Sagasta, ante el sangriento ultraje inferido al país, por ei impío invasor norteamericano. El desenlace funesto de los cucesos vi- no á corroborar nuestros dolorosos presentimientos. Nuestra consternación es iioy general, pues la herida fué tremenda y de diñcil cicatrización. ¡Quiera Dios que pronto se disipen ios den- sos nubarrones que opacan en estos momentos el cielo esplen- doroso de nuestra adorada patria! Andrés Barral Arieaga. Protestas de la Colonia Española en México. Insertamos á continuación algunas de las numerosas protes- tas publicadas por la colonia española con motivo del desastro- so fin que la guerra tuvo para España, y las condiciones one- rosas del Protocolo. La mayor parte están escritas en un tono demasiado vehe- mente; pero ellas dan idea del grado de excitación á que había llegado el sentimiento pdbHco, y por lo mismo, las insertamos á pesar de la destemplanza que se advierte en el lenguaje de todas ellas: Protesta de la Colonia tlspanola de Laguna del Carmen, £stado (le Campechr. SI cada protesta nuestra hiriera de muerte á los culpables, sentiríamos al menos el placer de la venganza; pero quienes es- cuchan con incomprensible estoicismo, ajeno á nuestra raza, los sollozos de la Patria avergonzada, oirán con la misma impasi- bilidad y culpable indiferencia cuantas enérgicas protestas se hagan contra ellos. Tiene un límite la conciencia humana, que cuando por el camino del vicio llega hasta él, olvida, embotada por el cri- men, toda noción de dignidad y no queda ni Patria, ni familia, ni nada; un paso más y allí están el cadalso y el oprobio. Para los que envían tropas y barcos al matadero en nombre del honor nacional, sepultado de antemano por ellos, cualquier castigo es inmensamente insuficiente para vengar acción de tal magnitud. Las madres españolas, é imitación de las lacedemonias, ven caer á sus hijos sobre el campo de batalla y se resignan á tan Ho.tedby Google 235 grandioso sacrificio. ¿Por qué tanto heroísmo, por qué tanta grandeza? ¿Porque viva la Patria, y en cambio, ¡cuatro mise- rables llevan al mercado todo nuestro tesoro de dignidad ! i Msal ditos seau! ¡monstruos del siglo, maldición de nuestra historia! Si tuviéramos en nuestra mano un manubrio mágico para atormentarlos, no aflojaríamos jamás, y allí con inmenso pla- cer escucharíamos los eternos y horripilantes alaridos de infer- nal desesperación. Todo, todo es pequeño é impotente para formular el castigo que merecen los que han vendido nuestra tiandera y humillado el honor de nuestros soldados. Y en tanto el pueblo, atrofiado, al parecer, sumido en in- concebible marasmo, busca una frase para darle nombre en el círculo de las conveniencias nacionales á tan criminales atenta- dos. ¿Tío habrá en nuestra querida Kspaña de legendarias gran- dezas un genio que, á imitación del Bruto de Roma, enseñe al pueblo el puñal sepultado en el corazón de nuestra Patria? ¡Ah, si surgiera, ¡qué hermosas guillotinas se levantarían para los Tarquinos de -Madrid. Laguna del Carmen, Octubre 3 de 1898, — M. GnliÉrrez C, Tomás Molina, D. Carbajal, R. González, J. M. García L., Luis Rodrigues, José Rico, Mateo Ruis C, R. L. Ansoleaga. Protesta de Orlzaba, Estado de Veracriiz, La colonia española residente en este Cantón de la Repúbli- ca Mexicana, movida á impulsos del más ardiente patriotismo, del que tiene dada señaladas pruebas, protesta de la manera más enérgica contra la conducta infame del actual Gobierno español presidido por Práxedes Mateo Sagasta; que este grupo de hombres trabajadores y ajenos á todo color político y mise- rias de partido, no vacila en presentarle ante nuestra Nación, siempre heroica, como el más criminal, cobarde é inepto de cuantos gobernantes registra la historia Patria; y en todos sus actos, siendo el más saliente, el más funsto giro dado á la guerra presente con los Estados Unidos de Norte América, desde an- tes que hubiera sido declaiada por dicha República, sin el más leve motivo que la justifique, y sólo contando con el muy efi- caz apoyo del traidor Sagasta, que se le impartió aún mas efi- caz del que los mismos yaukees apetecían. No cabe disculpa alguna á tan gran criminal, porque ante los hechos son inútiles todos los argumentos, por pruebas tan plenas como evidentes, se derivan de aquellos, y forman por sí solos el proceso con- denatorio. Si eí jurado y la defena tienen en él participa- ción, servirá únicamente, de fórmula indispensable para cubrir el expediente. >y Google Bajo tales conceptos, vertidos después de maduro examen, y puesta la mano sobre el corazón, nosotros, como pequeña frac- ción del pueblo español y Google Protestas de Tlalnepantla. Estado de México. Los que suscriben, miembros de ¡a Junta Patriótica espaíío- la de esta localidad, y eu represeutación de todos los españoles residentes en este Distrito, maiiifiestaii: que han visto eo la prensa, publicados los téiminos de la paz ajustada entre los miembros del Gabinete español, presidido por el Sr. D. Práxe- des Mateo Sagasta y el Gobierno de los Estados Unidos; y con- siderando: Primero: que el Protocolo de la paz ajustada, con- tiene la deshonra de la madre Patria, pues además de renun- ciarse la soberanía que ejerce en la Isla de Cuba, consiente en la anexión á los Estados Uuidos de la Isla de Puerto Rico y una de las islas Ladronas, y subordina esa propia soberanía, á los deseos de los norteamericanos, eu las islas Filipinas, y todo esto sin haber sido vencida en la guerra á que fué injustamen- te obligada en defensa de sus derechos y de su repetida sobe- ranía. Segundo: que los hechos de! Gabinete español como la recisión del contrato celebrado con la casa de Ansaldo pata la adquisición de varios buques de guerra, efectuado por el Sr. Cánovas del Castillo, de impsrecedera memoria, ejecutada por el Sr. Ministro Moret, el abandono de las fuerzas españolas en Filipinas; la destrucción de la escuadra del valiente é infortu- nado Almirante Cervera, mandándole salir de Santiago de Cu- ba á pesar de sus obf-ervaciones y otros muchos hechos, deno- ta que si no estaba obligado con los enemigos de la Patria, los favorecía con su apatía, imprevisión y falta de patriotismo. Tercero: que la gueirra sostenida basta aquí, ha estado subal- ternada eu todo el Gabinete español, sin tener los Jefes de los diversos cuerpos de Ejército, libertad de acción eu sus movi- mientos, ni protección alguna en los momentos más precisos para combatir con éxito al enemigo. Cuarto: que la destrucción de la escuadra Cervera y la capitulación de las fuerzas en el puerto de Santiago de Cuba, cuyo hecho se escribirá en la His- toria para baldón del Gabinete del Sr. Sagasta, no ponen á Es- paña en la imposibilidad de continuar defendiendo su sobera- nía y sus derechos, y mucho menos se le puede declarar venci- da en la lucha, ánico caso en que se vería obligada á someter- se á la ley del más fuerte. Protestamos de la manera más enérgica y solemne, contra los términos vergonzozos contenidos en el protocolo de Paz, ajustada entre el Gabinete Español y el Gobierno de los Esta- dos Unidos de Norte-América. Excitamos muy formalmente á la Junta Patriótica de la capital de la Rnpública, para que se di- rija á las Cortes de Madrid en nombre de la Colonia de Méxi- co, á fin de que por ningún motivo consienta en la desmembta- Ho.tedb. Google ción del territorio español, vigile por la honra de !a Patria, y rechace, con la indignación que merece, ese Protocolo vergon- zoso de paz, y así mismo, para que excite á todas las Juntas Patrióticas de la República y á todos los españoles, sea cual fuere el lugar de su domicilio, á que ayuden á la Patria en es- tos momentos de prueba por que atraviesa, con sus intereses, con su sangre, ó con lo que puedan, para salvar de la deshonra que quieren imprimir sobre su frente un puñado de malos y raido res hijos. Presidente, Vicente Pérez. — Secretario, José Cayeja. Protesta de Taxpan. lüstado de Yeracraz. La pequeña Colonia española radicada en este puerto, no puede ni debe guardar silencio ante los vergonzosos episodios que se vienen desarrollando en nuestra desventurada Patria, por los gobernantes decrépitos y traidores en cuyas manos cayó la dirección del Gobierno, después de la inolvidable tragedia de Santa Águeda. Así como respondimos al grito que se nos diera el año de 1^95, iniciando cuantiosa suscricióti para el aumento de nuestra infortunada escuadra, y más tarde para ayudar al sos- tenimiento de nuestro ejército de operaciones en los campos de Cuba, hoy que vemos defraudadas todas nuestras esperanzas, con la mayoría de nuestros buques de guerra en el fondo délos mares, con nuestros valientes marinos prisioneros del enemigo, con nuestros soldados en camino para la PenínzuJa después de haber dejado la dignidad de la Patria en poder de los yankees, con la entrega de ios Maiisser que les diera España para morir defendiéndola; después de tantos desaciertos transmitidos á to- do el mundo por boca del vencedor, inculpando vencidos y ven- cedores á los Ministros de la Corona de faltos de talento para dirigir la campaña, de energías para el mando de los subalter- nos y de valor para levantar el espíritu de ese pueblo español, que tiene páginas en su historia como las de Zaragoza, donde se fusilaba al que hablara de capitulación, hechos como el sitio del Perú, donde el inmortal Rodil nos" dejó escrito con torren- tes de sangre un Código por e! que deben regirse nuestros Ge- nerales para la rendición de una plaza española; después de esos hechos tan gíoriosos para el pueblo ibero, no puede tener nues- tro labio otra expresión con que anatematizar al Gobierno res- ponsable que la de [traidores! Santiago de Cuba, Ponce, Mayagiiez, Yauco, Juana Díaz, Arroyo y Guayama, SOD plazas que representan una población de más de doscientos mil habitantes. ¿A cuántos inva:£ores se h&n rendido esas poblaciones? ipor qué lo hicieron? para qué >y Google 239 sirvieron Blanco en Cuba y Macías en Puerto Rico? Para nada; para presenciar el despojo de los últimos girones que nos que- dan en América, vendidos en la Corte por un político tan in- fame como aquei Obispo D. Oppas, de inolvidable recuerdo. Para eso han servido Blanco en Cuba y Macías en Puerto Rico. El pueblo español yace en el mayor de los letargos. ¿No ha- brá un Weyler que lo despierte? ¿Ya no quedan en nuestra ado- rada Patria descendientes de Daoiz y Velarde? iOh, si los ha- brá! entonces .... presenciaremos en las postrimerías del siglo XIX las enseñanzas que diera al mundo el gran pueblo francés, al terminar et pasado siglo. Que venga la redención, s¡ para conseguirla se impone un nuevo noventa y tres, ¡¡bendita sea!! Luis Montólo. —Silverio A. Gutiérrez. — Bernardo Arteaga. — M. González. — Emilio Cervio.— José Mesequer. — Jesás Ortiz. — Emilio González. — Tomás de la Huerta. —J. Huerta. — Ricar- do Gómez, Juan Astorquiza. ^Braulio García. — Alejandro Ba- da. — José Fernández Noval. — José Lorenzo. — Dionisio P. Kía- rañón.— Daniel Díaz.— Aquilino Folgueras. —Santos González — Pedro Mester.— Jo=é Viñas.— Fermín Fernández. ^Claudio Valdéz.— Faustino Fernández. — Primitivo Rodríguez. — Pas- cual Borque. — Gerardo Folgueras. — Matías del Foyo.^Fran- clsco C. Ferrando.— Antonio Sierra. — Carlos Lorenzo.— José Arzuaga. — Antonio Peiía.— Adolfo Fernández Madrero.— José Granda.- José F. Fernández.- Ramón Tato de la Fuente.— Antonio R, Peña. —Pedro G. Blanco.— Francisco Luiña. Protesta üe la Colonia Española en Matf hnala Sao Luis Potosí. Los que suscribimos, en vista de las noticias que respecto á la paz entre los Estados Unidos y España publican los perió- dicos españoles de México, acordamos protestar, contra los ac- tos del Gobierno que actualmente rige los destinos de nuestra querida Patria, por creer que al seraceptadas las proposiciones generales que para la terminación de la guerra ofrecen los yan- kees, se menoscaban la honra de España y la gloría adquirida por ella durante siglos de heroica lucha. No pretendemos que todos los españoles residentes en esta República sean de nues- tro modo de pensar; á los que estén acordes con nuestra protes- ta invitamos á que lo hagan constar á fio de que allá en nues- tra Patria, sepan el modo de pensarde los! queá miles de teguas lloran las desgracias inherentes á la guerra y se avergüenzan al saber que van á ser despojados de pedazos queridos del te- rritorio español. >y Google 240 Lft actual coatieoda la originó la decantada independencia de Cuba; en las bases propuestas por los Estados Uuidos para la paz, no se conforman éstos con pedir dicha independencia contraria á los deseos de la población culta de la I.sla; piden también la cesión de nuestra fiel Autilla, Puerto Rico, amada pos España por su adhesión, y una de las islas Ladronas, del archipiélago Carolíno, al cual defendimos en época no remota contra las ioteuciones de>una poderosa nación europea. No nos ha sido favorable hasta ahora la suerte en la guerra; pero por períodos más críticos pasó España y supo salir de ellos con el honor que la nación requería. Lfl Colonia Española de México, en varias ocasiones felicitó al Gobieíao de España por su 'valerosa actitud frente á otra nación mucho más poderosa; ahora, al ser aceptada las condi- ciones de paz impuestas, iniciamos esta protesta contra la acep- tación de ellas por el Gobierno de Espaiía, por creerlas humi- llantes para el valiente pueblo español. Suyos affmos. attos, S. S. Q. S. M. B.— Valentín Fernández. —Dámaso Ortíz.— Andrés Seiiosiaín.— Antonio Gaverre.— Juan M. Escajadillo.— Miguel Gavere.— José Díaz Cazares.— Fran- cisco Quintana. — Manuel Arauda.— José García.— I. Narezo, —José Pérez y Pérez.— Indalecio de la Torre.— R. Galnares. —Germán Martínez-- Felipe Ortíz,— Manrique Díez.— Enrique Calzada— Joaquín Calzada.— Adolfo Dou,— Juan Pueute~M. Romano.- Anastasio Cueto.— Santiago Vivanco.— Eustaquio de Cos.— Cefeiino Guillen, -José R.Angelina. -Juan G. Marroquín. b. Google IMDIOB. Prologo 3 Introducción g CAPITULO I. Origen de las difereucias eiitre España y los Es- tados Unidos. — Agentes americanos en Ctiba. — Demandas á Bspaña. La Luisiaua y la Flo- rida. — Francia juzga absurdas las reclamacio- nes americanas. — Primeros movimientos en favor de la insurección. — Expediciones de Narciso López. — Apoyo de los Estados Uni- dos á los filibusteros 15 CAPITULO 11. Guerra separatista americana. — Causas de esta guerra é influjo sobre la insurrección de las Antillas españolas. — Santo Damingo y Puer- to Rico.Grito de Yara. — Coiucidencia con los sucesos revolucionarios de la Península. — Caudillos cubanos insurrecto.s 27 CAPITULO III. Contiuúa la guerra disidente. — Intervención de Los Estados Unidos con motivo de las diposi- ciones contra los insurectos. — Gestiones eu favor de la libertad de Cuba. — Otro incidente interuacionai. — Proposiciones de paz. — El General Martínez Campos. — Término de la guerra , 35 CAPITULO IV. Martínez Campas, pacificador de la Isla. — Segun- da insurrección cubana. — Jefes revoluciona- rios. — Actitud de España ante el, movimiento. Ho.tedby Google Segundo mando del General Martínez Cam- pos, — Primo de Rivera y Weyler. — El Pre- sidente y el Senado americano desaprueban la conducta del General Weyler en Cuba. — Es- tado de la guerra de insurrección en el año de 1897 45 CAPITULO V. Destruccióu del acorazado «Maiae» en la Habana — ¿Cuál fué la causa del accidente? — Opinión del teniente- corone! J. T. Bucknill sobre el dictamen de la comisión investigadora ameri- cana. — Los Estados Unidos juzgan llegado un *'casus belli''. — Injusticia de su proceder , . 65 CAPITULO VI. Influencia de la destrucción del "Maine"en la gue rra hispano-americano. — Mensaje del Presi- dente Mckinley al Congreso americano. — Re- soluciones del Senado. — Excitación popular. — El Ultimátum. — Retiro de los Ministros. — Nuevas demostraciones an tí -americanas , . 77 CAPITULO VII. La salida de la Habana del Cónsul Lee. — Rom- pimiento de las hostilidades. — Captura de la barca española Buenaventura. — Salida de la escuadra americana. — El bloqueo de Cuba. — Declaraciones del Gobierno español y del Gene- ral Blanco. — Las potencias se declaran neu- trales. — Nueva proclama de Mckinley ... 91 CAPITULO VIII. Principia la guerra. — Breve reseña histórica de las Islas Filipinas. — El primer combate naval. — Como eran los buques españoles y cómo los americanos que combatieron.— Descripciones de la batalla de Cavite.— Valerosa conducta de los españoles.— Muerte del Capitán Cadarso Rey.—Buques echados á pique.— Partes oficia- les de la batalla.— Opinión de un escritor fran- cés, testigo presencial 99 Ho.tedb. Google CAPITULO IX. Versión americana sobre la batalla de Cavite.— El comandante del "Don Antonio de Ulloa,'' Sucumbe heroicamente, — Los buqnes que to- maron parte en el combate. — Los insurrectos ofrecen ayudar á los americanos en su ataque sobre Cuba.— Sucesos de la Habana.— Actitud de las naciones europeas. — Nueas presas de guerra. — Disturbios en España. — Ataque re- chazado en Cárdenas.— Los americanos son rechazados en San Juan de Puerto Rico.— Discurso de Mr. Chamberlain 117 CAPITULO X. Movimiento de las escuadras. — Fracaso de la pri- mera expedición para iüvadir á Cnba.— La si- tuación en Manila.— Crisis en el Gabinete es- pañol. — Nuevo ministerio.— Refuerzos para Dewey. — Actitud de los insurrectos filipinos, Nueva proclama de McKinley.- Llegada de Cervera con su escuadra á Santiago de Cuba —Tentativa de desembarcos americanos. . . 131 CAPITULO XI. Ataque á Santiago de Cuba por los buques ame- ricanos. —Rumores de paz,— Hundimiento del «Merrimac» — Primer desembarco de tropas americanas en Cuba. — Cooperación de los in- surrectos. — Santiago de Cuba bombardeado nuevamente. — Ataque á Caimenera .... 139 CAPITULO XII. Continúan los combates en Guantáuamo — . Difícil situación de Manila. — Salida de la escuadra española de reserva. — Desembarco en Cuba de las fuerzas de invasión al mando del General Sbafter. — Se prepara un ataque combinado á la ciudad de Santiago,— Las de- fensas españolas.— Primeros combates con el grueso del ejército americano 155 >y Google 244 CAPITULO XIII. La escuadra de Cámara en Oriente.— Diíiculta- des para continuar su ruta hacia Filipinas.— Los americanos en Santiago.— Su ataque á la ciudad.— Épica defensa de los españoles.— Batallas de Caney, San Juan y Canosa.— Rela- to de un testigo presencial. — Destrucción de la escuadra de Cervera.— Narración del capi- tán Evans del "luwa." 167 CAPITULO xiy.^ Demaudas de rendición de Santiago. — Consecuen- cias de la pérdida de la escuadra española. — Dificultades en la comunicación con España. — Rendición de Santiago. — Bases déla capitu- lación. ^Cesan las hostilidades. ~ Capitula- ción de Manila 197 CAPITULO XV. Reunión en París de las comisiones españolas y americanos para ultimar los tratados de paz. — Resultado de las conferencias,— Opiniones de la preusa sobre la conducta de los Estados Unidos.— Firma del Tratado.— Protesta de Es- paña 219 Conclusión 223 Opinión española sobre la guerra 225 Protesta de la colonia española en México . . 234 ^;í^^í^ , Google , Google , Google